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Diferencia entre revisiones de «Historia del montañismo en Chile»

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{{cita|cada paso había sido un descubrimiento sin dato alguno anterior de qué guiarse, pues donde no existen habitantes, tampoco existen huellas ni tradiciones. Al emprender la espedición solo sabíamos que la cordillera tenía límites i a éstos habíamos llegado|Capitán Enrique Simpson, 1871}}  
 
{{cita|cada paso había sido un descubrimiento sin dato alguno anterior de qué guiarse, pues donde no existen habitantes, tampoco existen huellas ni tradiciones. Al emprender la espedición solo sabíamos que la cordillera tenía límites i a éstos habíamos llegado|Capitán Enrique Simpson, 1871}}  
 
Para el Chile del último tercio del siglo XIX, la exploración era una necesidad práctica. Fue de la necesidad que nacieron las comisiones. Eran pequeños grupos de científicos, a veces militares, encargados por el gobierno para realizar levantamientos cartográficos y de los recursos naturales de determinada región.  
 
Para el Chile del último tercio del siglo XIX, la exploración era una necesidad práctica. Fue de la necesidad que nacieron las comisiones. Eran pequeños grupos de científicos, a veces militares, encargados por el gobierno para realizar levantamientos cartográficos y de los recursos naturales de determinada región.  
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La primera fue la Comisión Esploradora [SIC] del Bío Bío, que en octubre de 1862 investigó los valles de los ríos Callaqui, Mulchén y Santa Bárbara. Su jefe, el capitán de marina Manuel Thompson, resolvió intentar la ascensión del [[volcán Antuco]]. Con “un oficial i dos baqueanos” alcanzó la cúspide el 24 de febrero de 1863. De la cumbre dice el capitán:  
 
La primera fue la Comisión Esploradora [SIC] del Bío Bío, que en octubre de 1862 investigó los valles de los ríos Callaqui, Mulchén y Santa Bárbara. Su jefe, el capitán de marina Manuel Thompson, resolvió intentar la ascensión del [[volcán Antuco]]. Con “un oficial i dos baqueanos” alcanzó la cúspide el 24 de febrero de 1863. De la cumbre dice el capitán:  
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{{cita|Anduve sobre las bocas tapadas con el fin de averiguar si realmente las capas que la cubrían estaban sólidas, í a juzgar por su firmeza creo que solo por una fuerte erupción logrará el volcán dejar corriente sus respiraderos. El suelo que pisaba o mejor dicho la lava i azufre era tan quemantes que perdí casi por completo la suela de las botas […] Se ven algunas galerías hechas de nieve, cuyas figuras son tan variadas i caprichosas, tan albas i transparentes que no solo el ojo no se cansa de admirarlas, sino que uno se imajina estar dentro de galerías de porcelana […] Pude abarcar de una ojeada un enorme trecho de las cordilleras de los Andes; así es que para el norte se veían perfectamente los más apartados volcanes de nuestro territorio, sobresaliendo considerablemente entre todos el majestuoso [[Aconcagua]], que como volcán es el más alto del inundo í como cerro el mayor de la América|Capitán Manuel Thompson}}  
 
{{cita|Anduve sobre las bocas tapadas con el fin de averiguar si realmente las capas que la cubrían estaban sólidas, í a juzgar por su firmeza creo que solo por una fuerte erupción logrará el volcán dejar corriente sus respiraderos. El suelo que pisaba o mejor dicho la lava i azufre era tan quemantes que perdí casi por completo la suela de las botas […] Se ven algunas galerías hechas de nieve, cuyas figuras son tan variadas i caprichosas, tan albas i transparentes que no solo el ojo no se cansa de admirarlas, sino que uno se imajina estar dentro de galerías de porcelana […] Pude abarcar de una ojeada un enorme trecho de las cordilleras de los Andes; así es que para el norte se veían perfectamente los más apartados volcanes de nuestro territorio, sobresaliendo considerablemente entre todos el majestuoso [[Aconcagua]], que como volcán es el más alto del inundo í como cerro el mayor de la América|Capitán Manuel Thompson}}  
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Thompson se refería al [[cerro Campanario]], aledaños a la [[Laguna del Maule]]. El [[Aconcagua]], desde luego no es visible desde el volcán Antuco.  
 
Thompson se refería al [[cerro Campanario]], aledaños a la [[Laguna del Maule]]. El [[Aconcagua]], desde luego no es visible desde el volcán Antuco.  
 
En 1870, los inmigrantes alemanes anotan su primera ascensión. El vulcanólogo Karl Martin alcanzó solo la cima del Cerro Pillaumó (o Amunátegui), 1623m, de las sierras nevadas de Llanquihue, y también el [[Volcán Calbuco]].
 
En 1870, los inmigrantes alemanes anotan su primera ascensión. El vulcanólogo Karl Martin alcanzó solo la cima del Cerro Pillaumó (o Amunátegui), 1623m, de las sierras nevadas de Llanquihue, y también el [[Volcán Calbuco]].
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#Que procure cumplir con las recomendaciones que le ha hecho don Ignacio Domeyko acerca de una colección de rocas i de la observación de los terrenos que va a recorrer.
 
#Que procure cumplir con las recomendaciones que le ha hecho don Ignacio Domeyko acerca de una colección de rocas i de la observación de los terrenos que va a recorrer.
 
#Que intente practicar la ascensión del [[Volcán Calbuco|Calbuco]].  
 
#Que intente practicar la ascensión del [[Volcán Calbuco|Calbuco]].  
Que Dios guarde a Ud.  
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Que Dios guarde a Ud.|Aníbal Pinto}}
Aníbal Pinto.| }}
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Y nació la Comisión Esploradora del Sur. Embarcada en la goleta a vapor Covadonga, arribó al Golfo de Reloncaví, pero los escollos obligaron al barco a buscar otro fondeadero. Julliet había asociado a la comitiva a un Manuel Télles, vecino de Puerto Mona, conocedor de esos lugares. Anclados en una bahía cercana al [[volcán Yate]], Julliet ascendió hasta la línea de las nieves y se dedicó a herborizar. Télles, por su parte, partió a la ascensión, pues era “hombre aguerrido en los bosques i cerros, no menos que hábil i atrevido para salvar los tropiezos que presentan a cada paso”. Télles alcanzó, a mediados de febrero de 1871, hasta “cerca del prisma que corona la parte norte del Yate” (que es la de la cima principal). El 19 de febrero regresaron ambos a la bahía, “rendidos de cansancio, con nuestros vestidos destrozados, pero felices con la posesión de nuestras plantas i rocas.”  
 
Y nació la Comisión Esploradora del Sur. Embarcada en la goleta a vapor Covadonga, arribó al Golfo de Reloncaví, pero los escollos obligaron al barco a buscar otro fondeadero. Julliet había asociado a la comitiva a un Manuel Télles, vecino de Puerto Mona, conocedor de esos lugares. Anclados en una bahía cercana al [[volcán Yate]], Julliet ascendió hasta la línea de las nieves y se dedicó a herborizar. Télles, por su parte, partió a la ascensión, pues era “hombre aguerrido en los bosques i cerros, no menos que hábil i atrevido para salvar los tropiezos que presentan a cada paso”. Télles alcanzó, a mediados de febrero de 1871, hasta “cerca del prisma que corona la parte norte del Yate” (que es la de la cima principal). El 19 de febrero regresaron ambos a la bahía, “rendidos de cansancio, con nuestros vestidos destrozados, pero felices con la posesión de nuestras plantas i rocas.”  
 
El verano siguiente Julliet logró cumplir las órdenes presidenciales. En los primeros días de febrero de 1872 llegó al cráter del Calbuco y confesó que “un terror involuntario se apodera del alma al contemplar estas rejiones silenciosas ennegrecidas por el fuego subterráneo.” Al parecer, el naturalista iba acompañado de un colono alemán, Antonio Franz, que se había comprometido a llevarlo a la cima por cierta remuneración.  
 
El verano siguiente Julliet logró cumplir las órdenes presidenciales. En los primeros días de febrero de 1872 llegó al cráter del Calbuco y confesó que “un terror involuntario se apodera del alma al contemplar estas rejiones silenciosas ennegrecidas por el fuego subterráneo.” Al parecer, el naturalista iba acompañado de un colono alemán, Antonio Franz, que se había comprometido a llevarlo a la cima por cierta remuneración.  
 
Entre los colonos sureños Julliet encontró compañeros inesperados que hicieron causa común con él, llevados por su mismo interés científico. Un británico llamado John Swanston, en enero de 1872, había ascendido recién al cráter del [[volcán Caulle]] (1430m). Julliet y otros británicos, Robert Christie y George Downton, marcharon al [[volcán Osorno]]. Mientras Julliet se dedicaba a herborizar, los británicos siguieron y rodearon la cúspide, aunque sin lograrla (12 de marzo), pues se nubló “i cesando ya a esta altura toda organización; se impuso un descenso rápido.”  
 
Entre los colonos sureños Julliet encontró compañeros inesperados que hicieron causa común con él, llevados por su mismo interés científico. Un británico llamado John Swanston, en enero de 1872, había ascendido recién al cráter del [[volcán Caulle]] (1430m). Julliet y otros británicos, Robert Christie y George Downton, marcharon al [[volcán Osorno]]. Mientras Julliet se dedicaba a herborizar, los británicos siguieron y rodearon la cúspide, aunque sin lograrla (12 de marzo), pues se nubló “i cesando ya a esta altura toda organización; se impuso un descenso rápido.”  
 
Downton era botánico profesional, enviado a América por un jardín botánico de Londres para buscar orquídeas y helechos. Viajó luego más al sur y llegó al cráter del [[volcán Hornopirén]]. Según el viajero, “el cráter solo alcanza 1611m, Al oriente de él se eleva un picacho de cenizas que mide 60,8m sobre el brocal”.  
 
Downton era botánico profesional, enviado a América por un jardín botánico de Londres para buscar orquídeas y helechos. Viajó luego más al sur y llegó al cráter del [[volcán Hornopirén]]. Según el viajero, “el cráter solo alcanza 1611m, Al oriente de él se eleva un picacho de cenizas que mide 60,8m sobre el brocal”.  
En 1883, Hans Berger se alió con cinco chilenos “ferrocarrileros” para coronar el [[volcán Ollagüe]] (5870m), de abundantes azufreras. Berger dejó un extenso informe científico y además una plancha fotográfica del volcán mismo, la segunda que se conode de una montaña chilena.  
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El mismo año que Berger, el prusiano Paul Güssfeldt visitó Chile. Era un explorador y alpinista de renombre, que había abierto rutas nuevas en el Mont Blanc. Planeó coronar el Aconcagua, entonces inexplorado y sin medir (Claudio Gay le había dado nada menos que 8610m en 1853), pero tan pronto su guía suizo arribó a Valparaíso declaró sentir nostalgia de su patria y deseos de volver. Como consuelo, varios pasos posibles entre Rancagua y Coquimbo, para estudiar la topografía.
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[[Archivo:Paul_Gussfeldt.jpg|thumb|Primer intento de ascenso al [[monte Aconcagua]], de Paul Güssfeldt en 1883. Imagen: Gentileza DAV]]
En uno de estos cruces, ascendió el Volcán Maipo (5290m) acompañado de dos arrieros chilenos.  
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En 1883, Hans Berger se alió con cinco chilenos “ferrocarrileros” para coronar el [[volcán Ollagüe]] (5870m), de abundantes azufreras. Berger dejó un extenso informe científico y además una plancha fotográfica del volcán mismo, la segunda que se conoce de una montaña chilena.  
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El mismo año que Berger, el prusiano Paul Güssfeldt visitó Chile. Era un explorador y alpinista de renombre, que había abierto rutas nuevas en el Mont Blanc. Planeó coronar el Aconcagua, entonces inexplorado y sin medir (Claudio Gay le había dado nada menos que 8610m en 1853), pero tan pronto su guía suizo arribó a Valparaíso declaró sentir nostalgia de su patria y deseos de volver. Como consuelo, varios pasos posibles entre Rancagua y Coquimbo, para estudiar la topografía. En uno de estos cruces, ascendió el [[Volcán Maipo]] (5290m) acompañado de dos arrieros chilenos.  
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{{cita|El 19 de Enero Güssfeldt partió a las 2:20 de la mañana acompañado por Zamorano (64 años) y por Francisco (30 años). A las 6 alcanzaron el [[Glosario#P|plateau]] al lado oeste del cráter, que tenía varios neveros. Allí les alcanzó el viento con toda su fuerza. Zamorano señaló la cima y dijo: “¡Imposible!” Francisco se acurrucó tras una roca y Zamorano se le juntó. Estimulados a seguir, ascendieron sobre pendientes de no más de 20°... Por un tiempo marcharon bien... Las cumbres vecinas comenzaron a abatirse ante ellos. Al mirar atrás, Güssfeldt vio que Zamorano iba muy retrasado y con Francisco entre ambos; la otra vez que miró, Zamorano se había detenido del todo, lo que no era de extrañar, pues tenía 64 años. El cerro argentino Overo (4765m) estaba al mismo nivel de ellos. Francisco siguió cerro arriba., pero a las 12:30 abandonó del todo. A la 1:30 Güssfeldt, sin dificultades, alcanzó la cumbre. Los picos principales que él vio alrededor le parecieron inaccesibles y comparó su apariencia general con la de un tejado empinadísimo, coronado de formas piramidales.|Cronista británico}}
 
{{cita|El 19 de Enero Güssfeldt partió a las 2:20 de la mañana acompañado por Zamorano (64 años) y por Francisco (30 años). A las 6 alcanzaron el [[Glosario#P|plateau]] al lado oeste del cráter, que tenía varios neveros. Allí les alcanzó el viento con toda su fuerza. Zamorano señaló la cima y dijo: “¡Imposible!” Francisco se acurrucó tras una roca y Zamorano se le juntó. Estimulados a seguir, ascendieron sobre pendientes de no más de 20°... Por un tiempo marcharon bien... Las cumbres vecinas comenzaron a abatirse ante ellos. Al mirar atrás, Güssfeldt vio que Zamorano iba muy retrasado y con Francisco entre ambos; la otra vez que miró, Zamorano se había detenido del todo, lo que no era de extrañar, pues tenía 64 años. El cerro argentino Overo (4765m) estaba al mismo nivel de ellos. Francisco siguió cerro arriba., pero a las 12:30 abandonó del todo. A la 1:30 Güssfeldt, sin dificultades, alcanzó la cumbre. Los picos principales que él vio alrededor le parecieron inaccesibles y comparó su apariencia general con la de un tejado empinadísimo, coronado de formas piramidales.|Cronista británico}}
 
Nadie había hecho una ascensión solitaria a tal altitud. Las cumbres inaccesibles que Güssfeldt describió son los Picos del Río Bayo, hasta muy rara vez escalados (Cerro Paredón, 4850m, y Cerro Listado, 4800).  
 
Nadie había hecho una ascensión solitaria a tal altitud. Las cumbres inaccesibles que Güssfeldt describió son los Picos del Río Bayo, hasta muy rara vez escalados (Cerro Paredón, 4850m, y Cerro Listado, 4800).  

Revisión del 01:23 18 feb 2017

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Adaptación y actualización de "Chile Andinista: su historia", de Evelio Echevarría.

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La Cordillera de Chile, que podernos llamar maravilla de la naturaleza, y sin segunda, porque no sé qué haya en el mundo cosa que se le parezca, son unos montes que corren de norte a sur... La hace admirable primero su inmensa altura
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Padre Alonso de Ovalle, 1646

Montañismo precolombino

Momia del cerro El Toro. Arqueólogos junto a J. Schobinger, 1969
Johan Reinhard con dos de las tres momias halladas en 1999 en la cumbre del volcán Llullaillaco. Además de ser el sitio arqueológico más alto del mundo, las momias son quizás las mejor conservadas que se conozcan. Imagen: National Geographic

Los indígenas, en especial los incas, son los verdaderos primeros andinistas. Al respecto, se ha encontrado abundante evidencia. El nombre Andes, ilustra la importancia que los incas daban a las montañas. Deriva de anta (cobre), pero no alude al metal solamente, el que se encontraba a bastante distancia de la base de la cordillera. Los incas y sus vasallos siempre tuvieron ante los ojos la majestuosa serranía, muy cuando el sol crepuscular broncea sus rocas. Antahuara, los arreboles cobrizos de los aimaras. El carácter religioso de este montañismo autóctono estuvo claro ya desde los primeros descubrimientos. El italiano Beorchia señala que los Incas consideraban a los cerros nevados como huacas o lugares sagrados. En ellos sacrificaban cuyes y llamas, quemaban prendas, chicha, sancu, objetos valiosos y a veces asperjaban el lugar con sangre, que en ocasiones era de los mismos sacerdotes sacada de entre las cejas, o bien de las víctimas. En muy contadas ocasiones ahorcaban además a un ser humano, enterrándolo en la misma cumbre, rodeado de un abundante ajuar funerario. Evelio Echevarría desenterró a una de esas víctimas en el Cerro del Toro, a 6300m. Se trataban de un joven de veinte años, estrangulado. Aún conserva la marca de la soga alrededor del cuello. Sin embargo, de preferencia enterraban una víctima sustitutiva, es decir: una estatuilla de plata antropomorfa, ricamente ataviada. La función religiosa es corroborada por las abundantes crónicas de los frailes españoles del pasado. Cabe la posibilidad de que la leña fuera en muchos casos llevada a las cumbres por los huaqueros, para poder así habitar en ellas el tiempo suficiente para ubicar una buena huaca. No se sabe. Cosa similar ocurre con sus nombres. El Acaramachi, coronado por dos puntas, es el “caracol de piedra” y el Chorolque, el “caracol de plata;” el Coylloriti, la “estrella de nieve” y el Illimani, tan sagrado para los incas de antaño, el “halcón fulgurante.” Algunos nombres pueden ser simplemente gráficos o prácticos: Huallatiri, o “peñas cosidas,” Sarasara o “muchas cosechas” (quizás por ser sus nieves promesa de regadío) y Llullaillaco, “agua caliente.” Pero otros se relacionan con dioses y titanes. Tiquimani, el ciclópeo torreón boliviano, es el “halcón de Tiqui,” el dios del trueno (recordado por Thor Heyerdahl en su balsa Kon Tiki). El volcán Tarapacá rememora al héroe andino Thunupa o Taapac que se rebeló contra un déspota y refugió su torturado cuerpo en las entrañas de un volcán. Este tipo de nombres sugiere que, además del fin religioso, podría haber existido un fin deportivo o simbólico. Es posible que este afán de ascender cimas andinas no se haya circunscrito a las razas del imperio inca. En palabras de Augusto Grosse:

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El nombre Challapirén, que también tiene el Michininavida, se explicaría porque este volcán tiene su cráter u olla lleno de nieve, de ahí su nombre: de “olla con nieve,” o sea, Challapirén. La constatación de este nombre prueba que en siglos pasados los araucanos habían llegado a la cumbre del volcán Michinmahuida] y su cráter.
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Augusto Grosse

Montañas con vestigios indígenas en sus cumbres

Perú

  • Chachani, 6052m
  • Sabancaya, 5960m
  • Hualca Hualca, 5950m (cumbre oriental)
  • Huanac Paccha, 5920m
  • Misti, 5822m
  • Picchu Picchu 5640m
  • Mismi, 5550m
  • Sara Sara, 5520m
  • Huararicante, 5360m
  • Calcha, 5257m
  • Humajala, 5050m
  • Ampato, 6288m

Bolivia

  • Bonete, 5656m
  • Salla, 5036m
  • Cerro de Potosí, 4824m

Argentina

  • Mercedario, 6670m
  • Antofalla, 6440m
  • Bonete, 6412m
  • Quéhuar, 6130m
  • Colorado de Famatina, 6100m
  • Arácar, 6080m
  • Chañi, 6060m
  • Patos, 6250m
  • Negro Overo, 6000m
  • Azufre, 5810m
  • Tebenquincho, 5790m
  • Peinado, 5740m
  • Acay, 5730m
  • Aconquija, 5550m
  • Gallán, 5550m
  • Ascotán de Ramaditas, 5505m
  • Macón o Icomán, 5490m
  • Mogotes, 5390m
  • Chimberí, 5350m
  • Morado, 5200m
  • Imán, 5070m

Chile (incluye cumbres fronterizas)

No se incluyen en esta larga lista cumbres sobre las cuales ha recaído la sospecha de que contengan restos del pasado indígena. El monte Aconcagua es un serio candidato, debido a que se encontró el cuerpo de un guanaco a unos 6900m, bajo el filo que conecta sus dos cumbres y una momia a 5300m en su flanco suroeste. Lo mismo para el Alma Negra argentino (6290m). Se han hallado pircas indígenas en las laderas situadas bajo la cúspide. La datación arroja años 1400 y 1550 respectivamente. Los nombres de unos cuantos parecen insinuar que contienen vestigios: Cerro del Inca, Cerro Indígena Muerto, Nevado Incahuasi (o “casa del rey”), Cerro Sepultura, Cerro Sepulcro... También la forma o ubicación de determinada elevación puede prometer algo: el Cerro Pajonales, antofagastino y de 5956m, es, como el Licancabur, de forma cónica, lo que equivale a decir sagrado, y está ubicado en un anfiteatro rodeado de alturas que ya han entregado sus reliquias. Los responsables son así incas, aimaras, cunzas o atacameños y diaguitas del norte de Argentina.

Montañismo colonial

Diego de Almagro cruza el Paso San Francisco (4726m)

La conquista de Chile por España comenzó en los Andes. En marzo de 1536, Diego de Almagro y sus hombres cruzaron por el Paso San Francisco, de 4726m, casi como el Mont Blanc, techo de Europa occidental. Un cronista español describió las penurias de los que pasaron a la historia con el mote despectivo de “los de Chile”:

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Aquí atollaba éste en la nieve y antes de morir quedaba sepultado en ella; el otro se arrimaba a una peña y se quedaba riendo de frío, estacado en ella como si fuera de palo: si aquél se paraba un instante a tomar resuello, le pasaba de parte a parte el frío como si fuera una bala y lo dejaba yerto, sin poder moverse más; y porque uno que llevaba de diestro un caballo se paró a una voz que le dieron, volviendo el rostro a ver quién le llamaba, quedó como si fuera una estatua de piedra él y el caballo; y así no había más remedio que caminar continuamente sin parar
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Cronista español anónimo

La nomenclatura española del relieve andino, y con ella, la leyenda, comenzó a delinearse desde ese momento. La experiencia de “los de Chile,” con el tiempo, iniciaría nombres como Paso Come Caballos, Cerro Yeguas Heladas, Valle de las Calaveras y otros que llenarían después los mapas. La colonia vio la hispanización de los Andes chilenos, sobretodo en su parte central. Quedaron, naturalmente, nombres indígenas: Tupungato, Chimbote entre ellos, pero los españoles pasaron a dominar con nombres, si no poéticos como los indígenas, al menos prácticos y descriptivos. Durante la colonia se perpetuaron también, ahora en castellano, las leyendas andinas, entre otras la principal, la de La Lola, el espíritu de la nieve, la nieve misma. Durante la colonia también se abrieron caminos tramontanos, como el del Paso Bermejo, o se exploraron sin éxito otros, como el Paso de las Pircas, que derrotó al experto ingeniero Toesca. Para el primero, que comunica Santiago con Mendoza, el virrey Ambrosio O’Higgins hizo construir las célebres casuchas, aún en pie. Son bóvedas de ladrillo sobre un pretil de piedra. “¡Tienen en todo la forma de una tumba y cuántas veces en verdad lo han sido!”, anotó Benjamín Vicuña Mackenna. Al parecer eran originalmente diez: cinco en el lado chileno, una sobre el paso mismo y cuatro en el lado argentino, a distancias de 8-12 kilómetros entre sí. Cuando había nieve en exceso, los encargados de trasportar el correo de una a otra banda se refugiaban en las casuchas y corno medio de locomoción se deslizaban en bolsas de cuero y frenaban con un madero. Sin embargo, ni un solo ascenso español ha sido legado a la posteridad. Al menos el poeta Alonso de Ercilla le dedicó algunas palabras:

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Siete leguas de Penco justamente es esta deleitosa y fértil tierra, abundante, capaz y suficiente para poder sufrir gente de guerra. Tiene cerca a la banda del oriente la grande cordillera y alta sierra, de donde el raudo Itata apresurado baja a dar su tributo al mar salado.
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Alonso de Ercilla

Una de las figuras más recias de la historia de todo los Andes es la del minero o cateador, que en ocasiones haya oficiado también de saqueador de tumbas. Evidentes rastros de huaqueros (o mineros, es difícil saberlo) se han hallado también en el Cerro Plomo desde 1895 y un grupo argentino anunció convencido que una momia había sido desenterraba por gente del lado chileno en el Nevado de los Tambillos (5800m). Otra figura de estos años es contrabandista. Su labor se concentra no en cumbres, sino en pasos. Busca cruzar la frontera (“la raya,” como él diría) de una banda a otra, con su cargamento prohibido a cuestas o en animales de carga. Su contacto con los Andes, para ellos un inmenso y odioso obstáculo, solo ha quedado en forma de leyendas, y no han dejado nombres. Es posible que muchos topónimos andinos sean de su autoría. Al menos queda el conocido Paso de los Contrabandistas, de la cordillera de Aconcagua. Otro personaje andino es el arriero, los vaqueros profesionales, que en primavera suben a sus animales a los pastos de las veranadas y luego los conducen a pasar el invierno en los valles. Casi ningún nombre ha quedado. Unas las pocas excepciones es el Paso de Molina. Al parecer, un tan Molina que cruzaba a menudo por el paso a que dio su nombre, cayó una vez para no levantarse más en una de estas grietas, que después de una nevazón estaba oculta con nieve fresca.

Montañismo esporádico la joven república

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Era el orgulloso sentimiento de la toma de posesión, que le invadía a uno en forma distinta. Mira: esas montañas, esos valles, esos bosques, esas extensiones crepusculares, todo eso es tuyo. Tú eres el primero que lo ha contemplado conscientemente y serás el primero que dará noticia de ello a los hombres civilizados. Todo eso es tuyo.
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Henry Hoek

Los primeros montañistas chilenos buscaban, o encontraban por casualidad, reliquias indígenas en el macizo andino. Ellos tenían buenas razones para no dejar relatos escritos. Eran los huaqueros, violadores o profanadores de las tumbas (bacas) o buscadores de tesoros. Los incas solían enterrar a sus muertos con ofrendas generosas de objetos de oro y plata.

El viajero y naturalista alemán Karl Vollmer escribió en Natur und Sittengemctelde (der Tropen-Lander, München, 1828) haber ascendido un volcán chileno en 1819. Vollmer marchó con algunos lugareños mapuches al Volcán Ranco (¿?), pero retrocedió ante los peligros propios de las erupciones. Se decidió después por el volcán "Xinal" (¿?), al que ascendió hasta su cráter activo. De acuerdo a su relato, sus compañeros lo descolgaron, atado a un lazo, hasta el interior. Vollmer anotó que el volcán en cuestión estaba en erupción: "de las grietas de roca emanaba un vapor verdoso que de vez en cuando era acompañado por llamas de fuego […] En el fondo se podía observar la lava ardiente.” Riso Patrón anotó que Chinal era el antiguo nombre del Volcán Llaima, pero el Llaima no estuvo activo entre los años de 1640 a 1852. Se debe tomar este relato con cierto escepticismo.

Eduardo Poeppig

El viajero y naturalista alemán Eduardo Poeppig viajó por Chile entre 1827 y 1829. En el verano de 1829, acompañado de dos chilenos, acometió el Volcán Antuco. Iban armados de pistolas y carabinas. Antuco era frontera en el sentido histórico: los mapuches eran un riesgo latente. La pequeña partida acampó en una saliente que le permitía dominar los senderos cercanos y pasó la molesta noche del 18 de febrero con un sueño sobresaltado por el temor a los indígenas, los mosquitos, el frío nocturno, y los nada tranquilizadores ruidos del volcán, activo entonces. En la mañana del 19, el alemán y los dos chilenos partieron a la cumbre sin desayunar. Becerra renunció a mitad de camino y el segundo campesino, cuyo nombre nunca se dio, tras algunas vacilaciones siguió a su patrón. Este campesino es en realidad el primer andinista verdadera y propiamente chileno. Y su nombre se ignora.

De la parte final de la aventura dice Poeppig:

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Después de un esfuerzo ininterrumpido de tres horas se alcanzó la elevada meta; nos encontrábamos a escasísimos pasos del cráter, como los primeros seres humanos que habían escalado un volcán en Chile.
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Eduardo Poeppig

Antes de regresar a Alemania, Poeppig visitó luego las montañas de la provincia de Aconcagua, aportando interesantes observaciones. En la década de 1830, el conde Franz Julius Ferdinand Meyen visitó al que llamó “feuerberg Maipo,” el monte ígneo de Maipo. Se refería al Volcán San José. El noble prusiano, naturalista, médico y poeta, que navegaba alrededor del mundo, arribó a San José de Maipo, entonces asiento de una guarnición destacada para impedir ataques de los bandidos Pincheira. Siguió valle arriba con 8 soldados y 7 ayudantes y tras de probar suerte por varios lados, intentó ascender el volcán por el noroeste. Afirmó en su libro posterior haber llegado a 160m del cráter.

Mapa de los Andes en la zona de Santiago-Mendoza realizado para Charles Darwin por Alexander Caldcleugh

El 17 de agosto de 1833, junto a dos guías, el naturalista británico Charles Darwin alcanzó la cima de la Campana. Escribió de su experiencia:

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Pasamos el día en la cima del monte, y nunca me ha parecido el tiempo más corto. Chile se extiende a nuestros pies como un panorama inmenso limitado por los Andes y el Océano Pacífico
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Charles Darwin

Darwin sufrió además con la puna al cruzar la cordillera hacia Mendoza. Dijo no haber visto glaciares en Chile y solo una pequeña mancha de uno en el Volcán Tupungato, extraña declaración, para quien pasara junto a los grandes ventisqueros del Nevado Piuquenes. En ese mismo viaje, FitzRoy y su tripulación cambiaron numerosos topónimos tradicionales por otros en inglés, incluyendo el del monte Chaltén, hoy conocido como FitzRoy.

Mapa de Tarapacá y su cordillera de William Bollaert

Un viajero llamado William Bollaert coleccionaba muestras arqueológicas, antigüedades y animales para el Museo Británico. Este le asignó un dibujante llamado George Smith. Ambos viajaron por el norte y centro de Chile, probablemente durante 1853, y en junio ascendieron el Cerro Tata Jachura (5252m). En 1980 se descubrieron artefactos incas en la cumbre, pero cuando ellos ascendieron todo estaba cubierto de nieve.

Basilio Alvarado es el primer andinista chileno de nombre conocido. En palabras del explorador costero Francisco Vidal Gormaz:

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En 1868 el anciano Basilio Alvarado, apreciable i emprendedor vecino de la isla Huar, me comunicó que en arios pasados... en su juventud, ascendió con algunos compañeros a la cumbre septentrional del volcán Yate, teniendo que cortar con hacha gradas en el hielo para alcanzar la cima i que divisó desde ella un llano grande que se extiende al Este i una laguna mucho más grande que la de Todos los Santos. Abrigué desde entonces la convicción de que el río Puelo sale de un lago i lo manifesté al dr. Steffen al emprender su espedición, que la dejó confirmada.
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Francisco Vidal Gormaz

Alvarado era un experto en vencer los rápidos del río Puelo y en su honor, Vidal Gormaz designó una serie de ellos con el nombre de “Carrera de don Basilio,” que persiste hoy. Datos posteriores han dado la fecha de 1845 para el triunfo de don Basilio sobre el hermoso volcán nevado Yate (2110m). Alvarado y compañeros anónimos pisaron la cima septentrional, que es la más alta. El polaco Ignacio Domeyko vino a Chile contratado por el gobierno para instituir cursos de química y geología en una escuela de minas asentada entonces en San Felipe. Pronto se familiarizó con la cordillera y como fundador de la Universidad de Chile, al interesarse en la economía y minería de la joven república adoptiva, comenzó a emprender excursiones científicas. En 1842, al parecer su primer viaje cordillerano, llegó hasta las nieves que alimenta el río Cachapoal y los años siguientes, a la alta sierra de Copiapó y Coquimbo. Pero su interés se centró pronto en los volcanes sureños. Lo sabemos, buscaba ahora solfataras para la explotación del azufre. En febrero de 1845, días después del ascenso de Basilio Alvarado al Yate, Domeyko viajó con su estudiante y amigo Manuel Munizaga al volcán Antuco. Es indudable que los escritos de Poeppig llamaron la atención del naturalista hacia esta montaña. Domeyko tuvo la suerte de encontrarse con Becerra, el guía de Poeppig, de quien obtuvo útiles consejos. Con Munizaga empezó el ascenso al volcán el 2 de marzo. Un montañés los acompañó hasta los 2500m y se negó luego a continuar, pues ya habían aparecido las primeras grietas en el hielo y el volcán, siempre activo, arrojaba peñasco y columnas de humo sulfuroso. Domeyko y Munizaga siguieron. Cuenta el polaco:

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Eran cerca de las once cuando llegamos cerca de la cumbre del volcán. Entonces nos fue absolutamente imposible pasar por el lado del sur o por el noreste, i el viento del oeste...que a esa hora soplaba con violencia, lanzaba por encima del borde del cono superior piedras i escorias que rodaban alrededor de nosotros por los flancos de la montaña con Una rapidez i un estrépito espantoso. Sin embargo, continuamos trepando sobre masas de escorias i de hielos cuya superficie trasformada por el calor del sol en húmeda resbaladiza nos esponían a frecuentes caídas; pero habiendo llegado a un centenar de metros más o menos de la cumbre, el encuentro de grietas infranqueables i de enormes piedras que volaban alrededor de nosotros nos determinaron a limitar ahí nuestra ascensión.
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Ignacio Domeyko

En este punto Domeyko midió con barómetro la altitud de 2718m y afirmó que el volcán Antuco tenía 2800m, 185m menos que la medición moderna. Es posible que Domeyko haya llegado más arriba.

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Una tempestad que se desencadenaba sobre nuestras cabezas, explosiones que se sucedían cada 10 o 15 minutos, acompañadas de ruidos subterráneos i leves temblores del suelo bajo nuestros pies, una lluvia intermitente de cenizas i de escorias, bocanadas de vapores i el silbido de las piedras, nos acompañaron en nuestro peligroso descenso.
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Ignacio Domeyko
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Domeyko siguió viajando por los centros volcánicos de Talca y por pasos cordilleranos sureños. Es posible que haya hecho reconocimientos hasta gran altura, quizás hasta las cumbres, de los volcanes Descabezado Chico (3260m) y Cerro Azul (3810m), seguramente a comienzos de 1848. Pero en febrero de aquel año realizó su empresa más memorable, que le aseguró un puesto en la historia del andinismo chileno. Viajó al sur, a los baños termales de Chillán, en las cercanías del nevado del mismo nombre. Esta montaña es fácil de ascender, a pesar de la gruesa glaciación que la cubre por el sur. Domeyko comenzó su ascensión desde la junta del río Renegado con el de Niebla.:

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Subiendo por este lado a la cumbre del Cerro Nevado hallamos las mismas brechas porfíricas de obsidiana que las de Mondaca i del valle de la Invernada (cordillera de Talca)... Solo al acercarnos a la región de los hielos perpetuos, a unas ocho o diez cuadras de la cima, hallamos lavas o materias de erupción

Toda la cumbre del Cerro Nevado parece formada de estas rocas, pero la cubre un vasto campo de hielos perpetuos, de debajo del cual asoman algunos riscos sobresalientes en cuyas faldas casi verticales no puede pararse la nieve.

Habiéndoseme quebrado el barómetro en un estrecho paso a la salida de los baños, por esta razón no he podido determinar la altura a que bajan por este lado las nieve perpetuas ni la de la cima del Cerro Nevado. En recompensa, más tiempo me quedaba para examinar el Cerro del Azufre i los raros fenómenos que se observan en su alrededor.
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Ignacio Domeyko

El Nevado de Chillán fue ascendida en 1938 por el glaciólogo Humberto Barrera, los botánicos alemanes C. Grandjot y señora y estudiantes del Seminario de Concepción, ascensión que fue anunciada como primera, pues ignoraban del ascenso de Domeyko 90 años antes. El Cerro del Azufre era un volcán cercano de 2700 rn, que había entrado en erupción poco antes. Añade Domeyko:

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Miles de quintales se pueden recoger en la superficie de este mineral de azufre, que solo necesita una refinación para ser empleado en las artes; Chile posee en este cerro una preciosa mina de azufre que podría esplotarse con ventaja
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Ignacio Domeyko

Otros viajes de Domeyko comprenden los volcanes de Colchagua y de Talca, una vez más. El último en 1861. Luego, envió varias expediciones científicas y topográficas a la Araucanía y su libro, Jeología es uno de los primeros textos chilenos sobre ascensiones. Poeppig, mientras tanto, intercambiaba correspondencia con un osornino llamado Juan Renous, hijo de padre francés y madre alemana. Renous remitía al alemán muestras recogidas en su región. En 1848 Renous logró solo la cima del volcán Osorno (2.660m), aunque no se conocen más que notas escuetas. En 1859, realizó la primera ascensión del volcán Calbuco (2015m), de nuevo con muy pocos detalles. Sumado al polaco, dos franceses, Claude Gay y Amadée Pissis establecieron un incipiente levantamiento geológico del país. Y una familia de alemanes, los Philippi, hizo sus propios aportes.

Volcán Santa Gertrudis, visto desde la ladera del Cerro Negro (posiblemente Cerro Pirámide) en 1862. Fuente: Philippi (1862)

Rodolfo Armando Philippi nos legó dos cosas. La primera, el grabado más antiguo conocido de alguna ascensión a una montaña chilena, el volcán Chillán Nuevo, publicado en los Anales de la Universidad de Chile, fundado por Domeyko. Esta pieza compite con otro del francés Claudio Gay, que muestra a algunos campesinos abandonando el cráter del volcán Antuco ante una erupción, evidente prueba de información inexacta.

La muy inexacta ilustración de Claudio Gay de la erupción del volcán Antuco.
Claudio gay. Vista del volcán de San Fernando. León cazando guanacos

Lo segundo, el relato de un fallido intento al volcán Osorno en 1853. Philippi, junto a Guillermo Doell y Carlos Ochsenius, llegaron a unos 130m de la cumbre.

Benjamín Vicuña Mackenna se refirió a una tentativa chilena al volcán Tupungato, realizada al parecer desde el lado argentino:

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Uno de nuestros distinguidos injenieros e infatigable explorador de los Andes ha escalado el Tupungato, siguiendo el río de su nombre i por la parte nordeste hasta 5631m. Según esto, nuestro viajero es el que más ha trepado en las montañas de Chile; pues no tenemos noticias de que otros hayan alcanzado altitudes barométricas como la que citamos. Solo en el Ecuador i en el Chimborazo, donde M. Boussingault... alcanzó... a 6004m i A. de Humboldt a 5909 metros sobre el mismo Chimborazo. De consiguiente, éste subió 278 metros más i aquél 373, que la alcanzada por nuestro viajero en el monte Tupungato. El valiente escalador de los Andes es el conocido injeniero José Manuel Figueroa i nos permitimos denunciarlo como medio de conseguir dé a la publicidad sus valiosas observaciones; porque sería sensible se perdiesen para la jeografía trabajos conquistados a trueque de los sacrificios que imponen las ascensiones de las grandes montañas.
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Benjamín Vicuña Mackenna

Esto es todo cuando sabemos de esta tentativa de Figueroa (autor de un texto de geografía de Chile). Se cree que debe haber tenido lugar en el decenio de 1860 o poco después, cuando aún se ignoraba de los vestigios incas en el Llullaillaco. En el norte, el padre Sagüez, cura párroco de Vicuña, con un tal Angelino Castro, ascendió a la cumbre del cerro Doña Ana (5690m) en 1870, con fines huaqueros. Es el primer relato escrito de hallazgo arqueológico.

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En una especie de plazoleta hicieron una excavación de poca profundidad, porque el terreno era muy duro y no les dejaba trabajar. No obstante, alcanzaron a extraer una figura de hueso en forma de guanaco y una escultura de plata, al parecer de mujer, semejante a los ídolos de los quechuas.
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Seguramente el siglo XIX y los inicios del XX fue la era dorada para los huaqueros. Pero esas ascensiones quedaron en la sombra. Para quienes las realizaban, cuanto menos se supiera de ellas, tanto mejor.

Ilustres e instituciones

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cada paso había sido un descubrimiento sin dato alguno anterior de qué guiarse, pues donde no existen habitantes, tampoco existen huellas ni tradiciones. Al emprender la espedición solo sabíamos que la cordillera tenía límites i a éstos habíamos llegado
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Capitán Enrique Simpson, 1871

Para el Chile del último tercio del siglo XIX, la exploración era una necesidad práctica. Fue de la necesidad que nacieron las comisiones. Eran pequeños grupos de científicos, a veces militares, encargados por el gobierno para realizar levantamientos cartográficos y de los recursos naturales de determinada región.

La primera fue la Comisión Esploradora [SIC] del Bío Bío, que en octubre de 1862 investigó los valles de los ríos Callaqui, Mulchén y Santa Bárbara. Su jefe, el capitán de marina Manuel Thompson, resolvió intentar la ascensión del volcán Antuco. Con “un oficial i dos baqueanos” alcanzó la cúspide el 24 de febrero de 1863. De la cumbre dice el capitán:

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Anduve sobre las bocas tapadas con el fin de averiguar si realmente las capas que la cubrían estaban sólidas, í a juzgar por su firmeza creo que solo por una fuerte erupción logrará el volcán dejar corriente sus respiraderos. El suelo que pisaba o mejor dicho la lava i azufre era tan quemantes que perdí casi por completo la suela de las botas […] Se ven algunas galerías hechas de nieve, cuyas figuras son tan variadas i caprichosas, tan albas i transparentes que no solo el ojo no se cansa de admirarlas, sino que uno se imajina estar dentro de galerías de porcelana […] Pude abarcar de una ojeada un enorme trecho de las cordilleras de los Andes; así es que para el norte se veían perfectamente los más apartados volcanes de nuestro territorio, sobresaliendo considerablemente entre todos el majestuoso Aconcagua, que como volcán es el más alto del inundo í como cerro el mayor de la América
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Capitán Manuel Thompson

Thompson se refería al cerro Campanario, aledaños a la Laguna del Maule. El Aconcagua, desde luego no es visible desde el volcán Antuco. En 1870, los inmigrantes alemanes anotan su primera ascensión. El vulcanólogo Karl Martin alcanzó solo la cima del Cerro Pillaumó (o Amunátegui), 1623m, de las sierras nevadas de Llanquihue, y también el Volcán Calbuco. Pero la mayor parte de la actividad era de tipo institucional. El tenor de las órdenes de un presidente de la república a un explorador es ilustrativo:

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Enero 8 de 1872.

Para Carlos Juiliet:

  1. Que procure cumplir con las recomendaciones que le ha hecho don Ignacio Domeyko acerca de una colección de rocas i de la observación de los terrenos que va a recorrer.
  2. Que intente practicar la ascensión del Calbuco.
Que Dios guarde a Ud.
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Aníbal Pinto

Y nació la Comisión Esploradora del Sur. Embarcada en la goleta a vapor Covadonga, arribó al Golfo de Reloncaví, pero los escollos obligaron al barco a buscar otro fondeadero. Julliet había asociado a la comitiva a un Manuel Télles, vecino de Puerto Mona, conocedor de esos lugares. Anclados en una bahía cercana al volcán Yate, Julliet ascendió hasta la línea de las nieves y se dedicó a herborizar. Télles, por su parte, partió a la ascensión, pues era “hombre aguerrido en los bosques i cerros, no menos que hábil i atrevido para salvar los tropiezos que presentan a cada paso”. Télles alcanzó, a mediados de febrero de 1871, hasta “cerca del prisma que corona la parte norte del Yate” (que es la de la cima principal). El 19 de febrero regresaron ambos a la bahía, “rendidos de cansancio, con nuestros vestidos destrozados, pero felices con la posesión de nuestras plantas i rocas.” El verano siguiente Julliet logró cumplir las órdenes presidenciales. En los primeros días de febrero de 1872 llegó al cráter del Calbuco y confesó que “un terror involuntario se apodera del alma al contemplar estas rejiones silenciosas ennegrecidas por el fuego subterráneo.” Al parecer, el naturalista iba acompañado de un colono alemán, Antonio Franz, que se había comprometido a llevarlo a la cima por cierta remuneración. Entre los colonos sureños Julliet encontró compañeros inesperados que hicieron causa común con él, llevados por su mismo interés científico. Un británico llamado John Swanston, en enero de 1872, había ascendido recién al cráter del volcán Caulle (1430m). Julliet y otros británicos, Robert Christie y George Downton, marcharon al volcán Osorno. Mientras Julliet se dedicaba a herborizar, los británicos siguieron y rodearon la cúspide, aunque sin lograrla (12 de marzo), pues se nubló “i cesando ya a esta altura toda organización; se impuso un descenso rápido.” Downton era botánico profesional, enviado a América por un jardín botánico de Londres para buscar orquídeas y helechos. Viajó luego más al sur y llegó al cráter del volcán Hornopirén. Según el viajero, “el cráter solo alcanza 1611m, Al oriente de él se eleva un picacho de cenizas que mide 60,8m sobre el brocal”.

Primer intento de ascenso al monte Aconcagua, de Paul Güssfeldt en 1883. Imagen: Gentileza DAV

En 1883, Hans Berger se alió con cinco chilenos “ferrocarrileros” para coronar el volcán Ollagüe (5870m), de abundantes azufreras. Berger dejó un extenso informe científico y además una plancha fotográfica del volcán mismo, la segunda que se conoce de una montaña chilena. El mismo año que Berger, el prusiano Paul Güssfeldt visitó Chile. Era un explorador y alpinista de renombre, que había abierto rutas nuevas en el Mont Blanc. Planeó coronar el Aconcagua, entonces inexplorado y sin medir (Claudio Gay le había dado nada menos que 8610m en 1853), pero tan pronto su guía suizo arribó a Valparaíso declaró sentir nostalgia de su patria y deseos de volver. Como consuelo, varios pasos posibles entre Rancagua y Coquimbo, para estudiar la topografía. En uno de estos cruces, ascendió el Volcán Maipo (5290m) acompañado de dos arrieros chilenos.

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El 19 de Enero Güssfeldt partió a las 2:20 de la mañana acompañado por Zamorano (64 años) y por Francisco (30 años). A las 6 alcanzaron el plateau al lado oeste del cráter, que tenía varios neveros. Allí les alcanzó el viento con toda su fuerza. Zamorano señaló la cima y dijo: “¡Imposible!” Francisco se acurrucó tras una roca y Zamorano se le juntó. Estimulados a seguir, ascendieron sobre pendientes de no más de 20°... Por un tiempo marcharon bien... Las cumbres vecinas comenzaron a abatirse ante ellos. Al mirar atrás, Güssfeldt vio que Zamorano iba muy retrasado y con Francisco entre ambos; la otra vez que miró, Zamorano se había detenido del todo, lo que no era de extrañar, pues tenía 64 años. El cerro argentino Overo (4765m) estaba al mismo nivel de ellos. Francisco siguió cerro arriba., pero a las 12:30 abandonó del todo. A la 1:30 Güssfeldt, sin dificultades, alcanzó la cumbre. Los picos principales que él vio alrededor le parecieron inaccesibles y comparó su apariencia general con la de un tejado empinadísimo, coronado de formas piramidales.
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Cronista británico

Nadie había hecho una ascensión solitaria a tal altitud. Las cumbres inaccesibles que Güssfeldt describió son los Picos del Río Bayo, hasta muy rara vez escalados (Cerro Paredón, 4850m, y Cerro Listado, 4800).

Güssfeldt se dirigió luego al Monte Aconcagua. Allí encontraron un esqueleto, afirmado contra las rocas, de un posible buscador de tesoros. Desde un campamento a 3600m, sin siquiera carpa, Güssfeldt partió a intentar una cumbre que él había medido en 6970m. Equipó a sus compañeros, arrieros chilenos, con ropa de lana y franela.

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A las 4 p.m, junto con los huasos Filiberto y Vicente, Güssfeldt empezó, bajo la luz de luna, el ascenso de la Chimenea. Alcanzaron el alto a las 10:30 de la noche... a la 1:50 a.m. ya estaban en la montaña misma a una altura de 5000m... El ascenso continuó por laderas monótonas, caminando lento para ahorrar energías. Después de ascender 400m los huasos empezaron a quejarse y dijeron que iban a helarse. El frío era fuerte en verdad: -10 °C. Pero siguieron lentamente. A las 10 a.m. alcanzaron la altura de 6200m. Aquí Vicente abandonó del todo, quejándose de dolores a las piernas. Habían demorado 8 horas en ascender 1200m. Los otros siguieron despacio por monótonas e interminables pendientes. No había dificultades en el terreno, pero se iban sintiendo más y más mal. Güssfeldt tuvo que recurrir al vómito para aliviarse... A las 11:30 Filiberto se quejó de dolores a las piernas y quería volverse, pero antes las incitaciones de Güssfeldt prosiguieron.
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Cronista británico

Esas “incitaciones” son relatadas por el propio Güssfeldt.

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Apelé a toda mi dialéctica: le pinté la magnitud de su triunfo sobre la cima mayor del continente en cuya accesibilidad nadie creía, cómo lo iban a festejar en la hacienda, y le dije que su nombre sería recordado para siempre en su patria. Y como Gilberto no carecía del todo de ambición, tuvo un buen momento y pareció crecer en sus propósitos mientras lo embargaba una varonil decisión. Expresó que sucediera lo que sucediera no me abandonaría y sellamos nuestro pacto a 6400m dándonos la mano.
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Paul Güssfeldt

De vuelta con el cronista:

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A las 12:30 habían alcanzado una altura que se estimó en 6560m. Aquí hicieron un descanso largo. Pero las nubes se habían acumulado cerca de la cumbre; un temporal de nieve los sorprendió en la ascensión y debieron abandonar a la 1:30. El descenso fue muy rápido... Alcanzaron el portezuelo a las 7 p.m. y el campamento a las 11 de la noche.
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Cronista británico

Es decir, Güssfeldt y Filiberto habían ascendido desde los 3600 hasta los 6560m, habían caminado desde las 4 de la tarde hasta las 11 de la noche del día siguiente, 31 horas en perpetuo movimiento en total, sin dormir. Güssfeldt lanzó otra tentativa el 4 de marzo y esta vez alojaron él y los huasos a los 5300m (sin fuego, ni equipo apropiado). A las 6:40 a.m. partieron Güssfeldt, Filiberto Salazar y Felipe y lograron llegar a los 6200m, donde fueron derrotados por otro temporal. Güssfeldt se consoló diciéndose que al menos había “levantado el velo que cubría la montaña y abierto la ruta lógica para ascenderla.” Regresó a Chile, habiendo cruzado la frontera por seis pasos y levantado el primer mapa. La Guerra del Pacífico demandó la exploración de las tierras ganadas. En abril de 1883 el presidente Santa María creó por decreto la Comisión Esploradora del Desierto. Su cometido era levantar la carta del desierto e investigar sus minerales y minería en operación. Su jefe fue Francisco José San Román, quien tenía como geólogo al noruego-chileno Lars (Lorenzo) Sundt, además de un reducido número de ayudantes. La comisión, con base en Copiapó, hizo once campañas, de las cuales cinco en la cordillera, entre junio de 1883 a diciembre de 1889. San Román publicó un libro de dos tomos que contiene el resultado de estas campañas, uno de los primeros documentos del andinismo chileno. En esa obra se contiene el detalle de su obra topográfica y geológica, a más de una labor diversa como fue la recolección de material folclórico local y el amplio bautizo de cumbres y pasos. Entre ellos, el volcán Lastarria, Dos Hermanas, Nevado de Jotabeche, y el Pissis, en Argentina, la tercera cumbre americana con 6780m. El estilo de San Román es ameno y con visos de humor, como este dicho gallego: “Para las cuestas arriba venga mi mulo / que las cuestas abajo yo me las subo.” San Román marchó a la cordillera determinado a ascender cumbres, cosa extraña para aquellos tiempos, fuera de los Alpes: “...derecho a la gran cordillera a investigar su orografía i emprender si era posible alguna ascensión importante...” Las ascensiones por la Comisión fueron las siguientes: Cerro Cadillal, 5300m, en febrero de 1884, por A. Lynch y P. León, ayudantes, habiendo sido el primero en la ocasión “alcanzado i tumbado por un rayo;” cerro sin nombre, 5200m, en la Cordillera Domeyko, cerca de La Coipa, en abril de 1884. Al parecer el mismo año hubo un intento al volcán Licancabur “hasta casi tocar la meta,” pero solo un guía indígena (¿Severo Titichoca?) llegó a ella y regresó con material de procedencia indígena, que fue donado al Museo Nacional, de Santiago. La campaña de 1885 fue la principal. San Román y Sundt, acampados durante un temporal bajo el paso Vidal Gormaz, llegaron a la cumbre del cerro del mismo nombre (5100m) para hacer levantamientos topográficos. En palabras de San Román:

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Fue necesario darse prisa y i abordar aquella altura de observación antes de entrada la noche […] empañados los vidrios por el aliento que se condensa en nubes i agujas sobre los lentes i mocrómetros, pegada la aguja con porfiada insistencia al vidrio fuertemente electrizado i estremeciéndose todo, piernas humanas i piernas de teodolito con fuertes í ajitadas vibraciones, no era posible ni siquiera una aproximada precisión. Pero probemos la última tentativa: — ¡Firme, don Lorenzo!... ya tengo el punto— Nevado de Jotabeche, 388 grados, 30 minutos... volcán Azufre... 343 grados, 40 minutos... Dos Hermanas... ¡imposible!
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Francisco José San Román

Acaso la vecindad del Cerro Vidal Gormaz, cuya ascensión se hizo en enero, haya hecho posible que una de las dos cumbres del Nevado Dos Hermanas (5544m) fuera alcanzada por Sundt, pero el texto es muy vago al respecto. Posteriormente la Comisión trasladó su campamento más al norte, al pie del Llullaillaco.

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Toda idea de ascender a la cumbre del Llullaillaco se desvanecía como una ilusión acariciada en vano; no teníamos elementos para emprenderla i era necesario conformarse con otra altura más accesible para estacionarse ella con el teodolito i abrazar gran horizonte con sus visuales
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Francisco José San Román

San Román acometió, con una arriero de nombre desconocido, su mejor ascensión, la del Volcán Lastarria, de 5701m. El relato por el mismo autor es muy vívido:

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Subiendo al cráter los pies se hunden en un polvo fino, alcalino i caliente, compuesto en gran parte de sales luminosas i también, alumbre puro i cristalizado, i para bajar al fondo conviene marchar con cuidado para evitar el azufre fundido que corre entre las rocas... Fácilmente se llega hasta una cavidad central que permanece apagada i tranquila; dando la idea de poder llegar hasta allí i arrojar una ojeada al fondo del misterioso abismo que se contemplaría desde sus orillas... Mis pies vacilaban a medida de acercarme al borde del orificio. El arriero, mi único acompañante en esta escursión, me gritaba desde lo alto del cráter que el suelo era muy delgado, que no avanzara más, o que me tendería un lazo para amarrarme.

Era en efecto pavorosa la idea de que aquella costra de azufre sobre la cual marchaba podría romperse bajo mi propio peso i llevarme a satisfacer en el fondo del espantoso abismo la irresistible curiosidad de mirar demasiado adentro de los antros de un volcán que todavía respira.

Al salir del aquel recinto caliente i de aquella atmósfera ácida al espacio libre la sensación era de infinita calma ante el espectáculo siempre nuevo í eternamente atrayente de aquellos crepúsculos de májicos efectos en las altas cordilleras.
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Francisco José San Román

Poco después, en 1885, los ingenieros San Román y Abelardo Pizarro ascendieron el Cerro Chuculai, de 5421m, encontrando en la cumbre “una lámina de cobre en forma de cuchillo”, rastro de indudable procedencia indígena. La indiferencia del autor ante el hallazgo sugiere que en esa época no era raro. En cualquier caso, era la primera vez que se daba amplia cobertura por medios escritos a un descubrimiento de esta clase. En 1886, el pastor indígena Severo Titichoca notó que en la cumbre del Volcán Licancabur (5921m), la “montaña del pueblo” de los atacameños, había vestigios del paso de indígenas, y así lo informó a José Santelices, autoridad local. Ambos visitaron la cumbre, y Santelices recogió estatuillas y objetos de manufactura indígena. Además, hizo una fogata con la leña que encontró en la cima, probando su ascensión a los lugareños del bajío. Más tarde, un observador escribió a este respecto:

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En el lado este del cráter se encontraron murallas de piedras que eran los restos de tres casas o refugios; la más grande tenía unos 5m de largo por 2 de ancho. Cada construcción se abría plenamente en dirección este. Las murallas eran de 1,20m de altura, aunque ya derrumbadas en partes. Las construcciones eran del tipo de las pircas, en la cual los espacios vacíos entre las piedras se rellenan de barro. Junto a una de las ruinas había un montón de leña de unos 3m de diámetro, pero muy fragmentada y deshecha. Una viga, recta, de 2,40m de largo, en buenas condiciones, estaba a un lado de la leña... Una lagunita de agua sin helar; de unos 2 a 3m de profundidad, con unos 80m de diámetro, se mostraba en el fondo del cráter.
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Ingeniero norteamericano de Chuquicamata

En posteriores ascensiones, el misionero belga de San Pedro de Atacama, padre Gustavo le Paige, confirmó tales descubrimientos, y puso también en evidencia el carácter de santuario de la cumbre. Sir William Martin Conway, lord de Allington, era un rico y culto escritor de tratados de porcelana antigua y de guías alpinas, viajero y explorador. En Bolivia ascendió el Illimani. Solo contaba como compañeros el guía suizo Antoine Maquignaz (quien había padecido principios de congelamiento a los pies en el Aconcagua) y algunos chilotes. A fines de 1898 intentaron el Monte Sarmiento (2184m) y realizaron marchas por el hielo para alcanzar a la cumbre. El tiempo era bueno, pero, dijo Conway, un día fueguino convierte “un día de pleno verano en una buena imitación del invierno de los Alpes.” A los 1200m dio la orden de retirada. Conway expresó así el fracaso:

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El Monte Sarmiento tiene solo 2100m pero las dificultades que se presentan al montañero comienzan al. nivel del mar. Si toda la parte fácil de los Alpes, todas las laderas que están marcadas con senderos y pueden ser ascendidas como un sencillo paseo estuvieran hundidas en el mar, casi no habría montaña que sobresaliera 1700m. sobre la superficie del agua. La mayor parte de los altos picos de los Alpes no ofrece más de 1200m de escalada real. Desde el punto de vista del escalador, el Monte Sarmiento es más alto y más vasto que el Mon Blanc. Y también es más difícil. Los glaciares que lo cubren son cataratas de hielo despedazado. Las avalanchas caen constantemente por todos los flacos. El pico está rara vez libre de nubes, ni siquiera unas pocas horas seguidas. Por lo general, está en el centro de una tormenta desatada, así la nieve de su parte superior siempre es fresca y sus rocas, siempre están incrustadas de estalactitas.
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Sir William Martin Conway

En 1903, hubo una gran expedición científica francesa de 1903 a los Andes chilenos y bolivianos. George Courty viajó solo a coronar el volcán San Pedro (6063m). A la segunda tentativa logró éxito, el 16 de julio de 1903, con un joven chileno llamado Filemón Morales:

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El descenso fue más difícil que el ascenso. Después de tres horas de bajar nos sorprendió la noche. Empezamos a caminar a ciegas por un caos terrible de rocas afiladas; y por un paso que di en falso rodé en el vacío y perdí el sentido. Cuánto tiempo quedé en tal situación, no sabría decirlo; el intenso frío me hizo salir del estado de coma. A pesar de mis guantes, mis manos estaban llenas de sangre y mi rodilla derecha me dolía terriblemente. Estaba en un estado de angustia indescriptible; quería gritar, pero mi garganta no emitía sonido alguno. Mi compañero ignoraba lo que me había sucedido; como no me oía quejarme, estaba sentado a mi lado tranquilamente. Como yo no tenía voz para hablarle, solo le pude emitir la palabra “yareta,” ya que esta planta parasitaria es el único combustible que se puede encontrar a 4500m. Alcanzamos la línea de la vegetación a costa de mucho sufrir por mi parte. Mi rodilla herida me arrancaba a cada paso un grito de dolor y no podía hacer uso de las manos. Pasé la noche en el flanco del volcán, junto a un fuego de yareta, y el 17, a mediodía, llegué a la estación de San Pedro, donde me restablecí rápidamente.
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Otro ascenso en Chile fue al vecino Volcán Ollagüe (5870m), cumplido el 3 de julio con otro joven chileno, un Félix Ríos. Posteriormente Courty penetró en el elevado desierto boliviano, y continuó allí sus andanzas e investigaciones. Sus relatos son lacónicos: “Yo no he tenido otra ambición que servir a la ciencia, cumpliendo dignamente mi tarea.” El mismo 1903, un suizo de apellido Sallaz, profesor de alguna institución santiaguina, escaló una cumbre aledaña al volcán Tinguiririca, que llamó Punta De Los Suizos. Llevó a sus compatriotas T. Derobert, A. Malsch y P. Waldner. Junto a ellos, iba uno de sus alumnos, de apellido Labra, quien no alcanzó la cima. Dijo que:

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Las ascensiones en la cordillera son tan raras que yo creo poder afirmar que el sr. A. Labra es el primer chileno que ha hecho montaña según nuestras costumbres […] Van lo más alto que pueden, a caballo o en mula, ven la nieve, la tocan, la encuentran fría, se sorprenden y se devuelven. En tres siglos más, cuando Chile, en vez de cuatro millones de habitantes tenga cuarenta, el alpinismo o “andinismo” como se dice elegantemente, estará de moda.
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Edouard Sallaz

Irónicamente, ese mismo año se produjo una de las primeras cumbres importantes de un chileno fuera de Chile. El arriero José Roza Flores, junto al sacerdote salesiano Lino Carbajal, su hermano y un uruguayo, alcanzaron el punto máximo del volcán Domuyo (4660m).

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Para tomar posesión de la cima hicimos siete disparos con nuestras carabinas y un revólver, vivando a la Argentina, al Uruguay y a Chile que estaban allí representados. El estruendo, si bien algo apagado, repercutió en lo recóndito de la montaña, anunciando el triunfo del hombre civilizado que venía a hollar por primera vez esas cumbres excelsas.
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Lino Carbajal

Henry Hoek formó junto a dos colegas la Expedición Geológica Alemana a los Andes boliviano-chilenos. Por desgracia, Courty empaño su brillante campaña andina al saquear yacimientos arqueológicos Pertenecientes patrimonio histórico boliviano. El día 3 de marzo de 1904, Hoek y sus compañeros se lanzaron al volcán Tacora (5988m).

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Se yergue allí una pareja de poderosos volcanes gemelos: San Pedro y San Pablo. El San Pedro todavía humea. Su hermano está extinguido; sus cimas se elevan a unos 6000m. Ambos están ya escalados, pero son los únicos que han tenido esta suerte, por hallarse cerca del ferrocarril.
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Henry Hoek

No se sabe a quién se refería Hoek con el ascenso del San Pablo.

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Nuestro aposentador nos contó... que traía azufre de un monte vecino del Tacora, del Queñuta, desde unos 5000m de altura. Añadió que este monte este monte estaba ya escalado, pero el Tacora, más alto, todavía no lo estaba por ser muy abrupto.
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Henry Hoek

El Nevado Queñuta (o del Fraile), de 5.530m, hospeda una leyenda de tesoro inca hundido en su cuerpo. El Tacora fue la meta de Hoek, quien ascendió solo (lo que parece haber sido una costumbre en él); desde la azufrera de Chislluma siguió en mulas hasta al Abra (paso) Vilque y desde ahí, con rapidez, hasta la culminación:

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A las 7:15 había comenzado la ascensión y a las 11:45 me hallaba en la cima, que según mis cálculos tiene una altura de 6060m. Desde el suelo del cráter penetré en la niebla. Sin embargo la ascensión me había ofrecido hasta entonces bastante perspectiva. Menos mal que no toda la ascensión se hizo en medio de la niebla, pues de lo contrario apenas hubiera podido soportarla. Tuve que poner toda la fuerza de mi voluntad para no volverme, aunque, prescindiendo del cansancio que casi me paralizaba, no sentía el mal de las alturas.

Desde luego he de confesar que cometí un gran error.

Subí demasiado de prisa. Todo el que emprende a solas una ascensión con mal tiempo cae fácilmente en este error; pero en ninguna parte se paga como en alturas de más de 5000m.
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Henry Hoek

La cima del Tacora es una aguja de piedra pómez, inaccesible por su fragilidad. Posiblemente él nunca piso la cima y, encerrado en la niebla como estaba, nunca se enteró.

La noble rusa Nadine Lougonine se aficionó al alpinismo desde muy joven, y al casarse con el barón Conrad von Meyendorif (1903) decidió que su viaje de bodas sería una expedición al monte Aconcagua. Contrataron a los guías suizos Alois y Josef Pollinger. Sin aclimatación, conquistaron por primera vez el Cerro Tolosa (5370 ni).

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Hemos hecho una primera ascensión, pero por el momento ello nos resulta absolutamente indiferente. Nunca ascensión alguna nos había agotado a tal punto. Incluso los Pollinger están extenuados. Sobre cien guías suizos, opinan, no habrá más de ocho capaces de semejante ascensión
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La siguiente etapa fue en le frontera con Chile. “Se veían brillar varias cumbres de formas elegantes, el Navarro y Los Gemelos, esta última llamada Cerro Blanco por los arrieros.|Nadine Lougonine}} Está claro que se referían a las cumbres del macizo Los Gemelos (5240m). La del norte, sin nombre conocido y que ellos llamaron Cerro Navarro por el portezuelo aledaño fue el siguiente objetivo, “un bastión rocoso de cinco puntas— como si fuese una colosal pata de león.” Es posible que se le hayan aproximado por el valle de Vargas. Llegaron a la nada fácil cumbre el 22 de abril.

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Un filo estrecho y vertiginoso nos lleva al punto culminante. Nuestros rostros están desfigurados. Los Pollinger tienen la cara violeta. Nos creíamos en la cima de una gigantesca catedral gótica que el rayo y las llamas hubiesen consumido
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Nadine de Lugunine
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El 24 el grupo partió a vencer la doble corona blanca de los Gemelos. Los penitentes, cubiertos de nieve fresca, derrotaron al barón, pero lo reemplazó el arriero, un tal Ramón. Ascendiendo por una canaleta, cortando penitentes a golpes de hacha, ganaron altura en dirección al filo cumbrero y fronterizo:

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Se tiene entonces la sensación de ser un viñatero en plena labor. Pero aquí las vides son de hielo y las cosechas, una ilusión. Bruscamente se llega a un portezuelo... sobre el otro lado, la vista llega al océano. “¡Chile, Chile!” exclama el arriero. En pocos minutos, siguiendo filo, llegan a la cumbre del primer pico, algo más elevado que el otro. Del lado de Puente del Inca el Cerro Blanco [Los Gemelos] aparece cubierto de nieve, pero del lado chileno es un abrupto precipicio de rocas. Ramón les muestra el Cerro Leones formado por dos puntas blancas
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Nadine de Lugunine

Tres buenas cumbres en nueve días.

La comisión de límites

La línea de frontera en la Puna de Atacama, de la Comisión Chilena de Límites

A fines del siglo XIX, se inició un evento crucial en la historia de la exploración andina chilena. Chile y Argentina acordaron delimitar pacíficamente sus fronteras. Se acordó que la línea fronteriza pasaría por las altas cumbres que dividen las aguas. Al efecto, ambas naciones se vieron ante la necesidad de cartografiar debidamente sus casi 2600 kilómetros de frontera andina y nacieron así las nuevas comisiones: la Comisión Chilena de Límites, y su equivalente, la Argentina. Ambas operaron en ambos lados de sus respectivos territorios, por lo general en forma independiente una de otra, pero a menudo en forma conjunta. A cargo estaba el porteño Luis Riso Patrón, ingeniero-geógrafo y civil hidráulico. Se desempeñó en diversos puestos públicos bajo las órdenes de geógrafos como Vidal Gormaz y Diego Barros Arana. La labor de la Comisión era “señalar con hitos todos los pasos o portezuelos de la Cordillera en el cruzamiento de cada uno de ellos con la línea divisoria”. Para localizarlos fue necesario primero cartografiar toda la cordillera, lo que se hizo en varios años y en mapas a escala 1:250.000. En los pasos se dejaron empotrados en base de cemento hitos de hierro de cuatro metros de altura, construidos en esqueleto en barras y planchas de hierro. También se fotografiaron todas las estaciones topográficas de importancia. El trabajo en terreno se desarrolló entre 1896 y fines de 1909. Además de las estaciones trigonométricas se establecieron campamentos cerca de las cumbres o en portezuelos andinos; en trabajo conjunto con los topógrafos argentinos, los chilenos erigieron un total de 488 hitos a lo largo de la frontera. En la Puna de Atacama, seis hitos superaron los 5000m. En general, hubo poco interés de corte propiamente andinista. A veces se instalaban estaciones trigonométricas a gran altura, pero sin mayor interés por superar los últimos metros hasta la cumbre. En enero de 1897 un grupo de topógrafos dirigidos por Carlos Soza llegó a gran altura en el Cerro del Potro (5830m) para fijar la línea divisoria. Soza escribió en su diario: “... nos encontramos próximos a los 5500m sobre el mar i a 3 klms, de la cumbre, distancia que sin grandes sacrificios se podía salvar, por cuanto el banco de nieve se encuentra en su totalidad conjelado).” Soza se refería al glaciar sur de la montaña. Pese a ello, se alcanzaron muchas primeras ascensiones. Para la demarcación de la línea al norte del volcán Socompa, en la sección más ancha de Chile, se realizaron varias ascensiones, pues siempre una cumbre obstruía la vista de la siguiente. El Cerro Curutu (5400m) fue ascendido el 22 de diciembre de 1904 por tres topógrafos y cinco días después, nuevamente por dos. El informe de Víctor Caro señala que la siguiente cumbre, la del Cerro Rincón, de 5594m (al parecer, ya ascendida por el alemán Hauthal) fue demarcada con el hito de piedras XVI, el 20 de enero de 1905. Lo natural era ahora establecer una estación en la montaña siguiente. Al efecto, el topógrafo chileno Golborne y el argentino Dionisio Pardo treparon a gran altura. Anota aquí Riso Patrón:

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La altura de la estación trigonométrica L2, de 5985m. constituye parece el récord mundial; fue hecha con un teodolito Troughon & Simms de 15 cms. por el inieniero señor Rafael Golborne, cerca de la cumbre (6022m) del cerro Salín, el 29 de enero de 1905. El ascenso se hizo en mula desde el salar de Pular (3560m) a 12 klms. de distancia i se acampó a 5700m. de altura, llegando al otro día a la estación a las 10 de la mañana, con el animal de tiro en la última parte.
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Luis Riso Patrón

La comisión descubrió además que el volcán Ojos del Salado es el punto más alto de Chile. Víctor Caro escribió “el Nevado Ojos del Salado […] es la cumbre más prominente (6863m) de la potente y continua cordillera que corre entre los Nevados de Tres Cruces y el de San Francisco”. En la puna de Tarapacá G. Núñez y O. Soza ascendieron el 4 de julio de 1906 al cerro Piga, 5050m y el día 11, a una cumbre sin nombre de 5142m situada al norte del cerro Chela. El excelente topógrafo solitario José Espinoza Ponce escaló la cumbre del Tata Jachura, 5241m el 8 de abril de 1907 y la del Columtucsa (o Yarvicoya), 5211m el 19 de noviembre del mismo año. Espinoza entregó un breve informe de su ascenso al Tata Jachura diciendo haber dejado en la cumbre “un lindero de piedras, latas de conservas i una botella con un papel con la fecha del reconocimiento;” el informe terminaba con la sentencia: “Hai puna en la cumbre.” En la cordillera central, frente a Santiago, Riso Patrón mismo había descubierto, bautizado y ascendido al activo volcán Tupungatito en los veranos de 1897 y 1901. En la cordillera sureña, el infatigable Espinoza ascendió al volcán Tolhuaca (2820m), en cuya cumbre acampó entre octubre y noviembre de 1909 para tomar mediciones. Y finalmente, la comisión hizo el primer cruce de los Andes patagónicos al remontar el valle y río Pascua, flanqueando el grupo de los cerros Gemelos O'Higgins, por el norte, hasta el lago San Martín, al sur del paralelo 48°. En cuanto a posibles ascensos a cumbres fronterizas o chilenas por miembros de la Comisión Argentina de Límites, hasta donde se sabe, solo se registraron los de cerros Curutu, Rincón y a gran altura en el Salín, ya vistos. Es de reconocer, sin embargo, que la historia del andinismo argentino no ha sido estudiada y un análisis de las andanzas de aquella comisión bien pudiera depararnos algunas sorpresas. Pero si se debe mencionar la ascensión del agreste picacho rocoso Quinquilíl (2200m), vasallo del volcán Lanín, realizada por el ingeniero Emilio Frey, posiblemente el verano de 1896-7. Frey era ayudante de la Comisión Argentina y es famoso por haber sido un propulsor entusiasta de la villa de montaña de Bariloche y además, uno de los cuatro fundadores del Club Andino Bariloche (1931), decano de los organismos andinos argentinos. En comparación con los chilenos, los topógrafos argentinos operaban con una enorme desventaja. Cuanto más lejos del nivel del mar, más aumenta el error altitudinal. Compárense alturas de ambas comisiones. Es especialmente vistoso el error del monte Aconcagua.

Cerro Comisión argentina de límites Comisión chilena de límites Altitud moderna
Aconcagua 7130 6960 6959,7
Mercedario 6800 6670 6720
Tupungato 6807 6550 6567
De la Plata 6310 5850 5864
De las Polleras 6235 5910 5947

Se publicaron siete tomos que cubren metódicamente toda la frontera andina desde el Tacora hasta Tierra del Fuego. Además de los quehaceres de la comisión, se incluye topografía, orografía, accesos, recursos, leyendas y tradiciones, historia de exploraciones y de ascensiones. Aparecen mapas y planchas fotográficas. Buena parte de lo que se sabe de la cordillera se llenó en los 14 años en que la comisión estuvo activa. Los mapas, hasta entonces con sendos espacios en blanco, se llenaron en ese periodo. Riso Patrón nunca abandonó su labor científica relacionada con la cordillera. Escribió sobre el naciente ferrocarril trasandino, sobre el futuro embalse del Yeso, y sobre la Antártica, por entonces solo preocupación de unos pocos balleneros. En 1928 publicó el monumental Diccionario Jeográfico de Chile, un compendio de más de 28.000 topónimos georreferenciados. El Cerro Riso Patrón (5750m), en el río Olivares, así como el cordón patagónico Riso Patrón, honran a este explorador.

Inicio de siglo con acento alemán

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Y en los momentos en que el viento se abatía, volvían a mi memoria las palabras de la simpática dueña de la pensión: “Gringo loco; tiene casa, tiene familia, tiene chiquilla, tiene de todo y se va a la cordillera a sufrir.
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Jürgen Biders en 1931

El Club Gimnástico Alemán de Valparaíso fue fundado en 1887 por deportistas que eran más que nada andinistas, Emilio Conrads, sobretodo. Sus socios contaban con dos accesos a la cordillera. Uno, por el valle del Aconcagua y otro, desde Santiago, por el valle del Mapocho y el valle del Maipo. Fueron estos alemanes los primeros “excursionistas de la nieve” que conociera el público chileno. Contaban con un arriero excepcional, José Alvarado, de Las Condes, lugar que entonces se alcanzaba desde Santiago rodando en carruajes de tiro. El Club Gimnástico Alemán de Santiago fue fundado en 1889 por Emilio Conrads, Adolfo Meyer y Otto Rodiger. Era una sección del Deutscher Turnverein, organizado algunos años antes en Valparaíso para practicar gimnasia en la escuela de Jahn. El 7 de agosto de 1924, tomó el nombre de Club Alemán de Excursionismo. Tras trekkear, se pensó en escalar. Una cima de 4713m, vecina al macizo del Cerro Plomo la denominaron Cerro Bismarck, en homenaje al cumpleaños del Canciller (1/4/1893). Ese mismo año, fueron reforzados por el entusiasta Gustavo Brant, nacido en Limache y recién llegado de realizar sus estudios en Alemania. Brant y compañeros, más ambiciosos ahora, siguieron la ruta abierta por Güssfeldt hasta el cráter del volcán Maipo. Tan buenos servicios rindió el arriero Alvarado en esta ocasión que los deportistas bautizaron un paso al norte del volcán mismo con su nombre. Desde 1893, los socios del Gimnástico se estrellaron con la cúpula de hielo del Cerro Plomo y solo en el otoño de 1896, Brant y Rodolfo Lück llegaron a la cumbre. Creían naturalmente pisar terreno inviolado, pero:

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tuvieron que admitir, para su desengaño, que no eran los primeros. Con asombro, descubrieron unos pocos metros más abajo de la cumbre una sólida muralla de piedra, en forma de media luna y en ella, un nicho con algunas imágenes, sin que se encontrara ninguna otra clave sobre la identidad de aquellos extraños visitantes. Esa muralla de piedra todavía está allí, desafiando las tormentas de nieve. Las figuritas de plata vendidas por lo que valían en peso. Y el mortal que se esforzó montaña arriba para elevarse a sus dioses, ¿quién sería? ¿Y cuándo sucedió todo ello? Solamente sabemos una cosa: que él era un verdadero montañista, uno de los grandes desconocidos
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Heinz Koch

Con todo, en palabras de Riso Patrón los gimnastas “colocaron en la cima el estandarte de las cuatro F (que significan en alemán frisch, frolich, frontil i frei i, en español firme, fresco, fuerte, i feliz).}} Más preciso, en todo caso, es la traducción “vigoroso, alegre, devoto y libre”. En 1892 el colono Oscar de Fischer ascendió al picacho rocoso Cuernos del Diablo (1920m), vecino al lago Todos los Santos. Por los servicios que De Fischer presentara a la Comisión Chilena de Límites, Riso Patrón bautizó un Paso Fischer en su memoria. El año 1897 fue señero para el andinismo alemán en Chile. Operando desde Argentina, país que lo había contratado como geólogo, el científico Rudolf Hauthal llevó a cabo una notable campaña en los volcanes fronterizos. Hauthal, sin hacer mucho alarde, había ascendido el Cerro Rincón (5594m), el 24 de marzo de 1893, entre varias otras. En el otoño de 1897, al parecer solo, Hauthal alcanzó las cimas de los volcanes Azufre, el 27 de febrero, Planchón, 8 de marzo, Descabezado Grande (3830m), el 15 del mismo mes, y Lanín (3774m), el día 25 de mayo. Hizo estudios glaciológicos, entre otros, uno sobre el famoso fenómeno de la “nieve penitente”, que tanto había llamado la atención de Paul GüssfeIdt. En 1897, se armó una cordada para intentar el monte Aconcagua, compuesta por Emilio y Roberto Conrads, Gustavo Brant, Carlos Griebel, Harald Wulf y Adolf Moser. Los acompañaban los arrieros José Alvarado, Clodomiro Alvarado y Felipe Muñoz, y dos mineros, Prudencio y Albino. Se enteraron en plena aproximación que la cumbre había sido conquistada dos días antes, por primera vez, por Stuart Vines y Matthias Zürbriggen. Pese a ello, siguieron adelante. Llevaban carbón para calentar y calentarse, charqui y mala ropa de abrigo. Los porteadores cargaron a la espalda los sacos de carbón hasta el campamento más elevado, a 5800m. Llegaron a 6500 - 6600m. Vines y Zürbriggen, mientras tanto, se dirigieron luego al volcán Tupungato.

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Había ascendido el tercero de esos picos engañosos y aun dudaba de si estaba o no en la meta. Una mirada desesperada me probó que no se alzaba ante mi otro pico más alto. Todo estaba a mis pies y por fin me hallaba en el punto más elevado el Tupungato, a 6567m. […] En el lado chileno, veintenas de picachos rocosos alzaban la cabeza: un siniestro conjunto de abismos imposibles, ante los cuales cualquier escalador renunciaría con desesperación […] Pronto llegó Zürbriggen, que se había recobrado de su fatiga y ayudé en la construcción del cairn el cual, una vez terminado, resultó ser un trabajo sólido que podía desafiar por muchos años las furiosas tempestades del Tupungato.
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Stuart Vines

En la tarjeta escribió en la nota cumbrera:

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Stuart Vines, con Matías Zürbriggen, guía suizo, hicieron la ascensión de esta montaña el 12 de abril de 1897, después de tres tentativas interrumpidas por las tempestades […] José Pollinger vino con nosotros desde nuestro vivac, situado a unos 5700m. en el costado norte de la montaña, pero se enfermó a unos 400m. de distancia de la cumbre. Temperatura: 13 gr. Zürbriggen y yo alcanzamos la cima a las 15,45 horas
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Stuart Vines

En 1898 Brant, Emilio Conrads y Griebel repitieron el intento al Aconcagua, pero renunciaron por a los 5800m por mal tiempo. Con esto, las expediciones del viejo Gimnástico Alemán terminan. En 1909, se funda el Ausflugverein Mit Mit, traducción literal y algo jocosa de Club Excursionista Con Con. Al año siguiente, acordaron adoptar el nombre de Deutscher Ausflug Verein (Club Alemán de Excursionismo de Valparaíso, o DAV), y así ha sobrevivido hasta el presente. En América, solo lo preceden los clubes Appalachian (1876), Alpino Norteamericano (1902) y Alpino del Canadá (1906). Los fundadores fueron Heinrich Mattenson, Albert Gutsche, Heinrich Hannisch, Hans Plagemann y Ferdinand y Georg Simonsen. Además, muchos alemanes participaron de las tareas andinas de la Comisión Chilena de Límites, en especial en el sector sur. Hans Steffen, por ejemplo, realizó numerosos viajes a la cordillera austral y obtuvo informaciones sobre acceso y colonización. En 1893, Steffen y sus acompañantes, exploraron las fuentes del río Palena y en 1895, en dos viajes, las del Puelo, realizando la primera ascensión del cerro nevado Mirador (1630m). En 1896 llegó el turno a las fuentes del río Aysén, siguiéndose luego a las del Coyhaique y en 1898, a las del Cisnes, en cuya ocasión se llevaron a cabo las primeras ascensiones del Nevado del Gallo (1500m) y del Cordón Huemules (1450m), los días 25 y 26 de febrero y, el 20 de marzo, la del Cordón Quemado (1600m). Entre 1898 y 1899 se exploró el río Baker, cruzándose la cordillera patagónica por el valle del río Pascua hasta el lago Cochrane. Steffen viajaba con una comitiva de acompañantes muy diversos, entre los cuales chilenos, chilotes y alemanes. En una ocasión, participó Paul Krüger quien, a su regreso a Alemania escribió un libro injurioso contra Chile y plagió los mapas que Steffen había levantado con tanto esfuerzo. El macizo glaciado Cerro Steffen, al interior del valle Aysén, recuerda al ilustre explorador. Los hermanos Augusto y Carlos Rimbach fueron al volcán Llaima el 2 de abril de 1909. Se le aproximaron desde Curacautín y acamparon en medio de un paisaje idílico:

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Al borde de un arroyo que baja de un lago situado al pie de la Cordillera Nevada. Nos rodeaba un paisaje sumamente pintoresco. Los coigües i raulíes se vuelven enanos en esta zona i ceden el campo a los piñones [...] Las chauras nos ofrecían la increíble multitud de sus bayas comestibles, un refresco agradabilísimo. Encima de los pinales apareció el esbelto cono del Llaima
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Rimbach

El mayor interés de los Rimbach, aunque más por curiosidad deportiva que científica, era examinar cráteres de volcanes. Es la primera ascensión registrada de este volcán de la Araucanía (existe un vago reporte de K. G. Vollmer en 1819). Friedrich Reichert, “el padre de los andinistas”, nació en Alemania. En su juventud, conquistó el “Matterhorn ruso”, Ushba (4707m), Fue contratado por el gobierno argentino para investigar los recursos minerales y realizar levantamientos topográficos. No siempre se apreciaba en círculos oficiales y científicos bonaerenses su costumbre de ascender cumbres durante sus misiones, ausentes del programa científico convenido. Sus primeros cometidos fueron en la puna del noroeste argentino. En la semana santa de 1905, ascendió el volcán Socompa (6031m), en la frontera con Chile. Ya casi llegaba a la cima misma:

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Cuando de pronto mi ascenso fue interrumpido por una vista notable e inesperada. Fue algo de lo cual yo no tenía ni la más mínima idea. A pocos pasos de mí se hallaba un enorme montón de leña cortada en trozos... de una madera parecida a la del algarrobo, corno que ya no se encuentra sino a gran distancia, en el linde oriental de la puna, donde están los valles calchaquíes. Según me contó después de mi ascensión una vieja indígena en su rancho del salar de Arizaro, aquello debía atribuirse a los transportes de leña realmente increíbles que realizaban los Incas por aquellos alrededores y que, siempre según la anciana, servían para prender fuegos como señales en puntos elevados de observación, situados hasta enormes distancias.
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Friedrich Reichert

Su segunda etapa fue la campaña en la cordillera central chileno-argentina. La tercera, una serie de viajes al sur chileno, centrados en el Tronador. La cuarta, sus exploraciones en los hielos patagónicos, centradas en el monte San Valentín. Es la segunda la que tuvo más impacto para los andinistas. Operando desde Argentina, Reichert acometió la exploración de las altas cumbres fronterizas entre el monte Aconcagua y el Tupungato. Reichert contaba con compañeros excepcionalmente fuertes, corno Fritz Bade y el suizo Robert Helbling, quien realizó la tercera ascensión del Aconcagua en 1906. Reichert coronó el Aconcagua poco después de Helbling, y en 1907 ambos ascendieron Los Gemelos (5110m), sufriendo lo indecible con los penitentes, inspirados por los relatos de la baronesa Meyendorff. En 1908 Reichert realizó en solitario la primera ascensión del Cerro Alto del Río Blanco, 5108m:

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Es indescriptible, narrar mi primera impresión, pues desde allí avisté, por primera vez, el grandioso mar de hielo que, proveniente del Nevado Juncal y sus vasallos, corre en dirección meridional, formando una alta sábana de hielo, la cual tiene muchos kilómetros cuadrados de superficie y sobrepasa en magnitud todos los ventisqueros de la región descritos hasta ahora. Es un aspecto comparable al que se tiene cuando desde la cima del Jungfrau hacia el ventisquero Aletsch, en el Oberland de Berna. Es la región más englaciada de este sector cordillerano, de cuya existencia nadie tenía conocimiento
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Reichert decidió explorar sistemáticamente todo el sistema glacial, ascendiendo entre otros al Cerro León Blanco (5185m), Cerro Central (5247m), y Cerro Doris (5241m). “Doris”, posiblemente recuerda a Doris Ward, fallecida a los pocos meses de vida, hija de un médico británico de quien Reichert recibió valiosa ayuda. La tumba de la niña se encuentra en el cementerio de Puente del Inca. Los testimonios de Reichert indican que su capataz Damasio Beíza y sus peones llegaron a varias cumbres, cargando instrumental geodésico. En febrero de 1908 Reichert marchó en demanda del que los británicos habían llamado “el Weisshom de los Andes,” el Cerro de las Polleras (5947m). Siguió la arista occidental hasta la cima, en la cual el andinista solitario descubrió un fósil marino bien modelado. El 20 de enero de 1910 Reichert, Bade y Helbling hicieron la primera ascensión del Nevado del Plomo (6070m). Desde la base, “tres días de trabajo efectivo,” según Reichert. Y el siguiente año de 1911 vio la del Nevado Juncal (5953m), al que los alemanes habían comparado a menudo con la Jungfrau (“Doncella”) de los Alpes. Pero éste era hueso duro de roer y Reichert y Helbling prepararon todo cuidadosamente. Agrega el primero:

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Teniendo presente además que para la travesía de estos glaciares desconocidos y difíciles dos hombres solos son insuficientes, preguntamos a nuestro excelente peón chileno Damasio Beiza si le agradaría acompañarnos. Damasio, muy bien equipado por nosotros, aceptó encantado nuestro ofrecimiento; si bien este hijo de las montañas no entendía nada de la técnica de escalar en los ventisqueros, siempre fue un miembro valioso para la expedición, por su carácter noble, su inteligencia y fuerza física.
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Friedrich Reichert

El Nevado Juncal habría sido, técnicamente hablando, el mejor triunfo de Reichert. Sin embargo, Evelio Echevarría, analizando las fotografías duda de que haya alcanzado la verdadera cumbre. En el verano de 1912, el mismo grupo partió otra vez:

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Éramos tres los que nos proponíamos escalar el Tupungato: el doctor Helbling, nuestro enérgico y audaz peón chileno Damasio Beíza y el autor.
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Friedrich Reichert

Cerca de la cumbre encontraron un pedazo de cuerda perteneciente a Vines y Zürbriggen, A mediodía del 21 de enero alcanzaron la cúspide. En su rol de arriero, Damasio Beíza se convirtió en verdadero montañista. En 1949, Evelio Echevarría junto a dos compañeros ascendieron el Cerro Palomo (4850m) creyendo que eran los primeros, y encontraron la siguiente nota: “primera ascensión, por arista norte. Paul Schucan, del Club Alpino Académico de Zürich y Damasio Beíza, de Los Andes. 1 de enero de 1927.” Es posible que haya sido el ministro de Alemania en Chile Friedrich von Erckert quien atrajo a viajar Reichert, por entonces catedrático de la Universidad de La Plata, a visitar Chile. Von Erckert, junto al porteño, P. Gentholz, había escalado en 1923 el volcán Mocho (2430m). Este logro fue superado en 1934, cuando un lugareño con compañeros de apellido Kárner y Steenblock, atravesaron desde El Mocho hasta la cima del volcán nevado gemelo Choshuenco (2240m), la primera ascensión reconocida. El informe da la impresión de que en el Choshuenco los ascensionistas marcharon mirando al cielo y no donde ponían los pies, tan impresionados estaban con las formaciones de nubes de aquel día. Reichret comenzó su etapa sureña con una tentativa al Cerro Tronador (3370m) en 1910, cuando con un “valiente chilote”, llegó “hasta la plataforma final” del monte. Desde allí ambos debieron devolverse por mal tiempo. Se renovó el intento el 28 de enero de 1911, por el glaciar que se levanta sobre Casa Pangue, en el lado chileno. Al llegar a una grieta de 20m de profundidad, Reichert se desencordó y saltó. Desde el otro lado rogó y rogó. Carrillanga le contestó: “Patrón: no sigo, aunque me mate”. Reichert decidió continuar solo. Frente a ello, el joven chilote se volvió a Carrillanga y le dijo: “Yo voy a saltar también. No puedo dejar solo a este caballero”. El chilote dejaba de ser peón y “pasaba a entrar en la familia de los montañeros”, como diría Saint-Loup. Juntos prosiguieron hasta el portezuelo entre las cumbres, sobre los 3000m, claudicaron. Reichert nunca alcanzó la cima del Tronador.

Quinta expedición de Federico Reichert al Cerro Tronador. Imagen: cultura de montaña

Junto a Von Erekert, Reichert ascendió el volcán Osorno e intentó el volcán Puntiagudo (2390m), en 1913. Junto a José Guerrero intentó el volcán Yate (2060m), pero falló también. Al descenso, Guerrero sufrió de ceguera temporal por nieve. Junto a Von Erekert y a alemanes de Valparaíso y Yumbel, ascendieron el volcán Antuco y probaron suerte en el Sierra Velluda.

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Una arremetida hecha para llegar a su corona dentellada por cierto nos llevó por senderos elegidos a las grandes alturas, mas no a la cima. No quise que el andinista diplomático pudiera encontrarse en situaciones desagradables en aquellas alturas olímpicas.
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Friedrich Reichert

Tanto se aficionó Reichert a la región de los lagos de Chile que adquirió una propiedad junto al lago Cayutué, donde estableció su hogar. Entre 1914 y 1940, llevó a cabo ocho viajes de exploración y estudio a la Patagonia. Intentó tres veces el monte San Valentín, en 1920, 1939 y 1940, fracasando las tres por mal tiempo. Los viajes restantes se hicieron a diferentes valles pero sin lograr ascensiones de importancia. Junto a Ilse von Rentzell hicieron la primera ascensión del Cerro Los Gemelos (2000m) en la zona del nacimiento del río Turbio. Reichert publicó un libro de memorias en alemán, y traducido al castellano por el hijo del poeta Rubén Darío.

“¡Qué lástima que la vida es tan corta y la cordillera tan larga!”, decía Reichert. Hay dos Cerro Reichert que lo recuerdan. Uno, de 5470m, cercano al Cerro de las Polleras, así bautizado por el profesor Humberto Barrera. El segundo, de 5350m, pertenece al grupo glaciado al norte del monte Aconcagua y fue así denominado en 1953 por andinistas argentinos. 

Von Erckert, por su parte, “encontró la muerte de los andinistas en el ventisquero del cerro Lanín”, en palabras de su amigo Reichert.

Los primeros clubes chilenos

Tres hermanos santiaguinos, Antonio, Avelino y Francisco Fuentes Maturana, ascendieron en febrero de 1912 el volcán Tinguiririca, un logro que repetirían tres años más tarde. El mismo febrero de 1912, dos anglo-chilenos, Heriberto Trewhela y Ridley Temperley, y un ítalo-chileno, Félix Mondini, acometieron el Cerro Altar por la mina de Los Bronces. El plan era subir el cerro La Paloma, aún no escalado, continuar por la arista y trepar al Altar. Veinte metros bajo la cumbre Trewhela sufrió una hemorragia nasal y se detuvo:

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Reposaba un momento con la frente apoyada cuando un hurrah de victoria bajó en sonoras ondas de la cima repercutiendo de cuesta en cuesta i avisando a las rocas i los hielos de los valles de Río Blanco, Yerba Loca e Infiernillo que el hombre había trepado la virgen cima del Paloma. Levanté la vista; divisé a Temperley, veinte metros más alto que yo, en cabeza, blandiendo su mano en el aire, con la ajilidad propia de la alegría, celebrando su triunfo. El Altar lo había vencido por cuarta vez pero en cambio hoi se llevaba la gloria alpina de haber escalado los 4970m del Paloma por primera vez
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Heriberto Trewhela

Justo en el momento en que se concretaban estas hazañas en forma informal, la institucionalidad comenzaba a tomar cuerpo.

La primera federación

El 21 de mayo de 1913 se fundó en Santiago el “Andinos Exploradores de Chile”, el primer club formado por chilenos. Sus miembros eran, de acuerdo a la prensa de la época, “un grupo de jóvenes entusiastas que anhelan la regeneración de nuestro pueblo apartándolo de los centros corruptores para llevarlo a practicar la vida de campaña, a respirar el aire puro de nuestras cordilleras, abandonando los malos hábitos de la ciudad”. En febrero de 1916, alcanzó 65 socios y ya había dado lugar a la formación de un segundo cuerpo, “Carlos Condell” con 40 socios, un tercero, “Santiago”, con 35, y un cuarto, “Elías Yáñez”, con 45. Más tarde se formó un quinto cuerpo, más propiamente andino, llamando “Montañeses”, con 25 asociados. De acuerdo a una crónica de entonces:

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La admirada obra del gran general inglés Baden Powell se encontraba hasta hoy incompleta, porque el scout debe abandonar las filas a los 18 años sin encontrar donde continuar la vida de excursiones y de campaña a que se ha acostumbrado y que sólo después de dos años de receso viene a reanudarla en las filas del ejército (cuando no se exime), para salir de ahí y olvidar para siempre las buenas costumbres que se adquieren en la práctica de la vida de campaña, donde se aprende a amar a la naturaleza y ser útil a la Patria mediante una constitución robusta que se adquiere gozando de los aires puros; hoy los Andinos Exploradores de Chile han venido a llenar ese vacío.
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En 1914 se fundó el Cuerpo Pirineos. En forma paulatina, siguieron el Santiago en 1918, el Caupolicán, el Magallanes, el Club de Excursionistas Hernando de Magallanes (luego Club Nacional de Andinismo y Ski), el Piloto Pardo, el Jorge Matte G, el Elías Yáñez, el Galvarino, el Barcelona y el 20 de Enero. El 12 de febrero de 1918 dirigentes excursionistas y scouts fundaron la Federación de Excursionistas y Exploradores de Chile, afiliada a la Confederación Deportiva de Chile. Integraban esta Federación el Cuerpos Excursionistas Santiago, Los Pirineos, Magallanes, Caupolicán, Galvarino, Piloto Pardo, Jorge Matte, Hispano-Americano y Los Montañeses. Todos tenían sede en Santiago, todos se denominaban “cuerpo excursionista”. El Andinos Exploradores de Chile se disolvió el año siguiente. Otros clubes que no se afiliaron a esta Federación, tales como el Cuerpo Andino Gath y Chávez, Cuerpo Excursionista Los Gavilanes y Cuerpo Excursionista Elías Yáñez. En Valparaíso la Federación reconocía a un grupo de clubes con rama de excursionismo: Silver Star, Valparaíso Deportivo y Alpinistas de Chile. En Talcahuano, reconocía a la Liga Deportiva Comercial. Esta federación pionera desapareció entre 1927 y 1929.

Más ascensos

En 1913, un geólogo llamado Walther Penck salió a la puna argentina, contratado por el gobierno de ese país. Llevaba una mula blanca, botellas de vino y carabina a la espalda, para combinar geografía, caza y el alpinismo. El 16 de diciembre, Penck ascendió en solitario al Nevado San Francisco (6016m), y cuatro días después trepó el Nevado Incahuasi (6601m), encontrando en la cumbre una varilla de origen desconocido. Volviendo a Valparaíso los socios del Deutscher Ausflug Verein comenzaron la publicación de D.A.V. Mitteilungen (1919), la primera revista de deportes de montaña de Sudamérica. En 1924, adoptó el nombre de Andina, que se mantiene hasta hoy. El Club Cordillera fue fundado en septiembre 1920 por grupo de artistas, fotógrafos, ingenieros y deportistas de montaña. Dirigía el profesor de la Universidad de Chile Ernesto C. Bonnencontre, que recorría la cordillera desde hacía 12 años para pintar paisajes. Fue un pintor famoso, con muchas exposiciones en Santiago. El Club Cordillera comenzó con La Paloma, Plomo y Altar. Este último, conseguida en torno a 1920 por el socio canadiense R. M. Barrington. El Club Cordillera acometió dos veces el Volcán San José. La primera, en 1920, con R. Lutz, E. Lauchli, E. Bonnecontre, E D. Cox y R. M. Barrington, falló porque armaron el campo alto a solo 3400m, y llegaron a 180m del cráter. Ese año, el alemán porteño Hans Owinner consiguió la cumbre norte del San José, de 5740m. Para al segundo intento del Club Cordillera, en 1922, ya eran diez: E. Bonnecontre, B. R. Barrington, H. Hudson, R. Luiz, E. Lauchli, M. Bonnefois, Viales, E Seymour, J. C. Power. Entre otros, llevaban dos trineos, patines, picas, leña y forraje. Viajaron en tren hasta El Volcán, luego en mulas, 40 animales, 5 arrieros y 2 mozos, dirigidos por José María Castillo. Llevan leña y forraje. Los trineos resultaron inútiles antes los penitentes. Las mulas llegaron hasta 4550m. El campo alto lo montaron a 4710m, donde comieron asado y se enfermaron. Para colmo, un viento huracanado se llevó la carpa.

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Parten a las 5 con viento. Con cordeles cruzan glaciar con grietas. Llegan a la base del cráter a un paso de 150m por hora; hay lava. Hay otro cono al norte, como una brecha, pero no hay hielo. Están a 5600m. Les duelen las sienes y no pueden calentar té. Vomitan aun el consomé. Abandona Bonnecontre, por sus pulmones heridos en la guerra europea. Completan los 280m hasta la cima; triunfan a las 15 horas del 27 de diciembre de 1922.
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R. M. Barrington

En realidad, no alcanzaron el punto más alto del cráter, el que solo fue visitado por Krückel y Pfenniger en 1931. En 1926, varios miembros del Caupolicán realizaron una travesía hasta la Laguna del Diamante, guiados por el baqueano “Che Vicente”. Tras varios años de paseos menores en la Cordillera de la Costa, 1924 es un año de cierta resonancia. En la capital, Theodor Malbranc y Hermann Sattler fundaron una institución hermana del Deutscher Ausflug Verein, que pocos años después arrebató a la filial porteña el cetro de la actividad. Es posible que la creación de está haya motivado a su vez una iniciativa igual en Valdivia, obra de K. Bauer, que no prosperó. En 1926, el geólogo alemán Friedrich Ahlfeld ascendió el Guallatire (6071m), haciendo notar que éste no estaba en la frontera chileno-boliviana, sino íntegramente en Chile. Ahlfeld fundó el Club Andino Boliviano (1939) y participó en 1928 en la famosa expedición a la Cordillera Real de Bolivia, de Hans Pfann y Carl Troll. En Chile ascendió el Cerro Oka (5310m) volcán Ollagüe (5874m) y volcán Irruputuncu (5168m). Carl Troll, geógrafo, junto a algunos “muleros” realizaron entre febrero y mayo de 1927 las primeras ascensiones del Arintica (5595m) e Isluga (5530m). El registro es asombrosamente parco. Solo lo hizo porque eran parte de su programa científico.

El andinismo alemán en el norte cierra con dos empresas que tenían por objetivo al volcán Parinacota (6330m). El ingeniero Josef Prem, y un joven arriero boliviano apellidado Terán, lo ascendieron en diciembre de 1928 y constataron ambos que el cráter tenía un broquel de 300 por 200m, con 100 de profundidad. En el punto culminante del cráter, al norte, Prem dejó su tarjeta.

También en 1928, Sebastián Krückel, Albrecht Maas y algunos otros compañeros introdujeron un esquí de ascensión. En Sudamérica, el esquí comenzó hacia 1880, cuando algunos noruegos fueron contratados por el gobierno de Chile para el servicio de correo entre Mendoza y Los Andes. Este cuerpo de esquiadores improvisados cesó en 1910, año en que el nuevo Ferrocarril Trasandino quedó inaugurado. Sin embargo, no había sido utilizado para alcanzar cumbres. Esta cordada los empleó para coronar el Cerro San Lorenzo (3720m), vecino a San José de Maipo, el 18 de septiembre, en un viaje de cuatro días.

El mismo año, Maass, Krückel y Hermann Sattier acometieron la meta más ambiciosa hasta entonces: el Cerro Marmolejo (6108m). Contaban ellos con un arriero al cual Krückel nunca ha dejado de alabar, José María Castillo. Rodearon al volcán San José por el sur, cruzaron un portillo fronterizo y descendieron al lado argentino de la cordillera, hasta enfrentarse al gran glaciar noreste del Marmolejo, cerca del cual emplazaron el campamento alto a 4400m. Debido a la mala calidad de los implementos de camping, en esa época se prefería evitar los horrores de las noches en la alturas, y se acampaba bajo El arriero apuntó con su dedo a la cumbre y dijo “El hombre que suba ahí no nació todavía.”

Partieron a 6 a.m, pero no llegaron ese día a la cumbre. Retardados por los penitentes y las grietas a franquear, vivaquearon a medio camino. Sí alcanzaron la cúspide el día siguiente. Fue el mayor triunfo del club hasta entonces.

Un año después Maas, junto a H. Conrads, un tipo de apellido Wolf y el suizo Otto Pfenninger se anotaron con la primera ascensión del cerro Mesón Alto (5257m). Y ese mismo 1929, Federico Fickenscher y Wilhelm Klatt, dos amante de la cordillera, que cazaban y trekkeaban, y ocasionalmente escalaban, publicaron su Carta de Excursionismo de la Cordillera Central, escala 1:100.000, basada en los levantamientos de Riso Patrón y Reichert. Las exploraciones realizadas en el Ventisquero Olivares, de Santiago, por el ingeniero Ruperto Bahamonde y el profesor Humberto Barrera, motivaron una segunda versión mejorada de esta carta (1935). Fue el mapa obligado de los andinistas chilenos.

Dos años más tarde, Maass alcanzó en solitario la cumbre del Cerro San Francisco (4345m). La reconoció como “primera ascensión deportiva”, implicando que mineros o indígenas lo habían precedido. Escogiendo cumbres inescaladas, mientras sus contemporáneos repetían ascensos a otras que ya comenzaban a hacerse populares, Maass ascendió en 1932 el Cerro Cortaderas (5220m), con Brüning, Niederer y el fuerte y experimentado austríaco Erwin Hein. Para coronar su carrera, Maass fue invitado al monte Aconcagua. En julio de 1932, la expedición austro-alemana de Philips Borchers había cosechado numerosas cumbres de la hasta entonces casi desconocida Cordillera Blanca del Perú. Se consiguió así la quinta ascensión, en el temprano mes de noviembre. De Maass, se supo que exploró la base del Cerro Mercedario, y luego no se supo más de él.

Sebastián Krückel tiene a su haber una carrera larga y honrosa. Miembro del Deutscher Ausflug Verein, también emergió del casi anonimato después de la gesta del Marmolejo. Se ejercitó en senderismo, esquí, andinismo, fotografía, estudio de la historia de la alta montaña e historia natural montañesa. En 1931, junto al suizo Pfenniger, ganó la cumbre del volcán San José, el que había sido objeto de repetidos intentos infructuosos, exactamente un siglo después de la tentativa de prusiano Ferdinand von Meyen.

En 1932, el Club Alemán echó los cimientos de su refugio de Lo Valdés, convirtiendo a la zona alta del Cajón del Maipo en el epicentro de la actividad andina. Si bien en 1933 los socios del D.A.V de Valparaíso Skerra y Weinreich ascendieron por primera vez el Cerro Gloria (4479m), que se convertiría en el principal objetivo de los porteños, la prioridad pasó al valle del Maipo. Además, en 1932 Kurt Klemm publicó El baqueano del alpinista chileno, la primera guía de montaña de Chile y Sudamérica, concentrada en la zona central accesible desde Santiago. En Lo Valdés se esquiaba, se caminaba y desde allí partían grupos ocasionales a buscar cumbres. La joya era el Cerro Morado, que por su pared sur fue llamado “el Matterhorn chileno.” En 1934 arribó al país la Crociera alle Ande, del Club Alpino Italiano, quienes ambicionaban embolsarse la primera ascensión del Morado. Antes que ello ocurriera, Krückel y Pfenniger lograron escalarla:

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Ninguna montaña de la cordillera atrajo tanta competencia, debido a su belleza y a su fácil acceso. Ya en 1926, Eschenburg, Fetzahn y yo ubicamos la ruta de acercamiento y lanzamos el primer intento. Todavía con Albrecht Maas y otros hice tentativas en varias ocasiones. Siempre fuimos rechazados. Para este cerro hubo veinte tentativas antes de fines de 1933

En diciembre de aquel año Otto Pfenniger me persuadió de que deberíamos hacer una última tentativa. Y alcanzamos la cumbre en cinco horas desde el campo alto en Loma Amarilla, sobre la quebrada de Cortaderas. Hicimos progreso rápido debido a que los tramos difíciles nos eran conocidos por las muchas tentativas nuestras. Nos detuvimos ante los últimos 100m que nos quedaban. Habíamos llegado temprano a ese punto, lo mismo que otras cordadas. Pfenniger, de ordinario tan tenaz, tuvo ese día muy malos ratos. Y yo también me había anticipado algo así. Primero hubo que descender una parte por el flanco oeste y luego, una travesía peligrosa que ejecutar. En silencio, con preocupación, ocupamos la cumbre, pensando en nuestras esposas y niños en casa. Era el 23 de diciembre.

Los italianos, por desgracia, habrían de ofenderse, ya que les habíamos ganarlo la delantera a ellos y así lo manifestaron amargamente en el órgano del Club Alpino Italiano.
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Sebastián Krückel

Pero el Cerro del Morado no fue más que uno de los muchos galardones ganados por Krückel. Quiso su mala estrella que no pudiera participar en un último intento, después de varios que él, Pfenniger y Karl Walz hicieron al trapecio de hielo del Nevado de los Piuquenes (6019m). A la tercera tentativa el nevado cedió ante sus amigos, cuando Krückel ya había regresado a Santiago.

En 1935, con la misma cordada, ascendió el monte innominado de 5750m, vecino al glaciar Juncal Sur. Krikkel lo bautizó Cerro Riso Patrón, en homenaje al distinguido geógrafo por quien sentía gran admiración. En 1937, pero sin Pfenniger, el pequeño grupo ascendió el Cerro Pirámide (5484m).

Después de 1937 Krückel parece haber abandonado el andinismo de grandes alturas, pero siguió realizando trekking y travesías de esquí de primavera. Como fotógrafo de montaña, Krückel no tuvo par en su tiempo. Fue el primero en el país que atrajo la atención hacia la flora de altura. Krückel y Maass, como la mayoría de los andinistas alemanes de su tiempo, vivían y obraban por y para un círculo puramente alemán. No así Hermann Sattler, quien desde su regreso del Marmolejo comenzó a pensar en términos puramente chilenos. En abril de 1933, cuando habían aparecido ya las primeras comunidades de montaña y de deportes de invierno propiamente nacionales, publicó un aviso en El diario ilustrado llamando a la formación del “Club Andino de Chile”, el club más antiguo que sobrevive. Solo respondieron el catalán Francisco Carrasco y el chileno Oscar Santelices. Sattler no era hombre que se desanimara, y con sus dos socios siguió adelante.

Cuando se firmó el acta de fundación se registraron ya 37 nombres en la sección santiaguina. Hacían excursiones dominicales a la cancha de las Velas de San José de Maipo y cerros vecinos. Al año siguiente ya habían resuelto la construcción de un pequeño refugio para 30 personas (ampliado a 90 en 1938) y un poco después construyeron otro en la región de Maitenes, que se denominó Piuquencillos, por su cercanía al cerro homónimo, con capacidad para 22 personas. En 1939 se creó “La Lola”, una competencia ideada por el socio Humberto Espinoza y que se corría para las fiestas patrias. En 1937 se obtuvo del Departamento de Caminos la iniciación de la carretera desde San José a Lagunillas, construyéndose ese año 6 kilómetros de camino, que posteriormente se prolongó hasta las canchas mismas.

En abril de 1935, el alemán Juan Schuckert, Sattler mismo y otros fundaron una sección en Valparaíso del Club Andino de Chile. Seguirían secciones en Osorno (1935), San Felipe (1937), Los Andes (1937), El Teniente (1937), Cautín (1937), Punta Arenas (1938), Curicó (1938), Los Ángeles (1938), Talca (1940), Los Bronces (20940), Chillán (1940), Antártica Chilena (1947), Puerto Natales (1948) y Puerto Montt (1950).

La numerosa sección de Punta Arenas, era dirigida por Henning Willumsen, hijo de daneses. Willumsen desarrolló el esquí y el patinaje de hielo, y junto a J. Floegel se anotó la primera ascensión de la cumbre más alta del Cordón Barros Arana, de 2200m.

En mayo de 1937 el club creó su Boletín informativo, que en 1941 se transformó en la Revista Andina, con Humberto Barrera como director. En 1945, el Club Andino de Chile absorbió al Club Gaurisankar, que había sorprendido con repeticiones del Cerro Morado y del Alto de los Leones.

Las asociaciones

El 30 de Abril y 19 de Mayo de 1939, concurrieron muchos andinistas a la inauguración del refugio del Club Excursionista Gastón Saavedra en Farellones. Decidieron instaurar la Asociación de Excursionistas y Andinistas de Santiago. Menos de dos meses después, en junio, apareció la revista El Andinista, órgano oficial de la naciente Asociación. Esta organización parece haberse disuelto el mismo 1939, pues el 13 de noviembre se reunieron en el local del Cuerpo Andinista Chileno, los representantes de los clubes Andinistas Chileno, Gastón Saavedra, Deuma, Caupolicán, Magallanes y Andino de Chile, en la que acordaron nombrar una comissión para que estudiara la formación de una Asociación en Santiago y otra en Valparaíso y constituir más adelante la Federación de Excursionismo y Esquí de Chile. Se publicó un aviso en la prensa pidiendo la adhesión de todos los clubes, y citando a reunión el 21 de Noviembre. Se discutió si formar asociaciones de esquí y andinismo por separado, pero al final se resolvió crear un solo ente, que operara con ramas. Cada rama elegiría tres directores, los que a su vez elegirían un presidente entre los delegados de los clubes, el que no tendría derecho a voto. El 28 de Noviembre se reunieron de nuevo, y se fundó oficialmente la Asociación de Ski y Andinismo de Santiago. El primer directorio fue:

  • Presidente: Sr. Carlos Piderit Gárate (Andino);
  • Vicepresidente: Sr. Arturo Podestá Denegri (Ski C. Chile);
  • Secretario: Sr. Fernando Vergas Correa (Andino);
  • Prosecretario: Sr. Jorge Vargas Cortés (Caupolicán);
  • Tesorero: Sr. Aníbal Almendras (Deuma);
  • Protesorero: Sr. Humberto Saavedra Torres (Gastón Saavedra);
  • Director asesor: Sr. Luis Gatica Navarro (G. E. de Chile).

El primer programa de trabajo era el siguiente:

  1. Crear la Legión de los Excursionistas Chilenos ProDefensa Nacional, pues su conocimiento de las huellas cordilleranas y su capacidad para afrontar largas caminatas los capacitan para tal objetivo.
  2. Obtener el libre acceso a los parajes cordilleranos para quienes posean el Carnet de Excursionistas.
  3. Obtener la declaración de parques nacionales algunos parajes de extraordinaria belleza y excepcionalmente apropiados como lugares de excursión.
  4. Desarraigar la idea de que estos deportes no están al alcance de los modestos recursos del pueblo, procurando obtener la ayuda del Estado, del Ejército, de los organismos sindicales, de las instituciones de defensa de la raza y especialmente del Comité ProDeporte Popular, para dar facilidades para su práctica y obtener que sea declarado Deporte Oficial.
  5. Obtener la ayuda del Gobierno para la creación y mantención de nuevos caminos de acceso a lugares aptos para el excursionismo, lo cual favorece también al turismo nacional.
  6. Conseguir de la Dirección del Ejército:
    1. Artículos dados de baja en el servicio, para ofrecerlos a precios convenientes a los asociados;
    2. Elementos de movilización para que los clubes realicen excursiones los fines de semana.
  7. Crear el Hogar de los Excursionistas, a la brevedad posible.
  8. 'Dar especial importancia a las producciones literarias sobre la montaña, donando un premio anual al mejor trabajo, y crear la Biblioteca Andina.

La Asociación realizaba campamentos anuales en conmemoración de su fundación y organizaba excursiones populares. Formó la Escuela de Escaladores, que estuvo a cargo de Carlos Píderit, Gustavo Lange y Alex Alig, en la que se enseñaba el uso de la cuerda y técnicas de roca. En 1940, a instancias del Club Andino de Chile, se realizó el primer concurso fotográfico andinista, con cuyas mejores piezas se inició el Libro de Oro de la Montaña Chilena, concurso que posteriormente se repitió durante varios años con gran éxito con el nombre de Salón Foto-Andinista. Fue cedido después por el club organizador a la Asociación Santiago de Andinismo y Excursionismo. Siguiendo los pasos de la asociación santiaguina, se configuró en regiones un gran número de nuevas asociaciones:

  • Asociación Santiago de Andinismo y Excursionismo (en adelante, “Asociación Santiago”) 1939
  • Asociación de Andinismo Quinta Región Valparaíso 1942
  • Asociación Deportiva Militar de Río Blanco, 1957
  • Asociación Universitaria de Andinismo 1958.
  • Asociación de Andinismo de O'Higgins 1959.
  • Asociación de Andinismo de Valdivia 1958.
  • Asociación de Andinismo El Loa, Calama.
  • Asociación de Andinismo Cuarta Región La Serena.
  • Asociación de Andinismo de Concepción 1975
  • Asociación de Andinismo de Coyhaique 1977
  • Asociación de Andinismo de Nuble, Chillón 1978
  • Asociación de Andinismo del Maule, Talca 1978
  • Asociación de Montañismo Antupirén, Santiago 1979
  • Asociación de Andinismo del Limarí, Ovalle 1979
  • Asociación de Andinismo del Choapa, Illapel 1979
  • Asociación de Andinismo de Tarapacá, Arica 1980
  • Asociación de Andinismo Manquelme, Santiago 1981
  • Asociación Regional de Andinismo de Atacama, Copiapó1981
  • Asociación de Andinismo y Excursionismo de Magallanes y Antártica Chilena, Punta Arenas, fundada el 1982
  • Asociación de Andinismo de Malleco.

Mientras ello ocurría, el auge del esquí había contribuido con miembros. Junto con ello, con fondos, favoreciendo la supervivencia de los a los clubes de montaña. El Ski Club Chile fue fundado el 11 de Julio de 1931, en una época en la que su actividad estaba más íntimamente ligada al andinismo. A fines de 1939, se formó la Asociación de Ski y Andinismo de Santiago. Dos años más tarde, se constituyó la Asociación de Ski y Andinismo de Valparaíso y Aconcagua. Los clubes de esquí buscaban pistas, lo que para el andinista significaba caminos y refugios. El esquí ayudó además a atraer a la cordillera un público más amplio. Sin embargo, el boom del esquí creó problemas en la Asociación Santiago, cuyo directorio estaba integrado mayoritariamente por esquiadores. En abril o mayo empezaba la programación y preparación de las competencias oficiales. Desde septiembre, cuando concluían, los directores concurrían muy poco a las reuniones, por lo que fracasaban por falta de quórum. Esto se agudizaba en las asociaciones de Chillán al sur. Se consideraba que por el clima el excursionismo no era apropiado. En respuesta al aumento de andinistas, esquiadores e instituciones, se resolvió crear una organización que las reuniera a nivel nacional. El 20 de Mayo de 1942 fue fundada la Federación de Ski y Andinismo de Chile. Como resultado de la negociación, su presidente era esquiador y su vicepresidente andinista:

  • Presidente: Arturo Podestá
  • Vicepresidente: Carlos Píderit
  • Secretario Nacional: Vladimir Covacevic
  • Secretario Internacional: Alfredo Cordero
  • Tesorero: Mariano Guerrero
  • Director: Roberto Montandón

Al 31 de Diciembre de 1943 había 35 clubes y 3.480 asociados. Como Vicepresidente de la Asociación Santiago en 1942-43, Arturo Larraín llegó al “convencimiento de que era preciso de una vez, organizar eficientemente el deporte del Andinismo en nuestra Patria, y luego difundirlo y desarrollarlo'”. Creó entonces el Consejo Chileno de Andinismo, para estudiar el ordenamiento y unificación de las reglas andinas, con el objeto de confeccionar los respectivos reglamentos. Los convocados fueron:

  • Club Alemán: Sebastián. Kruckel, Otto Barentin, Rudi Vogel, Rodolfo Goyeneche, Wilhelm Stein, Sigfried Kosche, Federico Fickenscher y Jurgens Luders.
  • Club Andino: Carlos Píderit, Humberto Barrera, Gustavo Lange y Pedro Pruna
  • Club Suizo: Otto Pfenniger, Jorge Alig, Herman Eless y Dr. Moser
  • Ski Club Chile: Aníbal Osorio, Ramón Ortúzar y Santiago García.
  • Gaurisankar Club: José Jeffs, Alejandro Fergadiott, Walter Bachmann, Carlos Espinoza.
  • Unión Española: José Villasante y Roberto Busquets.
  • Llanquihue: Elio Dalmazzo
  • Gastón Saavedra: Jorge Grez.
  • Stade Francais: Andrés Lagrange.

El Consejo Chileno operó entre el 25 de Septiembre y el 16 de octubre de 1942, con Avelino Muñoz como secretario. En la primera sesión se estudió el reglamento de ascensiones, clasificaciones, libro de cumbre y denominación de cerros. En la segundo, la confección del reglamento de equipo, aprovisionamiento y alimentación. En la tercera, confección de un manual de rutas cordilleranas y problemas relativos a movilización, señalización, refugios de montaña e inscripción de arrieros. En la cuarta y última, se trataron problemas generales, patrullas de salvataje, escuela de escaladores, control médico, biblioteca y museo andino. Se confeccionó el Reglamento de Guías y Ascensiones, luego Reglamento de Montañismo. También se formó la Comisión de Obras Andinas, la que fue integrada por andinistas, representantes de instituciones del Estado, del Ejército y particulares. Esta Comisión celebró varias reuniones, en las que se elaboró un programa de trabajo, que comprendía:

  1. Plan para la construcción de refugios
  2. Construcción de refugios, atendiendo a las necesidades deportivas, turísticas, científicas y militares,
  3. Fijación del número, ubicación y características de los refugios.
  4. Elaboración de presupuestos, transporte de materiales, etc.
  5. Plan de caminos cordilleranos.
  6. Señalización de las rutas y comunicaciones.
  7. Presentación de este plan al gobierno para obtener aprobación y financiamiento.

El Reglamento de Guías y Ascensiones fue aprobado por el Consejo de la Asociación en el mes de Julio de 1943 y fue publicado en la Revista Andina. En 1946 la Asociación Santiago estableció un examen médico y la ficha respectiva, por gestión de Julio Villalobos y con apoyo del Instituto de Educación Física. A indicación del Vicepresidente de Andinismo de la Asociación, Héctor Tapia, se acordó colocar Libros y Cajas de Cumbre en los cerros de mayor importancia. La primera se colocó en el cerro El Plomo en 1947.

De vuelta a las montañas

De vuelta a las montañas. El año del Tronador es 1934. Primero, dos italianos perecieron intentándolo. Luego, el alemán de Bariloche, Germán Claussen, solo y partiendo en noche de luna, logró la ambicionada meta el 29 de enero. Cuando se le preguntó qué vio en la cumbre, respondió: “No vi línea alguna que separase a ambos países”. El 8 de septiembre de 1937, el joven Rodolfo Roth y un experimentado guía alpino suizo, Hermann Hess, vencieron el difícil Cerro Puntiagudo (2390m). Al descenso, Roth resbaló, arrastrando a su compañero. La cuerda que los unía se cortó. Hess, aunque herido, se salvó por milagro. Roth, en cambio, falleció. Fue enterrado el año siguiente en los riscos al pie del mismo Puntiagudo. En la Patagonia, el explorador alemán Augusto Grosse, “buscando campo colonizables, posibles rutas camineras y levantando cartas geográficas,” hizo un número de ascensiones en una región donde esta clase de empresas era muy rara.

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En el año 1934 subí al Cerro Plomo, 2200m sobre el nivel del mar, situado en ribera sur del lago Yelcho en su extremo suroriental en Chiloé continental. Me acompañaron en esta oportunidad los señores Max Junge y Dr. Ing. Carlos Ludwig (fue una ascensión primera).

Otoño 1937: explorando los valles Puyuhuapi y Riso Patrón en la provincia de Aisén, en compañía del señor ing. civil Otto Uebel, subimos al cordón cordillerano entre el valle del río Riso Patrón y el lago Rosselot, bautizando el punto más alto del cordón con el nombre “Corona”, 2000m. de altura más o menos, como meta de esta ascensión primera.

Unos días más tarde después de la ascensión del Cerro Corona, subí al Cerro Fesoro, 2000m de altura y emblema del lugar Puyuhuapi, pro. de Aisén. Los señores Ernesto Ludwig y Luis Hecht me acompañaron en esta ascensión que también era primera. Como ascensiones primeras se pueden considerar también los cerros Cóndores, Cumbre Blanca y Campana
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Augusto Grosse

El Cerro Cumbre Blanca (1350m), vecino al Lago Caro fue ascendido en abril de 1942. Las cumbres de los cerros Campana (1900m) y Cordón Huemules (2000m) también fueron alcanzadas por Grosse, acompañado del agrimensor Torrealba y de “cuatro alarifes”, entre fines de noviembre e inicios de diciembre del mismo año. Un último ascenso fue realizado después al Cerro Menor (1400m), en la región de los hielos Patagónicos del valle del río Pascua.

Bonacossa y los polacos

En los años 30, el nombre del conde Aldo Bonacossa entra tres veces en el presente historial, debido a otras tantas expediciones: 1934, 1937 y 1939. Bonacossa dirigió la “Crociera alle Ande” de 1934 con el patrocinio del Club Alpino Italiano, poderosa institución representativa del país. Esta crociera era reflejo del intenso nacionalismo despertado en Europa después de la primera Guerra Mundial. Figuraban en ella alpinistas fuertes y hábiles, entre los cuales descollaba Giusto Gervasutti, uno de los ases del alpinismo europeo de los decenios de ‘30 al ‘50. Los objetivos estaban bien elegidos: cumbres vírgenes, primeramente, como el monte Tronador, en el sur, y los cerros Morado y Alto de los Leones (5445m). Para finalizar, el Aconcagua.

La crociera tuvo un horrendo comienzo. En una tempestad perecieron en el monte Tronador Matteoda y Durando. La búsqueda y el rescate consumieron mucho tiempo y energía. Luego se dividieron: un grupo operó en Argentina, donde realizó la séptima ascensión del Aconcagua y la primera del Cerro Cuerno (5486m), en la que participó el arriero chileno Mario Pastén.

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Me había dicho que tenía gana de subir con nosotros alguna cumbre y como Ghiglione, a quien no le gusta llevar mochila, buscaba un porteador, Pastén se nos agregó, después de habérsele premunido de un par de crampones y una picota, lo que lo dejó muy satisfecho.
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Renato Chabod

Con el tiempo, Pastén en su rol de arriero se volvería una figura capital en las expediciones al Aconcagua.

El segundo grupo al mando de Bonacossa operó en Chile. Intentaron el Alto de los Leones, que los lugareños apodan “Casco de Bombero”. Los italianos lo consideraban como alle piu bella vittoria por ganarse en Sudamérica. Reichert lo había descrito así:

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En forma de paredes lisas e inaccesibles se levanta esta magnífica montaña, dominando como obelisco gigantesco todo el valle Juncal chileno. Acorazado por todas partes por paredones casi verticales de más de 1100m de altura, el cerro Los Leones, que puede figurar como símbolo de las llanuras chilenas precordilleranas, nunca perderá su virginidad, pues la accesibilidad de su cumbre nos parece quedar fuera del límite de lo posible.
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Friedrich Reichert

Fracasaron dos veces, pero consiguieron ascender la cima norte del Nevado Juncal (5925m), en la media oscuridad del crepúsculo. En el tercer grupo, Gervasutti había formado cordada con Luigi Binaghi, tan fuerte y experto como él. Descubrieron que los alemanes se les habían adelantado.

En un viaje a Lo Valdés habían divisado una “bella y elegante punta de aspecto difícil”. No tenía nombre y se alzaba al sur del Cerro Cortaderas. En el alto Valle de la Engorda fijaron un campamento a 3800m, desde el cual ascendieron al portezuelo al norte de la punta en cuestión, y desde allí, a la cima de la misma, por roca (4975m). La bautizaron Punta Campione d'Italia por una brigada juvenil fascista. Al regreso, en medio de la oscuridad, tuvieron que suspender el descenso en el portezuelo y pasar una noche inquietante ante el mal tiempo que se anunciaba. Era 23 de marzo y la noche siguiente, ya a salvo, vieron que había caído medio metro de nieve.

De vuelta en Santiago, notaron otra punta directamente al norte del Cerro Plomo, también sin nombre. Binaghi deseaba vivamente ascenderla pues “se le podía imponer un nombre de Italia, un nombre de algo fascista que nos sea común”.

Gervasutti reconoció que fue una de las ascensiones más difíciles de su carrera. Por el valle de la Yerba Loca y con un campamento a 4050m treparon por filos alternando con paredes de roca de dudosa estabilidad. “No son roca, sino una mezcla heterogénea de minerales... ahora puedo darle la razón al que me diga que la picota sirve para la roca”, escribió Binaghi. Las dificultades empezaron a los 4900m

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Pero la cima está aún muy lejana. Hacia los 5100m una aguja de una treintena de metros se levanta hacia el cielo. La estratificación de la roca no da mucha confianza, pero es la única vía que se ofrece; si no, se debería descender unos 200m y contornear la pared, lo que haría perder mucho tiempo. Giusto ataca; quiere una foto, pero yo estoy muy abajo y no la tomo […] Alcanzamos la punta, desde donde pasamos al filo por una veintena de metros... ahora continuamos algo mejor. A 5200m encontramos un torreón de roca negra. Es menos difícil que los anteriores y lo vencemos con más seguridad. Ante nosotros, un último baluarte y luego llegamos al vértice... Desilusión: la cima está aún más allá. Por una fácil y aplanada cresta llegamos a ella en unos 20 minutos. El aneroide marca un poco más de 5400m y el reloj, las 15:35. Giusto dice “Ahora me siento como león.» Construirnos la pirca tradicional, en la cual introducimos el estuche del C.A.I. con la bandera italiano y un papel con el nombre de la punta: Cerro Littoria
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Luigi Binaghi

Binaghi escribió un breve análisis comparando las posibilidades que ofrecían las cordilleras de Chile y las de Argentina. Se quedó con Chile “¡... qué mulas y qué arrieros! ¡De primerísima clase! Y esto es bueno pues es Chile el que ofrece el mayor número de metas”.

De los ocho nombres nuevos sobreviven dos. La Punta Campione d'Italia fue recortada a “Punta Italia”, y el Cerro Littoria. No sabían que el que llamaron Littoria era el Cerro Unión, pero su nuevo nombre terminó por imponerse. El Littoria fue vuelto a subir por Fergadiott y Píderit, pero cruzando desde el Cerro El Plomo. La “ruta Gervassutti” fue repetida por L. Krahl, S. Kunstmann y E. Meyer recién en 1954.

Bonacossa partió en 1937 a la cabeza de otra expedición de cuatro personas, con sus ambiciones puestas en el Fitzroy de Patagonia, y en el Alto de los Leones, de la región central. Tras tres meses, retornaron con las manos casi vacías. Apenas sobrepasaron la altura donde comienzan las verdaderas dificultades. Solo conquistaron la cima del Cerro Ñato (2809m), del cordón Adela.

La tercera y última expedición de Bonacossa, de 1939, fue junto el doctor Carlo Negri y al porteador alpino Remigio Gerard. Comenzaron por Cerro Negro (4928m, ex Cerro Pedestal), aledaño a la Mina Disputada de las Condes. La minera había ofrecido una recompensa en metálico a los mineros que la ascendieran. Los italianos creían que seguía inescalado, pero en Pérez Caldera averiguaron que una partida de chilenos, entre ellos el glaciólogo Humberto Barrera, había ganado la cumbre en 1938. Siguieron para al menos aclimatar, y alcanzaron la cúspide el 24 de enero de 1939, y se descubrió que un grupo de chilenos había llegado antes. En la carpa de regreso, experimentaron el terremoto de Chillán. Avalanchas de roca y piedras cayeron a cierta distancia de su carpa.

El gran objetivo era el Cerro Tocorpuri, al que las cartas chilenas de 1907 daban 6755m. A su llegada a Calama, Bonacossa quedó sorprendido que nadie supiera nada de semejante montaña. Un cazador de chinchillas que había hecho andado por el caserío de Tocorpuri le dijo que no recordaba tal relieve. Además, se sucedió un temporal tras otro. Llegaron a Machuca y Tocorpuri (4010m y 4475m) y una mirada bastó para comprobar que era un error de imprenta, o del copista que los preparó. Eran 5755mi, no 6755m. ¿Cómo fue posible tal error? El riguroso Luis Riso Patrón había preparado en 1928 un documento para la Sociedad Geográfica Norteamericana en el que afirmaba que el Aconcagua no tenía 7000m, sino 6960 y era seguido por el volcán Ojos del Salado (6870m), el Nevado de Pissis (6780m), el Huascarán (6773m) y el Tocorpuri (6755m).

Con nieve honda Bonacossa y Gerard ascendieron el Tocorpuri el 19 de febrero y mudaron luego el campo base al otro lado del río Putana, situándolo entre el Cerro Colorado (5742m) y otro de cota 5820m. Esta última fue ascendida por Negri el 21 del mismo mes, mientras los otros dos ganaban la cima de la cota 5840m. El 22 Gerard, solo, ascendió el Colorado y días después, con Bonacossa, el volcán Licancabur.

Ascendieron por la vertiente noreste, fácilmente, con nieve sólo desde los 5300m. Hallaron dos atados de leña de evidente origen antiguo, después restos de plazoletas, probablemente destinadas a ser habitadas por unas pocas personas. En la cumbre surgía de la profunda capa de nieve la parte superior de un amplio reciento de piedra. Los incas debían celebrar en la cumbre el rito de la salida del sol, con alojamientos y sacrificios humanos. Al descenso, al pie de la montaña, se encontraron restos de muchos recintos de piedra. Claramente, campos base para la subida.

La última meta era el Volcán Pili, o Acaramachi, de 6044m. Los indígenas lo llamaban el “caracol de piedra”, por las dos puntas que se levantan a cada extremo del cráter. Demandó una larga marcha, en camión a Toconao y luego en mulas. Bajo repetidos temporales, con una carpa a 5000m, Bonacossa y Gerard llegaron a la cima el 14 de marzo, ascendiendo por

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rápidas lomas de nieve y roca vidriada, tapadas por las nevazones; cerca caían enormes avalanchas de proporciones mayores que las que se ven en los Alpes. En los días siguientes, después de otra tentativa frustrada por el intenso frío de la mañana, regresamos a Toconao y de ahí a Antofagasta.
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Aldo Bonacossa

La tentativa frustrada fue al vecino Aguas Calientes (5932m). En 1971, una expedición deportivo-arqueológica del Club Andino de Chile descubrió lo que Bonacossa no pudo haber descubierto por la nieve: restos de altares indígenas en la cumbre del “caracol de piedra”. Lo mismo para el Cerro Colorado. En 1975, Beorchia y compañeros del Club Andino Mercedario hallaron señas indígenas, ocultadas por la nieve para Gerard.

En 1934, Bonacossa logró la séptima ascensión del Aconcagua. Dejaron la bandera de Italia en la cumbre. Un grupo de polacos, entre ellos Sefan Osiecki, subieron por la actual “ruta polacos”, y la bajaron horas después, para molestia de los italianos.

Sefan Osiecki regresó en 1937 con tres fuertes compañeros: Justyn Wojsznis, Witold Paryski y Jan Szczepanski. Desde el pueblo argentino de Tinogasta partieron con cuatro arrieros y 25 mulas hacia el paso internacional Tres Quebradas. El terreno era

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un gran desierto circundado por montañas. Lo caracterizan extensos pedregales unidos entre sí por portezuelos los que apenas se destacan, lagos salados, arroyos secos en esta época del año y, en fin, una enorme escasez de vegetación. En este paisaje sombrío y gris se elevan hacia el cielo los blancos nevados que, por contraste, parecen aún más altos. Del conjunto emana una extraña y amenazadora sugestión. Completan esta impresión desconsoladora numerosas osamentas de bueyes y mulares esparcidas a la vera del camino, no pocas tumbas humanas y el viento, que sin cesar castiga nuestros rostros.
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Sefan Osiecki

Comenzaron, el 18 de enero de 1937, con el Cerro de los Patos o Tres Quebradas (6250m), en cuya cumbre hallaron vestigios indígenas. Luego ascendieron cuatro cumbres del macizo de los Cerros de Nacimiento: 6493m, 6460m, 6330m y 6200m. Luego, coronaron el Nevado de Pissis (6780m), así bautizado por San Román en 1885, quien ignoraba sus nombres autóctonos: nevado Pillahuasi y Nacimientos de Jagüé. Hasta ahora, todo en Argentina. Luego subieron las dos cumbres principales del nevado Tres Cruces, 6753m y 6620m. Osiecki explicó que:

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Este cerro era la parte más difícil de toda nuestra expedición. Ya en sus comienzos, unos murallones que formaban una pared casi vertical y bastante elevada ofrecieron serias dificultades técnicas, pues había que escalarlos trabajosamente llevando unos 25 kgs, de peso en las mochilas. En 6000m estalló una intensa nevada acompañada de descargas eléctricas, lo que impuso un campamento al pie de la segunda cumbre del Tres Cruces. Nevó copiosamente durante la noche y al día siguiente se emprendió nuevamente la marcha. Los andinistas continuaron por el glaciar sur, recubierto de una gruesa capa de nieve fresca y pudieron alcanzar así la cumbre norte (6620m) mientras volvía a nevar
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Sefan Osiecki
Expedición polaca de 1937 al volcán Ojos del Salado. En los extremos, Justin Wojsznis y Jan Szczepanski. Foto: W. Paryski. Gentileza: Cultura de Montaña.

El 26 de febrero, Wojsznis y Szczpanski ascendieron el volcán Ojos del Salado] (6885m). Los polacos forzaron las mulas hasta los 5800m por el flanco suroeste. Allí se fijó el primer campamento.

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Tras otro día de penoso ascender sobre faldeos arenosos y campos de hielo se alcanzó una cumbre de 6400m, erigida sobre un lago desconocido cuyas aguas estaban totalmente cubiertas de hielo. Allí se pernoctó.

La etapa siguiente se desarrolló sobre la cúpula de la cumbre, cúpula que forma una especie de explanada cubierta de arena y de enormes rocas que cerraban el horizonte. Luego, hubo que descender a través de unos paredones fuertemente inclinados, en dirección a grandes campos de penitentes. El franquear estos últimos no resultó fácil, pues la capa de nieve que cubría las grietas y las desnivelaciones se hundía bajo el peso del cuerpo, provocando caídas y tropezones que tornaban sumamente lento el avance. El campamento siguiente se levantó sobre otra cuchilla transversal y, por segunda vez, empezó a nevar a la caída de la tarde. Desde este campamento los expedicionarios que habían pasado dos días subiendo y bajando cadenas sucesivas llegaron a la cumbre principal del Ojos del Salado, atravesando de paso una de las cumbres occidentales del macizo (6700m). Favorecidos por el buen tiempo pudieron efectuarse varias observaciones y levantamientos topográficos. También se observó que, a unos 200m más abajo de la cumbre, se producía un intenso escape de vapor, lo que parecería indicar la existencia de fuentes calientes o de grietas volcánicas.

El regreso al campamento auxiliar de 5800m tuvo lugar el 27 de febrero y para realizarlo se pudo utilizar una ruta distinta que se observara desde la cumbre del cerro. De allí, a lomo de mula, la comisión regresó a Tres Quebradas.
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Sefan Osiecki

Exagerando el mérito, La Nación de Argentina publicó el 20 de abril “El segundo pico en altura de América no está registrado. Fue descubierto por la comisión de exploradores polacos a Catamarca”. De manera similar, el Diario da Noite de Río de Janeiro escribió el 3 de abril “Una expedición del Club Alpino de Polonia descubrió once nuevas montañas de más de seis mil metros en la Cordillera de los Andes”. En realidad, las cartas de Riso Patrón de 1905 nombran estas montañas y sus altitudes. En 1956, una expedición militar chilena dirigida por René Gajardo le dio 7084m el Ojos, y declaró no haber encontrado señales de la expedición polaca. Ambas afirmaciones causaron gran revuelo. Los 7084 se alejaban de la cifra de Riso Patrón y de todas las otras mediciones llevadas a cabo. Sin embargo, en 1991 el mismo ejército chileno entregó la altitud de 6893m. Respecto al primer ascenso, Szczepanski y Wojsznis no pisaron realmente el punto más alto, pero el que alcanzaron se encontraba a corta distancia horizontal y a cuatro metros de diferencia vertical y era una plataforma rocosa más del borde un cráter. No había obstáculos de ninguna clase y para ambos polacos fue cuestión de escoger una elevación u otra. La polémica, debilitada con el tiempo, fue terminada por Claudio Lucero quien, en 1980 destruyó las pircas erigidas en diversos promontorios y alzó una única en el punto culminante. El último logro de los polacos fue el Volcán Copiapó o Azufre (6072m), en cuya cumbre se localizaron amplias construcciones indígenas. Muros de piedra, varias estatuillas, leña, huesos carbonizados y una plataforma artificial de varios metros de altura y anchura, rellenada de ripio traído trabajosamente desde los bajíos. Stefan Osiecki permaneció en Chile hasta 1939 y trabó amistad con miembros del Club Andino de Chile. La gran ambición de sus miembros era el Alto de los Leones, que ya había derrotado a tantos. Pero Polonia fue invadida, y Osiecki partió para responder al llamado militar, y nunca volver.

Alberto de Agostini

Pero si se habla de Patagonia, ninguna historia estaría completa sin mencionar el fecundo trabajo de Alberto María de Agostini, el “Padre Patagonia”. Este sacerdote salesiano mezclaba la exploración con sus actividades misioneras, un catolicismo intenso, su espíritu deportivo y constantes observaciones científicas en pequeña escala. Para él, el alpinismo se fundía con la religión. Activo en el terreno la mayor parte de los veranos transcurridos entre 1910 y 1945 y aun algunos inviernos, De Agostini realizó más de veinte expediciones en sin contar aquellas en Argentina, algunas con entre 60 y 80 días en terreno. En 1955 y 1957 hizo otros dos viajes más, aunque sólo como jefe nominal de expediciones italianas. En 1913, junto a dos guías alpinos italianos, intentó ascender el monte Sarmiento y realizó la primera travesía de la Sierra Valdivieso desde la ensenada del Almirantazgo hasta Ushuaia. En 1915 realizó dos primeras ascensiones: la del Cerro Guanaco de 1270m y la de un cerro sin nombre de 1320m, ambos en la región sur de los montes Francés e Italia, sobre la bahía o canal Beagle, así como una visita preliminar en 1915 al Paine. En los veranos de 1930-1 y 1931-2, con el geólogo Egidio Ferruglio y los guías Evaristo Croux y León Bron, exploraron el sistema glaciar del Lago Argentino y realizaron la primera ascensión del monte Mayo (2431m). Inspeccionaron el glaciar Upasala, altiplano Italia y ascensión del monte Turín, de 2252m (febrero de 1932), para luego llegar a un morro desde el cual pudo ver a sus pies el fiordo marino Falcón. Es decir, una travesía significativa de Campos de Hielo Sur. Ascendió una cumbre de 2087m (o quizás 1984m), situada al noroeste de los cerros Moyano y Norte, del lago Viedma, con Mario Derriard y dos porteadores chilenos. En el verano de 1935-6, con los guías Luis Cartel y José Pellissier y quizás también dos porteadores chilenos, exploraron el macizo Fitzroy y Gorra Blanca, y ascendieron del Cerro Eléctrico, 2160m, un contrafuerte oriental del primero. El verano siguiente, con Cassera y Zampieri, ascendió el Cerro Milanesio, 2010m, entre los lagos Viedma y San Martín, exploraron el sector de Los Mellizos, del estero Eyre. El verano de 1943, tras algunas exploraciones anteriores, De Agostini, con 60 años de edad, logró la ascensión del monte San Lorenzo (3700m), junto a dos guías de Bariloche, Alex Hemmi y Heriberto Schmoll. A los 1300m desaparecieron los últimos ñires y a los 1800m entraron en el hielo. Se estableció un campo alto a 2320m. El mal tiempo canceló varias tentativas. El 17 de diciembre, el viento amainó. Conforme avanzaban trío, las nubes se hacían cada vez más tenues, hasta permitir el paso del sol. Cavando escalones los guías y consultando el altímetro el cura alpinista, con niebla movediza, vieron “la excelsa cumbre del San Lorenzo iluminada por los rayos de un vivísimo sol”. Llegaron a ella a las 17:30. De Agostini sostenía que el breve período de fines de primavera y comienzos del verano es el mejor para expedicionar en las regiones subpolares. De Agostini aportó poco a la topografía y a la cartografía. Será recordado sobre todo por la magnífica documentación fotográfica. Son además polémicas sus decisiones toponímicas. En palabras de Evelio Echevarría, “solamente su antecesor Fitzroy pudo hallar peores”. Escogió parientes, amigos, benefactores y superiores, además de ciudades, pueblos y lugares extranjeros, sobre todo italianos. De Agostini llamó incluso “Mussolini” a un picacho patagónico argentino, ya que eran amigos, pero el Instituto Geográfico Militar de Buenos Aires lo rechazó. En 1937, se realizó una expedición bávara a Chile austral, formada por Hans Teufel y Stephan Zuck, Gustavo Fester y Ricardo Jakob. El 7 de enero se intentó el picacho vasallo del Nine, al que se ha llamado Paine Chico, Paine Medio y Paine Este (2460m). Al segundo intento, Teufel y Zuck triunfaron por el filo noreste, a las 6 de la tarde. Regresaron a la carpa a la medianoche. Viajaron a Tierra del Fuego, donde consiguieron varias cumbres menores y un gran macizo de hielo de 2040m que bautizaron Monte Almirante Nieto. El 24 de marzo pisaron el punto más alto del Monte Italia (2250m).

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Canelos y laureles, fucsias y magnolias, hayas y musgos de todos los colores, papagayos, picaflores, Cóndores y halcones, guanacos, nutrias y zorros y además el ventisquero que sin morrenas irrumpe en el bosque: eso es la Tierra del Fuego.
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Stephan Zuck

1939 fue un año doblemente dramático. El Cerro el Plomo provocó la primera muerte de un andinista chileno. El cadáver de Luis Iver Vergara fue rescatado con dificultades, debido a las nevazones y a que toda operación de esta clase era algo absolutamente nuevo para todos. Hasta hoy uno de sus glaciares lleva su nombre. En segundo lugar, de consecuencias más duraderas, ese año estalló la Segunda Guerra Mundial. Algunos alemanes se apresuraron a regresar a su patria antes de que el bloqueo británico hiciera difícil la salida de Sudamérica. Otros muchos se radicaron definitivamente en Chile. Pero los lazos con la madre patria quedaron cortados. Obligado a concentrarse dentro de sí mismo, el andinismo germano-chileno continuó desarrollándose en silencio. Krückel ya no estaba activo. Maas y Sattler habían regresado a Europa. Pero nuevos nombres, acaso de una nueva generación, comenzaron a perfilarse: Eberhard Meier, sobretodo, y Ludwig Krahl, Wolfgang Foerster, Walter Bachmann, Wilhelm Niehaus, Jorge Koester. Estos nombres aparecían a la par que los de los principiantes chilenos. Sin embargo, 1939 ofreció también un gran triunfo. Carlo Píderit se alió con el matrimonio formado por los suizos Federico y Dorly Marmillod para conquistar de una vez el esquivo Alto de los Leones. En abril, escalaron el paredón que desciende de una cumbre vecina, al este del objetivo. Prosiguieron muralla arriba sólo con sacos de dormir, tratando de alcanzar el portezuelo entre las dos cumbres. La noche los sorprendió a 4800m, donde vivaquearon:

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Encontramos un pequeño lugar, escasamente amplio para extender nuestros sacos de dormir. Un viento helado nos obliga a refugiarnos en nuestras camas, prescindiendo de comer. Al día siguiente nos toca decidir la posibilidad de cruzar la pared hasta el ventisquero de la cumbre. Empezamos subiendo unos 50m, llegando hasta el pie de la última parte de la pared, que desde aquí se eleva verticalmente hasta el filo. Con satisfacción encontramos una buena cornisa que nos permite salir hacia la derecha. Esta cornisa va seguida de otra y luego de una tercera que sube suavemente hasta llegar al portezuelo de acceso al ventisquero superior. A las 4 llegamos al ventisquero, donde recién, con alegría, presentimos que el camino a la cumbre esta libre. En efecto, nos separa solamente el ventisquero colgante, además de un desnivel de 200 a 300m. Por la noche, mientras el frío arrecia, tratamos de descansar, pues es completamente imposible dormir. Durante la vigilia contemplamos las estrellas y la cercana cumbre del Alto, que parece invitarnos a escalarla.
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Carlo Píderit

A las 15 horas del día siguiente el trío pisó la cumbre. Píderit incursionó después al Rabicano (5310m) y al sistema glaciar del Olivares, donde consiguió varias primeras ascensiones sobre 5000m. En el Cerro Morado abrió una nueva ruta, un concepto bastante inédito en Chile. Acompañado de su sobrino Jorge Silva Piderit trepó la pared rocosa y luego la empinada vertiente sur, con hielo. En La Paloma también introdujo una ruta nueva por el glaciar central de la cara sur, en 1946. Junto a Humberto Barrera, fue el primer chileno en escalar los mayores volcanes mexicanos. Píderit fue también el primero que dio cursos de técnica alpina en el país.

La des-alemanización

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Mientras está en Chile, el chileno no sabe que la cordillera significa para él una presencia que no percibe, pero cuya influencia siente quizás inconscientemente. Forma parte de su vida; para donde vaya o para donde mire encuentra cerros, nevados o no, grandes, medianos y chicos. Cuando sale de su tierra y va a lugares como Buenos Aires, Nueva York, Londres o Moscú, empieza a notar, después de un tiempo, que algo le falta: es la cordillera, es la nieve, es el hielo y esas sombras lejanas o cercanas que cambian de color en invierno y verano, en primavera y en otoño y según sea la hora del día.
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Manuel Rojas
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Y en la oficina, cuando lo veían casi muerto el lunes, el martes, el miércoles, el jueves, nadie le podía creer que iba a la cordillera a acumular salud.
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Anónimo, 1949

En 1940 Argentina y Bolivia acordaron delimitar su frontera común con hitos. Como ésta arrancaba de la cumbre tripartita del volcán Zapaleri, se invitó a los chilenos a una ascensión simbólica. Con varios oficiales de ejército de los otros dos países, el mayor chileno Ernesto Wurth Rojas ascendió a la cima de 5643m el 30 de noviembre de 1940, dejándose en la ocasión un hito de fierro empotrado. Otra ascensión ocurrió en la misma provincia. Bión González y compañeros exploraban la cima del volcán cónico Miño (5620m) cuando descubrieron, además de adoratorios y construcciones indígenas, una placa del Instituto Geográfico Militar fijada en la cumbre, cuya historia se ignora por completo. El geólogo y naturalista suizo Arnold Heim dirigió dos expediciones al San Valentín. La primera, en 1939-40, junto a tres suizos residentes en Chile: W. Schmitt, H. Hess y H. Moser, y el presidente del Club Andino Bariloche, Hans Neumayer. Se aproximaron por Lago Leones. Subieron la torre del Cerro Cacho (1550m), todo salvo Heim, pero el mal tiempo impidió el desafío principal. Heim dijo que en Patagonia se encuentran a los 2500m lo que en los Alpes a los 4000m y en el Himalaya a los 7000m. Impresionado con un agreste picacho de hielo, vasallo del San Valentín, lo bautizó Cerro «Siniolchu,» nombre de un famoso pico catedralicio de casi 7000m en Sikkim, que ha sido declarado la montaña más hermosa del mundo. En febrero de 1942, Humberto Barrera junto a otros tres compañeros y un arriero fueron al Picos del Barroso (4980m). Ante un delicado puente de nieve, Barrera vaciló. El arriero le gritó “Pase no más. No sea cobarde”. El puente cayó, Barrera fue arrastrado por la corriente.

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Logré arrastrarme hasta la orilla entre las patas de la mula, pero ésta se asustó y mi última visión fueron las patas traseras de la mula levantadas sobre mí... y quedé inconsciente.
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Humberto Barrera

Se quebró el coxis. El 23° día de expedición, García, Larraín y el arriero lograron el Pico del Barroso. Al regreso, Barrera tuvo que ser cargado dolorosamente a lomo de caballo. En diciembre de 1945, Arnold Heim estaban de regreso, con un grupo fuerte, reclutando en Bariloche: FI. Schmoll, el austríaco que acompañó De Agostini en el San Lorenzo, J. Sruder, suizo, y A. Vallmitjana, catalán. Cruzaron el Lago Leones en un bote traído desde Bariloche. De nuevo, mal tiempo y premio de consuelo. El 26 de diciembre de 1945 todos, excepto Heim nuevamente, esquiaron hasta la cumbre del Cerro Tronco (2400m). Mientras ocurría esta actividad deportiva, el Instituto Geográfico Militar llevaba a cabo una silenciosa campaña de mediciones que involucraba el ascenso de muchas cumbres. Los nombres se han perdido, pero Evelio Echevarría recuperó algunos ascensos. En el verano de 1945-6, fueron ascendidos el Cerro Chacabuco en Magallanes (1650m), y en Aysén el Cordón Guisoca, el Cerro Katterfeld (1855m) y el Cerro Steffen, 2108m. En Temuco, el Cerro Pantojo Chico, 1906m, que sirvió de señal trigométrica. En fecha desconocida, se coronó en el norte los Cerros Espíritus (5300m), Patalani (4409m), Carbiri (4880m) y Piga, 5038m, Copa (5203m) y Curutu (5398m). Percy Dauelberg realizó en 1947 la primera ascensión del Alto del Potrero Escondido (5010m) En el verano de 1952, ocho grimpeurs franceses se lanzaron al FitzRoy. Entre ellos, Lionel Terray la primera persona en ascender un ochomil junto a Maurice Herzog. Al inicio, un escalador pereció ahogado en un torrente y el mal tiempo desgarró algunas de sus carpas para el Himalaya. Se estableció un vivac en La Silla (2750m), en una cueva de hielo: El 29 de enero mejoró el tiempo. Terray y Magnone se lanzaron al último tramo. Treparon 120m por una pequeña fisura, y descendieron para una nueva etapa. El 30, subieron 300m más, y decidieron pernoctar colgados en un saliente. El 31 arreciaban las dificultades. El 1 de febrero iniciaron un ascenso completo. Portaban sólo un litro de agua y algo de turrón, 100 clavos de roca y mosquetones. Para evitar excesivo peso no llevaban piolets ni cámaras fotográficas. En medio de inquietante neblina, a las 16:30 posaron los pies en la cumbre, en la frontera con Chile. Terray explicó en Revista Andina:

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Considero a esta ascensión comparable a la más difícil de los Alpes, donde existirían sólo dos escaladas de semejante dificultad. Por lo tanto, el Fitzroy debe ser calificado con grado sexto, el máximo, para los alpinistas. Pero a este grado sexto de dificultades deben agregarse todos los problemas patagónicos que no se encuentran en los Alpes, como las inclemencias del tiempo con vientos de 200 kilómetros por hora, constantes lluvias y nevadas y el lejano acceso. El Fitzroy es entonces una de las montañas más difíciles del mundo para escalar.
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Lionel Terray

En 1952 siete miembros del Club Andino Bariloche acometieron el San Valentín: Otto Meiling e lan Neumeyer, fundadores del club, y D. Bertoncelj, G. Ezquerra, E. Hernández, B. Lantschner, T. Pangerc y C. Sonntag. El 8 de diciembre llegaron al hotel construido en la laguna San Rafael. Establecieron y aprovisionaron campamentos, y a esperar la cooperación del clima. El 18, partieron todos, excepto Hernández, divididos en tres cordadas, cada una por una ruta ligeramente diferente: filo sureste, filo suroeste y otra directa, entre las otras dos. A las 11 de la mañana se reunieron todos en el punto culminante donde los altímetros marcaron 4060m. El regreso costó tanto, por problemas burocráticos, que ya se preparaba una flotilla de tres aviones argentinos para buscarlo.

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Los nervios se aplacan. Se puede respirar tranquilo. Todo ha terminado bien. El San Valentín no ha exigido tributo. Qué fácil parece ahora luchar contra la grandiosa naturaleza y qué difícil la lucha contra el papeleo de ciertas autoridades!
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El informe oficial del Club Andino Bariloche

Los años 50

En 1950, la Asociación Santiago envió a Jorge Belastino, Luis Alvarado, Carlos y Oscar Alvarez a la provincia de Atacama con la misión de ubicar y en lo posible ascender al volcán Ojos del Salado. Subieron el volcán El Muerto (6476m), la más alta primera ascensión de un chileno hasta entonces. El altímetros les marcó 7000m, y declararon

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De esta cumbre veíamos otro cerro que al parecer era más alto por lo menos en 200m y que según los conocedores lo llaman “el Nevado”
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Expedición de la Asociación Santiago al Ojos del Salado, 1950

Asombrosamente, el que llamaban “el Nevado” no era otro que el Ojos del Salado, que constituía la misión principal de su propia expedición.

Descubrimientos arqueológicos en el Tórtolas y Llullaillaco

En 1952, los porteños Edgardo Kaussel y Heinz Koch alcanzaron la cumbre del Cerro Tórtolas (6140m) bajo el intenso calor de un día de enero y confrontaron maravillados una plataforma de piedra y sobre ésta, restos de leña. A su regreso al valle vecino oyeron de boca de mineros la leyenda de que en la cumbre “se aparecían indígenas, que venían a bailar en un plato de oro.” Con el tiempo, el Tórtolas se exploró más en detalle. Se halló un terreno señalado con piedras y a 1,3m de profundidad una estatuilla tallada en concha spondilus que los Incas traían de Ecuador; una estatuilla de plata; las plumas que cubren la cabeza de estos ídolos son de color rosado y muy finas, posiblemente de flamencos; las vestimentas son de finísimas telas de color, tejidas a telar y demuestran una acabada técnica y firmes conceptos artísticos; hay también alfileres de plata y dos roedores, posiblemente pequeñas chinchillas momificadas con su hermoso pelaje bien conservado; además, gran profusión de cerámicas de variados dibujos y colores acompañaba a este tesoro mantenido en las alturas con fines religiosos. En la cumbre se halló un muro de contención o pirca de forma elíptica con ejes de 8 por 4m y paredes de 80 centímetros de alto, integrado por piedras de hasta 25 kilogramos que transportaron desde más abajo, a unos 100m. El conjunto es de 30 m3 con el ripio completando unas 90 toneladas, que los hombres debieron transportar esforzadamente en unas 4500 subidas a más de seis mil metros. También en 1952, en diciembre, Ernesto Hoffmann y Eduardo Meyer subieron por vez primera, la Punta Zanzi (3250m), una enhiesta estribación del Cerro Catedral. Descendieron desde el Cerro Valdés y luego tomaron el filo sur que lo conecta con la Punta Zanzi. Sin embargo, su itinerario más estrepitoso y desafiante es la Pared Norte, Ese mismo año 1952, Bión González y Juan Harseim realizaron la primera ascensión moderna al volcán Llullaillaco

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El día 1/12/1952 salimos desde este campamento alto [5500m] muy temprano, 5:30 horas, y cruzando un acarreo tomamos por un lugar de piedras grandes que bajaban desde casi el ventisquero. Así, en forma más cómoda, nos fuimos alzando hasta las partes superiores. El ascenso fue muy lento y una vez que pasamos el ventisquero, tomamos una loma que nos llevó a lo que calculamos sería finalmente la cumbre. Con gran entusiasmo logramos alzarnos sobre los bloques que formaban la cima. La cúspide es un bloque de 6 a 7m de largo por 2 a 2,5 de ancho, inclinado de tal Manera que la parte más alta tenía una grieta donde dejamos los testimonios de esta “primera ascensión deportiva,” como la calificamos, ya que en el extremo más bajo de la cima había un atado de leña. También en la parte más alta del bloque habían dispuestas piedras como formando una pirca precaria, pero estaba la mano del hombre. Mis conocimientos arqueológicos de montaña eran por entonces nulos; alguna idea tenía del encuentro de atados de leña, por el relato de la ascensión del cerro Tórtolas, pero nada más; así, muy simplemente miramos los leños sin darles importancia alguna. Lo mismo sucedió, con la pirca a medio hacer del otro extremo de la cumbre. Días más tarde, cuando volvíamos a Antofagasta y conversamos detalles de la ascensión y en especial los instantes vividos en la cima, Harseim me dijo que al colocar la caja metálica con los testimonios en la grieta de la cumbre, le había parecido ver en el fondo un trozo de cuero, pero que no lo comentó hasta ese momento. Grande fue nuestra sorpresa ante este relato de nuestro amigo, pues evidentemente estuvimos frente a elementos arqueológicos sin saberlo.
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Bión González

De regreso en el bajío, oyeron una leyenda relacionada con su cumbre: los indígenas habían dejado en ella un cogote de oro El Lullaillaco sigue siendo el punto más alto que sabemos que hayan conquistada los incas. Batieron por cientos de años las marcas de altitud de los montañistas occidentales. Esos 6739m no fueron alcanzada los occidentales hasta 1855, cuando los hermanos Schlagintweit la alcanzaron en Asia central. Este volcán ha entregado más reliquias que ninguna otra montaña, aunque no una momia. Su nombre autóctono lo describe gráficamente como volcán: liddia, caliente, y yacu, agua. Después de esta experiencia y por inquietud del Museo de Historia Natural de Santiago, en 1952 un pequeño grupo de andinistas de alta montaña del Club Andino de Chile, recibió un cursillo de parte de Grete Mostny, y con esos conocimientos realizaron varios trabajos para el Museo. En los siguientes 15 años continuó la búsqueda:

  • 1955: Jossin y Ravizza encontraron a 6300m vigas de quiscos (cordones), como también una habitación derruida a 6650m.
  • 1956: a unos 6600m Rebitsch desenterró cerámica y restos de choclos, como también observó un sendero orillado por piedras de apoyo; en la cumbre misma, restos de habitaciones de piedra.
  • 1961: Rebitsch y Díaz excavaron restos de otras habitaciones a 6650m. Habían dormitorios, antesala, un corral para llamas y aun una bodega para leña; en el cuarto principal, semillas de frutas, corontas de choclos, un fogón con madera a medio quemar, una ojota o calzado indígena, pedazos de alfarería, un trozo de tela rústica y una litera entrelazada. Se halló un muro nuevo, de un depósito de leña a 5750m. La cumbre misma tenía, bajo una lápida, un pedazo de tejido fino.

Más primeras ascensiones

El Cerro Castillo (5468m) con roca de pésima consistencia, rechazó los repetidos intentos de los alemanes, que año tras año vieron que sus vacaciones se consumían en estériles esfuerzos. En 1953, el tenaz y meticuloso Ludwig Krahl, Ernesto Hoffmann, Sergio Kunstmann y Eduardo Meyer. Fijaron el campamento base yacía en el árido Valle Bandera, en Argentina. En el tercer día instalaron campo intermedio a 4340m, al pie del cerro y al día siguiente comenzaron el ascenso por una canaleta conocida hasta un filo rocoso que une el Castillo con el Cerro Manchado, hacia el noroeste, alcanzando el campo alto a 4900m. Durante tres días atacaron la muralla que los separada del lomo superior, adelantando sólo pequeños trechos con clavos y cuerdas auxiliares y descansando en las carpas. Finalmente superaron un difícil trecho de 250m hasta una loma fácil que llega al pie del último promontorio, alcanzando Krahl, Hoffmann, Kunstmann y Meyer la conquista de la cumbre principal a las 17:15 del 27 de febrero. Bajaron iluminados por luna llena en sucesivos rapeles por la muralla y encontrando el campo alto a las 0:45 del 28. El regreso a Chile se hizo por el paso Nieves Negras. Era un triunfo comparable al del Marmolejo en 1928.

El descubrimiento de la momia del Plomo

Niño del Plomo. Artículo de la prensa, 1954

Para la década de los ’50, los antecedentes de vestigios indígenas en el Cerro El Plomo eran abundantes. En el verano de 1896, dos miembros del Club Gimnástico Alemán de Valparaíso hollaban por “primera vez” la cima del Cerro Plomo cuando descubrieron a 5000m grandes pircas de piedras o especies de altares, que creyeron construidas por antiguos indígenas. Pero luego hallaron en plena cumbre una lata vacía de conservas, que asignaron a algún minero cateador.

Ahora sabemos que tales cateadores eran en realidad huaqueros, en busca de oro indígena. Pero era costumbre entonces atribuir tales construcciones y objetos a mineros. El coronel patriota Picarte hablaba a inicios del siglo XIX de mineros que buscaban “un mineral de plata tapado con tierra en un cerro plomo”.

En 1910, el coronel agregado al ejército chileno Hans von Kiesling encontró en la cima del mismo Plomo objetos de plata. Cuatro años después, el ingeniero Ridley Temperley, halló a 5200m, un recinto semicircular de evidente construcción indígena. Este sitio pasó a llamarse “Pirca de Indio,” donde aún se amparan los montañistas en ruta a la cumbre. En 1919 el campesino Guillermo Chacón allí estatuillas de plata. El persistente Chacón llegó en 1921 a la cumbre y desenterró de otras pircas idolitos en forma de guanacos. Circa 1929 Chacón obtuvo cuatro medallones de oro. Una tarde de febrero de 1954, dos amigos ascendían el Cerro Plomo cuando se encontraron con un tipo que bajaba, portando en sus espaldas un voluminoso bulto. El hombre daba respuestas evasivas.

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nos cruzarnos con él en el acarreo... Aquí lo interrogamos acerca de lo que había encontrado, a lo que nos respondió que no había encontrado nada. Nuevamente le preguntarnos: “Bueno, ¿y qué lleva dentro del saco?” recibiendo corno única respuesta: “Nada; es comida.” Y aquí terminó la conversación, pues se lanzó acarreo abajo. Sorprendidos Y ahora más intrigados por la actitud de éste hombre continuamos hasta el campamento. Bebimos algo, levantamos el campamento e iniciarnos el regreso. Habíamos salido unos cuantos metros de la morrena cuando nos encontrarnos con un hombre de avanzada edad, que subía a caballo tirando otro animal de silla. Al pasar junto a él, le dije: “Buenas tardes, ¿Va a encontrar a sus amigos? Vienen bien arriba aún. ¿Cómo se llaman?” A lo cual me respondió con una sonrisa, “Hasta luego, patrón,” y continuó su marcha. Preocupados por este extraño personaje y sin poder esclarecer nada, tuve que apurar mi cabalgadura pues la noche se acercaba.
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Oscar González

Al regreso a Santiago ambos deportistas se enteraron que tres hombres, dirigidos por Guillermo Chacón, el mismo que encontrara vestigios 35 años atrás, habían excavado una momia indígena, con un rico, ajuar, y la habían vendido a un museo. El descubrimiento era extraordinario, pues probaba que los alpinistas europeos perdían la primicia en el ascenso de montañas de envergadura, y pasaba a los incas de Chile, Argentina, Perú y Bolivia. En total, solo diez de tales momias han sido halladas, incluidas la del Plomo y la del Cerro del Toro (6160m).

Hacia mediados del siglo comenzaron a predominar las campañas destinadas a conseguir varias cumbres. Los hermanos Bión y Osiel González, por ejemplo, escalaron y bautizaron las cumbres ubicadas en las nacientes del río Yeso.

Primer ascenso al Cerro Alto, 1944. Imagen: Gentileza DAV.
Arrieros de la expedición de 1946 de Eberhard Meier y Juan Harseim al Cerro Trono. Gentileza: DAV.
Primer ascenso a los Picos del Barroso y cerro Federico. Eberhard Meier, Wolfgang Förster y Wilhelm Niehaus. Gentileza: DAV.

El alemán Eberhard Meier emigró a Chile a los 31 años. Hizo sus primeras salidas con Juan Harseim al Cordón de los Quempos y al Cerro Placas (4672m). En 1944, junto a Foerster, Krahl y Jorge Koester obtuvo la primera ascensión del Cerro Alto (6148m), y coronó el Nevado Sin Nombre (5933m). El año siguiente, logró junto a Luis Krahl la cara sur del Cerro San Francisco. En 1946, Meier con Juan Harseim consiguieron la primera del Cerro Trono

Meier ascendió también el argentino La Mesa (6200m), y acumuló una colección de más de seis mil diapositivas de montaña, en especial de flora. El montañismo lo era todo para él, hasta que en un accidente en Los Alpes en 1959 le significó la amputación del pie derecho. En un viaje posterior a la cordillera de Linares, fue asesinado por unos asaltantes mientras yacía, cojo, en su saco de dormir.

Hacia 1955, Krahl abandonó la escalada técnica que lo condujera a la cumbre del Cerro Castillo, para girar hacia la arqueología de alta montaña. Foerster, en cambio, se concentró en sectores alejados, y consiguió un gran número de primeras ascensiones.

Walter Bachmann, se interesó por sectores nunca visitados. Con Krahl ascendió el Cerro Freile. Con Evelio Echevarría, la segunda ascensión del Palomo y la primera de El Brujo (4720m), en expediciones inusualmente livianas para la época, sin arrieros.

En 1951, ambos hallaron ante un atrevido cordón rocoso al que bautizaron Sierra de los Paredones. Allí ascendieron tres cumbres, entre ellas la magnífica cúpula de hielos de El Serrucho (o Pico de los Paredones, de 4770m).

En cuanto a los porteños, José Ortiz y otros ascendieron cimas en las inmediaciones del paso internacional de Pedro-Pablo, al norte del monte Aconcagua. Humberto Escobar Zamora y L. Forno ganaron en 1948 la cumbre del Parva del Inca (4792m), el picacho más audaz del valle del río Aconcagua. Manuel Bazán cubrió en detalle la región del sistema glaciar Olivares-Juncal Sur; sus ascensiones más notables fueron la del Cerro Picarte (5060m) y Nevado de Sierra Blanca (4997m) y sobre todo, del abrupto Juncal Chico (5617m). Además se anotó con el Cerro Polleritas (5461m), entre varias otras. Bazán era además gran fotógrafo de alta montaña, en ocasiones desobedeciendo la vieja máxima fotográfica de “deje el sol a sus espaldas”. La sorpresa final de 1952 la dio Oscar Zelaya quien, con dos compañeros, escaló la cumbre mayor y verdadera del Cerro Loma Larga (5404m), al que los germanos creían haber ascendido en 1942.

El cisma entre esquiadores y andinistas

En mayo de 1952 la Asociación Santiago realizó el Primer Congreso Nacional de Montaña, en el que se estudió preferentemente una nueva reglamentación para la Federación, separando a través de dos vicepresidencias las ramas Andinismo y Esquí, con la esperanza de superar los problemas. Pese a ello, muchos seguían abogando por el cisma. Un grupo mayoritario de los andinistas procuró evitar la separación, para no debilitar la organización. Sin embargo, los esquiadores representando a los Clubes Andino de Chile, Universidad Católica, Nevada, Ski Club Chile y Ski Club Portillo, mantuvieron su posición. La separación se materializó en la Asamblea del 23 de Marzo de 1953.

La Asociación Santiago aprobó su nuevo Estatuto y Reglamentos y obtuvo personalidad jurídica en mayo de 1954. Dio una organización estructural al Cuerpo de Socorro Andino que hasta entonces funcionaba en base a patrullas improvisadas ante emergencias, e incentivó la actividad deportiva de sus clubes, que experimentó un notable aumento.

La separación de Asociaciones en Santiago repercutió muy pronto en la Federación. En 1954, los esquiadores también exigieron la separación. Esto se consiguió en la Asamblea del 31 de mayo de ese año. Se acordó designar dos Directorios paralelos que funcionarían durante un año bajo el alero de la Federación de Ski y Andinismo, a fin de organizarse y dar cumplimiento a los requisitos para pertenecer al Consejo Nacional de Deportes. La Asociación Valparaíso y la mayoría de los clubes andinos de Santiago intentaron dejar la decisión sin efecto, pero los clubes de esquí no aceptaron volver atrás. La nueva Federación de Andinismo nació muy débil, pues sólo contaba con las Asociaciones de Santiago y Valparaíso, las que reunían 22 y 10 clubes respectivamente. Se requería que permaneciera la Asociación Chillán, para proveer el mínimo de tres Asociaciones que se requerían para pertenecer al Consejo Nacional de Deportes. Esa decisión fue tomada por el sector esquí, para no perjudicar al Andinismo.

Para cumplir con los requisitos exigidos por el Consejo Nacional de Deportes, cuyos Estatutos exigen la afiliación internacional, se ingresó en 1955 a la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA), con sede en Ginebra.

La Federación obtuvo su personalidad jurídica en abril de 1957. Organizó actividades de alta montaña en conjunto con montañistas británicos, japoneses, alemanes y norteamericanos e incentivó la actividad de los clubes, los cuales realizaron importantes acciones en los campos de hielo, Perú, Bolivia y Argentina. Realizó importaciones de equipos, sorteando las dificultades de las restricciones de la época. Creó el Anuario de Montaña que publicó su primer número en 1956 y aprobó su reglamentación interna. A objeto de dar mayor estabilidad a sus clubes, la Asociación Santiago arrendó en 1957 una casa en Moneda 821 y un piso en Compañía 1249. Los clubes pagaban arriendo y gastos comunes, y podían tener ahí su sede. Con la acción mancomunada de diez clubes, y la coordinación de la Federación y la Asociación Santiago, se adquirió en 1962 una propiedad en Compañía 1725, frente al Consejo Nacional de Deportes. Paralelamente, se obtuvo con el Ministerio de Tierras sitios en Baños Morales, para que los clubes construyeran allí sus refugios. La Federación construyó prefabricados que se instalaron como campos altos para que sirvieran para la ascensión de algunas importantes cumbres. Hacia 1961, la Federación, sumando las Asociaciones de Valparaíso, Río Blanco, Santiago, Universitaria y O'Higgins, agrupaba a 31 clubes con 3.209 socios.

Federación

En el país se aceptó sin mayores resquemores la autoridad de la Federación de Andinismo de Chile, fundada en 1942, lo que no es para nada universal en otros países. La Federación contó casi desde el comienzo con fondos gubernamentales, lo que tampoco era común. Los clubes se consolidaron, y pudieron prosperar aún sin la participación de esquiadores.

En febrero de 1961, Juan Tangol, César Vásquez y Jorge Palacios acometieron la pared sur del Cerro Morado.

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Sentado sobre una franja de roca descompuesta, sujeto su mochila y miro la cumbre del San Francisco, a cuya altura nos encontramos. De pronto algo me empuja, sin darme cuenta estoy en el aire. Un bulto rojo da bote en una roca y desaparece en dirección al ventisquero.

César se ha desprendido y cayó directamente sobre mí, me sacó de los apoyos y ambos caímos.

Unos seis metros más abajo me encuentro detenido en un diedro: Jorge ha asegurado firme. Aún tengo la cuerda en mis manos, está tensa y en su extremo, algunos metros más abajo, está el Chico. Ha sido detenido por una roca que taponaba el diedro.
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Juan Tangol

Perdieron la mochila, lo que les obligó a emprender la retirada. Tangol y Vásquez Volvieron nueve días después:

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Son las ocho de la mañana del 4 de marzo e iniciamos la subida por las cuerdas colocadas en la víspera; en la chimenea efectivamente está la pasada. Mejora la calidad de la roca y se ven varios caminos a seguir. Subimos por una canaleta directamente sobre la chimenea y por terreno de poca dificultad llegamos a un pequeño túnel que tiene hielo en el fondo pero como es muy atractivo, lo atravesamos, y con una travesía hacia la derecha cruzamos una canaleta y un filito para continuar durante dos largos de cuerda por una pequeña cornisa ascendente que nos lleva a un paredón cubierto de hielo cristal, lo que impide intentarlo directamente.

César sube hasta el borde y cuelga dos estribos en sendos clavos que coloca entre las rocas que asoman en el hielo; con un tercer estribo enlaza tres carámbanos de hielo y logra cruzar hacia la izquierda una placa de hielo de unos cuatro metros. Formando un diedro con esta placa hay una roca lisa y convexa; los apoyos son ínfimos y están cubiertos de arenisca. En una arriesgada maniobra logra subir, ocupando sólo la punta de los dedos y los bordes de las suelas, pues no hay espacio para más.

Sigue un largo de cuerda por roca poco difícil y desembocamos un poco a la derecha de una canaleta que, pese a estar totalmente cubierta de hielo, presenta bastantes apoyos; caen muchas piedras y es muy expuesta, es corta, de unos sesenta metros. La subimos rápidamente y desembocamos en un pequeño acarreo en forma de embudo. Subirnos por él, tomamos por la continuación de la canaleta anterior, un poco más de un largo de cuerda, llegando a unas rocas nevadas que rápidamente nos conducen al filo a unos cien metros de la cumbre.

Habíamos escalado la pared.
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Juan Tangol
Jozsef Ambrus

Los escaladores del club Mañke, se reunieron en torno a dos sobresalientes figuras: Jozsef Ambrus, y el ya mencionado César Vásquez. A ellos se integró el valenciano Miguel Gómez.

El 23 de abril de 1962, Ambrus, Gómez y Vásquez escalaron otra gran pared del Cajón del Maipo: la Sur del Cerro Arenas (4366m.). Recuerda Ambrus:

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Aprendí a escalar con César, y luego de un año ya no era su discípulo, era su cordada. Pero de entre todos, y en esa época sí que nuestro grupo hacía montaña, cuando la escalada parecía superarnos César siempre podía más, como en la Sur del Arenas... Tenía un natural talento.
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Jozsef Ambrus

En 1963 Ambrus lució nuevamente: escaló con Rómulo Tarsetti una vía por el flanco oeste de la Aguja Helada (4655m). Luego con Iván Vigoroux, la Corona del Diablo (4580m) el 18 de enero de 1964; y junto a J. Garreaud y R. Tarsetti, trepó La Gran Torre del Cortaderal (4150m). Esa misma temporada Ambrus junto a M. Gómez y H. Neupert subió el Pilar Oriental, y con Iván Vigourox el Nevado Cisne y el Cola de Cisne. El 7 de febrero de ese año, Ambrus y Vigouroux haciendo equipo esta vez con J. Ganeaud y R. Tarsetti, realizaron la primera ascensión del Glaciar Sur del Alto de los Arrieros (4900m). Durante ese mismo año Ambrus logró en solitario la primera ascensión a la Pared Este del Peñón de la Perla (4125m), y junto a Miguel Gómez la gran travesía entre las cumbres del Catedral (sur 3799m y norte 3838m) en Lo Váldes.

En 1965 junto a J. Pérez, Ambrus recorrió en primera el Filo Noroeste del Cerro Riso Patrón (5720m), y con R. Serey llegó a la cumbre del Nevado Olivares (5005m) en primera desde el Glaciar Juncal Sur. El siguiente año, esta vez con A. Armijo, R. Roa y L. Zamora, Ambrus completó el 19 de septiembre la primera ascensión a la Placa Gris.

Herederos de la tradición del club Mañke, surgieron otros montañistas cercanos a Ambrus, y que estaban bajo el alero de la Universidad de Chile. Fue esa Rama de Montaña la que continuó en el afán de las rutas.

Tres meses más tarde, acompañado de Gastón Oyarzún, Ambrus sacó adelante, con tres vivacs, la primera ascensión de la Pared Sur del Mesón Alto, hasta la cumbre central o Cópula del Viento (19 de diciembre de 1966).

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Intento la punta, muy bien asegurado por José, pero a los pocos metros de cruce un bloque cede bajo mi peso con un crujido sordo arrastrándome abajo. Aunque mi compañero no estaba en una posición totalmente buena logra sujetarme algunos metros más abajo. Con un esfuerzo sobrehumano y lentamente me sube metros a metro hasta el borde, yo y la mochila pesamos bastante y mientras José me sube no pierdo de vista el negro abismo del que me salvó la cuerda y la seguridad precisa de mi compañero.
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Gastón Oyarzún

Sería la última pared del prolífero Ambrus.

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Fue una época en que vivimos para la montaña, afanados en las cimas pero buscando itinerarios novedosos que no necesariamente resultaban difíciles.

Había un constante desafío, no sólo con la cordillera sino un espíritu entre nosotros. Había una leal y viva competencia. Recuerdo que de regreso de una salida al Cajón del Maipo, se nos ocurrió intentar la Placa Roja que no tenía ascensiones. Después de mediodía, dos del grupo comenzamos a escalarla, a modo de exploración. Nos habían hablado de un paso, un tal Espejo, la clave de la ruta. A media tarde los que aguardaban en la base de la Placa nos hicieron señas, y como creímos que nos faltaba un buen resto, lo interpretamos como un mensaje de regreso. Cual sería nuestra sorpresa al enterarnos luego que eran felicitaciones por estar completando la escalada. ¡Nos faltaron cuarenta metros!

No pasó un fin de semana, y Julio Garreaud con Carlos Sepúlveda le hicieron la primera a la Placa Roja (18 de marzo de 1962), adelantándosenos por cuatro días a Vásquez y a mí que le hicimos la segunda. Así se movía la cosa.
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Jozsef Ambrus

Buen discípulo, Gastón Oyarzún se mostró primero con Osvaldo Latorre en la Pared Sur del Cerro Casa de Piedra en diciembre de 1967, y junto a este último y el japonés Yuko Yoda en la Pared Sur del Cerro San Francisco, cuya cumbre coronaron el 9 de diciembre de 1968 repitiendo el ascenso de 1966, cuando J. Garreaud, G. González, R. Lamilla e I. Vigoroux abrieron la nueva ruta "Mañke" por el centro de esta Pared conectando sobre el glaciar colgante con el itinerario que Krahl y Meier siguieron en 1945.

Los últimos núcleos importantes de cumbres inescaladas de la zona central se terminaron hacia 1968. Tan sólo en un pequeño sector de Rancagua socios del Club Mañke recogieron la cosecha de 22 cumbres nuevas entre los 3800 y 4980m. En especial, Eduardo García dirigió meritorias empresas, en su mayor parte en los picachos nada fáciles de Rancagua. Gastón Oyarzún hizo lo mismo en los de Colchagua pocos años después. En la zona central, se comenzó a usar denominaciones de punta o aguja para prominencias menores.

Otra ruta pionera de estos montañistas universitarios fue aquella de Osvaldo Latorre y Erling Villalobos en marzo de 1969 a la Pared Sur del Cerro San Gabriel.

Gastón Muga dirigió en febrero de 1969 un cerro llamado Monval, de 6060m, situado al noroeste del primero Ojos del Salado. Acompañado por Julián Bilbao, Arnaldo González y Hugo Zúñiga, del Club de Montaña de Valparaíso. Muga guió otro grupo en febrero de 1971, para triunfar en primeros ascensos del cerro Laguna Verde (5830m) y del cerro Mulas Muertas (5880m), mientras otra cordada de H. Gómez, A. Guerrero y F. Pizarro realizaba la también primera del Cerro Flamenco y segunda del volcán Peñas Blanca, ambos de 6020m (11 y 12 de febrero). En 1973, Muga se dirigió al Nevado Tres Cruces. Informó que

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Tres cumbres del gran macizo fueron escaladas por cordadas autónomas: la cima máxima en el extremo S, de 6330m por Gastón Muga y Patricio Cortés en primera ascensión; la cumbre superior N con 6300 in con Kurt Claussen, Julián Bilbao y Hans Une Grosse, y la torre principal del macizo de 6350m con la cordada Muga, Cortés y Grosse también en primera ascensión.

El escalador Cortés nos cuenta que la ascensión a la cumbre central demandó enormes dificultades en el hielo y los últimos 100m tienen una inclinación impresionante; además, en la cumbre tuvieron tormenta con fuerte viento sin visibilidad para el descenso.

[…] ésta es la tercera expedición organizada en Valparaíso a esa zona y que ya han cubierto 22 cumbres superiores a 5800m, en la mayoría en primeras ascensiones.
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Gastón Muga

El 31 de julio de 1970, César Vásquez murió al estrellarse su helicóptero contra el Cerro Mesón Alto, durante una misión de nivometría de la Dirección de Riego. Dos años después, en la Pared Sur del Arenas perdiero la vida tres socios del Club Mañke, Gregorio González, C; Rodríguez y P. Soto, que cayeron encordados del tramo superior.

Jorge Quinteros, E. Surhoff y M. Parrines dejaron atrás a la crónica roja, abriendo el 23 de diciembre de 1974 una difícil ruta a través de la Pared Sur del Cerro San Emeterio o Barros Negros (4400m).

Gastón Oyarzún y Claudio Gálvez abrieron la arista sur del Cerro Retumbadero en noviembre de 1975. Ese mismo año, intentaron la pared sur del Monte Aconcagua. El verano de 1977, acompañados por I. Vigoroux, se consiguió, a través del itinerario argentino.

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25 de febrero. Hemos pasado la peor noche. Separados y prácticamente colgados. El día es muy helado y los movimientos son lentos y fatigosos. Se hace notar la altura y el cansancio acumulado. Por la tarde y cuando ya empezamos a pensar en un quinto vivac en la pared, empieza a declinar la pendiente para terminar en el pilar este del Aconcagua. Son las 20:30 horas, la Pared Sur está vencida.
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Gastón Oyarzún

En 1971, Sergio Kunstmann y Pedro Rosende el Nevado del Cazadero, que con 660m era el punto virgen más elevado fuera de Asia. En 1972, siete polacos bajo Maciej Kuczynski, reforzados por los chilenos Agustín Ubilla y Claudio Lucero, arribaron a Laguna Verde en un poderoso camión polaco adaptado para todo terreno, y tres motocicletas. Entre otros, coronaron el Cerro El Solo, 6189m y otro pico secundario más del cordón del Tres Cruces, que llamaron Cerro Polonia.

La expedición austro-alemana de 1979, reforzados por el chileno Eduardo Saavedra. T. Dobenka y Herbert Ziegenhardt triunfaron en el filo noreste del Ojos del Salado. Al día siguiente, Saavedra, J. Hohenreiter y R. Friedhuber escalaron el flanco oriental en forma directa. Al día siguiente el incansable Saavedra realizó la segunda ascensión del Cerro Monval y otra punta de 6100m, con dos europeos. Dos días después, con tres de ellos, hicieron una nueva ruta por el norte del Nevado El Muerto 6476m, y en la cima encontraron las tarjetas de los cuatro desorientados santiaguinos de 1950.

Cuarenta años después del primer ascenso al Alto de los Leones, Gino Casassa y Alejandro Izquierdo, del Club Alpino Italiano, consiguieron su más difícil Pared Suroeste:

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Habíamos traído un solo par de crampones y ningún piolet, y cruzando la enorme pendiente de hielo nos dimos cuenta del enorme error cometido. Como consecuencia debimos ir muy lento, asegurándonos mutuamente. El primer paredón de roca era de diez metros, y debimos poner tres clavos. Luego seguimos escalando alternadamente roca-hielo, siempre avanzando de a uno y asegurando al compañero. Finalmente a los 5200m nos topamos con el que había de ser el último paredón. Entretanto se había cubierto con una especie neblina y empezaba a nevar. Buscamos una pasada por la derecha y por la izquierda en forma infructuosa; por todas partes ofrecía defensas formidables. Nos decidimos a atacarlo un poco a la derecha del filo noroeste. Justo debajo había un espléndido lugar para vivaquear: una cueva en la roca. Los primeros seis metros eran extraplomados y para colmo la roca era pésima. En este tramo debimos poner unos diez clavos que entraban escasos centímetros, y emplear escalada artificial, esforzándonos al máximo. Luego seguía una difícil y expuesta escalada libre con verglas, con una pasada en artificial. En total fueron cuarenta metros de escalada extrema. En unas dos horas y medía lo superamos y tras unos acarreos y una canaleta corta llegamos a la cumbre. Eran las cuatro de la tarde y el tiempo se había estropeado totalmente.
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Gino Casassa

Casassa, Izquierdo, D. Delgado y G. Marccio abordaron en noviembre de 1980 los trescientos cincuenta metros de la pared norte del Punta Zanzi. Llamaron a la ruta “Concierto para Bongs”:

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Tres días nos ha tomado superar la Pared Norte de la Punta Zanzi. Nos hemos empeñado mucho, utilizando todas las artimañas de Jano... Por fin nos trepamos al filo cumbrero, ¡la salida de la pared! Pero deseamos con ansia la cima que se aprecia tan prominente desde el valle. La pared no basta. Nos desencordamos, aunque La arista rocosa resulta angosta y expuesta, no apta para escalador novel o extenuado. Luego de varias falsas alarmas llegamos inequívocamente al punto más alto... que nos entrega además el testimonio de los primeros ascensionistas.
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Gino Casassa

El mismo Germán Maccio junto a E. Medina abrió tres semanas más tarde un nuevo itinerario en la Pared Sur del Mesón Alto (16.12.80) El 10 de enero de 1981, Izquierdo completaba su trilogía de grandes paredes en los Andes Centrales al repetir la ruta de Tangol y Vásquez en la pared sur del Cerro Morado

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Durante veinte años se tejió en torno a la pared una aureola de misticismo, que provocó una especie de tenor reverencial... Para nosotros la pared sur del Morado constituía un símbolo, una antigua obsesión. […] La aventura era proporcional al grado de incertidumbre experimentada, como en otras preciosas cimas. Buscar los mejores lugares para colocar seguros en aquel inundo lleno de detalles hacía concentrar al máximo la atención. Dejaron de preocuparme las cosas exteriores a mi entorno próximo y experimenté el contraste entre la calma exterior y el tumulto interior. La sensación de nuestra pequeñez y de nuestro aislamiento se mezclaba con la euforia de haber escalado la vía... Recién comenzábamos a comprender la proeza de Vásquez.
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Gino Casassa

Ese mismo verano, Germán Maccio había escalado la Punta Zanzi, la sur del Morado, la Suroeste del Negro, una nueva ruta por el glaciar sur de Los Gemelos (con Casassa, Delgado e Izquierdo), y en primera absoluta La Columna (enero). En solitario, había abierto en febrero una ruta directa en la pared sur del cerro Retumbadero. Días después, en marzo, mientras escalaba con D. Delgado la sur del Arenas, un anclaje cedió en el torreón final. A lo diecisiete años falleció esta estrella fugaz del montañismo.

Dieciocho días después, en marzo del movido 1981, Casassa, Delgado e Izquierdo escalaron la sur del Arenas, siguiendo el Filo suroeste desde el nevero. El 29 de marzo Casassaa subió la sur del Morado con Steven Brewer, estadounidense que regresaba de ascender el Cerro Torre, y completó así la trilogía de paredes, igual que Izquierdo. Como si fuera poco, en febrero había escalado en primera con D. Delgado y G. Macelo la pared suroeste del Cerro Negro (febrero de 1981).

En 1987, el Club Alemán Andino abordó la Ruta Messner del Aconcagua que en 1987. Participaron Christian Buracchio, Juan Sebastián Montes y Christian Thiele, subiendo por la variante yugoeslava hasta las Grandes Torres. Con vivacs a 5300m, a 6100m en el Glaciar Medio, y uno final a 6700m en el Glaciar Superior, lograron la cima de América el 15 de febrero.

Ascensos adicionales con hallazgos arqueológicos

  • 1956: primera importante expedición arqueológica después del hallazgo de la momia del Cerro del Plomo: Cerro Doña Ana (5690m) y Cerro Las Tórtolas. E. Vicens y otros.
  • 1958: Doña Ana y de las Tórtolas, Cerro Escabroso (5430m), Cerro Punilla (5300m). Arqueología, por L. Krabl, O. González y C. Vásquez.
  • 1964: Volcán Parinacota, 6348m (3° ascensión) y Pomerape, 6222m (2°). El Club Andino de Chile realizó también estudios geológicos y vulcanológicos.
  • 1965: Volcán Acotango, (6050m (1°) y volcán Guallatire, 6071m (2°); similar a la anterior.
  • 1967: Capurata, 5990m (1°), por I. Morlans y P. Rosende.
  • 1967. El Ermitaño, 6140m y sin nombre (Cerro Boris), 6000m (1°)
  • 1968. Cerro de las Tórtolas. Dos expediciones con valiosos descubrimientos arqueológicos.
  • 1971: Cerro Olivares o Porongos, 6252m, 1°, por Juan Baquedano y 8 socios del Club de Esquí, Andinismo y Socorro Andino, de La Serena.
  • 1971: Volcán Pili o Acaramachi, 6044m (arqueología) y Cerro Aguas Calientes, 5937m (1°), por Kunstmann
  • 1972: Meñiques, 5910m, arqueología, por P. Rosende y A. Plaza.
  • 1972: Juriques (o Yariques), 5710m, arqueología, ascensión solitaria por Manuel Bazán.
  • 1972: Paniri, 5940m. Arqueología por Claudio Lucero y dos andinistas federados más.
  • 1977: Volcán Palpana, 6045m (1°), por José Ambrús y J. Sepúlveda.
  • 1979: Nevado de Putre, 5815m: excursión oficial de la Federación, bajo Jaime Roca al altiplano de Arica. Posible primera ascensión posterior a las prehispánicas.

En 1980, el estadounidense Johan Reinhard inició en el Licancabur sus prolíficas actividades arqueológicas. Más tarde, buceó en la lagunilla de su cráter, récord de buceo de altitud hasta que fue superado por lo hecho en el volcán Pili. También en 1980, ascendió el Paniri (5946m), Miscanti (5622m), Chiliques (5778m) y Lejía (5793m). Concluyó que las montañas que son adoradas hoy como símbolos del agua, son también las que presentan ruinas. En la cumbre del Tata Jachura (5225m), halló un muro de contención de 5m de altura. Subió el Huanapa (5365m) y pasó solo la frontera con Bolivia para llegar a la cumbre del Cabaray (5860m), que encontró cubierta de nieve.

Reinhard intentó hallar el famoso guanaco del monte Aconcagua, pero un temporal lo obligó a retirarse sin éxito. En 1976, varios andinistas argentinos dirigidos por Beorchia, coaligados a socios del Club Alpino Italiano, efectuaron la primera ascensión de un pico de 6041m desconocido en la geografía fronteriza, el Cerro Toro Norte.

El descubrimiento del Toro en 1964 tuvo visos dramáticos. Dos montañistas marchaban por la última plataforma cuando divisaron un objeto blanco que emergía del piso somital. El descubridor era Antonio Beorchia, de San Juan, el más dedicado investigador y cronista de la arqueología de alta montaña. Así refiere Beorchia su hallazgo:

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Antonio Beorchia sostiene a la momia instantes después de encontrarla en la precumbre. Fotografía: Erico Groch

Fue de manera casual porque creíamos que el Cerro El Toro, que en realidad es un nevado no un cerro, era virgen. Aunque, todo hay que decirlo, Don Erico ya tenía, como dicen los italianos, una infarinatura, es decir que sabía o intuía que algo podía haber porque él había estado allí un año antes con Juan Schobinger, el primer arqueólogo profesional de alta montaña [...]

Sentí el místico recogimiento de quien entra en una iglesia, apercibí alrededor la misma paz; tuve deseos de rezar, y despacio murmuré: “Dios... Señor.” Y supe, antes de verlo, que él estaba allí. Avanzamos 50 pasos más y vimos al borde de un pequeño lomo, una pirca rectangular. Su lado norte, de algunos metros de largo y de tal vez 40 50 centímetros de alto, se destacaba neto contra el cielo. “¡Sabía que aquí hallaríamos algo!”, exclamó Groch, y apurando el paso se adelantó un poco... y se paró al lado de un círculo formado por nueve gruesas piedras, en cuyo centro se destacaba una cosa blanca... “Parece una calavera dijo Groch — prueba levantarla.” Con ambas manos tiré del objeto blanco, pero éste permanecía firmemente pegado al suelo. Puse entonces las dos máquinas fotográficas que llevaba a un costado y removí las piedras del círculo, dejando visibles los hombros y dos rodillas que asomaban a ras del suelo. “¡Mire!, huesos...” Me tiré de bruces para ver de cerca la calavera, y he aquí, a 30 centímetros, la cara de un indígena que me miraba con expresión dulce. Una tremenda sacudida me estremeció... ¿Dónde había yo visto antes esa cara? me resultaba vagamente familiar y sin embargo nunca había estado allí antes. Quise hablar y no pude. Al fin lloré. “¿Qué hay?” preguntó Groch, impaciente. ¡Un indígena!, dije al fin.
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Antonio Beorchia

El 23 de septiembre de 1976, Alejo Contreras, Alejandro Izquierdo y F. Bobillier hicieron la primera del Piedra Parada (5920m). Contreras e Izquierdo hicieron también la primera al Glaciar Suroeste del Cerro El Plomo.

Patagonia vertical

Respecto al sur, el explorador británico Harold Tilman, himalayista, fue continuador de De Agostini. En el yate Mischief (“Travesura”) navegó desde el Reino Unido al Estrecho de Magallanes. Solo uno de sus tripulantes era también montañista, por lo que contactó a la Federación de Andinismo de Chile. Le recomendaron el estudiante universitario Jorge Quinteros. Junto a él realizó la primera travesía transversal de los hielos patagónicos. Tomaron 40 días, desde el fiordo Peel hasta el Lago Argentino. Quinteros relató así lo sucedido el día decisivo, el 18 de enero de 1956:

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A las 5:45 partí con Tilman en demanda de la meta anhelada, siguiendo la orilla sur del. ventisquero. Debimos recorrer este día ida y vuelta una gran distancia sobre hielo en el glaciar mismo para atravesar más tarde zonas de rocas, morrenas así como también debió vencerse una espesa vegetación ya en lugares más bajos […] Siendo las 12 vimos finalmente coronados por el éxito nuestros esfuerzos al alcanzar la orilla del Canal de los Témpanos del lado argentino, completando así el cruce del hielo continental de agua a agua.
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Jorge Quinteros

En 1980, el yate en Tilman que navegaba hacia la Antártica desapareció sin que se haya sabido jamás de su suerte. La primera iniciativa patagónica de la Federación se dirigió al Paine. Dos argentinos del Club Andino Bariloche habían perecido en un intento. Diez federados, bajo Eduardo Meyer, escalaron dos cumbres del sistema. La de 2600m la llamaron “Bariloche” en memoria de los caídos, y la Central de 2750m. No pudieron triunfar sobre la principal (3050m). Dos años después arribó una expedición de nueves japoneses al mando de Taoru Tanaka, a la que se integraron nueve federados. Ascendieron el macizo glacial Arenales (3440m), y exploraron varios ventisqueros y valles glaciales. Nueve chilenos se integraron. Como parte de su aprendizaje, la Federación declaró formalmente la importancia de fomentar el andinismo de invierno y las técnicas de esquí de montaña, a objeto de prepararse para los Andes patagónicos, Eric Shipton, otro himalayista británico, penetró por los ventisqueros Onelli y Upsala, ascendiendo en el primero un pico de unos 2500m sobre la divisoria de aguas. Un año después, buscó localizar un volcán activo de la Patagonia, tras noticias de erupciones y hielos manchados de cenizas. Gracias a las fotografías aéreas del Instituto Geográfico Militar, Shipton ubicó el acceso al monte Lautaro. Una vez allí observó

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una larga línea de picachos, con una vistosa puesta de sol como fondo. A 100m de la cumbre del más alta de ellos, el Lautaro, el hielo del lado norte presentaba una rajadura negra, de la cual escapaba una constante corriente de vapor, que se elevaba verticalmente por unos cientos de metros, para disolverse después con el viento del sur.
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Eric Shipton

Shipton encontró una pequeña partida de cuatro chilenos que perseguían la primera ascensión del monte O'Higgins (2910m). Shipton guardaba sus dudas. En su momento, escribiría que:

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La maciza cordillera del Cerro O'Higgins estaba delicadamente teñida por el oro del crepúsculo y parecía, con sus remotas cumbres y la armadura de sus glaciares colgantes, tan impresionante como cualquier gigante del Himalaya
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Eric Shipton

El jefe notó:

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En los brevísimos momentos de rápida plática los grupos intercambiaron impresiones, el grupo británico se mostró algo escéptico sobre las posibilidades de los universitarios chilenos, ya que la temporada estaba avanzada y el número de días que disponían para realizar la ascensión eran muy pocos.
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Eduardo García

La expedición, no obstante, tuvo pleno éxito. Shipton se lanzó de lleno a explorar la Patagonia. Sus expediciones fueron:

  • 1960-1: con Eduardo García, Ceodomir Marangunic y Jack Ewer. Travesía de norte a sur de Campos de Hielo Sur, desde el Canal Baker y glaciar Jorge Montt hasta el glaciar Upsala, ascendiendo los cerros Don Bosco (2500m, así llamado por De Agostini) y Murallón (2810m).
  • 1961-2: con García, Marangunic y Francisco Vivanco. Travesía de la Isla Grande de Tierra del Fuego desde su costa norte a la del sur, con la ascensión de su mayor montaña, Monte Darwin (2470m), como también sus vecinas Luna (2350m), Cresta Blanca (2150m) y el magnífico Monte Yagán (2190m) (ex Luis de Saboya).
  • 1963-4: con García y Marangunic, y Miguel Gómez. Cruce del Campos de Hielo Norte, desde el glaciar San Rafael hasta el río Colonia en Argentina. Se ascendieron los cerros Arenales (3440m) y Arco (3000m). Escribió Shipton:
  • 1963: con Claudio Cortés, el argentino Peter Bruchhausen, y el compatriota John Earle, exploración completa del glaciar Francés y ascensión de dos grandes macizos fueguinos, Boye (2300m) y Francés (2250m).

La última empresa de Shipton antes de fallecer fue la ascensión del monte volcánico Burney (1750m), al tercer intento, el 10 de marzo de 1973, junto a tres chilenos. Entre el 24 de noviembre y el 31 de diciembre de 1962, García Marangunic y seis militares bajo el teniente coronel Florián Silva, atravesaron transversalmente Campos de Hielo Sur, desde el fiordo Exmouth al Lago Eléctrico, en Argentina. Regresando por la misma vía. En Aysén, un grupo universitario encabezado por Osvaldo Latorre efectuó las primeras ascensiones de los cerros Castillo (2675m), y Puntudo (2500m), en enero de 1966. La Torre Norte del Cordón Cochrane (2500m), recibió la primera visita de García, L. Latorre y E. Villalobos el 12 de febrero de 1976. En 1968, había una expedición británica y una chilena buscando el Cuerno, y una italiana que anhelaba el Escudo.

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Al llegar al lugar donde habían vivaqueado los ingleses [quienes venían de conseguir la primera del Fortaleza] sintieron un terrible grito que los hizo salir corriendo. El grupo británico se había devuelto de su intento al Cuerno por el mal tiempo y en el descenso se deslizó una laja fracturando el tobillo de la esposa del jefe. Colaboraron en bajarla al lugar del vivac, resolviendo que dos de los nuestros descendieran ayudando a los ingleses, mientras los otros dos efectuarían una ascensión de exploración al día siguiente, pero el mal tiempo los forzó a descender […] El 31 de enero amaneció mejor y se determinó hacer un intento de asalto a la cumbre, el que iba concretándose en verdadero a medida que se ascendía y el tiempo mejoraba paulatinamente […] Los andinistas enfrentaron el problema máximo de la ascensión de la siguiente manera: dos cordadas, una formada por Oyarzún y Latarre, rápida y en buen estado físico, y la segunda más lenta integrada por García y Aguilera, las que independientemente comenzaron a subir por la misma ruta. A las 5:30 de la tarde más o menos y enfrentando la parte más difícil de la pared, el jefe propone descender dado lo avanzado de la hora y las dificultades que quedan por vencer. Expone que la cumbre será alcanzada tarde o bien, se arriesga un vivac en la pared […] El resto se resiste y dada la dificultad extrema que se enfrenta en ese instante, se resuelve realizar un último intento de pasarla. La pasada es vencida al fin; se coloca una cuerda fija, para economía de tiempo no se recupera ningún clavo y las cordadas no hacen ya relevo de puntero, pues el tiempo apremia. Las dificultades se suceden y casi debajo de la cumbre hay todavía una pasada colgando al vacío, que se supera con dos clavos y una cuña de madera, con un pequeño extraplomo. Luego se suceden algunas pasadas de mediana dificultad, para seguir con las clásicas rocas fáciles en las inmediaciones de la cumbre. Eran las 6:30 más o menos cuando el grupo de andinistas alcanza la cumbre
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Eduardo García

Eduardo Parvex y Gastón Oyarzún lograron después el segundo ascenso del Fortaleza. Los italianos por su parte enrumbaron al Cerro Escudo (2500m), cumbre que lograron el día 31 de enero de 1968, con 200 clavos y 1100m de cuerdas fijas. Los chilenos quedaron sin rivales para escalar el magnífico Cuerno Principal. En 1969, nueve checos bajo Zdenek Vic se reforzaron con Jaime Sepúlveda y Gastón Oyarzún y el grupo se estableció en el Valle del Francés. Un intento al Cuerno Norte del Paine fracasó, pero tres ganaron la cima de un pico rocoso de 2150m, que bautizaron Cerro Ostrava, su ciudad de origen. Oyarzún, Pavel Klimza y Leos Horka ganaron otra de 2300m, que recibió el nombre más adecuado de Trono Blanco. Ambas montañas pertenecen al Cordón Olguín. Guido Monzino conquistó la Torre Norte del Paine (2250m) y la cúpula de extraña glaciación del Cerro del Paine en enero de 1958. Las autoridades tomaron la extraña decisión de reservar la montaña para su grupo, impidiendo el paso de una expedición argentina. Al mismo tiempo que Monzino Walter Bonatti, Carlo Mauri y Cesare Maestri, junto a varios argentinos, intentaban el prodigioso Cerro Torre (3020m). En el transcurso de ambas expediciones, se ascendió la cumbre del Cerro Moreno (3249m) del Cordón Mariano Moreno, se atravesó el Cordón Adela y se escaló el Cerro Grande, 2808m. Sin embargo, ambos grupos fueron rechazados por el Torre. Maestri volvió al año después y con el austríaco Toni Egger. Maestri afirmó haber alcanzado la “sobrehumana conquista del Cerro Torre”. Egger, falleció en el descenso, con la máquina fotográfica. La veracidad de la conquista quedó en entredicho. En 1970, Maestri volvió con un compresor de 200 kilogramos para insertar clavos en la pared, y aun así fracasó. Británicos, norteamericanos, japoneses, españoles, argentinos y suizos fracasaron en la increíble montaña. Cada derrota exacerbaba la polémica. En enero de 1974 las “arañas” de la expedición Ferrari lograron al fin vencer su pared oeste. En enero de 1963, una expedición británica y otra italiana se establecieron en la base de las torres del Paine, ambas compitiendo por las torres Sur (2500m) y Central (2450m). Chris Bonnington y Don Whillans, del Reino Unido, vencieron primero en la Central con un claveteo constante. Para demorar a los italianos, el último de la cuerda retiraba los clavos. En el descenso, se cruzaron con sus competidores, quienes llegaron a la cumbre al día siguiente. En la Torre Sur, los papeles se invirtieron. Tanto los Italianos por el noreste como los británicos por el sur fueron detenidos por mal tiempo. Necesitaban solo un buen día, pues ya habían equipado con cuerdas fijas y escaleras de cuerdas las partes inferiores. El 8 de febrero los italianos, hartos de la espera y la tensión, partieron aun con mal tiempo, estimulados por el jefe de expedición, el agresivo Giancarlo Frigieri. El tiempo mejoró.

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Les dije que cinco minutos podían bastar a producir un cambio completo en la situación; decidieron que al día siguiente atacarían, aun con mal tiempo. Esta vez el tiempo, que mejoró alrededor de las 9 a.m, se puso a su favor. A las 13:30 Aste y Taldo vencieron la terrible dificultad de “el hombro”, afrontaron un filo y a las 3 p.m. pudieron lanzar desde la cima un grito victorioso. De los británicos, ninguna traza. Supimos después que los tres británicos se encontraban en aquel momento en una saliente, a 300m más abajo. Al oír los gritos sus ánimos decayeron y empezaron el descenso. Entretanto Aiazzi, Nusdeo y Casatti, que habían obtenido un óptimo documental filmando las dos escaladas hasta las cumbres mismas, continuaron ascendiendo, reuniéndose a sus compañeros en la cumbre a las 18:30
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Giancarlo Frigieri

Los japoneses hicieron dos cruces de campos de hielo. En 1969, cinco miembros del Club Alpino Rokko Gakuín cruzaron desde Exmouth al paso entre los cordones Mariano Moreno y Riso Patrón, abandonando su equipo en el hielo, incluyendo trineo y carpa. Al arribar a la Estancia Cristiana, tras 61 días cargaban apenas 9 kilos de peso cada uno. Ascendieron de paso el R6 (o cima número 6 del Cordón Riso Patrón). El segundo cruce nipón fue de tres jóvenes de la Universidad de Jochi en 1971:

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Aunque pocas cumbres de la Patagonia sobrepasan los 3000m se puede decir que ésta es hoy una de las regiones más fantásticas que hay, pues tiene su mundialmente famoso perverso clima y sus glaciares que doblan en tamaño los del Karakorum. Otra razón por la que deseábamos hacer nuestra expedición era que concedíamos mucha importancia al ansia por lo desconocido. Y también porque queríamos hacerlo nosotros mismos, sin ayuda de nadie. Aquí no podíamos emplear sherpas y no hay trineos tirados por perros como en Alaska y Groenlandia. La clave del esfuerzo, terminara bien o mal, se contenía en nosotros mismos.
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Expedición japonesa a la Patagonia de 1971

Desde el fiordo Falcón, arrastraron su trineo de 600 kilos y con 29 campamentos llegaron al fiordo Europa, por un altiplano de 100 kms en línea recta. Ya casi sin comida, llegó una lancha de carabineros a recogerlos. Otros nipones treparon también al Paine Norte, que calificaron de “salvajemente difícil” y Cerro Olguín, 2250m (enero 1969). Otro grupo anunció su triunfo en el Cerro Cubo (2920m). Aunque Conway exploró primero el monte Sarmiento, De Agostini lo fotografió e hizo famoso. Saint Loup lo llamó “la montaña más hermosa del mudo”. El mismo Padre Patagonia, ya de 73 años, dirigió la exitosa expedición italiana de 1956, que con infinita paciencia dejó pasar temporal tras temporal, hasta que Carlo Mauri y Clemente Maffei ascendieron la cumbre el 6 de marzo. Sus compañeros, con el jefe Giuseppe Morandini, esperaban abajo, invisibles bajo la espesa niebla fuegina. Maffei describió la cúspide como la ”piu tremenda e la piu fantástica cima della mía carriera alpina”. Hubo muchas otras expediciones al monte. Los japoneses de T. Tuji tuvieron que contentarse con los picos 1480, 1840, y 1860, del extremo oeste del Cordón Navarro. Los norteamericanos de Jack Miller en 1966 ascendieron a los picos Ona (2200m), La Vela, Escondido, Diente de Tiburón y Filo Helado (1800m) y también en el Cordón Navarro, el Ahnikin (1800m), así bautizado por un famoso jefe yagán. Los italianos (Agnolotti) consiguieron al cuarto asedio la cima occidental inescalada del Sarmiento, y se anotaron a su favor el Monte Buckland (o Monte Parva hasta la llegada de FitzRoy). La Spedizione Tierra del Fuego 1966 dirigida por Casimiro Ferrari contaba con los expertos O. Alippi, G. Machetto, O. Pirovano, C. Giudici y sobretodo Carlo Mauri. En el campo base en Bahía Encanto, los temporales y el viento “podían pulverizar el agua” según Mauri. El 6 de febrero comenzaron la escalada en tres cordadas y turnándose en los muros. Con provata técnica del sesto grado, lograron aferrarse al filo sur, que era la clave de la ascensión. De él escribió Mauri:

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Esta difícil y peligrosa travesía será la clave del triunfo. Bajo nosotros, un salto de 1500m. Afortunadamente todo lo expuesto de este pasaje lo ocultaba la niebla que llenaba el vacío.

La nieve del filo es inconsistente y frágil. Nos movemos uno a uno con cuidado. El fuerte viento no permite sentarse. Ferrari y Giudici ya están en la cima y después todos gozamos de esa inmensa alegría... nos abrazamos... fijarnos las banderas de Italia y de Chile en una picota y por turno levantamos este símbolo de la victoria.

La cima del Buckland es estrecha, y siendo toda de hielo puede caer, deslizarse hacia abajo. No nos permitimos descanso. Las únicas distracciones, conociendo la importancia de los documentos, son la toma de fotos y de una película […] serán los únicos recuerdos visibles que representarán toda la emoción de la escalada, para después […] cuando tengamos que recluirnos en casa por el resto de la vida.
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Carlo Mauri

En 1979, un yate de alpinistas escoceses ancló en el Seno Hyatt, del Fiordo De Agostini. Penetraron los glaciares hacia el noreste hasta llegar a un paso de 1000m sobre el Seno Brooks. Siete cumbres entre 1200 y casi 2000m de la cuenca del Hyatt y otra al sur del mismo fueron ascendidas. Otro grupo inglés bajo J. Earle escaló desde la Bahía Yendegaia. La expedición más exitosa del extremo austral fue la neozelandesa de 1969-70, reforzada por el Claudio Lucero. Cumplió la segunda ascensión del San Valentín, con Lucero y 3 neozelandeses, el 23 de diciembre. También las primeras a los vecinos Cuerno de Plata (3500m), Fiero (2960m), Pico Sur (3100m), La Torre (2750m), Cristal (2750m), Hyades (3070m), Cono Helado (2300m), Siniolchu (2300m), Turret (o Torrecilla, 2000m) y Aguja Aguda 2400m. Además, la segunda ascensión del Mocho (2500m). Lucero participó además en la del Pico Sur. Posteriores expediciones neozelandesas repitieron ascensos al Aguda y Cono Helado y también escalaron algunas cimas menores del macizo San Lorenzo y otras en el Glaciar Dickson, al norte del Paine. Más importante fue la de 1972, reforzada por Rómulo Tarsetti. Con pésimo tiempo sólo pudo hacer ascensiones a las cumbres “2700”, “2700” y al Cerro Cachet, 2800m. La última gran expedición neozelandesa fue la de la Tierra del Fuego dirigida por S. McAndrews. Sus ocho miembros repitieron el ascenso al monte Darwin y llevaron a cabo las primeras de nueve cumbres sin nombre, bautizando a varias. La primera ascensión chilena del Fitzroy tuvo lugar cuando Gino Cassasa, de 21 años, y el austríaco Walter Bertsch, de 20, treparon la ruta norteamericana en 1980. Cassasa repitió una primera con la Aleta de Tiburón (1800m) y tres compañeros. El Cerro Castillo del Paine (2400m) fue rematado por andinistas de Rengo. En febrero de 1984, Cassasa otra vez y tres compañeros efectuaron dos escalamientos de la Torre Norte del Paine, además de un intento a la torre Central. Circa 1981, cuatro andinistas del nuevo Club Andino de Coyhaique ascendieron el San Valentín. Al descenso, un accidente y congelamiento causaron la muerte Daniel Vidal. Se intentó rescatar el cuerpo con helicópteros, pero las vibraciones de los aparatos provocaban rodados de nieve.

La Federación en los tiempos modernos

En 1971 se realizó un reordenamiento administrativo de la Federación, que se había relajado. Ello favoreció la formación de nuevos clubes y asociaciones. Aportó la creación en 1973 de la Comisión Nacional Asesora para los Deportes de Montaña, que asesora al Director General de Deportes y Recreación, así como los recursos del Sistema de Pronósticos Deportivos creado por el gobierno en 1975 y que empezó a rendir sus frutos al año siguiente. La Federación creó varios departamentos que empezaron a trabajar en la implementación de planes y programas para desarrollar el excursionismo a través del país, proporcionando apoyo económico para realizar expediciones de mayor importancia. Estos programas se iniciaron en Santiago en forma experimental y luego se extendieron a todas las asociaciones, las que vieron incrementada en forma importante la actividad de sus clubes. Se acuñó la frase "excursionismo de esfuerzo" para enfatizar que el excursionismo recreativo pasaba a un segundo plano. La bonanza económica de 1976 - 1981 permitió además asignar subvenciones anuales a todas las asociaciones, una pequeña parte de la cual se destinaba a apoyo para sus gastos de administración, mobiliario, ampliación de sedes y desarrollo del deporte. Entregó además carpas y cocinillas. Con la ayuda de DIGEDER (antecesor del actual Ministerio del Deporte) y del Comité de Chile, la Federación creó el Museo Andino y la Biblioteca Andina en la Casa del Andinista adquirida el año 1977, en Almirante Simpson 77. Fue reconocido por la DIBAM en 1981. Fue remodelado en 1982 gracias a un aportes de la Municipalidad de Providencia. Se publicó la Guía de Excursionismo para la Cordillera de Santiago, de San Román, y la Asociación de Valparaíso y Aconcagua presentó la propia en 1982. La supresión de la ayuda económica con posterioridad a 1981 produjo una notoria baja en la actividad de montaña, en especial en los clubes no capitalinos. Los que se mantuvieron, fue gracias al entusiasmo de unos pocos dirigentes. DIGEDER dispuso que las federaciones nacionales debían preocuparse solo del alto rendimiento, en desmedro del deporte masivo.

Los Andes Antárticos

El primer ascenso antártico se consiguió, organizado por el gobierno chileno, en la isla Greenwich a mediados de febrero de 1947. Se ascendió el nevado del noroeste, General Cañas (650m), por el teniente González y el sargento López, y el nevado central, “Comodoro Guesalaga” (200m), por el doctor Arturo Larraín y Humberto Barrera. Ambos grupos partieron el 18 de febrero a las 5 a.m. González y López cruzaron la isla a lo largo hasta alcanzar a 40m de la cumbre del nevado y bajaron a la Punta de los Elefantes, donde fueron recogidos por una embarcación. Larraín y Barrera, después de alcanzar el nevado central se separaron. Barrera se extravió debido a la intensa bruma blanca encegueciéndose con la nieve. Llegó por fin al campamento, sólo por el tacto de los esquíes, y perdió un ojo por lesión. En diciembre de 1963, el aviador naval Hernán Pacheco alcanzó el polo sur. Lo mismo el geólogo y vulcanólogo andinista Oscar González Ferrón, del Club Andino de Chile en 1968. Ambos como huéspedes de misiones estadounidenses. González Ferrón ascendió varios volcanes sin nombres, y la Academia de Ciencias de Washington, institución huésped, designó a uno de estos picos Monte González Ferrón (3020m). La Península Antártica fue cruzada en su ancha base primeramente por un trío militar, al mando del comandante Sergio López. El viaje de unos 800 kms. ida y vuelta, se hizo en agosto 1961, invierno. En noviembre de 1972 la península fue nuevamente atravesada por Ceodomir Marangunic, quien dirigía un grupo de geólogos.

Claudio Lucero, ascendió un picacho de la isla Livingstone, del grupo de las Shetlands.

La mayor empresa chilena fue la de 1982. Con el auspicio del Instituto Antártico de Chile, en enero y febrero, participaron G. Cassasa, E. García, D. Delgado, J. Quinteros, F Quiroz, A. Izquierdo, Andrés y Ceodomir Marangunic, P. Toro y A. Velásquez. Tomaron parte también científicos alemanes invitados. En la isla Amberes se ascendieron el monte Francés (2822 y 2630m), Egregio (1300m) y Williams (2000m), por dos rutas diversas. Las dos últimas montañas, sin ascensión previa.

En la isla Adelaida, un destacamento de la FACH operó entre el invierno y diciembre de 1983; contaba con la compañía de tres miembros del Cuerpo de Socorro Andino, quienes exploraron la isla y ascendieron el Monte Mirador de Adelaida (850m, M. Casas, J. Sáez y J. Toledo). Cuatro días después, los dos últimos y el militar P. Iturriera llegaron a la cima del Monte Loma Blanca (920m). Fue ascendido también por el difícil filo norte por Casas y Sáez. En 1984 Alejo Contreras, con una expedición que se originó en Canadá, aterrizó cerca de la base del Cordón Centinela. Contreras, con ocho turistas alcanzó la cima del Monte Vinson (4897m), el más alto de la Antártica. El monte Vinson ha adquirido súbita importancia. Se le codicia y fue comercializado debido a que, por ser el vértice del sexto continente, se convirtió en meta obligada para quienes buscan coleccionar las de todos los seis que forman el planeta. Contreras volvió a escalar tal cima con un grupo internacional el 2 de diciembre del siguiente año. Las suyas fueron las ascensiones séptima y doce, de las catorce que se registraron hasta fines de 1986."

Algunos logros chilenos en el extranjero

Enrique Valle completó cuatro cumbres de los montes Atlas, de Marruecos. Mario Vidal abrió una ruta nueva en el Kilimanyaro (5897m). Mario Infante ascendió a los montes Ruwenzori, de Uganda, a los picos Vittorio Emmanuele (4914m) y Margarita (5519m).

Las Rocallosas del Canadá recibieron numerosas visitas de Evelio Echevarría en 1973. Claudio Lucero fue instructor en Ciudad de México y acumuló más de 30 ascensiones a los grandes volcanes mexicanos y centroamericanos. El McKinley de Alaska fue coronado primero en 1982 por Roca. Luis Bussenius subió varios picachos rocosos del Brasil. Nelly Chávez y familia destacó en los Andes venezolanos.

Percy Dauelberg vivió en La Paz por muchos años, y se convirtió en el más activo miembro del Club Andino Boliviano. Logró la primera ascensión del Nevado Illimani (6402m) en 1952. Ascendió también el Huayna Potosí (6088m) en 1952; Mururata (5879m) 1951; Chicani, 5435m en 1950; Coronado, 5350m (1° ascensión), 1950. Junto a Carl Wlack, logró el primer ascenso del León Jihuaña (5744m) en 1952.

Evelio Echevarría en los Picos Quindíos (4500m), Cordillera Central, Colombia, Diciembre 1974

En 1953, Evelio Echevarría, del Club Andino de Chile, Dauelsberg y tres socios del Club Andino Boliviano completaron la tercera ascensión del Nevado Mamailloca (5522m). Ambos chilenos y el boliviano Rodolfo Gutiérrez llevaron a cabo la primera del Cutieucho o Hichuloma (5100m). En el descenso, por trágico descuido, pereció el boliviano. En 1954, Dauelsberg realizó la primera del Pico Centinela (5100m), junto con varios bolivianos.

En 1971, el mayor de ejército Arturo Aranda fue invitado por Guido Monzino como segundo jefe de la expedición al Polo Norte. La exploración se inició el en noviembre con muy poca luz invernal y temperaturas de hasta -60°. Fueron 3000 kms de ida y regreso, en medio de muchas dificultades logísticas. En julio de 1978 y en Perú, Gino Casassa y Alejandro Izquierdo intentaron el complejísimo Yerupajá, para luego coronar la pared este del Rasac (6040m) junto a J. Lindsay y M. Riesco. El invierno siguiente, consiguieron la ruta francesa del Huandoy (6395m) en estilo alpino. En marzo de 1980, Casassa y Walter Bertsh escalaron en primera la Pared Sur del Cerro Altar.

Chile en el Himalaya

El andinista chileno Roberto Busquets participó en la expedición argentina de 1954 dirigida a coronar el entonces inescalado Dhaulagiri de 8167m. Dos años antes, Busquets había ganado la primera edición del mejor deportista, rama montañismo, entregado por el Círculo de Cronistas Deportivos. Busquets trabajó hasta los 7200m del campo seis, siguiendo la "Ruta de la Pera" en la faz oeste de la montaña. Se llegó a cerca de 8000m, producto del clima. El líder, Francisco Ibáñez, falleció de regreso en Katmandú, producto de las congelaciones.

En 1972-3, los militares Arturo Aranda y Baltazar Catalán participaron en la gigantesca expedición italiana de Guido Monzino al Everest, aún no escalado por los italianos. Aranda y Monzino habían incursionado juntos en la Patagonia chilena, recorrido 1500 kilómetros durante la travesía de Groenlandia en el invierno polar de 1971 y alcanzando el Polo Norte. En noviembre de 1972, diez aviones Hércules aterrizaron en Katmandú con 37 montañistas y 160 toneladas de vituallas. La caravana de acercamiento empleó 70 sherpas y dos mil porteadores, 500 yaks, y varios helicópteros. Aranda y Catalán, los primeros en ocupar el campo de 7000m para intentar la cima, recibieron de Monzino la inesperada orden de descender al campo base, ante lo cual abandonaron la expedición. Desde un campamento a asombrosos 8500m ocho hombres lograron la cima el 5 y el 7 de mayo.

La expedición "Chile 1979" al Gasherbum de 8035m estaba formada por J. Bassa, C. Gálvez, R. Lamilla, C. Lucero, N. Muñoz, G. Oyarzún, J. Quinteros, I. Vigoroux y H. Zúñiga, quienes se empeñarían en la ruta austríaca de 1956. Con 130 porteadores llegaron a comienzos de mayo al glaciar Abruzzi para instalar el campamento base. El 8 de junio cuatro hombres salieron hacia la cima desde el campo 6 a 7200m. A los 7600m improvisaron un duro vivac:

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Los cuatro estamos muy agotados. Casi no hemos comido en las últimas 30 horas, y sólo hemos tomado unos sorbos de líquido. Sacamos cuenta de lo que falta. Sólo 400m, pero en estas condiciones y a esta hora jamás llegaremos. Hay que tomar una decisión. No tenernos equipo de vivac, ni sacos, ni anafe para fundir nieve y obtener agua, pero tampoco hay tiempo para un nuevo intento. Será ahora o no será jamás.
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Al siguiente amanecer prosiguieron. Pronto abandonan Vigoroux y Lamilla. Oyarzún y Lucero, no cejan:

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Teníamos puesto en la mente que había que llegar arriba; en ese momento recordábamos todo el tremendo trabajo de planificación y todo lo que había costado llegar hasta allí y no podíamos perder todo este esfuerzo. No podíamos desistir: había una cosa mucho más fuerte que nos impulsaba.
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A las 18:00, de acuerdo a su testimonio, conquistaron la cima del Gasherbrum II. La afirmación ha enfrentado numerosos detractores. Reinhold Messner no la da por cierta. En 1983, Chile organizó su primera expedición al Everest, por la vía tibetana. Los seleccionados J. Bassa, G. Casassa, C. Gálvez, L. García, C. Lucero, N. Muñoz, el jefe del grupo G. Oyarzún, Pardo, E. Párvex, D. Peña, N. Rivera e I. Vigoroux. Siguiendo la arista norte instalaron siete campamentos, el más alto a 8300m, donde el 18 de mayo se posicionaron para intentar la cima Lucero, Oyarzún, Peña y Vigoroux. La jornada siguiente ganaron unos pocos metros. Según relató Oyarzún: “Avanzamos unos 50m con la nieve polvo hasta la cintura. Está muy fría e inestable. Luego se insinúa hacia arriba una canaleta muy abrupta […] El riesgo es grande y la ruta poco segura. Decidirnos descender y ubicar otro lugar menos expuesto para tratar de alcanzar la arista superior. Sin sospechar que esa sería la máxima cota alcanzada por la expedición, regresamos nueva-mente hasta la terraza del campo 7}} El clima los mantuvo bloqueados allí hasta el día 20, cuando Oyarzún manifestó síntomas de edema cerebral y se determinó abandonar el intento. Se esgrimieron corno razones del fracaso una pobre estrategia, el abuso de liderazgo y no llevar oxígeno. Luego de que el médico Bassa le diagnosticara a Gino Casassa un principio de edema cerebral, el jefe Oyarzun le prohibió salir del campo base por haber prestado unas carpas a miembros de una expedición estadounidense. Desobedeciendo y sin autorización alguna Cassasa realizó el 14 de mayo la primera ascensión solitaria y la segunda absoluta al Changtsé de 7553m, en 20 horas continuas desde los 6100m del campo 2 de la expedición al Everest.

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A mediodía estoy en la base de la pirámide final. Puedo ver hacia abajo el resto de la expedición que sube de C3 a C4. A las 15:30 llego a 10m de la cumbre. Me separa una pendiente de 70° en nieve polvo en que me hundo hasta la cintura. Al intentar subir provoco una pequeña avalancha de placa que me arrastra 5m hacia abajo. Pienso en desistir, es muy peligroso. Sin embargo encuentro una mejor ruta 50m a la derecha en la pared norte. A las 17 horas llego finalmente a la cumbre.
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Gino Casassa

Casassa y otros andinistas que lo apoyaron con sus declaraciones fueron suspendidos en su calidad de federados. La UC organizó otra expedición al Everest tres años después. Comandados por Lucero, iban además P. Bralic, C. y F. García-Huidobro, M. Grifferos, R. Jordán, J. Marambio, E Straub y V. Trujillo. Se siguió la misma ruta del primer intento. Excluido Lucero, la edad promedio del equipo era de 24 años. Solo alcanzaron 7600m. El 16 de agosto a Víctor H. Trujillo murió inmediaciones del Collado Norte. Trujillo salió solo, mientras los otros se ponían las mochilas. No estaba encordado y se acercó demasiado al extremo de una cornisa la que cedió. Cayó 700m. Durante esa misma época Mauricio Purto escaló en solitaria el Yakawa Kang 6482m y el Khatung Kang de 6484m. En 1987, Mauricio Purto, Alejandro Izquierdo, Rodrigo Mujica e Ítalo Valle, del Club Alpino Italiano, se dirigieron el Cho Oyu (8201m), sexta cima del mundo. Escogieron la ruta Tichy de 1954. Fue una expedición puramente privada, conseguida con el auspicio de empresas. Purto, Valle y los sherpas Ang Furi y Ang Rita lograron la cumbre el 29 de abril desde el campamento 5 a 7500m. En la época premonzónica de 1989, Purto lideró a G. Casassa, O. Cattoni, R. Mujica e I. Valle al monte Shishapagma en China. Las revueltas políticas en Tíbet obligaron a las autoridades chinas a suspender los permisos de escalada a todas las expediciones. Mujica abandonó por enfermedad. Decidieron intentar el Dhaulagiri. El mes de trámites buscando el pase al Tíbet los hizo arribar tarde al campo base, a fines de abril. Habilitaron dos campamentos en el espolón noreste, el último a 7200m. Casassa y Puorto lograron la segunda ascensión absoluta a la cima suroeste del Tukche 6680m: La tercera expedición chilena al Everest tuvo lugar en septiembre de 1989, nuevamente organizada por la UC. Con R. Jordán como jefe, participaron K. Abell, Ch. Buracchio, J. Canales, A. Díaz, C. Gálvez, C. y F. García-Huidobro, R. Gómez, C. Lucero, J. Marambio, G. Oyarzún, J Pardo, T. Puchell y M. y N. Rivera. Acompañados de un equipo de la televisión intentarían la arista oeste. Instalaron un campamento 5 a 8000m. A las 3.30 A.M. del 16 de octubre, Claudio y Cristian salieron a la escalada final. Tras solo 50m, Claudio informó que se le están congelando pies y por el viento. Cristián continuó solo. A las 5 A.M. Cristián no había podido avanzar más que cien metros. Gastón Oyarzún ofició de guía en Nepal, logrando la cima del Mera de 6672m. En 1990, Purto dirigió a L. García, F. Luchsinger e I. Valle al Gasherbrum II. El 30 de julio a las 17:30 horas los tres primeros hollaron la cima.

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Torciendo hacia el noroeste, a 7750m de altitud y sin la protección de la pirámide, recibimos el violento ventarrón del altiplano tibetano. Nos abrigamos, pero mis amigos tardan mucho y comienzo a enfriarme. Parto adelante por la sombría y suavemente escalonada pendiente de hielo, las últimas reminiscencias de la pared este del gigante. El huracán amenaza con volarme. Ráfagas de viento arremolinan cristales de nieve perfectamente secos en los que me hundo como si fuese arena, y que castigan helándose a intervalos regulares. Vacilante, devuelvo la mirada a las brumosas siluetas que comienzan a moverse. Jadeo inclinado sobre el piolet. Las pausas son cada vez más frecuentes. Me fijo metas en número de pasos. Trato de contar cincuenta antes de parar. El viento, poderoso, va helando mi costado derecho, minando mis energías al punto que por un efímero instante veo la renuncia. Desde las sombras, observo los arrebolados neveros del Gasherbrum I y me estremezco; en una instantánea revolución de sentimientos sé que no cabe la posibilidad. El regreso para por la cima.
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Mauricio Purto

Ítalo Valle regresó desde los 7850m, pero al día siguiente consiguió la cumbre en solitario, pese a una hemorragia retiniana diagnosticada diez días antes. China reconsideró para el Club Alpino Italiano el permiso para el Shishapangma. En agosto de 1991, los cuatro conquistadores del Gasherbrum II, más el sherpa Ang Furi y el italiano Gigi Mazzoleni, siguieron la arista norte. El 27 de septiembre a las 14 horas los seis llegaron a los 8046m de la cumbre desde el campamento tres a 7200m.

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Recuerdo el día de cumbre del Shishapangma; tras cuatro horas de fatiga y cercanos a los 7700m, el Himalaya se desplegaba al lento ritmo de cada paso, y allí apareció... tras el Phola Gangchen, al este, la pirámide del Everest, sobresaliendo claramente de entre un rebaño de cumbres... Entonces comprendí, más allá de las palabras, que estábamos haciendo lo correcto. En el místico ensueño del aire ligero de las alturas proseguí el derrotero no sin echar ojeadas esporádicas a la cima del mundo.
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Mauricio Purto

En 1992, la UC acometió otra vez el Everest. Jordán se reforzó con tres escaladores técnicos del Club Alemán Andino: Christian Buracchio, Dagoberto Delgado y Juan Sebastián Montes, que se sumaban así a C. Lucero, A. Díaz, C. García-Huidobro. La UC entró al Tíbet desde Nepal, e instaló el campo base a 5400m. Utilizaron el difícil y peligroso espolón que lleva hasta el Collado Sur, la ruta del Kangshung, que en 1988 había recibido el primer y único ascenso por un grupo anglo-norteamericano. Fijaron dos mil metros de cuerda y el 13 de mayo llegaron a los 8000m del Collado Sur, donde instalaron su tercer campamento. Montes no estaba designado para ir a la cima, pero igual permaneció allí junto a García-Huidobro y Jordán hasta la víspera del día 15 en que los tres salieron hacia la meta:

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Pasamos todo el día 14 descansando, y cerca de la medianoche constatamos que las condiciones eran propicias. Diez minutos antes de la medianoche exacta, ya estábamos en camino, por lo que debimos esperar sólo un día a los ocho mil. […] Desde donde estábamos al amanecer, a 8350m de altitud podías ver en torno a ti todo el Himalaya y ni una sombra de nube que pudiera venir a echar a perder las cosas. Era casi un hecho que haríamos cumbre.
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Rodrigo Jordán

Mientras ello ocurría, una expedición del Club Alpino Italiano seguía la ruta normal. La conformaban L. García, F. Luchsinger, M. Purto, J. Quinteros e I. Valle. El 12 de mayo instalaron el campo cuatro en el mismo Collado Sur donde llegaría la UC. En espera de buenas condiciones, esperaron casi sesenta horas hasta las tres de la madrugada del mismo día 15.

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Las horas pasan en una semivigilia. Los pasos del inglés Jonathan Pratt me sacan del ensueño. The mountain is quiet. Entiendo también que el cielo está claro. Me asomo. La luna casi llena ilumina por fin las heladas pendientes de la madre de las montañas y comienzan los preparativos en pos de la cima
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Mauricio Purto

Tres escaladores de la UC y cuatro del Alpino Italiano (Ang Fumé, Ang Rita, Jonathan Pratt y Purto) se encontraron en la cima.

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Nuestro sueño se había cumplido. Camino los últimos metros profundamente emocionado. Pero también claramente consiente de que teníamos que descender, consciente de que el trabajo no estaba terminado con sólo llegar a la cumbre. Hace diez años que estamos comprometidos con este trabajo y en estos minutos todos esos años se vienen encima.
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Rodrigo Jordán

Y Purto:

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Rampas de nieve dura volada, acornisadas, se recortan contra el cielo, antecumbres de la montaña que ahora disminuye su pendiente. Ningún picacho adyacente supera la visión perpleja desde este lugar. Oleadas de emoción se hunden en una inmensa serenidad y alivio, Aminoro el paso en un inútil afán de congelar el momento.
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Mauricio Purto

Al encontrarse en la cima, Cristián García-Huidobro de la UC insultó a Purto (se desconocen los motivos), ante testigos extranjeros que miraban perplejos. Purto, quien hace años había sido marginado de la rama de montaña de la UC por entredichos con Lucero y Jordán, le respondió “¡Despierta, hombre! ¡Estás en un santuario!”, pero la gresca continuó. Montes llegó más tarde, sin uso de oxígeno suplementario durante el día de cumbre. Luchsinger y Valle, sin valerse en ningún momento de oxígeno, soportaron casi sesenta horas de espera en el Collado Sur, y aun así lograron llegar respectivamente a 8700m y 8600m. Ese mismo 1992, la FEACH organizó una expedición al Broad Peak (8047m), formada por D. Alfaro, el jefe C. Gálvez, M. Moreno, M. Quiroz y S. Zárate. Tras una espera obligada de sus equipos en Rawalpindi, llegaron tardíamente al campo base y lograron 7400m. El 15 de septiembre de 1993, Purto y Valle subieron la Pirámide Carstensz, punto más alto de Oceanía. Purto se convirtió en el primer latinoamericano y el más joven de los diez hombres que en ese momento habían ascendido las “siete cimas”. El 13 de agosto, de 1996 tras un agobiante trabajo de once hombres por más de tres meses Cristián García-Huidobro consiguió la cima del peligroso K2 (8611m), en el marco de una expedición de la UC por la ruta sur-sureste, o vasca, con solo dos ascensos previos. Después, arribaron Miguel Purcell (34) años, Waldo Farías (25), y Misael Alvial (34), en ese orden.