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Como el hard rock, el metal se origina en los ‘60. Como el hard rock, esencialmente en el Reino Unido y Estados Unidos. Y como el hard rock, echa raíces en el rock psicodélico y el blues. Emplea también distorsiones a través de los métodos de amplificación. Pero sus sonidos son más densos –en especial las notas de bajos y baterías–, sus ritmos son más enfáticos y con frecuencia recurre a voces agudas, o derechamente chillonas. Mike Patton, por ejemplo, vocalista de la banda de metal alternativo Faith No More, se las ingenia para ofrecer un rango vocal de seis octavas y una nota, desde 38,9 Hz hasta 2637 Hz, más agudo que una soprano. El metal persigue una atmósfera global de alto volumen y no son raros los largos solos de guitarra. El hard rock en cambio está más cerca de sus raíces bluseras, y concede mayor importancia a la melodía. Son como primos hermanos, claro, y es difícil confundirse. La venerable enciclopedia de la revista Rolling Stone describía en su edición de 1983 a AC/DC como heavy metal.
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4. La agenda del futuro: mirando al 2030
En cuanto a las letras, las composiciones metaleras suelen asociarse a agresividad, poder y masculinidad. Esta oda a la testosterona vuelve particularmente irónico que el baterista de Kiss, Peter Criss, padeciera cáncer de mamas ; o que el vocalista de Life of Agony se transformase en mujer tras más de 20 años de viril despliegue escénico.
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En cuanto a la agresividad y violencia, encierra además cierta ironía el pasado de Gene Simmons, también de Kiss. Arriba de la tarima es conocido como El Demonio, una impetuosa fiera del metal. En el comic que Marvel hizo de la banda en 1977, la tinta roja fue mezclada con su sangre y la de sus compañeros . Pero antes de engrosar las filas de Kiss, Simmons oficiaba como maestro de sexto grado en una escuela pública de Manhattan.  
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Hay dos maneras de mirar la agenda del futuro: La primera es aproximarse con la perspectiva de que “las cosas van marchando” y que, por consiguiente, solo hay que intensificar la ruta trazada. Ello supone que el destino y el objetivo están a la vista, y que lo que está en juego es la velocidad para alcanzarlos. La segunda es, por el contrario, asumir que de alguna manera la agenda del presente es la agenda del pasado y que por ende necesitamos nuevos paradigmas y aproximaciones. Un “lente” distinto para mirar lo que se viene.
La huella fue abierta por conjuntos como Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, “la impía trinidad” de acuerdo a Joel McIver, historiador del género. Deep Purple fue calificada por el Guinness Records de 1975 como “la banda de más volumen del globo”, luego de que un concierto en el Rainbow Theatre de Londres alcanzara los 117 decibeles (o la décima parte de un belio, así llamados por Alexander Graham Bell, un hombre que, con tanto madre como esposa sordas, naturalmente canalizó su talento a la acústica ). Esto equivale a una sierra eléctrica a menos de un metro de distancia Tres miembros de la audiencia tuvieron que ser evacuadas por pérdida de conciencia.
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Claro que el tiempo pasa y las nuevas tecnologías han permitido batir una y otra vez esta plusmarca. Un recital de Foo Fighters en Irlanda del Norte en 2012 causó reclamos a 19 kilómetros de distancia , y su presentación en Nueva Zelanda en 2011 fue registrada por la red sismográfica . El récord vigente pertenece a Manowar, con 139 decibeles (los mismos incombustibles que consumaron un concierto de cinco horas y un minuto). Guinness Records dejó de certificar estas hazañas por los daños que genera en el sistema auditivo.
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¿Significa que hay que tirar por la borda lo avanzado hasta acá? Nada más errado. La posibilidad de iniciar una nueva etapa exige progresar en aquello con que los países ya contamos, pero transformando los logros del presente en una plataforma para saltar hacia adelante. Lo que hemos alcanzado y su proyección inmediata no debe ser visualizado como la meta sino solo como el punto de partida, la plataforma de despegue de una nueva etapa.
El éxito de los primeros años de Black Sabbath se debe en gran medida al carisma de Ozzy Osbourne y al talento de Tony Iommi, guitarrista y principal compositor. Iommi tuvo la mala fortuna de perder la punta de dos dedos de su mano derecha a los 17 años de edad, en su último día de trabajo en una instalación de planchas metálicas. Planeaba abandonar la guitarra, hasta que el capataz de la fábrica lo hizo escuchar unas notas de jazz. Lo que Tony menos quería en ese instante era envidiar a un virtuoso de las cuerdas, pero el hombre insistió.  
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Le dije que era realmente bueno, y luego él respondió, “Sabes, ese tipo está tocando solo con dos dedos en la mano de su diapasón por una lesión que sufrió en un terrible incendio”.
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Para ello, necesitamos un nuevo concepto matriz. Hasta ahora la relación Argentina Chile ha sido primordialmente abordada con lógica bilateral: ¿Que le puede exportar Argentina a Chile y Chile a Argentina? ¿Cómo potenciamos el turismo hacia los dos lados de la frontera? ¿Cómo abordamos los fenómenos de migración hacia Argentina desde Chile y viceversa? ¿Cómo garantizamos las inversiones que un país realiza en otro? Sin embargo pensar “bilateral” no es suficiente para el futuro.
Era el gran gitano belga Django Reinhardt. Tony quedó sorprendido:
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Estaba totalmente shockeado por esta revelación y tan impresionado por lo que había escuchado recién que repentinamente me sentí inspirado a empezar a tratar de tocar otra vez.  
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Argentina-Chile deben pensar global: ¿Qué cosas podemos hacer juntos en el mundo? ¿Cuántas de esas no las podemos hacer por separado? ¿Qué oportunidades abrimos si actuamos en conjunto? ¿Cómo inspiramos una estrategia que implique que en dupla ganamos más que cada uno por su cuenta? En el fondo se trata de dejar de pensar solo en lo que podemos hacer entre nosotros y empezar a imaginar lo que juntos podemos hacer con otros. El establecimiento del Foro Estrátegico obedece al reconocimiento de esta realidad y del compromiso político de ambas partes de crear de una agenda común.
El testimonio animó a Iommi a fabricar sus propias prótesis plásticas para completar sus dedos. Grabando Master of Reality con Black Sabbath, Iommi bajó hasta tres semitonos el tono de su guitarra, para disminuir la tensión de las cuerdas y disminuir el dolor en sus dedos. El bajista Geezer Butler hizo lo mismo, a objeto de alinear los sonidos. A causa de las penurias de un accidente industrial, nacía así la afinación en do sostenido, más oscura y profunda, la tonalidad característica del metal . Sí, Beethoven compuso la Novena sordo y Rick Allen es un batero manco, pero Tony Iommi fue escogido como el 25º mejor guitarrista por Rolling Stone con dos dedos incompletos. Para que lo piense dos veces antes de maldecir su suerte.
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Geezer Butler puso a tono su bajo y también las letras. Aun cuando los muchachos de Sabbath eran mayoritariamente cristianos, comenzaron a cantar acerca de Lucifer y sus andanzas. El propio Butler pensaba ser sacerdote de más joven; Ozzy Osbourne es un anglicano que reza y se persigna tras bambalinas antes de saltar al escenario.
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Es cierto, habrá espacios en que cada país seguirá siempre e inevitablemente un camino individual. Pero sí, ambos pueden pensar en actuar en forma conjunta. Por ejemplo, frente a Estados Unidos, Europa, China e India. No se puede desconocer que hoy hemos logrado una mayor convergencia que en cualquier otro momento. Ambos países han demostrado voluntad de seguir avanzando en materias estratégicas de mutuo interés.
Conocidos por su parafernalia escénica, el despliegue de Black Sabbath alcanzó una envergadura que nadie planeó en el Born Again Tour de 1983. Para ambientar su canción Stonehenge, mandaron a construir un modelo del milenario sitio arqueológico. El problema fue que los fabricantes interpretaron la instrucción de “quince pies de alto” como “quince metros”, produciendo la única maqueta mayor que el edificio real. No cabía en tarima alguna .
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Black Sabbath es además responsable de popularizar en el mundo del metal el símbolo de los cuernos formados con las manos. Ronnie James Dio, el vocalista que reemplazó a Ozzy, es de ascendencia italiana, y en el sur de la península era común la superstición del malocchio, o "mal de ojo". En una visita a Nápoles en 1845, Giuseppe Verdi obtuvo un improvisado cuerpo de guardaespaldas dedicado de lleno a evitar que entrara en contacto con Vincenzo Capecelatro, un músico local a quien se le atribuía malocchio y a quien se culpaba de la modesta recepción de Alzira, la última ópera de Verdi. Dio adaptó el gesto de su abuela, quien lo usaba para espantar a los malos espíritus .
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La nueva intensidad de la relación argentino-chilena que se propone tiene, en todo caso, un límite natural: Nada de lo que hagan juntos Argentina y Chile debe debilitar a la región o a los países miembros. El domicilio político de Argentina y Chile no debe cambiar: Es y debe seguir siendo América Latina.
A mediados de los ‘70, la también británica Judas Priest liberó al género de buena parte de la influencia blusera. De paso, introdujo el look metalero del cuero negro y apretado, cargado del componente sexual. The Guardian tildó a su álbum British Steel como aquel que, “más que cualquier otro, codificó a lo que nos referimos cuando hablamos de ‘heavy metal’”.
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Siguió la Nueva Ola del Heavy Metal Británico, cuyo representante más renombrado es Iron Maiden. Aunque entre sus miembros hay un derroche de talento, dos se roban la película. Por un lado, Eddie the Head, la mascota, una suerte de zombi multifacético, que ha adoptado la forma de momia egipcia, cyborg y paciente lobotomizado, entre otros. Por otro, el versátil vocalista Bruce Dickinson, quien además de escritor, empresario cervecero, locutor de la BBC, rostro de televisión y líder del segundo conjunto de metal más exitoso de todos los tiempos, se da el tiempo para pilotear el Boeing 757 de la banda en algunas de las giras de Iron Maiden . “Ed Force One”, se llama, en honor al entrañable zombi.
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Así como proponemos un principio “positivo” (una alianza estratégica profunda entre los dos países) también proponemos un principio “negativo” (ningún perjuicio a los países hermanos del continente). En Colaboración es la nueva competencia (Harvard Business Review, 2013), Benjamin Hecht propone cuatro claves aplicables a países con miras a conseguir cambios a gran escala a través de la colaboración.
En los años ‘80, los herederos del cuero de Judas Priest daban forma al glam metal, con agrupaciones como Mötley Crüe y Poison. Otros estilos más agresivos, divididos en un sinnúmero de subgéneros, también tomaron cuerpo en este periodo. El más notorio es el thrash metal (donde thrash en inglés indica algo así como “agitaciones violentas del cuerpo”). Aquí el cuarteto de honor es el formado por las estadounidenses Metallica, Megadeth, Slayer y Anthrax, el Big Four del thrash.
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Si juzgamos por el número de interesados en sus discos, Metallica es la banda más grande del thrash. De hecho, la más grande del metal, si nos atenemos a la clasificación de Led Zeppelin en la categoría hard rock. De acuerdo a MTV, la tercera más memorable, tras Black Sabbath y Judas Priest. Su disco Master of Puppets (1986) es una de las piezas angulares del thrash metal de los ‘80. En lugar de video promocional, se embarcaron en una gira teloneando a quien fuera líder de Black Sabbath (hasta 1979), Ozzy Osbourne. Ganaron reputación de borrachos –los apodaron “Alcoholica”, a lo que respondieron vistiendo camisetas que rezaban “Alcoholica/Drank 'Em All”– cautivaron a la audiencia de Ozzy y entraron al Olimpo del metal. Note usted que: a) aprueban el Test Simpsológico de la Fama, pues figuran en un capítulo de Los Simpsons; b) aprueban el Test Guitarherológico de la Fama, pues varias de sus canciones son utilizadas en el videojuego Guitar Hero; c) obtienen distinción máxima en el Test Guitarherológico de la Fama, pues se creó una variante del videojuego en su honor, llamada Guitar Hero: Metallica; d) existe una banda llamada Beatallica, que entona canciones de los Beatles con sonido de Metallica, como And Justice for All My Loving, lo que Ricardo Arjona llamaría una amalgama perfecta entre And Justice for All y All My Loving; e) en 1999, el alcalde de San Francisco proclamó oficialmente el 7 de marzo como el “Día de Metallica” .  
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• Definir qué es posible hacer juntos: No es necesario contratar a consultores internacionales para descubrir que Argentina mal podría entregar sus recetas de ingeniería antisísmica, o que Chile poco y nada tiene que ofrecer respecto al know how de la crianza de ganado. El punto es otro: ¿Qué podemos hacer juntos que no podríamos hacer separados?
Megadeth fue fundada por Dave Mustaine, quien fuera el primer guitarrista de Metallica hasta su expulsión en 1983, a causa de su relación disfuncional con las drogas y el alcohol, y sus conflictos con los miembros. Con el ánimo de crear música más rápida y más pesada que su alma mater, reclutó al bajista David Ellefson y no encontró mejor que denominar a su criatura “un millón de muertes” (eliminando una “a” con fines expresivos) en referencia al arsenal nuclear estadounidense. Fiel a su mensaje, escogieron de mascota a un esqueleto de aires apocalípticos –Vic Cabeza de Sonajera, de cariño– y han titulado sus obras con nombres tan primorosos como Countdown to Extinction (Cuenta Regresiva a la Extinción) o United Abominations (Abominaciones Unidas). Acostumbrados a reventar paciencias con declaraciones incendiarias, en su gira por Irlanda del Norte tuvieron que viajar en un bus antibalas. El single In My Darkest Hour fue vetada por animar al suicidio. MTV objetó proyectar Symphony of Destruction, argumentando que era "un poquito demasiado áspero". Quizás se refería a los asesinatos a balazos de políticos en pantalla. No sé, solo lluvia de ideas.  
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En 2002, Mustaine se durmió con el respaldo de una silla presionando su brazo izquierdo, lo que le cortó la circulación. Pensó que lo perdía. Con su líder fuera de las pistas, Megadeth se desmembró temporalmente. Nunca antes, y apostaría buena plata que nunca después, superestrellas del metal congelaban sus actividades por la postura de una siesta . En forma paulatina recuperó la movilidad (más afortunado que Nick Menza, baterista de la banda hasta 1998, quien murió arriba del escenario). Mustaine se convirtió así al cristianismo –había sido criado como testigo de Jehová–. Benjamin Netanyahu afiliándose a Hamas es igual de inesperado. Como consecuencia de su nuevo credo, Megadeth llegó a cancelar giras con bandas de extreme metal como Dissection y Rotting Christ (Cristo Pudriéndose, por si no había captado el mensaje). Censuras y todo, Megadeth es uno de los protagonistas no solo del thrash, sino del metal en general. Con seis discos certificados de platino entre 1986 y 1997, ose usted afirmar lo contrario.  
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• Superar la mentalidad localista: Hay que apostar por el “efecto trampolín”. ¿A qué mercados podemos acceder juntos? Y para avanzar, hay que abandonar la lógica de en Argentina las cosas se hacen de esta manera y en Chile de otra. ¿Porque no pensar cómo podemos hacerlas cualquiera sea el modelo a utilizar?
Anthrax nació en 1981. Tomó su nombre de una pestífera enfermedad que el baterista Scott Ian notó en un libro de biología, y que le pareció “lo suficientemente perverso”. De todos modos, los criterios onomásticos de Anthrax son algo más suaves que los de los párrafos precedentes. El más incisivo de sus álbumes se llama, apropiadamente, Spreading the Disease (Esparciendo la Enfermedad). ¿Recuerda el supuesto “Efecto Mozart” del capítulo 1? La recomendación ahora es no intentar el “Efecto Anthrax”. Cuando se intentó medir el impacto de la música docta y del metal en el tiempo que grupos de ratones tomaban en resolver un laberinto, el investigador escogió el disco Stomp 442 de esta banda. Las mediciones en el grupo de control y en el docto avanzaban sin problemas, pero los desdichados de Stomp 442 obligaron a interrumpir el experimento antes de lo presupuestado: se mataron entre ellos. Tras tres semanas, solo quedaba uno vivo . Hubo que repetir el ejercicio con volumen más moderado. Relata el investigador que al término de la cuarta semana le tomaba entre dos horas y una hora y media controlar al grupo docto, pero con los que oían a Anthrax “me estaba tomando cinco y media, seis horas al día, solo correr esos ratones. Y ¡Se estaba volviendo más bien extremo!”. Así y todo, el quinteto ha vendido unas quince millones de copias. De todo hay en la viña del Señor.
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Los efectos de la música intensa sobre las alimañas no era un campo de estudio por completo nuevo. En 1968, The Associated Press comenzaba un artículo del siguiente modo: “¿Interfiere la música rock and roll en una termita? La respuesta preliminar parece ser sí”, de acuerdo a un grupo de entomólogos de la Universidad de California, Davis. El artículo describe cómo las termitas sometidas a audios de esta naturaleza “parecían en peligro de comerse a sí mismas”. La indagación termina con una nota más bien espeluznante: “un especialista en la guerra contra las termitas, [Dr. Bowelson] está buscando cualquier método para socavar su organización social” .
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• Adaptarse a los datos: En escenarios cambiantes lo relevante es ceñirse a la información, no a las impresiones o preconcepciones. El gas debe fluir hacia el mercado de mayor costo marginal, independiente de cómo haya sido diseñado en primer lugar.
Si le parecía que Megadeth es un poquitín subido de tono, debe ser porque no conoce a Slayer (o “el degollador”, para que vayamos entrando en onda). Con motivos tan delicados como necrofilia, matanzas en serie, satanismo y antirreligión, la cantidad de polvo que han levantado a su paso da para organizar una que otra tormenta en el Sahara. Por ejemplo, uno de sus títulos es God Hates Us All (Dios nos odia a todos) y la carátula de Christ Illusion muestra a un Cristo mutilado, con los brazos amputados y con la cuenca de uno de sus ojos vacía, en medio de un océano de sangre con cabezas decapitadas. Una dulzura. EMI India tuvo que destruir las copias allá despachadas a causa de las protestas. El bajista y vocalista de Slayer, Tom Araya, es además uno de los muy escasos exponentes que exhibe Latinoamérica en la primera división del metal mundial. Nacido en Viña del Mar con el criollísimo nombre de Tomás Enrique Araya Díaz, en ocasiones toca con la camiseta chilena y grita “Viva Chile Mierda”, como si sus cinco décadas en Estados Unidos no le hicieran mella a su acento (se agradece el espíritu, por cierto).
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Slayer fue una pieza clave en la miríada de géneros originados en los ‘90. La revista especializada Terrorizer (innecesario aclarar especializada en qué) ha escrito que sin “la influencia de Slayer, el metal extremo no existiría tal como lo conocemos”.  
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• Alimentar el conocimiento común: Hay áreas de competencia, donde el conocimiento acumulado forma parte de las ventajas comparativas. Pero hay muchos aspectos –ciertas políticas públicas por ejemplo- donde la entrega de la experiencia ganada no es un juego de suma cero. El día que el alcalde de Buenos Aires rediseñe el sistema de transporte público, no puede no aprender de los errores del Transantiago.
¿Influencia de Slayer en el metal extremo? Un minuto ¿No eran ya extremos los cuatro grandes del thrash metal?
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Prepárese.
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Michael Porter, profesor de Harvard y quizás el más conocido estratega en el ámbito de los negocios desde los ’80, desarrolló un modelo conducente a generar las bases de una estrategia comercial exitosa para las empresas. En el trasfondo de las famosas cinco fuerzas de Porter (amenaza de productos sustitutos, nuevos competidores, hostilidad de la competencia, poder de negociación de proveedores y capacidad negociadora de los clientes) subyace una premisa: el éxito comercial es una forma de guerra, prevalece el conflicto, se gana a costa de los demás.
Desde mediados de los ‘90, autores iracundos como Pantera han expandido la frontera de lo que se entiende por música, aunque no es claro si J. S. Bach la reconocería como tal. Si algo de esto llegase a sus oídos, lo identificaría como una trituradora industrial o una convención de herreros con déficit atencional.  
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En las últimas décadas, corrientes aún más extremas han hecho batir amplificadores a diestra y siniestra. Así como los guías de rafting bautizan a los rápidos con nombres destinados a sembrar respeto en la clientela, la mayoría de los subgéneros adoptan apelativos apocalípiticos, tales como “metal extremo”, “basura”, “de la muerte”, “de la perdición” o “negro”. Dentro de este último, encontramos la rama del “black metal nacional socialista”, que ensalza a través de su barullo los ideales neonazis. Entre las bandas, es posible hallar solaz en exponentes como Napalm Death, Extreme Noise Terror, Abysmal Torment, Autopsy Torment, Austrian Death Machine, Beheaded, Brutality, Heaven Shall Burn, Hatesphere, Haemorrhage, Killing Addiction y Dance Club Massacre. Es solo una sugerencia, pero yo siempre aconsejo prescindir de estos cantautores durante el té con la abuela.
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Con frecuencia, tal visión ha sido trasladada mecánicamente de las empresas a los países: juegos de suma cero, donde lo que gana uno, lo pierde el otro; el acceso a un nuevo mercado es éxito para los de allá y derrota para los de acá.
En el metal extremo, es habitual el uso de percusión frenética, y guitarras distorsionadas hasta volverlas casi irreconocibles. Respecto a las voces, mantenga una sana distancia si sufre tendencias depresivas. En muchos de estos conjuntos se emplean motivos satánicos o blasfemos, aullidos de muerte, alaridos, y toda suerte de ruidos guturales. En el caso del metal negro, una corriente que se hizo fuerte en Noruega, los dejo con la desesperanzadora noción del vocalista de Gorgoroth: “nunca se pensó para alcanzar una audiencia (…) Teníamos un enemigo común que era, por supuesto, el Cristianismo, el socialismo, y todo lo que la democracia representa”. Entrañable. Se la tomaron en serio, y hacia 1996 había al menos 50 iglesias quemadas, algunas de cientos de años. Burzum fue tan lejos como para mostrar la estructura incinerada de una de ellas en la portada de un disco.
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Una infame compilación no autorizada de los también noruegos Mayhem muestra en la carátula una foto real a todo color del cadáver de su ex vocalista inmediatamente después de su suicidio, con su cerebro desparramado a su lado. Euronymous, el guitarrista de la banda, fue quien descubrió la tragedia. En lugar de llamar a la policía, partió a comprar una cámara desechable, reordenó algunos objetos para mejorar la composición, e inmortalizó el momento. Luego utilizó los trozos de cráneo esparcidos por la habitación para manufacturar collares . Cruel ironía, el seudónimo del finado era “Dead”. Por lo demás, un apodo idóneo para quien viajaba con el cadáver de un cuervo en una bolsa plástica. “Dead” inhalaba sus emanaciones y se compenetraba con el hedor del animal .
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Lo cierto es que no se ha prestado atención suficiente a las nuevas aproximaciones sobre la materia. Otros autores como Branderburger y Nalebuff, entre otros, argumentan que la cooperación sí puede ser una fuerza adicional clave para los negocios. Por lo pronto la producción de bienes complementarios, como el café y el azúcar, no tiene que ser competitiva; y, en general, cuando dos empresas  resuelven  complementarse lo hacen en forma pacífica.
Y, sacando la cara por Latinoamérica en lo que a abominaciones metaleras se refiere (aunque con el bajista de Faith No More en el bajo), los mexicanos de Brujería emplearon una cabeza decapitada en estado de putrefacción como carátula de su disco debut. Se trata de una foto real, extraída de un periódico, y que con el tiempo ha sido adoptado como la mascota de la banda. ¿El título del álbum? Matando Güeros (i.e.: caucásicos).
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Podríamos abarrotar volúmenes de subgéneros, subsubgéneros, subsubsubgéneros y subsubsubsubgéneros, pero digamos que desde mediados de los ‘80 una corriente que ganó fuerza es el Power Metal. Más edificante que las animaladas de los párrafos anteriores, sus canciones parecen himnos, con componentes sinfónicas, coros poderosos y letras acerca de fantasías de tipo tolkienianas. Los alemanes de Helloween son uno de los grandes nombres en la materia.
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Finalmente, para ganar sin competir, o “coompetir”, hay otra clave: innovar. La innovación es lo que permite aprovechar oportunidades que otros o no advierten, y ofrecer productos o servicios para satisfacer necesidades antes que otros lo hagan. Ese es el esfuerzo que hoy realizan las empresas más exitosas: Ir a la frontera, empujar los límites, aventurarse a lo ignorado. Ni Argentina ni Chile lograrán demasiado imitando a competidores o aumentando las ventajas en aquello en que ya son líderes: todos están en lo mismo. La clave será buscar en conjunto aquello que otros no pueden ofrecer y que tampoco pueden ofrecer aisladamente ni Argentina ni Chile.
Desde inicios de los ‘90 vino el metal sinfónico, muy centrado en el norte de Europa, en el que es pan de todos los días subir a una soprano entrenada arriba del escenario, y usar pianos o violines junto con los habituales artilugios eléctricos. Bach ya podría sentarse de nuevo a conversar. Los finlandeses de Nightwish, los suecos de Therion y los neerlandeses de Epica son algunos de sus hijos más ilustres.
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El metal ha operado un ascendente crucial en varios géneros posteriores, notablemente el grunge. El escritor Clinton Heylin considera a Black Sabbath como "quizás la más ubicua influencia pre-punk de la escena del noroeste [de Estados Unidos]”. Bob Gulla, historiador de la música, afirma que el sonido de esa banda permea a prácticamente todos los exponentes del grunge, entre ellos Nirvana, Soundgarden y Alice in Chains.
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4.1 Políticas Públicas: Aprender del vecino
Es fácil de entender como el hipercarismático líder de Black Sabbath pudo imbuir a los principiantes con sus influjos escénicos. Ozzy Osbourne, el hombre a quien se honra con el título de El Padrino del Metal, sabía conectar con su audiencia y desplegar vehemencia.
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A veces, demasiada vehemencia.
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Los ejercicios de reflexión conjunta son escasos entre ambos países. Se han organizado delegaciones de gobierno en visitas exploratorias, pero han sido esfuerzos aislados, carentes de continuidad. Pocos  países están preparados para explicar bien lo que hacen, y los aparatos oficiales son renuentes a reconocer sus errores.
Cenando con el jefe de CBS para Europa, alguna inexplicable sinapsis en su cabeza lo llevó a razonar que un striptease sería útil para alivianar la velada:  
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Todos pensaban que era gracioso por un momento. Pero terminé por completo en pelotas, meé en la jarra de vino del tipo de CBS, me arrodillé frente a él y lo besé en los labios.  
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Debemos pensar en un intercambio oficial distinto. ¿Por qué no formar un Instituto de naturaleza y financiamiento público-privado, que agrupe a los gobiernos, congresos, gremios, universidades y ONGs relevantes?
No pensaron que eso fuera muy gracioso.
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No conseguimos una grabación en Alemania por muchos años después de eso. Recuerdo estar en el avión, dejando Berlín, con Sharon (Arden, su mánager) rompiendo los contratos y diciendo “Bueno, ese es otro país descartado”.
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Este organismo proveería de proyección a la visión estratégica conjunta y sus principales tareas serían las siguientes:
“Pero valió la pena por el striptease, ¿No?”, pregunté
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Sharon respondió:
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- Hacer un seguimiento de los acuerdos y compromisos adoptados por ambos países en todas las instancias bilaterales y multilaterales, especialmente los consignados en las declaraciones conjuntas de los ministros.
“No fue un striptease lo que estabas haciendo Ozzy. Era una puta marcha militar nazi. Arriba y debajo de la mesa. Ese pobre alemán lucía mortificado. Luego pusiste tus bolas en su puto vino”.  
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¿Pensaba que había meado su vino?
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- Mantener una visión prospectiva del futuro de la relación bilateral, mediante un informe anual, que incluya mediciones, indicadores y proyecciones.
Eso fue antes que mearas su vino .
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Tras firmar con CBS Records en 1981 en Los Ángeles, el plan acordado con Sharon, era liberar palomas como señal de paz. Eran las once de la mañana, pero ya estaba completamente borracho de Cointreau. O en “Planeta Licor”, como lo describe, sin demasiada precisión, en su autobiografía: “No había parado desde la noche anterior. O desde la noche anterior a esa”.  
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- Revisar en conjunto países o bloques de países que son estratégicos para ambas naciones. No hay duda que, por ejemplo, un esfuerzo conjunto permitiría visualizar las inmensas posibilidades de China que haciéndolo cada uno por su cuenta.
Entraron a la conferencia. La sala estaba llena de periodistas. Ozzy llevaba dos palomas en su bolsillo:
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Abrí mi boca a todo lo ancho.
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- Establecer un sistema de “alerta temprana” de eventuales conflictos en la agenda bilateral, a fin de promover solución a los mismos de manera oportuna y efectiva.
A través de la sala, vi a Sharon estremecerse.
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Luego procedí chomp, spit.
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- Analizar las amenazas de todo orden (seguridad, cambio climático, comerciales, etc.) que afectan a ambos países, a fin de estar en condiciones de estar en condiciones para controlarlas o al menos para mitigarlas.
La cabeza de la paloma cayó en el regazo de la chica de relaciones públicas en una salpicadura de sangre. Para ser honesto con ustedes, estaba tan enojado, solo sabía a Cointreau. Bueno, Cointreau y plumas. Y un poquito de pico. Luego tiré el cadáver en la mesa y lo vi crisparse. El pájaro se había cagado cuando mordí su cuello, y la cosa esa se había esparcido por todos lados. El vestido de la chica de relaciones públicas estaba manchado con esta repugnante masa pegajosa café-y-blanca, y mi chaqueta, una horrible cosa amarilla de los ‘80 con un diseño estilo Rupert El Oso en ella, estaba prácticamente arruinada. Hasta hoy, no tengo puta idea de qué estaba pasando por mi cabeza. O sea, la pobre paloma. Pero les diré una cosa: hizo una impresión, por cierto.
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Por una fracción de segundo, todo lo que podías oír era a cada uno tomando aliento, al mismo tiempo que el fotógrafo en la esquina iba clic-clic-clic.  
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4.2 Política Internacional:
Luego, el pandemonio.
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Juntos multiplicamos
La chica de relaciones públicas empezó a gritar, “¡Ew, ew, ew!”, mientras un tipo de traje corría a un basurero en la esquina a vomitar. Entonces las alarmas empezaron a sonar, al tiempo que alguien gritaba al intercomunicador llamando a seguridad.  
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“SAQUEN A ESTE ANIMAL DE AQUÍ ¡AHORA!”
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“Chile y Argentina no suman, sino que multiplican” afirmó Juan Domingo Perón.
En ese momento saqué la otra paloma de mi bolsillo.
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“Hola pajarito”, le dije, dándole un beso en la cabeza. “Mi nombre es Ozzy Osbourne. Y estoy acá para promocionar mi nuevo Álbum, Blizzard of Ozz”.
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El escenario internacional es el espacio para darle fuerza y materialidad a tal sentencia. Hay  que reconocer, sin más, que Argentina y Chile tienen limitaciones para defender en forma individual sus intereses en el ámbito mundial adecuadamente. Son muy pocos –apenas un puñado– los países que tienen “estatura estratégica” para hacerlo por sí solos. Sin embargo, una actuación conjunta –de mucha mayor intensidad que la actual– permitiría acrecentar la influencia de ambas naciones en el concierto mundial.
Entonces abrí mi boca y todos en el cuarto gritaron “¡NOOOOOO!”. La gente se estaba cubriendo sus ojos con sus brazos y gritándome que me detuviera y que me fuera de una puta vez.
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En ese momento, Osbourne decidió volver al plan original:
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¿Qué significa, para estos efectos, “mayor intensidad”? Ir mucho más allá de la normal “coordinación” a nivel de cancillerías y de lo que se logra en las reuniones 2+2 o en los Consejos de Gabinete Conjuntos.
Pero en lugar de decapitarla a mordidas, la dejé ir, y aleteó alegremente por la sala.
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“Paz” dije, mientras dos enormes guardias de seguridad irrumpieron en la sala, me agarraron de los brazos, y me arrastraron afuera de espaldas. .  
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El desafío es de otra envergadura: ¿Están dispuestos Argentina y Chile a acordar una estrategia común en el ámbito internacional? ¿Piensan que el logro de sus objetivos en dicha esferas puede alcanzarse de mejor forma actuando de manera conjunta que aislada? ¿Tienen la voluntad de explorar formas prácticas de hacerlo? Caminar hacia esa meta –la acción internacional conjunta– supone dar luz verde a un proceso. Es decir, articular una secuencia de acciones enlazadas hacia tras el objetivo.
Cuesta creerlo, pero no fue la única decapitación pública a manos (o a boca) de Ozzy Osbourne. Aunque la otra fue involuntaria. En enero de 1982, un fan arrojó un murciélago al escenario. Ozzy, pensando que era un juguete de hule, le arrancó la cabeza de un mordido. Los vuelvo a dejar con el protagonista:
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CHOMP
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Hay, por supuesto, ámbitos donde el aumento de la intensidad resulta natural.
Inmediatamente, algo se sintió mal. Muy mal.
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Para comenzar, mi boca estaba instantáneamente llena de este líquido tibio, viscoso, con el peor regusto que puedas jamás imaginar. Podía sentirlo manchando mis dientes y fluyendo por mi mentón.
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Naciones Unidas debiera ser un espacio prioritario. Intensificar el trabajo conjunto en ámbitos como la implementación de la a Agenda 2030 y el COP 21 debiera ser el obvio punto de partida. Sin embargo, hay una infinidad de organismos, comisiones y grupos de trabajo donde sólo uno de los países tiene presencia o representación en las instancias directivas: un primer paso, simple pero efectivo, sería acordar que aquel que la tenga asuma en los hechos como “embajador” la representación de los intereses y posición del otro.  
Entonces la cabeza dentro de mi boca se crispó.  
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Oh, puta pensé. Acabo simplemente de comer un puto, murciélago ¿no?
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Si bien esto sucede en la actualidad cuando se cruzan intereses durante negociaciones internacionales multilaterales, y muchas veces en el marco del GRULAC, esta cooperación no se enmarca en objetivos más amplios que integren estos esfuerzos. Otro tanto ocurre con diversos organismos: no solo se trata de que en la Alianza del Pacífico Chile impulse una política de puertas abiertas hacia Argentina, al igual que esta última lo hace en MERCOSUR. Se trata de que ello ocurra en todos los foros. Argentina forma parte del Grupo de los 20; Chile integra el APEC. Cada país debiera asumir la representación del otro en tales instancias. Chile forma parte de la OECD, Argentina quiere incorporarse: Chile debe poner a su disposición toda su experiencia e influencia para facilitar el proceso. En el ámbito regional, la actuación conjunta debe ser aún más fuerte. Ambos países debieran definir un planteamiento común para la necesaria reforma y modernización de la OEA, CELAC y UNASUR.  
Así que escupí la cabeza, miré por encima de las alas, y vi a Sharon con sus ojos hinchados, agitando sus manos, gritando,
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“¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!! ¡ES REAL OZZY, ES REAL!”
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La libertad de comercio es otro campo de acción: La nueva realidad política argentina permite pensar en una acción concertada en defensa de la libertad de comercio y de rechazo al proteccionismo.  
La siguiente cosa que supe es que estaba en una silla de ruedas, abalanzándome en una sala de emergencia. Mientras tanto, un doctor le estaba diciendo a Sharon, “Sí, señorita Arden, el murciélago estaba vivo” .
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Luego cuenta como la vacuna contra la rabia llegó bajo la forma de “una jeringa del tamaño de un lanzagranadas”.
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Y también pueden imaginarse fórmulas nuevas. No tan solo la hasta ahora nunca materializada idea de compartir instalaciones para embajadas y consulados, sino ideas más de vanguardia ¿Por qué no explorar eventuales ventajas al negociar en conjunto tratados de libre comercio o las modificaciones a los mismos?
El músico relata cómo en otra ocasión perdió la paciencia con un grupo de satánicos que, admirados por lo que él representaba, se habían instalado a la salida en su hotel:
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Estaban justo afuera de mi puerta, sentados en un círculo en la alfombra, todos vestidos con capas y capuchas negras, rodeados por velas. Llegó un punto en que no pude tolerarlo más. Así que, una mañana, en vez de pasar a su lado como solía hacer, los enfrenté, me senté, inhalé profundo, soplé sus velas y canté Happy Birthday.
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Argentina y Chile, según se ha visto, tienen una densa red de relaciones a distintos niveles que confluyen en el ámbito internacional. La acción conjunta en operaciones de paz, Antártica y medio ambiente dan cuenta de ello.
No estaban demasiado jodidamente felices con ello, créeme .
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No satisfecho con palomas y murciélagos, la última vez que Ozzy intimó más de la cuenta con el reino animal fue en gira con la banda metalera Mötley Crüe en 1984:
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La actual propuesta supone mantener todo aquello, pero subir un escalón más. Se trata de alcanzar el más alto nivel político. Son las respectivas presidencias, constitucionalmente a cargo de las relaciones exteriores de sus países, las llamadas a generar el impulso para luego involucrar al resto de los organismos públicos, instituciones privadas y sociedad civil.
El problema, básicamente, era Mötley Crüe (…). Estaban locos de puta madre. Lo cual obviamente tomé como un reto. Tal como había hecho con John Bonham (el baterista de Led Zeppelin), sentí que tenía que superar su locura, de otro modo no estaba haciendo mi trabajo como corresponde. Pero ellos tomaron eso como un reto.  
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Ozzy Osbourne y Mötley Crüe luchando por quien era el más demente. Prepare el estómago.
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Si en el ámbito comercial lo que se propone es pasar gradualmente de la competencia al de la colaboración, aquí se propone pasar del ámbito de la colaboración al de una verdadera alianza estratégica, asumida como política de estado.
Le presento primero los pergaminos del retador. Nikki Sixx, bajista de Mötley Crüe, había apostado con el baterista Tommy Lee quién podía aguantar más tiempo sin ducharse y aun así acostarse con groupies. Ganó Nikki con más de dos meses . Abusaba tanto de las drogas que en una ocasión acabó en un tarro de basura de Londres. De gira con Guns N' Roses, fue oficialmente declarado muerto durante dos minutos por sobredosis. Los paramédicos lograron revivirlo con inyecciones de adrenalina en el corazón. Al despertar en el hospital, se sacó los tubos y corrió a la calle, consiguió un aventón a su casa y lo primero que hizo allí fue… entrar al baño a inyectarse más heroína . Honraba así la génesis de la diacetilmorfina, que Bayer comercializaba como “heroína” por sus supuestos “efectos heroicos” . En lugar de una recuperación heroica, cayó desmayado. Es el origen de la canción Kickstart My Heart.  
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Ozzy decía que “los recitales eran la parte fácil. El problema era sobrevivir los pedacitos entremedio”. Cualquier epidemiólogo hubiese concordado. Una vez lamió su orina del pavimento, miró a Nikki a los ojos y le dijo “¡Sixx, haz esa!”. El bajista formó su propia poza, pero mientras se agachaba rumbo al empate, Ozzy arremetió por la victoria. “Ahí estaba”, relata Sixx, “en cuatro a mis pies, lamiendo mi propio pis” .  
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4.3 Comercio internacional:
Ozzy había ganado una batalla, pero no la guerra. Sus colegas eran conocidos por sus cantidades industriales de marihuana. Ozzy los iba a superar en un territorio paralelo: el nasal. Tomó un palito de helado, enrolló un billete e inhaló una línea de hormigas . Triunfo total y categórico, señoras y señores. Se salvaron de no invitar a la competencia a Rod Stewart, quien se aprovisionaba de cocaína a través del ano para evitar daños en las fosas nasales .
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En dupla todo funciona mejor
La supervivencia de Ozzy no es cosa baladí. La memoria de Steve Tyler, vocalista de Aerosmith, resultó tan mermada por años de abusos que en 1984 oyó You See Me Crying en la radio y le propuso a sus compañeros hacer un cover. "Somos nosotros, imbécil”, le respondió el guitarrista, Joe Perry . Científicos de la empresa Knome secuenciaron la totalidad del genoma de Ozzy. No hallaron un “super gen” de la resiliencia, pero sí vestigios de ADN de neandertal en su cromosoma 10 .  
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Suficiente. Hora de relajar la vena con los más moderados astros del pop.
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A la hora de pensar en actividades comerciales, es posible realizar una rápida clasificación distinguiendo cuatro áreas:
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Ni competitivas ni colaborativas: Lo que haga cada nación le es indiferente a la otra. Los programas de fomento a las escuelas de tango tienen un efecto fundamentalmente nulo en Chile, así como la discusión por Über en Santiago en nada afecta la movilidad del Gran Buenos Aires.
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Competitivas: Los productos de ambos países son naturalmente competidores, como los aeropuertos de Buenos Aires y Santiago en rutas intercontinentales. Acá lo crucial es que prime el juego limpio: evitar trampas paraarancelarias, obstáculos artificiales en la movilidad de los productos del vecino, etcétera. En ésta área se avanza a un buen ritmo luego que ambos países apostaran por profundizar el acuerdo de liberalización comercial que incluye un sistema de solución de controversias, y otras materias, tales como: medidas sanitarias y fitosanitarias, política de competencia, temas laborales, género, entre otras. El desafío de mediano plazo sería avanzar conjuntamente en la difusión de dichos instrumentos para ampliar al máximo los beneficios de este nuevo acuerdo.  
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Unidireccionales: Son casos de ayuda unilateral, sin esperar retornos. Aunque no haya vuelta de mano, es el tipo de acciones que se emprenden por el solo hecho de ser buen vecino, afianzar los lazos, y generar circuitos de comunicación. Argentina, por ejemplo, podría entregar asistencia en su experiencia con aplicación de la ley migratoria, promulgada en 2004 y reglamentada en 2010. Chile, a su turno, podría ofrecer asistencia en materia de respuesta ante desastres naturales.
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Colaborativas: Se trata de asuntos en los que a primera vista no habría razón para colaborar, pero en los que resulta razonable hacerlo cuando se los piensa como dupla. Por ejemplo, la industria hotelera y gastronómica asociada a los parques nacionales Los Glaciares y Torres del Paine compiten por el arribo de turistas. Un  ejecutivo francés que viaja por dos semanas a saciar en el fin del mundo su sed de senderismo quizás no tiene tiempo para recorrer ambos. Sin embargo, tiene sentido compartir experiencias y aprender de las mejores prácticas. La Patagonia como unidad se vería beneficiada, en el marco de los grandes polos de turismo mundial con los cuales compite, que en este ejemplo serían destinos tales como Nepal, Alaska o el Kilimanjaro.
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Pensemos, por ejemplo, en el plano silvoagropecuario. El eslogan de “Chile Potencia Alimentaria” ha calado en el imaginario de los agricultores chilenos, pero las frías cifras debieran aplacar los ánimos. El terreno cultivable es limitado, y el mayor espacio de crecimiento puede darse en agregar valor. En cultivos anuales o ganadería bovina difícilmente se puede competir con un gigante como Argentina, pero el sector frutícola puede seguir conquistando mercados y ampliando su cadena de valor. La humanidad trepará hasta quizás nueve mil millones de personas, y ninguna demanda es más inelástica que la por comida. ¿Es esta un área de colaboración o de competencia?
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Un ejemplo práctico es la exportación de uva chilena y sudafricana al Reino Unido.
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Es bien sabido que la fruta es un mercado altamente competitivo. A la incertidumbre propia de la actividad agrícola –originada en estacionalidad, clima, plagas, irrupción de variedades, nuevos productores etc.– un factor clave es la oportunidad de llegada a los mercados.
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Tal como refleja la figura anterior, la uva sudafricana (blanca seedless) accede a los mercados europeos en plenitud desde noviembre, pero la producción decae a partir de febrero. A la inversa, hay baja disponibilidad de uva chilena para Europa entre diciembre y febrero, pero accede en plenitud desde marzo, para luego decaer a contar de mayo.
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Figura 47.
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Esquema de periodos de venta de uva de mesa sudafricana y chilena al Reino Unido.
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Capítulo 12: El Pop
 
  
Si definir jazz era difícil, ahora sí que estamos en problemas. Siéntese, tome un vaso de agua y relaje sus filtros de rigor musicológico.  
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El género surgió durante la década de los ‘50, pero esta vez no de comunidades afronorteamericanas del sur de Estados Unidos. Aunque considerando que es uno de los tantos hijos del rock –y el más aventajado en materia financiera– es de algún modo nieto de las mentadas comunidades que se niegan a dejar a este libro en paz.
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El período de transición ha sido siempre un terreno de ardua disputa: El interés del comprador europeo es alto y la capacidad de oferta de los productores es bajo, lo que antiguamente se expresaba en un “arbitraje” del comprador europeo, favorable para él y negativo para los productores y exportadores de ambos países. Estos últimos se enfrascaban en una disputa estéril, alabando sus productos y denostando la competencia.
En el intento por encasillarlo musicalmente, conviene recordar que el concepto de “pop” es más o menos lo que hicieron los chefs al inventar el término comida fusión para etiquetar lo inetiquetable. Se llama así a un ecléctico conjunto de elementos con canciones de duración breve o media (es decir, de fácil digestión por las masas), normalmente estructuradas en base a versos-coros y formas bien melódicas. Suelen además contener hooks o “ganchos”, pasajes diseñados para capturar la atención, por lo general en el estribillo. Estos hooks pueden ser en extremo efectivos. En un experimento conducido por un museo británico, 12 mil personas intentaron adivinar una canción en el menor tiempo posible: Wannabe de las Spice Girls, la ganadora, arrojó 2,48 segundos. En la práctica, si algo tiene guitarra eléctrica, bajo y batería, y no cabe en alguna de las otras categorías mejor definidas, alguien saldrá del paso tachándolo de pop.  
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Como su nombre indica, si hay algo que lo caracteriza es su sex appeal ante las audiencias, en especial con los jóvenes. En el top ten de los músicos comercialmente más exitosos de la historia, seis pertenecen a sus filas. Y observando los grandes fenómenos contemporáneos–las Katys Perrys y Rihannas de este mundo– hay muy buenas razones para suponer que su participación en la cima será aún más hegemónica en años venideros. En 2014, Taylor Swift liberó por error ocho segundos de estática en iTunes Canadá y en breve alcanzó el tope de la tabla .  
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Un acuerdo entre los principales exportadores chilenos y sudafricanos –en base a la confianza y sin mediar ningún contrato escrito– les ha permitido negociar en conjunto toda la temporada con alto beneficio recíproco y ventajas para los consumidores.
Hasta la arena política ha sucumbido a sus encantos. El Presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono lanzó tres discos de pop romántico durante su mandato . En campaña, Saddam Hussein apeló a las emociones de los electores iraquíes reproduciendo hasta el cansancio la versión de Whitney Houston de I Will Always Love You .
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4.4 Libre tránsito: si Europa pudo ¿por qué nosotros no?
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Dos países que comparten una frontera así de larga, y que deben cruzar el límite para acceder por vía terrestre a sus propios territorios (Chile para Magallanes y Argentina para Tierra del Fuego) tarde o temprano terminarán implementando algún tipo de medida de libre circulación. El problema es más el cuándo que el acaso.
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El Tratado de Maipú de Integración y Cooperación entre Chile y Argentina, firmado en 2009 y considerado como un acuerdo complementario al de 1984, contiene tres protocolos. Dos constituyeron entidades binacionales para estudiar la factibilidad y eventual desarrollo de los túneles a baja altura en Los Libertadores, Agua Negra y Las Leñas. El tercero constituyó un grupo de trabajo para la “Adopción de un Acuerdo General sobre Libre Circulación de Personas”. Se espera que en breve este grupo sea convocado por primera vez.
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En noviembre de 2014, fue promulgado en forma oficial el decreto que formaliza dicho protocolo. Se estipula la creación de una “Tarjeta de Tránsito Vecinal Fronteriza”, la que “permitirá a su titular cruzar la frontera, con destino a la localidad contigua del país vecino, mediante un procedimiento ágil y diferenciado de las otras categorías migratorias, y permanecer en el territorio del país vecino por un plazo máximo de hasta siete días corridos”. El texto legal considera asimismo la inscripción de vehículos particulares para el control expedito.
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Asimismo, se puso en marcha el sistema migratorio simplificado que se basa en un registro y consultas en línea de datos de las personas que se controlan  y de alertas automáticas sobre su cumplimiento o no de los requisitos de tránsito internacional. Ello permite facilitar los movimientos de personas en las fronteras y disminuir los tiempos de control. En el año 2016 se inició como marcha blanca el Sistema Migratorio Simplificado en los pasos Sistema Cristo Redentor e Integración Austral.
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Estas medidas se han enfocado en la Argentina insular y Magallanes, áreas cuya conectividad terrestre exige un doble cruce de fronteras, y en zonas del sur donde la relación internacional es cotidiana, como Palena o Futaleufú. Con mirada de muy largo plazo, puede interpretarse como la primera piedra de un modelo de movilidad de personas similar al europeo. Este tipo de procesos, después de todo, son de muy largo aliento. Considérese que la institución que dio origen a la Unión Europea data de 1957, pero el acuerdo de libre circulación de Schengen solo se firmó en 1985 y su aplicación no se inició sino hasta una década después.
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4.5 Operaciones de paz:
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Tanto Argentina como Chile exhiben un firme compromiso con la preservación de la democracia, el respeto a los derechos humanos y la ayuda humanitaria en casos de emergencias y desastres naturales.
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Argentina desarrolla operaciones multinacionales desde 1958. A partir de 1992, el compromiso se ha acentuado. En 1994, 1500 efectivos estaban desplegados en terreno. Las fuerzas armadas tomaron parte en operaciones en la ex-Yugoslavia, Kuwait, Eslavonia Oriental (actual Croacia) y Centroamérica.
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Adicionalmente, se han llevado a cabo operaciones de apoyo humanitario en Mozambique, Kosovo, y apoyo de transporte aéreo en la ex-Yugoslavia. El Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz fue fundado en 1995.
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En la actualidad, contingentes argentinos se encuentran desplegados en Haití y, junto a otros países entre los cuales se cuenta Chile, en Chipre.
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La participación de Chile en operaciones de paz es todavía más antigua. Se remonta a 1935, antes incluso de la creación de Naciones Unidas, al integrar la Comisión Militar Neutral por el conflicto del Chaco Boreal (Bolivia– Paraguay). Desde entonces se ha desplegado en India y Pakistán (1949), Palestina (1967), El Salvador (1969), Honduras (1969), Irak (1991 y 1996), Camboya (1992), Ecuador–Perú (1995), Bosnia Herzegovina (1997), Kosovo (2000), Timor Oriental (2000), Afganistán (2003), República del Congo (2003), Chipre (2003) y Haití (2004). Asimismo participa en EUFOR, misión de la Unión Europea en Banja Luka y Sarajevo y ha iniciado el 2016 su participación en la República Centroafricana.
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El año 2014, Chile participó en la “Cumbre sobre Operaciones de Paz” cuyo objetivo era alcanzar un compromiso con énfasis en las operaciones en África.
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A nivel conjunto, uniformados desarmados de ambas naciones han tomado parte en calidad de observadores del proceso de paz que vive Colombia.
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Un hito del compromiso de Argentina y Chile en la materia lo constituye la creación de la Fuerza Binacional Cruz del Sur, única de tales características a disposición de Naciones Unidas. La aludida fuerza fue el resultado de años de trabajo, y está constituida por componentes binacionales terrestres, navales y aéreos, con capacidades de despliegue conjunta y modular.
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Dicha fuerza binacional cuenta hoy con una doctrina conjunta consolidada, planificación acordada para el despliegue de las fuerzas, medios materiales disponibles y un Estado Mayor Conjunto, bajo el principio de rotación anual del mando entre Argentina y Chile. Asimismo, desde hace años se efectúan ejercicios teóricos (de gabinete) y prácticos conjuntos (aeroterrestres y navales).
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En la perspectiva de las próximas décadas, Argentina y Chile deben canalizar su vocación y compromiso con las Operaciones de Paz a través de Cruz del Sur. No tendría sentido haber recorrido el largo camino necesario para constituir tal fuerza –tal como se señaló, única en el mundo– para luego abstenerse de utilizarla y continuar cada país por cuerda propia.
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Las ventajas de ello son múltiples: integración y conocimiento mutuo, entrenamiento conjunto, estandarización de procedimientos, confianza recíproca, entre otros. La voluntad de preservar en el esfuerzo por contribuir a la paz mundial en forma conjunta debe constituir un sello de la futura relación argentino–chilena: Es difícil imaginar una señal más fuerte de la voluntad de ambas naciones de actuar unidas en el concierto mundial que su participación conjunta en Operaciones de Paz.
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4.6 Antártica: A contramano de
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Amundsen y Scott
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Las reclamaciones antárticas, de acuerdo a la interpretación más favorable a los países del cono sur, echan raíces en los antecedentes coloniales.
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Argentina ha ocupado la Antártica en forma ininterrumpida desde 1904. En diciembre de 1927, la Dirección General de Correos y Telégrafos informó a la Oficina Internacional de la Unión Postal Universal lo que llamó la “jurisdicción territorial argentina”: se extiende, de derecho y de hecho, a la superficie continental, al mar territorial, a las islas situadas sobre la costa marítima, a una parte de Tierra del Fuego y a los Archipiélagos de los Estados, Año Nuevo, Georgia del Sur, Órcadas del Sur y a las tierras polares no delimitadas.
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Chile, en 1940 promulgó un decreto que fijaba los límites de sus propias reclamaciones: todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares y demás conocidos y por conocer, y el mar territorial respectivo, existentes dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53°, longitud oeste de Greenwich, y 90°, longitud oeste de Greenwich. Esta área se superponía con la reclamada por el Reino Unido en 1917. Argentina procedió de manera similar, y en 1946 formalizó su reclamación sobre el territorio comprendido entre los meridianos 25º y 74º y el paralelo 60º, en yuxtaposición tanto con la aspiración chilena como con la británica.
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Figura 48.
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Reclamaciones antárticas de Argentina, Chile y el Reino Unido.
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Para 1959, cuando ya eran siete las naciones que habían formalizado sus reclamaciones, se firmó en Washington el Tratado Antártico. Se definió “Antártica” como las tierras y barreras de hielo ubicadas al sur del paralelo 60°, sin afectar derechos sobre alta mar allí existentes. El texto restringió las actividades a fines pacíficos, congeló los litigios territoriales e impidió la instauración de nuevas reclamaciones o la ampliación de las existentes. Al mismo tiempo, declaró que su puesta en marcha no supone una renuncia a “sus derechos de soberanía territorial o a las reclamaciones territoriales en la Antártida, que hubiere hecho valer precedentemente”. Argentina y Chile no solo lo ratificaron, sino que fueron parte de los doce signatarios fundadores.
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Cuatro décadas antes, en el verano de 1911, tuvo su epílogo la febril carrera por conquistar el polo sur entre el equipo liderado por el noruego Roald Amundsen y aquel comandado por el británico Robert Falcon Scott. Cuando Scott y sus cuatro compañeros llegaron a la meta, su espíritu se vino al suelo: la bandera de Noruega flameaba ahí desde hacía cuatro semanas. Al retorno, el encuentro programado con el equipo de soporte falló, y el equipo completo falleció, a 18 kilómetros del siguiente depósito de comida.
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Es exactamente el enfoque que Argentina y Chile no deben seguir.
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Los dos países más cercanos a la Antártica deben ser capaces de mirar más allá de la superposición de sus reclamaciones y trabajar en equipo, tal como ya se ha hecho con la Patrulla Antártica Naval Combinada, que realizó este año su XIX versión, un operativo de patrullaje estival que realizan en forma coordinada ambas armadas. Salvaguardando los recursos de ambos, el patrullaje oceánico comprendido entre los meridianos 10° y 131° al sur del paralelo 60° es asumido en forma intercalada. Los territorios son inmensos, los costos logísticos elevados, y las tareas científicas y medioambientales apenas incipientes.
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Chile tiene un interés permanente en la Antártica, el cual se sigue reforzando. En Enero de este año se aprobó la “Política Antártica 2017”, que contiene ocho ejes temáticos. En apretada síntesis, ellos incluyen: proteger los derechos de Chile en el territorio; fortalecer la presencia en el Sistema del Tratado Antártico para asegurar su efectividad; proteger el medio ambiente, incluyendo sus ecosistemas dependientes y asociados; enfatizar la investigación; desarrollar la Región de Magallanes como “puerta de entrada” al continente blanco; facilitar, sin perjuicio de su estricto control, la realización de actividades económicas permitidas, incluyendo pesca sostenible y responsable así como turismo controlado y sustentable, fortalecer la conciencia e identidad antártica; y perfeccionar la institucionalidad y legislación nacional.
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El trabajo conjunto que pueden desarrollar ambos países es enorme. En Antártica nada es fácil ni barato, por lo que las alianzas cobran especial sentido. Hoy se evalúa una nueva base científica conjunta, y el funcionamiento del comité ad hoc sobre coordinación política es un hito positivo. Pero se puede hacer más.
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Lo primero es reafirmar la importancia para ambos de mantener vigente el Sistema del Tratado Antártico y su Protocolo medio ambiental. Argentina y Chile deben aunar esfuerzos para enfrentar –a nivel global– lo que constituye una amenaza latente: el interés, aún larvado, de algunas naciones por modificar los principios y valores que inspiran este régimen internacional, que incluye su fisonomía jurídica y gobernabilidad política. La Antártica es un territorio desmilitarizado y desnuclearizado, reservado a la ciencia y a actividades pacíficas. Es, además, una reserva natural. El Protocolo de Madrid prohíbe las actividades de extracción de minerales y coloca la protección del medio ambiente antártico al centro de las preocupaciones de sus estados parte. Las actividades comerciales permitidas están limitadas a la pesca y al turismo.
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Al respecto, se debe considerar que el Tratado Antártico, que entró en vigor en 1961, como su Protocolo Medioambiental, vigente desde 1998, son indefinidos. Sin embargo, este último podría ser objeto de una revisión a sus 50 años de funcionamiento. Es decir, en 2048.
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En esa misma línea, ambos países deben aunar esfuerzos al interior del Sistema del Tratado Antártico, en particular en sus principales foros multilaterales: las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico (RCTA) y en la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) que ambos integran. En el ámbito de las RCTA es necesario avanzar en una visión común sobre el turismo antártico, actividad en la que Argentina ejerce fuerte liderazgo. Está pendiente la entrada en vigor del Anexo VI del Protocolo Medioambiental, sobre responsabilidad emanada de emergencias medioambientales. Las tareas de inspección a bases extranjeras, conforme al artículo VII del Tratado Antártico y el artículo 14 del Protocolo Medioambiental, debieran realizarse siempre en conjunto por parte de ambos países, como viene ocurriendo desde  2016. Este año, la inspección alcanzó a la Base Mendel (República Checa) y la Base Rothera (Reino Unido).
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En lo relativo a la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) es prioritario y de beneficio común impulsar la creación de un sistema representativo de áreas marinas protegidas (AMP) en el Océano Austral, donde una AMP específica para la Península Antártica (Dominio 1) tiene un papel central, pues constituye el área donde existe mayor concentración de actividades humanas. Es una zona expuesta a la pesca industrial de krill, el crustáceo que sustenta las cadenas tróficas antárticas. Esta tarea se está llevando a cabo por ambos países. Estas áreas no solo son fundamentales para la preservación de ecosistemas marinos únicos y frágiles. Son, además, indispensables como áreas de referencia en los estudios del cambio climático. La generación de conocimiento que sustente la configuración de estas áreas es imprescindible, pero Chile y Argentina producen una cantidad limitada de información científica al respecto, lo que abre una oportunidad de colaboración.
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Las definiciones en el ámbito pesquero son también de gran importancia. Las actividades pesqueras en el Océano Austral están reguladas por la CCRVMA. Chile tiene una condición única en ese contexto, por ser país pesquero (exportador de merluza negra hacia mercados internacionales), efectuar inspecciones en puerto (a naves nacionales y extranjeras), realizar inspecciones CCRVMA en el mar a través de la Armada y, finalmente, al promover la conservación de estos ecosistemas marinos. Deben redoblarse las actividades de fiscalización, el combate a la pesca ilegal y velar por una administración eficaz por parte de la CCRVMA de estas pesquerías. En este contexto, Chile y Argentina podrían unir sus esfuerzos en materia de inspecciones, tal como hoy se efectúa a las bases extranjeras en Territorio Antártico.
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En el campo científico hay un largo trecho por caminar juntos. El Instituto Antártico Chileno (INACH) y el Instituto Antártico Argentino (IAA) tienen una larga tradición y un bien ganado prestigio. Sin embargo, el primer convenio de cooperación entre ambos se celebró recién en diciembre del 2016. La distancia podría deberse a sus diferentes modalidades institucionales y de funcionamiento, pero tales factores no pueden ser obstáculo para una colaboración más estrecha: es absurdo duplicar esfuerzos en investigaciones que no tienen objetivos comerciales. Por el contrario, todo apunta a las potenciales sinergias de lazos más estrechos.
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Tanto Argentina (Ushuaia) como Chile (Punta Arenas) están dentro de las cinco puertas de entrada al Continente Antártico reconocidas internacionalmente, junto a Nueva Zelandia (Christchurch), Australia (Hobart) y Sudáfrica (Ciudad del Cabo). Son, además, las de mayor cercanía. Más de dos tercios del turismo antártico se lleva a cabo en las Península, el “vecindario” argentino- chileno. Sin embargo, hoy Argentina tiene un sello más turístico y Chile más científico. Nada obsta explorar convergencias en tales dominios. Por ejemplo, es importante adelantarse y estudiar el impacto del turismo antes que otros países involucrados en el área denuncien eventuales problemas.
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Otra posible línea de colaboración es la generación de modelos predictivos sobre el impacto del cambio climático. En dicho campo, la relación antártica-subantártica es clave.
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Podría también explorarse la posibilidad de trabajar en conjunto para mejorar la infraestructura de telecomunicaciones entre el continente y la zona norte de la península, el principal eje de actividad antártica.
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Hacia adelante Argentina y Chile deben actuar en conjunto para preservar la integridad del Sistema del Tratado Antártico e impulsar el máximo de tareas en “dupla” que les permitan ganar influencia al interior del Sistema. Ambos países se reconocen mutuamente derechos antárticos. El que existan reclamaciones territoriales parcialmente sobrepuestas no puede ser un obstáculo para aumentar la confianza recíproca y conformar un liderazgo conjunto hacia una zona del planeta que en las próximas décadas generará creciente atención mundial. Esto lo demuestra inequívocamente el número de países que aspiran a sumarse a los actuales 53 miembros del Tratado, las nuevas bases en construcción o en vías de obtener las respectivas autorizaciones, el auge del turismo y la mayor atención, que algunas de las grandes potencias destinan a sus valiosos recursos naturales.
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Argentina y Chile tienen una identidad y vocación antártica. Ambas naciones tienen políticas antárticas, que si bien no se contraponen, “conversan” poco entre sí. Aunque hay una incipiente cooperación científica para el estudio de los mares australes y antárticos, históricamente la mayor parte ha corrido por cuerdas separadas. Hacia adelante, frente a la envergadura de los desafíos y las oportunidades es imperativo que confluyan.
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4.7 Cambio climático:
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El impacto que viene.
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El cambio climático es, qué duda cabe, uno de los grandes temas de las próximas décadas. Las áreas posibles de trabajo conjunto son las de mitigación, adaptación e investigación.
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Figura 49.
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Emisiones de CO2 equivalente. Fuente: IEA
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Figura 50.
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Porcentaje de las emisiones de CO2 equivalente respecto al total mundial. Fuente: IEA
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La siguiente figura muestra el porcentaje de las emisiones totales respecto del total global.
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Mitigación
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Las emisiones de gases de efecto invernadero de Argentina y Chile, como el consumo de energía, han aumentado más o menos a la par con el progreso material.
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El consumo de energía per cápita tanto de Argentina como de Chile es bajo en comparación a los países desarrollados, y la suma de ambos no llega al 0,9%. Dicho aquello, la baja figuración no debe dar pie al argumento falaz de que podemos marginarnos de las metas de abatimiento y delegar el problema por completo a los grandes emisores. Con esa lógica, cada unidad territorial podría mostrar los datos de modo tal que su responsabilidad fuera puesta en cuestión. Por ejemplo, dentro de Estados Unidos Vermont podría sostener que el verdadero gran emisor es Texas.
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A primera vista, podría suponerse que la reducción de emisiones es responsabilidad exclusiva de los estados. Por el contrario, avanzar hacia un sistema energético conjunto ampliaría el margen para el ingreso de fuentes renovables en desmedro de las fósiles. Un sistema interconectado permitiría contar con una red más grande y diversificada, y por lo tanto mejor preparada para absorber la variabilidad propia del sol, viento y agua.
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Adaptación
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El cambio climático afectará de manera desigual a los distintos países. No será lo mismo para un archipiélago del Pacífico que para la tundra ártica o la selva ecuatorial. Argentina y Chile comparten un enorme espectro latitudinal, y los efectos serán en muchos casos parecidos. Por eso, abundan las oportunidades para trabajo conjunto.
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Por ejemplo, la red hídrica de ambos depende en muchos casos de los mismos macizos cordilleranos. El aumento de la elevación de la cota de nieve y la mayor concentración de precipitaciones en eventos pluviométricos intensos afectará de similar manera la capacidad de generación hidroeléctrica de ambos.
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Las estrategias de adaptación que resulten exitosas deben ser aprendidas por el vecino, de manera de evitar el gasto de preciosos recursos para inventar una y otra vez la pólvora a cada lado de los Andes.
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Investigación
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En el campo de la investigación, Argentina y Chile exhiben una particular afinidad en materia de cambio climático. Juntos concentran la mayor cantidad de hielo fuera de las regiones polares, pero en un entorno mucho más accesible, y el ambiente subantártico incide sobre ambos. El estatus compartido de laboratorio abierto permite pensar en sinergias relevantes a la hora de realizar investigación conjunta.
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Retomando el ejemplo de la precipitación en los macizos andinos, pero ahora desde el punto de vista de la investigación, hay buenas razones para suponer que el modelamiento de las cuencas presentará importantes grados de coincidencia a uno y otro lado de las altas cumbres.
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¿No debiésemos entonces aunar esfuerzos en lugar de trabajar en forma aislada? Algo parecido puede decirse de los modelos meteorológicos, donde las “condiciones de borde” de cada uno están parcialmente definidas por los resultados del vecino.
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Argentina y Chile deben conformar un liderazgo conjunto frente a un fenómeno de alcance mundial, cuyos impactos literalmente afectarán la vida en el planeta. Ante una amenaza de tal envergadura, sumar esfuerzos parece una necesidad evidente.
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4.8 Parques binacionales:
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Los cóndores no respetan fronteras
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Los ecosistemas no respetan fronteras políticas.
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Animales y pisos vegetacionales medran donde las condiciones son idóneas, indiferentes a lo que Francisco Pascasio “Perito” Moreno y Diego Barros Arana hayan acordado allá por el siglo XIX. Puede pensarse, por tanto, en avanzar hacia algún grado de administración conjunta de las áreas de conservación limítrofes, o incluso pensar derechamente en crear parques binacionales. Una medida de este tipo entraría en perfecta consonancia con el compromiso expresado por el Presidente Macri de duplicar el área total de los parques nacionales argentinos.
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Áreas de protección compartidas podrían ser evaluadas, a los menos, para los siguientes pares:
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• Parque Nacional Lanín – Reserva Nacional Villarica
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• Parque Nacional Lanín – Parque Nacional Villarica
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• Parque Nacional Nahuel Huapi – Parque Nacional Puyehue
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• Parque Nacional Nahuel Huapi – Parque Nacional Vicente Pérez Rosales
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• Parque Nacional Los Glaciares – Parque Nacional Bernardo O’Higgins
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• Parque Nacional Los Glaciares – Parque Nacional Torres del Paine
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De estos, el más atractivo es el último par, naturalmente tratados como una dupla por los viajeros de larga distancia, y donde incluso podía pensarse en la confección de un sendero internacional que conecte ambas áreas protegidas a través del Paso Zamora (o La Rosada).
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El caso de Los Glaciares - Bernardo O’Higgins es también interesante, porque parte importante del parque chileno ya es visitado normalmente desde Argentina. El número de visitantes es aún menos que incipiente, pero en el futuro este acceso a Campos de Hielo Sur, el menos difícil de todos, puede posicionarse como una suerte de “Antártica intrasudamericana”.
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También merecen ser estudiadas las áreas protegidas marinas en la zona de los canales magallánicos. Hoy, ya existe un compromiso de cada uno por avanzar en esta materia. Chile, ha se ha convertido este año en el quinto país con más kilómetros cuadrados de áreas marinas protegidas. Argentina, por su parte, posee la iniciativa Pampa Azul la cual congrega a múltiples sectores nacionales con el objetivo de desarrollar actividades de exploración y conservación marina, innovación tecnológica y difusión científica.
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Por tratarse normalmente de áreas extensas y de difícil acceso, hay mucho que ganar de un esfuerzo mancomunado en las tareas de fiscalización y elaboración de planes de manejo. Junto con resguardar los ecosistemas marítimos, este hipotético trabajo conjunto podría traer dividendos científicos.
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4.9 Energía:
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Indispensable interconexión
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El consumo y producción de energía de ambas naciones,  como es la tónica a nivel global, ha ido aparejado del crecimiento económico y poblacional. El siguiente gráfico muestra el consumo total de energía primaria (que incluye tanto electricidad como otros usos) desde 1990.
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En el caso de la electricidad, al igual que lo que ocurre con el desglose del PIB, hay semejanzas y diferencias importantes en las fuentes utilizadas.
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Ambos países descansan en buena medida en la energía hidroeléctrica. Entre 1990 y 2014, Chile obtuvo un 44% de su generación a partir de esta alternativa, con variaciones anuales importantes dependiente de las hidrologías respectivas. En 1992, antes de la llegada del gas argentino, tres cuartas partes de cada watt generado provenían del agua. En Argentina la prevalencia de la hidroelectricidad es menos marcada, pero de todas formas el 32% de la generación del periodo se explica por turbinas hidráulicas.
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Con el correr de los años, la matriz chilena se ha “fosilizado”. La suma de carbón, petróleo y gas natural dieron cuenta del 58% de la generación en 2014, tras alcanzar un peak de 64% durante el seco año 2013. Esto la ha llevado a asemejarse cada vez más la argentina, cuya producción termoeléctrica suele moverse en la vecindad de 60-65%.
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Las diferencias más notables vienen dadas por la generación nuclear y por la biomasa. Argentina posee tres centrales nucleares, con una potencia combinada de 1755 megawatts. Desde la puesta en marcha de Atucha 2 en el año 2015, proveen del orden del 10% de la electricidad. Chile en cambio, carece de centrales nucleares, y no es viable pensar que esto pudiera cambiar en un horizonte de mediano plazo.
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En cuanto a la energía proveniente de la biomasa, en Chile ha crecido en paralelo con la industria forestal. En 2014, un respetable 7,2% del total provino de la incineración de materia vegetal, mientras que en Argentina, donde la silvicultura tiene un peso relativo mucho menor, el guarismo solo alcanzó un 2%.
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Se puede apreciar cómo a partir de 1997 el gas natural adquiere gran importancia en el mix de generación chileno. Esta bonanza fue propiciada por la ya mencionada construcción de gasoductos trasandinos, y su sucesiva venta a bajos precios. El arreglo llegó a un abrupto fin diez años más tarde, cuando Argentina cortó el suministro. En el corto plazo, Chile se vio forzado a utilizar petróleo diesel de muy alto costo para no quedar a oscuras. En el mediano, se construyeron dos grandes terminales para la recepción y regasificación de gas natural licuado, en el norte (Mejillones) y centro del país (Quintero).
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En cuanto a los hidrocarburos, la trayectoria que Argentina ha seguido en este campo es muy llamativa. Solía ser un país exportador, pero en 2011 se volvió un importador neto, principalmente de gas. Precios demasiado bajos y un ambiente incierto ahuyentó las inversiones necesarias, al tiempo que las tarifas subsidiadas incrementaron la demanda a tasas que los pozos de siempre no fueron capaces de satisfacer. La producción de petróleo pasó de 800 mil barriles diarios en 2005 a unos 700 mil a fines de 2015. La de gas natural, se desplomó desde 51 miles de millones de m3 anuales en 2005 a unos 38 miles de millones de m3 en 2015.
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Entre ambos países, en la actualidad hay una línea de transmisión eléctrica de conexión entre Salta y la Región de Antofagasta. Existe, por tanto, un enorme espacio para avanzar. Dejado por un momento de lado los riesgos políticos y considerando solo las variables de mercado eléctrico, una integración profunda, a la europea, trae consigo numerosas ventajas: Sistemas más grandes y mejor balanceados son más robustos, seguros y económicos. Las siguientes imágenes permiten apreciar el contraste entre la red europea y la del cono sur.
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Figura 51.
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Red eléctrica europea.
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Figura 52.
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Red eléctrica en el cono sur. Nótese que la única conexión internacional de Chile es la línea roja, entre Salta y la Región de Antofagasta.
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En Chile, el riesgo hidrológico se atenuaría de forma radical, pues al incorporarse al SADI se estaría conectando por añadidura a esos gigantes hidroeléctricos que son Brasil, Paraguay y Uruguay. Las turbinas diésel de emergencia, de altísimo costo, se volverían cosa del pasado y eventuales proyectos de energía en la región austral de Chile verían reducido radicalmente el impacto de las líneas de transmisión si inyectaran a Argentina. Esta, a su turno, podría beneficiarse de los precios bajos a ciertas horas del día que ha traído consigo la revolución renovable del otro lado de la cordillera (en ocasiones, con precio marginal cero).
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Si decidimos invertir miles de millones de dólares para que los camiones puedan cruzar Los Andes a 60 kilómetros por hora para aprovechar las ventajas comparativas de cada país ¿cómo no invertir para aprovechar las ventajas comparativas de un bien que viaja a la velocidad de la luz?
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4.10 Ciencia y tecnología:
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Innovación desde el fin del mundo
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Argentina y Chile se encuentran aquí en posiciones parecidas.
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Como en tantos otros quehaceres humanos, el desafío viene dado por la restricción de recursos. No escasean las ideas ni las personas capacitadas para llevarlas a cabo, pero sí con frecuencia los mecanismos necesarios para financiarlas y las instalaciones idóneas para implementarlas. Es posible sondear opciones de trabajo conjunto en aquellas áreas comunes, de manera de aprovechar las economías de escala. Por ejemplo, parece más razonable contar con un solo centro de glaciología, capaz de recibir a los especialistas del subcontinente bajo un mismo techo y una sola fecunda sobremesa, que dividir fuerzas y billeteras en dos instituciones de menor envergadura.
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Por ejemplo, el proyecto ITER para generar energía a partir de fusión nuclear, uno de los emprendimientos científicos más ambiciosos de la historia, es desarrollado por un consorcio constituido por la Unión Europea, India, Japón, China, Rusia, Corea del Sur y Estados Unidos. El CERN, la institución detrás del Gran Colisionador de Hadrones en el borde franco-suizo, y el ente que alumbró la World Wide Web, está formado por 21 países europeos e Israel. ESO nació del deseo de 16 países europeos por coordinarse para construir instalaciones astronómicas en Chile, y para el proyecto ALMA en específico se sumaron Canadá, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Taiwán y el propio Chile.
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Desde luego, el dueto Argentina y Chile difícilmente podrían empujar el carro global en asuntos tales como la fusión nuclear, pero sí podría hacerlo en aquellos de pertinencia local, como la investigación antártica, o lo ya mencionado en materia de cambio climático.
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Merecen también ser estudiadas las instancias de colaboración entre las universidades. El Consejo Interuniversitario Nacional argentino y la asociación de universidades de París, para citar un ejemplo en esta línea, ya han suscrito el llamado Programa Conjunto de Formación, destinado a facilitar el intercambio académico, la formación conjunta y la cooperación científica y tecnológica. La marca “Francia” siempre suena muy bien cuando se trata de ciencia, pero lo cierto es que la P. Universidad Católica de Chile alcanza una mejor calificación en el ranking QS (147°) que las trece instituciones de educación superior que forman esa asociación (y bastante más a la mano para un ciudadano argentino, por supuesto). Cuando se habla de postgrados se mira siempre al hemisferio norte, pero cabe la posibilidad de impartir programas conjuntos, poniendo sobre el tapete lo mejor que cada parte tiene para ofrecer.
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Por último, ahora que Chile se apronta a crear un ministerio de ciencia y tecnología, Argentina puede prestar asesoría durante la etapa de diseño, recogiendo la experiencia adquirida desde la conformación de la institución análoga en 2007.
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A modo de conclusión
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Pocos pares de países exhiben una relación tan promisoria como esta “dupla” del fin de mundo. Nacidos casi en simultáneo del fragor independista la historia de ambos, más allá de fisuras que pudieron transformarse en abismos, ha permanecido entrelazada desde la alianza de San Martín con O’Higgins.
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Y lo seguirá estando en el futuro, al menos mientras los estados nacionales sean el método de organización política preferido por la humanidad. Compartimos la cordillera más larga del planeta, ecosistemas, cuencas hidrográficas, comunidades de migrantes que cruzaron los Andes en busca de una vida mejor, abnegados funcionarios de frontera soportando ventiscas de montaña, y hasta una pasión difícil de explicar por el ritual sagrado de veintidós hombres detrás de un balón.
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La dependencia recíproca es tal que los fueguinos ni siquiera pueden conducir a Buenos Aires sin posar sus pies en los transbordadores chilenos, mientras que los magallánicos no pueden manejar a Santiago sin antes rodar por la estepa argentina.
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Sin embargo, a lo largo de estos dos siglos ambos países han ido transitando desde la unidad temprana, al recelo, al deshielo y a la actual confianza. Alimentada por la recuperación democrática a los dos lados de la frontera, la recomposición en las relaciones ha sido profunda y exhaustiva.
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La agenda de futuro es aún más amplia, y puede volverse tan ambiciosa como queramos que sea. La calidad de la infraestructura es un obstáculo al desarrollo, el estado de la movilidad humana es el que Europa mostraba en los años en que los computadores eran del tamaño de una casa.
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Al mismo tiempo, hoy podemos concebir contingentes de las fuerzas armadas desplegados por distintos lugares del mundo bajo la bandera celeste de Naciones Unidas y los emblemas de Cruz del Sur o parques binacionales capaces de maravillar a los ciudadanos del mundo. Ya no es una utopía pensar que Argentina y Chile sean una entrada conjunta a la Antártica, ni que las economías de ambas naciones se hermanen, ya no para competir en los mercados sino para conquistarlos. Del mismo modo es plausible que ambos países compartan experiencias y se nutran mutuamente de sus éxitos, y conjuren juntos sus fracasos en el complejo campo de las políticas públicas.
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A los vecinos no se los elige. Pero, como con la familia, sí se elige qué tipo de relación se tendrá con ellos.

Revisión actual del 14:29 19 jun 2017

4. La agenda del futuro: mirando al 2030

Hay dos maneras de mirar la agenda del futuro: La primera es aproximarse con la perspectiva de que “las cosas van marchando” y que, por consiguiente, solo hay que intensificar la ruta trazada. Ello supone que el destino y el objetivo están a la vista, y que lo que está en juego es la velocidad para alcanzarlos. La segunda es, por el contrario, asumir que de alguna manera la agenda del presente es la agenda del pasado y que por ende necesitamos nuevos paradigmas y aproximaciones. Un “lente” distinto para mirar lo que se viene.

¿Significa que hay que tirar por la borda lo avanzado hasta acá? Nada más errado. La posibilidad de iniciar una nueva etapa exige progresar en aquello con que los países ya contamos, pero transformando los logros del presente en una plataforma para saltar hacia adelante. Lo que hemos alcanzado y su proyección inmediata no debe ser visualizado como la meta sino solo como el punto de partida, la plataforma de despegue de una nueva etapa.

Para ello, necesitamos un nuevo concepto matriz. Hasta ahora la relación Argentina Chile ha sido primordialmente abordada con lógica bilateral: ¿Que le puede exportar Argentina a Chile y Chile a Argentina? ¿Cómo potenciamos el turismo hacia los dos lados de la frontera? ¿Cómo abordamos los fenómenos de migración hacia Argentina desde Chile y viceversa? ¿Cómo garantizamos las inversiones que un país realiza en otro? Sin embargo pensar “bilateral” no es suficiente para el futuro.

Argentina-Chile deben pensar global: ¿Qué cosas podemos hacer juntos en el mundo? ¿Cuántas de esas no las podemos hacer por separado? ¿Qué oportunidades abrimos si actuamos en conjunto? ¿Cómo inspiramos una estrategia que implique que en dupla ganamos más que cada uno por su cuenta? En el fondo se trata de dejar de pensar solo en lo que podemos hacer entre nosotros y empezar a imaginar lo que juntos podemos hacer con otros. El establecimiento del Foro Estrátegico obedece al reconocimiento de esta realidad y del compromiso político de ambas partes de crear de una agenda común.

Es cierto, habrá espacios en que cada país seguirá siempre e inevitablemente un camino individual. Pero sí, ambos pueden pensar en actuar en forma conjunta. Por ejemplo, frente a Estados Unidos, Europa, China e India. No se puede desconocer que hoy hemos logrado una mayor convergencia que en cualquier otro momento. Ambos países han demostrado voluntad de seguir avanzando en materias estratégicas de mutuo interés.

La nueva intensidad de la relación argentino-chilena que se propone tiene, en todo caso, un límite natural: Nada de lo que hagan juntos Argentina y Chile debe debilitar a la región o a los países miembros. El domicilio político de Argentina y Chile no debe cambiar: Es y debe seguir siendo América Latina.

Así como proponemos un principio “positivo” (una alianza estratégica profunda entre los dos países) también proponemos un principio “negativo” (ningún perjuicio a los países hermanos del continente). En Colaboración es la nueva competencia (Harvard Business Review, 2013), Benjamin Hecht propone cuatro claves aplicables a países con miras a conseguir cambios a gran escala a través de la colaboración.

• Definir qué es posible hacer juntos: No es necesario contratar a consultores internacionales para descubrir que Argentina mal podría entregar sus recetas de ingeniería antisísmica, o que Chile poco y nada tiene que ofrecer respecto al know how de la crianza de ganado. El punto es otro: ¿Qué podemos hacer juntos que no podríamos hacer separados?

• Superar la mentalidad localista: Hay que apostar por el “efecto trampolín”. ¿A qué mercados podemos acceder juntos? Y para avanzar, hay que abandonar la lógica de en Argentina las cosas se hacen de esta manera y en Chile de otra. ¿Porque no pensar cómo podemos hacerlas cualquiera sea el modelo a utilizar?

• Adaptarse a los datos: En escenarios cambiantes lo relevante es ceñirse a la información, no a las impresiones o preconcepciones. El gas debe fluir hacia el mercado de mayor costo marginal, independiente de cómo haya sido diseñado en primer lugar.

• Alimentar el conocimiento común: Hay áreas de competencia, donde el conocimiento acumulado forma parte de las ventajas comparativas. Pero hay muchos aspectos –ciertas políticas públicas por ejemplo- donde la entrega de la experiencia ganada no es un juego de suma cero. El día que el alcalde de Buenos Aires rediseñe el sistema de transporte público, no puede no aprender de los errores del Transantiago.

Michael Porter, profesor de Harvard y quizás el más conocido estratega en el ámbito de los negocios desde los ’80, desarrolló un modelo conducente a generar las bases de una estrategia comercial exitosa para las empresas. En el trasfondo de las famosas cinco fuerzas de Porter (amenaza de productos sustitutos, nuevos competidores, hostilidad de la competencia, poder de negociación de proveedores y capacidad negociadora de los clientes) subyace una premisa: el éxito comercial es una forma de guerra, prevalece el conflicto, se gana a costa de los demás.

Con frecuencia, tal visión ha sido trasladada mecánicamente de las empresas a los países: juegos de suma cero, donde lo que gana uno, lo pierde el otro; el acceso a un nuevo mercado es éxito para los de allá y derrota para los de acá.

Lo cierto es que no se ha prestado atención suficiente a las nuevas aproximaciones sobre la materia. Otros autores como Branderburger y Nalebuff, entre otros, argumentan que la cooperación sí puede ser una fuerza adicional clave para los negocios. Por lo pronto la producción de bienes complementarios, como el café y el azúcar, no tiene que ser competitiva; y, en general, cuando dos empresas resuelven complementarse lo hacen en forma pacífica.

Finalmente, para ganar sin competir, o “coompetir”, hay otra clave: innovar. La innovación es lo que permite aprovechar oportunidades que otros o no advierten, y ofrecer productos o servicios para satisfacer necesidades antes que otros lo hagan. Ese es el esfuerzo que hoy realizan las empresas más exitosas: Ir a la frontera, empujar los límites, aventurarse a lo ignorado. Ni Argentina ni Chile lograrán demasiado imitando a competidores o aumentando las ventajas en aquello en que ya son líderes: todos están en lo mismo. La clave será buscar en conjunto aquello que otros no pueden ofrecer y que tampoco pueden ofrecer aisladamente ni Argentina ni Chile.

4.1 Políticas Públicas: Aprender del vecino

Los ejercicios de reflexión conjunta son escasos entre ambos países. Se han organizado delegaciones de gobierno en visitas exploratorias, pero han sido esfuerzos aislados, carentes de continuidad. Pocos países están preparados para explicar bien lo que hacen, y los aparatos oficiales son renuentes a reconocer sus errores.

Debemos pensar en un intercambio oficial distinto. ¿Por qué no formar un Instituto de naturaleza y financiamiento público-privado, que agrupe a los gobiernos, congresos, gremios, universidades y ONGs relevantes?

Este organismo proveería de proyección a la visión estratégica conjunta y sus principales tareas serían las siguientes:

- Hacer un seguimiento de los acuerdos y compromisos adoptados por ambos países en todas las instancias bilaterales y multilaterales, especialmente los consignados en las declaraciones conjuntas de los ministros.

- Mantener una visión prospectiva del futuro de la relación bilateral, mediante un informe anual, que incluya mediciones, indicadores y proyecciones.

- Revisar en conjunto países o bloques de países que son estratégicos para ambas naciones. No hay duda que, por ejemplo, un esfuerzo conjunto permitiría visualizar las inmensas posibilidades de China que haciéndolo cada uno por su cuenta.

- Establecer un sistema de “alerta temprana” de eventuales conflictos en la agenda bilateral, a fin de promover solución a los mismos de manera oportuna y efectiva.

- Analizar las amenazas de todo orden (seguridad, cambio climático, comerciales, etc.) que afectan a ambos países, a fin de estar en condiciones de estar en condiciones para controlarlas o al menos para mitigarlas.

4.2 Política Internacional: Juntos multiplicamos

“Chile y Argentina no suman, sino que multiplican” afirmó Juan Domingo Perón.

El escenario internacional es el espacio para darle fuerza y materialidad a tal sentencia. Hay que reconocer, sin más, que Argentina y Chile tienen limitaciones para defender en forma individual sus intereses en el ámbito mundial adecuadamente. Son muy pocos –apenas un puñado– los países que tienen “estatura estratégica” para hacerlo por sí solos. Sin embargo, una actuación conjunta –de mucha mayor intensidad que la actual– permitiría acrecentar la influencia de ambas naciones en el concierto mundial.

¿Qué significa, para estos efectos, “mayor intensidad”? Ir mucho más allá de la normal “coordinación” a nivel de cancillerías y de lo que se logra en las reuniones 2+2 o en los Consejos de Gabinete Conjuntos.

El desafío es de otra envergadura: ¿Están dispuestos Argentina y Chile a acordar una estrategia común en el ámbito internacional? ¿Piensan que el logro de sus objetivos en dicha esferas puede alcanzarse de mejor forma actuando de manera conjunta que aislada? ¿Tienen la voluntad de explorar formas prácticas de hacerlo? Caminar hacia esa meta –la acción internacional conjunta– supone dar luz verde a un proceso. Es decir, articular una secuencia de acciones enlazadas hacia tras el objetivo.

Hay, por supuesto, ámbitos donde el aumento de la intensidad resulta natural.

Naciones Unidas debiera ser un espacio prioritario. Intensificar el trabajo conjunto en ámbitos como la implementación de la a Agenda 2030 y el COP 21 debiera ser el obvio punto de partida. Sin embargo, hay una infinidad de organismos, comisiones y grupos de trabajo donde sólo uno de los países tiene presencia o representación en las instancias directivas: un primer paso, simple pero efectivo, sería acordar que aquel que la tenga asuma en los hechos como “embajador” la representación de los intereses y posición del otro.

Si bien esto sucede en la actualidad cuando se cruzan intereses durante negociaciones internacionales multilaterales, y muchas veces en el marco del GRULAC, esta cooperación no se enmarca en objetivos más amplios que integren estos esfuerzos. Otro tanto ocurre con diversos organismos: no solo se trata de que en la Alianza del Pacífico Chile impulse una política de puertas abiertas hacia Argentina, al igual que esta última lo hace en MERCOSUR. Se trata de que ello ocurra en todos los foros. Argentina forma parte del Grupo de los 20; Chile integra el APEC. Cada país debiera asumir la representación del otro en tales instancias. Chile forma parte de la OECD, Argentina quiere incorporarse: Chile debe poner a su disposición toda su experiencia e influencia para facilitar el proceso. En el ámbito regional, la actuación conjunta debe ser aún más fuerte. Ambos países debieran definir un planteamiento común para la necesaria reforma y modernización de la OEA, CELAC y UNASUR.

La libertad de comercio es otro campo de acción: La nueva realidad política argentina permite pensar en una acción concertada en defensa de la libertad de comercio y de rechazo al proteccionismo.

Y también pueden imaginarse fórmulas nuevas. No tan solo la hasta ahora nunca materializada idea de compartir instalaciones para embajadas y consulados, sino ideas más de vanguardia ¿Por qué no explorar eventuales ventajas al negociar en conjunto tratados de libre comercio o las modificaciones a los mismos?

Argentina y Chile, según se ha visto, tienen una densa red de relaciones a distintos niveles que confluyen en el ámbito internacional. La acción conjunta en operaciones de paz, Antártica y medio ambiente dan cuenta de ello.

La actual propuesta supone mantener todo aquello, pero subir un escalón más. Se trata de alcanzar el más alto nivel político. Son las respectivas presidencias, constitucionalmente a cargo de las relaciones exteriores de sus países, las llamadas a generar el impulso para luego involucrar al resto de los organismos públicos, instituciones privadas y sociedad civil.

Si en el ámbito comercial lo que se propone es pasar gradualmente de la competencia al de la colaboración, aquí se propone pasar del ámbito de la colaboración al de una verdadera alianza estratégica, asumida como política de estado.

4.3 Comercio internacional: En dupla todo funciona mejor

A la hora de pensar en actividades comerciales, es posible realizar una rápida clasificación distinguiendo cuatro áreas:

Ni competitivas ni colaborativas: Lo que haga cada nación le es indiferente a la otra. Los programas de fomento a las escuelas de tango tienen un efecto fundamentalmente nulo en Chile, así como la discusión por Über en Santiago en nada afecta la movilidad del Gran Buenos Aires.

Competitivas: Los productos de ambos países son naturalmente competidores, como los aeropuertos de Buenos Aires y Santiago en rutas intercontinentales. Acá lo crucial es que prime el juego limpio: evitar trampas paraarancelarias, obstáculos artificiales en la movilidad de los productos del vecino, etcétera. En ésta área se avanza a un buen ritmo luego que ambos países apostaran por profundizar el acuerdo de liberalización comercial que incluye un sistema de solución de controversias, y otras materias, tales como: medidas sanitarias y fitosanitarias, política de competencia, temas laborales, género, entre otras. El desafío de mediano plazo sería avanzar conjuntamente en la difusión de dichos instrumentos para ampliar al máximo los beneficios de este nuevo acuerdo. Unidireccionales: Son casos de ayuda unilateral, sin esperar retornos. Aunque no haya vuelta de mano, es el tipo de acciones que se emprenden por el solo hecho de ser buen vecino, afianzar los lazos, y generar circuitos de comunicación. Argentina, por ejemplo, podría entregar asistencia en su experiencia con aplicación de la ley migratoria, promulgada en 2004 y reglamentada en 2010. Chile, a su turno, podría ofrecer asistencia en materia de respuesta ante desastres naturales.

Colaborativas: Se trata de asuntos en los que a primera vista no habría razón para colaborar, pero en los que resulta razonable hacerlo cuando se los piensa como dupla. Por ejemplo, la industria hotelera y gastronómica asociada a los parques nacionales Los Glaciares y Torres del Paine compiten por el arribo de turistas. Un ejecutivo francés que viaja por dos semanas a saciar en el fin del mundo su sed de senderismo quizás no tiene tiempo para recorrer ambos. Sin embargo, tiene sentido compartir experiencias y aprender de las mejores prácticas. La Patagonia como unidad se vería beneficiada, en el marco de los grandes polos de turismo mundial con los cuales compite, que en este ejemplo serían destinos tales como Nepal, Alaska o el Kilimanjaro.

Pensemos, por ejemplo, en el plano silvoagropecuario. El eslogan de “Chile Potencia Alimentaria” ha calado en el imaginario de los agricultores chilenos, pero las frías cifras debieran aplacar los ánimos. El terreno cultivable es limitado, y el mayor espacio de crecimiento puede darse en agregar valor. En cultivos anuales o ganadería bovina difícilmente se puede competir con un gigante como Argentina, pero el sector frutícola puede seguir conquistando mercados y ampliando su cadena de valor. La humanidad trepará hasta quizás nueve mil millones de personas, y ninguna demanda es más inelástica que la por comida. ¿Es esta un área de colaboración o de competencia?

Un ejemplo práctico es la exportación de uva chilena y sudafricana al Reino Unido.

Es bien sabido que la fruta es un mercado altamente competitivo. A la incertidumbre propia de la actividad agrícola –originada en estacionalidad, clima, plagas, irrupción de variedades, nuevos productores etc.– un factor clave es la oportunidad de llegada a los mercados.

Tal como refleja la figura anterior, la uva sudafricana (blanca seedless) accede a los mercados europeos en plenitud desde noviembre, pero la producción decae a partir de febrero. A la inversa, hay baja disponibilidad de uva chilena para Europa entre diciembre y febrero, pero accede en plenitud desde marzo, para luego decaer a contar de mayo.





Figura 47. Esquema de periodos de venta de uva de mesa sudafricana y chilena al Reino Unido.



El período de transición ha sido siempre un terreno de ardua disputa: El interés del comprador europeo es alto y la capacidad de oferta de los productores es bajo, lo que antiguamente se expresaba en un “arbitraje” del comprador europeo, favorable para él y negativo para los productores y exportadores de ambos países. Estos últimos se enfrascaban en una disputa estéril, alabando sus productos y denostando la competencia.

Un acuerdo entre los principales exportadores chilenos y sudafricanos –en base a la confianza y sin mediar ningún contrato escrito– les ha permitido negociar en conjunto toda la temporada con alto beneficio recíproco y ventajas para los consumidores.

4.4 Libre tránsito: si Europa pudo ¿por qué nosotros no?

Dos países que comparten una frontera así de larga, y que deben cruzar el límite para acceder por vía terrestre a sus propios territorios (Chile para Magallanes y Argentina para Tierra del Fuego) tarde o temprano terminarán implementando algún tipo de medida de libre circulación. El problema es más el cuándo que el acaso.

El Tratado de Maipú de Integración y Cooperación entre Chile y Argentina, firmado en 2009 y considerado como un acuerdo complementario al de 1984, contiene tres protocolos. Dos constituyeron entidades binacionales para estudiar la factibilidad y eventual desarrollo de los túneles a baja altura en Los Libertadores, Agua Negra y Las Leñas. El tercero constituyó un grupo de trabajo para la “Adopción de un Acuerdo General sobre Libre Circulación de Personas”. Se espera que en breve este grupo sea convocado por primera vez.

En noviembre de 2014, fue promulgado en forma oficial el decreto que formaliza dicho protocolo. Se estipula la creación de una “Tarjeta de Tránsito Vecinal Fronteriza”, la que “permitirá a su titular cruzar la frontera, con destino a la localidad contigua del país vecino, mediante un procedimiento ágil y diferenciado de las otras categorías migratorias, y permanecer en el territorio del país vecino por un plazo máximo de hasta siete días corridos”. El texto legal considera asimismo la inscripción de vehículos particulares para el control expedito.

Asimismo, se puso en marcha el sistema migratorio simplificado que se basa en un registro y consultas en línea de datos de las personas que se controlan y de alertas automáticas sobre su cumplimiento o no de los requisitos de tránsito internacional. Ello permite facilitar los movimientos de personas en las fronteras y disminuir los tiempos de control. En el año 2016 se inició como marcha blanca el Sistema Migratorio Simplificado en los pasos Sistema Cristo Redentor e Integración Austral.

Estas medidas se han enfocado en la Argentina insular y Magallanes, áreas cuya conectividad terrestre exige un doble cruce de fronteras, y en zonas del sur donde la relación internacional es cotidiana, como Palena o Futaleufú. Con mirada de muy largo plazo, puede interpretarse como la primera piedra de un modelo de movilidad de personas similar al europeo. Este tipo de procesos, después de todo, son de muy largo aliento. Considérese que la institución que dio origen a la Unión Europea data de 1957, pero el acuerdo de libre circulación de Schengen solo se firmó en 1985 y su aplicación no se inició sino hasta una década después.

4.5 Operaciones de paz:

Tanto Argentina como Chile exhiben un firme compromiso con la preservación de la democracia, el respeto a los derechos humanos y la ayuda humanitaria en casos de emergencias y desastres naturales.

Argentina desarrolla operaciones multinacionales desde 1958. A partir de 1992, el compromiso se ha acentuado. En 1994, 1500 efectivos estaban desplegados en terreno. Las fuerzas armadas tomaron parte en operaciones en la ex-Yugoslavia, Kuwait, Eslavonia Oriental (actual Croacia) y Centroamérica.

Adicionalmente, se han llevado a cabo operaciones de apoyo humanitario en Mozambique, Kosovo, y apoyo de transporte aéreo en la ex-Yugoslavia. El Centro Argentino de Entrenamiento Conjunto para Operaciones de Paz fue fundado en 1995.

En la actualidad, contingentes argentinos se encuentran desplegados en Haití y, junto a otros países entre los cuales se cuenta Chile, en Chipre.

La participación de Chile en operaciones de paz es todavía más antigua. Se remonta a 1935, antes incluso de la creación de Naciones Unidas, al integrar la Comisión Militar Neutral por el conflicto del Chaco Boreal (Bolivia– Paraguay). Desde entonces se ha desplegado en India y Pakistán (1949), Palestina (1967), El Salvador (1969), Honduras (1969), Irak (1991 y 1996), Camboya (1992), Ecuador–Perú (1995), Bosnia Herzegovina (1997), Kosovo (2000), Timor Oriental (2000), Afganistán (2003), República del Congo (2003), Chipre (2003) y Haití (2004). Asimismo participa en EUFOR, misión de la Unión Europea en Banja Luka y Sarajevo y ha iniciado el 2016 su participación en la República Centroafricana.

El año 2014, Chile participó en la “Cumbre sobre Operaciones de Paz” cuyo objetivo era alcanzar un compromiso con énfasis en las operaciones en África.

A nivel conjunto, uniformados desarmados de ambas naciones han tomado parte en calidad de observadores del proceso de paz que vive Colombia.

Un hito del compromiso de Argentina y Chile en la materia lo constituye la creación de la Fuerza Binacional Cruz del Sur, única de tales características a disposición de Naciones Unidas. La aludida fuerza fue el resultado de años de trabajo, y está constituida por componentes binacionales terrestres, navales y aéreos, con capacidades de despliegue conjunta y modular.

Dicha fuerza binacional cuenta hoy con una doctrina conjunta consolidada, planificación acordada para el despliegue de las fuerzas, medios materiales disponibles y un Estado Mayor Conjunto, bajo el principio de rotación anual del mando entre Argentina y Chile. Asimismo, desde hace años se efectúan ejercicios teóricos (de gabinete) y prácticos conjuntos (aeroterrestres y navales).

En la perspectiva de las próximas décadas, Argentina y Chile deben canalizar su vocación y compromiso con las Operaciones de Paz a través de Cruz del Sur. No tendría sentido haber recorrido el largo camino necesario para constituir tal fuerza –tal como se señaló, única en el mundo– para luego abstenerse de utilizarla y continuar cada país por cuerda propia.

Las ventajas de ello son múltiples: integración y conocimiento mutuo, entrenamiento conjunto, estandarización de procedimientos, confianza recíproca, entre otros. La voluntad de preservar en el esfuerzo por contribuir a la paz mundial en forma conjunta debe constituir un sello de la futura relación argentino–chilena: Es difícil imaginar una señal más fuerte de la voluntad de ambas naciones de actuar unidas en el concierto mundial que su participación conjunta en Operaciones de Paz.

4.6 Antártica: A contramano de Amundsen y Scott

Las reclamaciones antárticas, de acuerdo a la interpretación más favorable a los países del cono sur, echan raíces en los antecedentes coloniales.

Argentina ha ocupado la Antártica en forma ininterrumpida desde 1904. En diciembre de 1927, la Dirección General de Correos y Telégrafos informó a la Oficina Internacional de la Unión Postal Universal lo que llamó la “jurisdicción territorial argentina”: se extiende, de derecho y de hecho, a la superficie continental, al mar territorial, a las islas situadas sobre la costa marítima, a una parte de Tierra del Fuego y a los Archipiélagos de los Estados, Año Nuevo, Georgia del Sur, Órcadas del Sur y a las tierras polares no delimitadas.

Chile, en 1940 promulgó un decreto que fijaba los límites de sus propias reclamaciones: todas las tierras, islas, islotes, arrecifes, glaciares y demás conocidos y por conocer, y el mar territorial respectivo, existentes dentro de los límites del casquete constituido por los meridianos 53°, longitud oeste de Greenwich, y 90°, longitud oeste de Greenwich. Esta área se superponía con la reclamada por el Reino Unido en 1917. Argentina procedió de manera similar, y en 1946 formalizó su reclamación sobre el territorio comprendido entre los meridianos 25º y 74º y el paralelo 60º, en yuxtaposición tanto con la aspiración chilena como con la británica.


Figura 48. Reclamaciones antárticas de Argentina, Chile y el Reino Unido.


Para 1959, cuando ya eran siete las naciones que habían formalizado sus reclamaciones, se firmó en Washington el Tratado Antártico. Se definió “Antártica” como las tierras y barreras de hielo ubicadas al sur del paralelo 60°, sin afectar derechos sobre alta mar allí existentes. El texto restringió las actividades a fines pacíficos, congeló los litigios territoriales e impidió la instauración de nuevas reclamaciones o la ampliación de las existentes. Al mismo tiempo, declaró que su puesta en marcha no supone una renuncia a “sus derechos de soberanía territorial o a las reclamaciones territoriales en la Antártida, que hubiere hecho valer precedentemente”. Argentina y Chile no solo lo ratificaron, sino que fueron parte de los doce signatarios fundadores.

Cuatro décadas antes, en el verano de 1911, tuvo su epílogo la febril carrera por conquistar el polo sur entre el equipo liderado por el noruego Roald Amundsen y aquel comandado por el británico Robert Falcon Scott. Cuando Scott y sus cuatro compañeros llegaron a la meta, su espíritu se vino al suelo: la bandera de Noruega flameaba ahí desde hacía cuatro semanas. Al retorno, el encuentro programado con el equipo de soporte falló, y el equipo completo falleció, a 18 kilómetros del siguiente depósito de comida.

Es exactamente el enfoque que Argentina y Chile no deben seguir.

Los dos países más cercanos a la Antártica deben ser capaces de mirar más allá de la superposición de sus reclamaciones y trabajar en equipo, tal como ya se ha hecho con la Patrulla Antártica Naval Combinada, que realizó este año su XIX versión, un operativo de patrullaje estival que realizan en forma coordinada ambas armadas. Salvaguardando los recursos de ambos, el patrullaje oceánico comprendido entre los meridianos 10° y 131° al sur del paralelo 60° es asumido en forma intercalada. Los territorios son inmensos, los costos logísticos elevados, y las tareas científicas y medioambientales apenas incipientes.

Chile tiene un interés permanente en la Antártica, el cual se sigue reforzando. En Enero de este año se aprobó la “Política Antártica 2017”, que contiene ocho ejes temáticos. En apretada síntesis, ellos incluyen: proteger los derechos de Chile en el territorio; fortalecer la presencia en el Sistema del Tratado Antártico para asegurar su efectividad; proteger el medio ambiente, incluyendo sus ecosistemas dependientes y asociados; enfatizar la investigación; desarrollar la Región de Magallanes como “puerta de entrada” al continente blanco; facilitar, sin perjuicio de su estricto control, la realización de actividades económicas permitidas, incluyendo pesca sostenible y responsable así como turismo controlado y sustentable, fortalecer la conciencia e identidad antártica; y perfeccionar la institucionalidad y legislación nacional.

El trabajo conjunto que pueden desarrollar ambos países es enorme. En Antártica nada es fácil ni barato, por lo que las alianzas cobran especial sentido. Hoy se evalúa una nueva base científica conjunta, y el funcionamiento del comité ad hoc sobre coordinación política es un hito positivo. Pero se puede hacer más.

Lo primero es reafirmar la importancia para ambos de mantener vigente el Sistema del Tratado Antártico y su Protocolo medio ambiental. Argentina y Chile deben aunar esfuerzos para enfrentar –a nivel global– lo que constituye una amenaza latente: el interés, aún larvado, de algunas naciones por modificar los principios y valores que inspiran este régimen internacional, que incluye su fisonomía jurídica y gobernabilidad política. La Antártica es un territorio desmilitarizado y desnuclearizado, reservado a la ciencia y a actividades pacíficas. Es, además, una reserva natural. El Protocolo de Madrid prohíbe las actividades de extracción de minerales y coloca la protección del medio ambiente antártico al centro de las preocupaciones de sus estados parte. Las actividades comerciales permitidas están limitadas a la pesca y al turismo.

Al respecto, se debe considerar que el Tratado Antártico, que entró en vigor en 1961, como su Protocolo Medioambiental, vigente desde 1998, son indefinidos. Sin embargo, este último podría ser objeto de una revisión a sus 50 años de funcionamiento. Es decir, en 2048.

En esa misma línea, ambos países deben aunar esfuerzos al interior del Sistema del Tratado Antártico, en particular en sus principales foros multilaterales: las Reuniones Consultivas del Tratado Antártico (RCTA) y en la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) que ambos integran. En el ámbito de las RCTA es necesario avanzar en una visión común sobre el turismo antártico, actividad en la que Argentina ejerce fuerte liderazgo. Está pendiente la entrada en vigor del Anexo VI del Protocolo Medioambiental, sobre responsabilidad emanada de emergencias medioambientales. Las tareas de inspección a bases extranjeras, conforme al artículo VII del Tratado Antártico y el artículo 14 del Protocolo Medioambiental, debieran realizarse siempre en conjunto por parte de ambos países, como viene ocurriendo desde 2016. Este año, la inspección alcanzó a la Base Mendel (República Checa) y la Base Rothera (Reino Unido).

En lo relativo a la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) es prioritario y de beneficio común impulsar la creación de un sistema representativo de áreas marinas protegidas (AMP) en el Océano Austral, donde una AMP específica para la Península Antártica (Dominio 1) tiene un papel central, pues constituye el área donde existe mayor concentración de actividades humanas. Es una zona expuesta a la pesca industrial de krill, el crustáceo que sustenta las cadenas tróficas antárticas. Esta tarea se está llevando a cabo por ambos países. Estas áreas no solo son fundamentales para la preservación de ecosistemas marinos únicos y frágiles. Son, además, indispensables como áreas de referencia en los estudios del cambio climático. La generación de conocimiento que sustente la configuración de estas áreas es imprescindible, pero Chile y Argentina producen una cantidad limitada de información científica al respecto, lo que abre una oportunidad de colaboración.

Las definiciones en el ámbito pesquero son también de gran importancia. Las actividades pesqueras en el Océano Austral están reguladas por la CCRVMA. Chile tiene una condición única en ese contexto, por ser país pesquero (exportador de merluza negra hacia mercados internacionales), efectuar inspecciones en puerto (a naves nacionales y extranjeras), realizar inspecciones CCRVMA en el mar a través de la Armada y, finalmente, al promover la conservación de estos ecosistemas marinos. Deben redoblarse las actividades de fiscalización, el combate a la pesca ilegal y velar por una administración eficaz por parte de la CCRVMA de estas pesquerías. En este contexto, Chile y Argentina podrían unir sus esfuerzos en materia de inspecciones, tal como hoy se efectúa a las bases extranjeras en Territorio Antártico.

En el campo científico hay un largo trecho por caminar juntos. El Instituto Antártico Chileno (INACH) y el Instituto Antártico Argentino (IAA) tienen una larga tradición y un bien ganado prestigio. Sin embargo, el primer convenio de cooperación entre ambos se celebró recién en diciembre del 2016. La distancia podría deberse a sus diferentes modalidades institucionales y de funcionamiento, pero tales factores no pueden ser obstáculo para una colaboración más estrecha: es absurdo duplicar esfuerzos en investigaciones que no tienen objetivos comerciales. Por el contrario, todo apunta a las potenciales sinergias de lazos más estrechos. Tanto Argentina (Ushuaia) como Chile (Punta Arenas) están dentro de las cinco puertas de entrada al Continente Antártico reconocidas internacionalmente, junto a Nueva Zelandia (Christchurch), Australia (Hobart) y Sudáfrica (Ciudad del Cabo). Son, además, las de mayor cercanía. Más de dos tercios del turismo antártico se lleva a cabo en las Península, el “vecindario” argentino- chileno. Sin embargo, hoy Argentina tiene un sello más turístico y Chile más científico. Nada obsta explorar convergencias en tales dominios. Por ejemplo, es importante adelantarse y estudiar el impacto del turismo antes que otros países involucrados en el área denuncien eventuales problemas.

Otra posible línea de colaboración es la generación de modelos predictivos sobre el impacto del cambio climático. En dicho campo, la relación antártica-subantártica es clave.

Podría también explorarse la posibilidad de trabajar en conjunto para mejorar la infraestructura de telecomunicaciones entre el continente y la zona norte de la península, el principal eje de actividad antártica.

Hacia adelante Argentina y Chile deben actuar en conjunto para preservar la integridad del Sistema del Tratado Antártico e impulsar el máximo de tareas en “dupla” que les permitan ganar influencia al interior del Sistema. Ambos países se reconocen mutuamente derechos antárticos. El que existan reclamaciones territoriales parcialmente sobrepuestas no puede ser un obstáculo para aumentar la confianza recíproca y conformar un liderazgo conjunto hacia una zona del planeta que en las próximas décadas generará creciente atención mundial. Esto lo demuestra inequívocamente el número de países que aspiran a sumarse a los actuales 53 miembros del Tratado, las nuevas bases en construcción o en vías de obtener las respectivas autorizaciones, el auge del turismo y la mayor atención, que algunas de las grandes potencias destinan a sus valiosos recursos naturales.

Argentina y Chile tienen una identidad y vocación antártica. Ambas naciones tienen políticas antárticas, que si bien no se contraponen, “conversan” poco entre sí. Aunque hay una incipiente cooperación científica para el estudio de los mares australes y antárticos, históricamente la mayor parte ha corrido por cuerdas separadas. Hacia adelante, frente a la envergadura de los desafíos y las oportunidades es imperativo que confluyan.

4.7 Cambio climático: El impacto que viene.

El cambio climático es, qué duda cabe, uno de los grandes temas de las próximas décadas. Las áreas posibles de trabajo conjunto son las de mitigación, adaptación e investigación.


Figura 49. Emisiones de CO2 equivalente. Fuente: IEA



Figura 50. Porcentaje de las emisiones de CO2 equivalente respecto al total mundial. Fuente: IEA



La siguiente figura muestra el porcentaje de las emisiones totales respecto del total global.

Mitigación

Las emisiones de gases de efecto invernadero de Argentina y Chile, como el consumo de energía, han aumentado más o menos a la par con el progreso material.

El consumo de energía per cápita tanto de Argentina como de Chile es bajo en comparación a los países desarrollados, y la suma de ambos no llega al 0,9%. Dicho aquello, la baja figuración no debe dar pie al argumento falaz de que podemos marginarnos de las metas de abatimiento y delegar el problema por completo a los grandes emisores. Con esa lógica, cada unidad territorial podría mostrar los datos de modo tal que su responsabilidad fuera puesta en cuestión. Por ejemplo, dentro de Estados Unidos Vermont podría sostener que el verdadero gran emisor es Texas.

A primera vista, podría suponerse que la reducción de emisiones es responsabilidad exclusiva de los estados. Por el contrario, avanzar hacia un sistema energético conjunto ampliaría el margen para el ingreso de fuentes renovables en desmedro de las fósiles. Un sistema interconectado permitiría contar con una red más grande y diversificada, y por lo tanto mejor preparada para absorber la variabilidad propia del sol, viento y agua.

Adaptación

El cambio climático afectará de manera desigual a los distintos países. No será lo mismo para un archipiélago del Pacífico que para la tundra ártica o la selva ecuatorial. Argentina y Chile comparten un enorme espectro latitudinal, y los efectos serán en muchos casos parecidos. Por eso, abundan las oportunidades para trabajo conjunto.

Por ejemplo, la red hídrica de ambos depende en muchos casos de los mismos macizos cordilleranos. El aumento de la elevación de la cota de nieve y la mayor concentración de precipitaciones en eventos pluviométricos intensos afectará de similar manera la capacidad de generación hidroeléctrica de ambos.

Las estrategias de adaptación que resulten exitosas deben ser aprendidas por el vecino, de manera de evitar el gasto de preciosos recursos para inventar una y otra vez la pólvora a cada lado de los Andes.

Investigación

En el campo de la investigación, Argentina y Chile exhiben una particular afinidad en materia de cambio climático. Juntos concentran la mayor cantidad de hielo fuera de las regiones polares, pero en un entorno mucho más accesible, y el ambiente subantártico incide sobre ambos. El estatus compartido de laboratorio abierto permite pensar en sinergias relevantes a la hora de realizar investigación conjunta.

Retomando el ejemplo de la precipitación en los macizos andinos, pero ahora desde el punto de vista de la investigación, hay buenas razones para suponer que el modelamiento de las cuencas presentará importantes grados de coincidencia a uno y otro lado de las altas cumbres.

¿No debiésemos entonces aunar esfuerzos en lugar de trabajar en forma aislada? Algo parecido puede decirse de los modelos meteorológicos, donde las “condiciones de borde” de cada uno están parcialmente definidas por los resultados del vecino.

Argentina y Chile deben conformar un liderazgo conjunto frente a un fenómeno de alcance mundial, cuyos impactos literalmente afectarán la vida en el planeta. Ante una amenaza de tal envergadura, sumar esfuerzos parece una necesidad evidente.

4.8 Parques binacionales: Los cóndores no respetan fronteras

Los ecosistemas no respetan fronteras políticas.

Animales y pisos vegetacionales medran donde las condiciones son idóneas, indiferentes a lo que Francisco Pascasio “Perito” Moreno y Diego Barros Arana hayan acordado allá por el siglo XIX. Puede pensarse, por tanto, en avanzar hacia algún grado de administración conjunta de las áreas de conservación limítrofes, o incluso pensar derechamente en crear parques binacionales. Una medida de este tipo entraría en perfecta consonancia con el compromiso expresado por el Presidente Macri de duplicar el área total de los parques nacionales argentinos.

Áreas de protección compartidas podrían ser evaluadas, a los menos, para los siguientes pares:

• Parque Nacional Lanín – Reserva Nacional Villarica

• Parque Nacional Lanín – Parque Nacional Villarica

• Parque Nacional Nahuel Huapi – Parque Nacional Puyehue

• Parque Nacional Nahuel Huapi – Parque Nacional Vicente Pérez Rosales

• Parque Nacional Los Glaciares – Parque Nacional Bernardo O’Higgins

• Parque Nacional Los Glaciares – Parque Nacional Torres del Paine

De estos, el más atractivo es el último par, naturalmente tratados como una dupla por los viajeros de larga distancia, y donde incluso podía pensarse en la confección de un sendero internacional que conecte ambas áreas protegidas a través del Paso Zamora (o La Rosada).

El caso de Los Glaciares - Bernardo O’Higgins es también interesante, porque parte importante del parque chileno ya es visitado normalmente desde Argentina. El número de visitantes es aún menos que incipiente, pero en el futuro este acceso a Campos de Hielo Sur, el menos difícil de todos, puede posicionarse como una suerte de “Antártica intrasudamericana”.

También merecen ser estudiadas las áreas protegidas marinas en la zona de los canales magallánicos. Hoy, ya existe un compromiso de cada uno por avanzar en esta materia. Chile, ha se ha convertido este año en el quinto país con más kilómetros cuadrados de áreas marinas protegidas. Argentina, por su parte, posee la iniciativa Pampa Azul la cual congrega a múltiples sectores nacionales con el objetivo de desarrollar actividades de exploración y conservación marina, innovación tecnológica y difusión científica.

Por tratarse normalmente de áreas extensas y de difícil acceso, hay mucho que ganar de un esfuerzo mancomunado en las tareas de fiscalización y elaboración de planes de manejo. Junto con resguardar los ecosistemas marítimos, este hipotético trabajo conjunto podría traer dividendos científicos.

4.9 Energía: Indispensable interconexión

El consumo y producción de energía de ambas naciones, como es la tónica a nivel global, ha ido aparejado del crecimiento económico y poblacional. El siguiente gráfico muestra el consumo total de energía primaria (que incluye tanto electricidad como otros usos) desde 1990.

En el caso de la electricidad, al igual que lo que ocurre con el desglose del PIB, hay semejanzas y diferencias importantes en las fuentes utilizadas.

Ambos países descansan en buena medida en la energía hidroeléctrica. Entre 1990 y 2014, Chile obtuvo un 44% de su generación a partir de esta alternativa, con variaciones anuales importantes dependiente de las hidrologías respectivas. En 1992, antes de la llegada del gas argentino, tres cuartas partes de cada watt generado provenían del agua. En Argentina la prevalencia de la hidroelectricidad es menos marcada, pero de todas formas el 32% de la generación del periodo se explica por turbinas hidráulicas.

Con el correr de los años, la matriz chilena se ha “fosilizado”. La suma de carbón, petróleo y gas natural dieron cuenta del 58% de la generación en 2014, tras alcanzar un peak de 64% durante el seco año 2013. Esto la ha llevado a asemejarse cada vez más la argentina, cuya producción termoeléctrica suele moverse en la vecindad de 60-65%.

Las diferencias más notables vienen dadas por la generación nuclear y por la biomasa. Argentina posee tres centrales nucleares, con una potencia combinada de 1755 megawatts. Desde la puesta en marcha de Atucha 2 en el año 2015, proveen del orden del 10% de la electricidad. Chile en cambio, carece de centrales nucleares, y no es viable pensar que esto pudiera cambiar en un horizonte de mediano plazo.

En cuanto a la energía proveniente de la biomasa, en Chile ha crecido en paralelo con la industria forestal. En 2014, un respetable 7,2% del total provino de la incineración de materia vegetal, mientras que en Argentina, donde la silvicultura tiene un peso relativo mucho menor, el guarismo solo alcanzó un 2%.


Se puede apreciar cómo a partir de 1997 el gas natural adquiere gran importancia en el mix de generación chileno. Esta bonanza fue propiciada por la ya mencionada construcción de gasoductos trasandinos, y su sucesiva venta a bajos precios. El arreglo llegó a un abrupto fin diez años más tarde, cuando Argentina cortó el suministro. En el corto plazo, Chile se vio forzado a utilizar petróleo diesel de muy alto costo para no quedar a oscuras. En el mediano, se construyeron dos grandes terminales para la recepción y regasificación de gas natural licuado, en el norte (Mejillones) y centro del país (Quintero).

En cuanto a los hidrocarburos, la trayectoria que Argentina ha seguido en este campo es muy llamativa. Solía ser un país exportador, pero en 2011 se volvió un importador neto, principalmente de gas. Precios demasiado bajos y un ambiente incierto ahuyentó las inversiones necesarias, al tiempo que las tarifas subsidiadas incrementaron la demanda a tasas que los pozos de siempre no fueron capaces de satisfacer. La producción de petróleo pasó de 800 mil barriles diarios en 2005 a unos 700 mil a fines de 2015. La de gas natural, se desplomó desde 51 miles de millones de m3 anuales en 2005 a unos 38 miles de millones de m3 en 2015.

Entre ambos países, en la actualidad hay una línea de transmisión eléctrica de conexión entre Salta y la Región de Antofagasta. Existe, por tanto, un enorme espacio para avanzar. Dejado por un momento de lado los riesgos políticos y considerando solo las variables de mercado eléctrico, una integración profunda, a la europea, trae consigo numerosas ventajas: Sistemas más grandes y mejor balanceados son más robustos, seguros y económicos. Las siguientes imágenes permiten apreciar el contraste entre la red europea y la del cono sur.




Figura 51. Red eléctrica europea.














Figura 52. Red eléctrica en el cono sur. Nótese que la única conexión internacional de Chile es la línea roja, entre Salta y la Región de Antofagasta.



En Chile, el riesgo hidrológico se atenuaría de forma radical, pues al incorporarse al SADI se estaría conectando por añadidura a esos gigantes hidroeléctricos que son Brasil, Paraguay y Uruguay. Las turbinas diésel de emergencia, de altísimo costo, se volverían cosa del pasado y eventuales proyectos de energía en la región austral de Chile verían reducido radicalmente el impacto de las líneas de transmisión si inyectaran a Argentina. Esta, a su turno, podría beneficiarse de los precios bajos a ciertas horas del día que ha traído consigo la revolución renovable del otro lado de la cordillera (en ocasiones, con precio marginal cero).

Si decidimos invertir miles de millones de dólares para que los camiones puedan cruzar Los Andes a 60 kilómetros por hora para aprovechar las ventajas comparativas de cada país ¿cómo no invertir para aprovechar las ventajas comparativas de un bien que viaja a la velocidad de la luz? 4.10 Ciencia y tecnología: Innovación desde el fin del mundo

Argentina y Chile se encuentran aquí en posiciones parecidas.

Como en tantos otros quehaceres humanos, el desafío viene dado por la restricción de recursos. No escasean las ideas ni las personas capacitadas para llevarlas a cabo, pero sí con frecuencia los mecanismos necesarios para financiarlas y las instalaciones idóneas para implementarlas. Es posible sondear opciones de trabajo conjunto en aquellas áreas comunes, de manera de aprovechar las economías de escala. Por ejemplo, parece más razonable contar con un solo centro de glaciología, capaz de recibir a los especialistas del subcontinente bajo un mismo techo y una sola fecunda sobremesa, que dividir fuerzas y billeteras en dos instituciones de menor envergadura.

Por ejemplo, el proyecto ITER para generar energía a partir de fusión nuclear, uno de los emprendimientos científicos más ambiciosos de la historia, es desarrollado por un consorcio constituido por la Unión Europea, India, Japón, China, Rusia, Corea del Sur y Estados Unidos. El CERN, la institución detrás del Gran Colisionador de Hadrones en el borde franco-suizo, y el ente que alumbró la World Wide Web, está formado por 21 países europeos e Israel. ESO nació del deseo de 16 países europeos por coordinarse para construir instalaciones astronómicas en Chile, y para el proyecto ALMA en específico se sumaron Canadá, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Taiwán y el propio Chile.

Desde luego, el dueto Argentina y Chile difícilmente podrían empujar el carro global en asuntos tales como la fusión nuclear, pero sí podría hacerlo en aquellos de pertinencia local, como la investigación antártica, o lo ya mencionado en materia de cambio climático.

Merecen también ser estudiadas las instancias de colaboración entre las universidades. El Consejo Interuniversitario Nacional argentino y la asociación de universidades de París, para citar un ejemplo en esta línea, ya han suscrito el llamado Programa Conjunto de Formación, destinado a facilitar el intercambio académico, la formación conjunta y la cooperación científica y tecnológica. La marca “Francia” siempre suena muy bien cuando se trata de ciencia, pero lo cierto es que la P. Universidad Católica de Chile alcanza una mejor calificación en el ranking QS (147°) que las trece instituciones de educación superior que forman esa asociación (y bastante más a la mano para un ciudadano argentino, por supuesto). Cuando se habla de postgrados se mira siempre al hemisferio norte, pero cabe la posibilidad de impartir programas conjuntos, poniendo sobre el tapete lo mejor que cada parte tiene para ofrecer.

Por último, ahora que Chile se apronta a crear un ministerio de ciencia y tecnología, Argentina puede prestar asesoría durante la etapa de diseño, recogiendo la experiencia adquirida desde la conformación de la institución análoga en 2007.

A modo de conclusión Pocos pares de países exhiben una relación tan promisoria como esta “dupla” del fin de mundo. Nacidos casi en simultáneo del fragor independista la historia de ambos, más allá de fisuras que pudieron transformarse en abismos, ha permanecido entrelazada desde la alianza de San Martín con O’Higgins.

Y lo seguirá estando en el futuro, al menos mientras los estados nacionales sean el método de organización política preferido por la humanidad. Compartimos la cordillera más larga del planeta, ecosistemas, cuencas hidrográficas, comunidades de migrantes que cruzaron los Andes en busca de una vida mejor, abnegados funcionarios de frontera soportando ventiscas de montaña, y hasta una pasión difícil de explicar por el ritual sagrado de veintidós hombres detrás de un balón.

La dependencia recíproca es tal que los fueguinos ni siquiera pueden conducir a Buenos Aires sin posar sus pies en los transbordadores chilenos, mientras que los magallánicos no pueden manejar a Santiago sin antes rodar por la estepa argentina.

Sin embargo, a lo largo de estos dos siglos ambos países han ido transitando desde la unidad temprana, al recelo, al deshielo y a la actual confianza. Alimentada por la recuperación democrática a los dos lados de la frontera, la recomposición en las relaciones ha sido profunda y exhaustiva.

La agenda de futuro es aún más amplia, y puede volverse tan ambiciosa como queramos que sea. La calidad de la infraestructura es un obstáculo al desarrollo, el estado de la movilidad humana es el que Europa mostraba en los años en que los computadores eran del tamaño de una casa.

Al mismo tiempo, hoy podemos concebir contingentes de las fuerzas armadas desplegados por distintos lugares del mundo bajo la bandera celeste de Naciones Unidas y los emblemas de Cruz del Sur o parques binacionales capaces de maravillar a los ciudadanos del mundo. Ya no es una utopía pensar que Argentina y Chile sean una entrada conjunta a la Antártica, ni que las economías de ambas naciones se hermanen, ya no para competir en los mercados sino para conquistarlos. Del mismo modo es plausible que ambos países compartan experiencias y se nutran mutuamente de sus éxitos, y conjuren juntos sus fracasos en el complejo campo de las políticas públicas.

A los vecinos no se los elige. Pero, como con la familia, sí se elige qué tipo de relación se tendrá con ellos.