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{{cita|cada paso había sido un descubrimiento sin dato alguno anterior de qué guiarse, pues donde no existen habitantes, tampoco existen huellas ni tradiciones. Al emprender la espedición solo sabíamos que la cordillera tenía límites i a éstos habíamos llegado|Capitán Enrique Simpson, 1871}}
Para el Chile del último tercio del siglo XIX, la exploración era una necesidad práctica. Fue de la necesidad que nacieron las comisiones. Eran pequeños grupos de científicos, a veces militares, encargados por el gobierno para realizar levantamientos cartográficos y de los recursos naturales de determinada región.
La primera fue la Comisión Esploradora [SIC] del Bío Bío, que en octubre de 1862 investigó los valles de los ríos Callaqui, Mulchén y Santa Bárbara. Su jefe, el capitán de marina Manuel Thompson, resolvió intentar la ascensión del [[volcán Antuco]]. Con “un oficial i dos baqueanos” alcanzó la cúspide el 24 de febrero de 1863. De la cumbre dice el capitán:
{{cita|Anduve sobre las bocas tapadas con el fin de averiguar si realmente las capas que la cubrían estaban sólidas, í a juzgar por su firmeza creo que solo por una fuerte erupción logrará el volcán dejar corriente sus respiraderos. El suelo que pisaba o mejor dicho la lava i azufre era tan quemantes que perdí casi por completo la suela de las botas […] Se ven algunas galerías hechas de nieve, cuyas figuras son tan variadas i caprichosas, tan albas i transparentes que no solo el ojo no se cansa de admirarlas, sino que uno se imajina estar dentro de galerías de porcelana […] Pude abarcar de una ojeada un enorme trecho de las cordilleras de los Andes; así es que para el norte se veían perfectamente los más apartados volcanes de nuestro territorio, sobresaliendo considerablemente entre todos el majestuoso [[Aconcagua]], que como volcán es el más alto del inundo í como cerro el mayor de la América|Capitán Manuel Thompson}}
Thompson se refería al [[cerro Campanario]], aledaños a la [[Laguna del Maule]]. El [[Aconcagua]], desde luego no es visible desde el volcán Antuco.
En 1870, los inmigrantes alemanes anotan su primera ascensión. El vulcanólogo Karl Martin alcanzó solo la cima del Cerro Pillaumó (o Amunátegui), 1623m, de las sierras nevadas de Llanquihue, y también el [[Volcán Calbuco]].
#Que procure cumplir con las recomendaciones que le ha hecho don Ignacio Domeyko acerca de una colección de rocas i de la observación de los terrenos que va a recorrer.
#Que intente practicar la ascensión del [[Volcán Calbuco|Calbuco]].
Que Dios guarde a Ud. |Aníbal Pinto.| }}
Y nació la Comisión Esploradora del Sur. Embarcada en la goleta a vapor Covadonga, arribó al Golfo de Reloncaví, pero los escollos obligaron al barco a buscar otro fondeadero. Julliet había asociado a la comitiva a un Manuel Télles, vecino de Puerto Mona, conocedor de esos lugares. Anclados en una bahía cercana al [[volcán Yate]], Julliet ascendió hasta la línea de las nieves y se dedicó a herborizar. Télles, por su parte, partió a la ascensión, pues era “hombre aguerrido en los bosques i cerros, no menos que hábil i atrevido para salvar los tropiezos que presentan a cada paso”. Télles alcanzó, a mediados de febrero de 1871, hasta “cerca del prisma que corona la parte norte del Yate” (que es la de la cima principal). El 19 de febrero regresaron ambos a la bahía, “rendidos de cansancio, con nuestros vestidos destrozados, pero felices con la posesión de nuestras plantas i rocas.”
El verano siguiente Julliet logró cumplir las órdenes presidenciales. En los primeros días de febrero de 1872 llegó al cráter del Calbuco y confesó que “un terror involuntario se apodera del alma al contemplar estas rejiones silenciosas ennegrecidas por el fuego subterráneo.” Al parecer, el naturalista iba acompañado de un colono alemán, Antonio Franz, que se había comprometido a llevarlo a la cima por cierta remuneración.
Entre los colonos sureños Julliet encontró compañeros inesperados que hicieron causa común con él, llevados por su mismo interés científico. Un británico llamado John Swanston, en enero de 1872, había ascendido recién al cráter del [[volcán Caulle]] (1430m). Julliet y otros británicos, Robert Christie y George Downton, marcharon al [[volcán Osorno]]. Mientras Julliet se dedicaba a herborizar, los británicos siguieron y rodearon la cúspide, aunque sin lograrla (12 de marzo), pues se nubló “i cesando ya a esta altura toda organización; se impuso un descenso rápido.”
Downton era botánico profesional, enviado a América por un jardín botánico de Londres para buscar orquídeas y helechos. Viajó luego más al sur y llegó al cráter del [[volcán Hornopirén]]. Según el viajero, “el cráter solo alcanza 1611m, Al oriente de él se eleva un picacho de cenizas que mide 60,8m sobre el brocal”.
[[Archivo:Paul_Gussfeldt.jpg|thumb|Primer intento de ascenso al [[monte Aconcagua]], de Paul Güssfeldt en 1883. Imagen: Gentileza DAV]]En 1883, Hans Berger se alió con cinco chilenos “ferrocarrileros” para coronar el [[volcán Ollagüe]] (5870m), de abundantes azufreras. Berger dejó un extenso informe científico y además una plancha fotográfica del volcán mismo, la segunda que se conode conoce de una montaña chilena. El mismo año que Berger, el prusiano Paul Güssfeldt visitó Chile. Era un explorador y alpinista de renombre, que había abierto rutas nuevas en el Mont Blanc. Planeó coronar el Aconcagua, entonces inexplorado y sin medir (Claudio Gay le había dado nada menos que 8610m en 1853), pero tan pronto su guía suizo arribó a Valparaíso declaró sentir nostalgia de su patria y deseos de volver. Como consuelo, varios pasos posibles entre Rancagua y Coquimbo, para estudiar la topografía.En uno de estos cruces, ascendió el [[Volcán Maipo ]] (5290m) acompañado de dos arrieros chilenos.
{{cita|El 19 de Enero Güssfeldt partió a las 2:20 de la mañana acompañado por Zamorano (64 años) y por Francisco (30 años). A las 6 alcanzaron el [[Glosario#P|plateau]] al lado oeste del cráter, que tenía varios neveros. Allí les alcanzó el viento con toda su fuerza. Zamorano señaló la cima y dijo: “¡Imposible!” Francisco se acurrucó tras una roca y Zamorano se le juntó. Estimulados a seguir, ascendieron sobre pendientes de no más de 20°... Por un tiempo marcharon bien... Las cumbres vecinas comenzaron a abatirse ante ellos. Al mirar atrás, Güssfeldt vio que Zamorano iba muy retrasado y con Francisco entre ambos; la otra vez que miró, Zamorano se había detenido del todo, lo que no era de extrañar, pues tenía 64 años. El cerro argentino Overo (4765m) estaba al mismo nivel de ellos. Francisco siguió cerro arriba., pero a las 12:30 abandonó del todo. A la 1:30 Güssfeldt, sin dificultades, alcanzó la cumbre. Los picos principales que él vio alrededor le parecieron inaccesibles y comparó su apariencia general con la de un tejado empinadísimo, coronado de formas piramidales.|Cronista británico}}
Nadie había hecho una ascensión solitaria a tal altitud. Las cumbres inaccesibles que Güssfeldt describió son los Picos del Río Bayo, hasta muy rara vez escalados (Cerro Paredón, 4850m, y Cerro Listado, 4800).