7271
ediciones
Cambios
→Anexo: Extracto crónica de Grossen
{| class="wikitable collapsible collapsed"
|-
! |-| "COYHAIQUE CAPITULO XI EXPEDICION AL RIO PALOMA, RIO ING. IBÁÑEZ Y LAGO GENERAL CARRERA por fin han terminado los meses de invierno con sus dias cortos y noches interminables. Los pasé en parte en el Istmo de Ofqui, en Puyuhuapi con mis amigos y en Santiago, donde debia ocupar- me de nuestra próxima expedición y la compra de todo 10 necesario para ella. Ahora estamos en condiciones de poder iniciar esta nueva empresa. La primavera ha llega- do y ya nada me retiene en las ciudades. Hay tantísimo que hacer en la Provincia de Aisén y quiero aprovechar al máximo el período de tiempo favorable. El 20 de noviembre 1942 tenemos todo prepa- rado y estoy en condiciones de partir con mis hombres. El ingeniero provincial, un joven de ascendencia suizo-alcmana, llamado Oscar Spi- chiger, me ofrece un camión para trasladarnos a Coihaique. Torrealba, yo y otros acompañantes nos subi- mos al vehículo. Uno de los hombres es Vicente Delgado y lo traje del norte; uno de sus ex•patro• nes me lo recomendó mucho. Mi buen compa- ñero Pedro Díaz es el segundo; lo conozco bien, es capaz y confiable. El tercero es Aguilar, que me acompañó hace años en otra expedición y a quien recuerdo como persona muy decente. El último es Martínez, un pequeño chilote regorde- te, de quien Torrealba se ha hecho cargo. El camino que conduce a Coihaique está aho- ra en estado impecable. Puede ser que ésto se de- baala influencia del nuevo ingeniero rovincial. A la I P.M. ya estamos en la ciudad. n la tarde compramos las provisiones que faltaban, conse- guimos los caballos y una carreta de bueyes para transportar nuestros bultos hasta el Lago Elizal- de.
El fuerte viento norte y el cielo nublado preva- lecen al amanecer, Y en vez de bajar su nivel, el río lo ha aumentado aún más, quizás cuánto tendríamos que continuar esperando. En este perío- do de deshielo no se puede saber exactamente cómo se comportan los ríos; será preferible intentar el cruce ahora. Toda la carga se coloca adecuadamente en la carreta, sobre cuyo piso hemos extendido dos lonas; después doblamos los bultos, doblando las lonas hacia arriba y amarrándolas bien. Así quedan las cosas como en una bolsa cerrada. Estamos a punto de terminar esta maniobra cuando aparece un jinete que se presenta como Martínez, un colono del valle Paloma. Supo de nuestra expedición y como pasamos cerca:dé su terreno. nos siguió para ofrecer su ayuda. El co- guiacoguia. No. dice la por se eruta el novmalmente y que nosotros iba• a tomar, es demasiado profunda una carn•ta_ Nos otro lugar un roco más lejos. cl divide en hacia allá indica pasar. Sin logramos la Otra orilla. mediodia estamos en la propiedad del viejo Valdes junto al [ ago Elizal- deElizalde. la estado arreando ganado y viene nueS• tro encuentro Representa al patagom• un verdadero en su reino. Nos sa• luda cordialmente sc alegra pot las fotografias que Ic entieso. tomadas en mi visita anterior Al ha superado cieno prejuicio que tenia a mi cn un comicnto, Crcia que todos rubios ingleses y éstos. a su VCt, agentes dc argentinas. Como éstos 10 hablan hostili.'ado tiempo atrás. seguramente que yo tanto. Ahora nos cuenta al instalarse en lados. no sc tomaba muy en serio el de los limites fronteri- 'Os Vn mas de una ocasión ocurrió que IOS duc• de grandes estancias argentinas. muchos de los cuales eran ingleses. llegaban a territorio chi- Icno chiIcno sin cuenta dc ello molestaban a IOS colonos que se habian radicado en IOS bosques. Valdcs dicc que durante los primeros años tu• vo que defender permanentemente. rinc cn ma- nomano. su propiedad, Muchos de esos estancieros alegaban que sus terrenos cn la zona limitrofc cantaban ntucho al oeste de lo que en reali- dad realidad 10 hacian. Ahora Iodo eso ha cambiado, Sal- so Salso unas pocas la linea limitrofe es- ti esti claramente y a los colonos se les reco- la recola propiedad de sus tierras. una Vez que se hicieron las tncdiciones correspondientes. Instalamos las carpas junto al lago y espera- mos esperamos cl momento para iniciar su trave- siatravesia. El tiempo está esplendoroso de nuevo. El sol pero un fuerte viento suroeste levanta olas tan altas quc seria arnesgado partir en bote. En todo caso. las embarcaciones necesarias. una más grande para la carga y Otra más pequeña pa• ra los pasajeros. se encuentran listas en la orilla. El colono Martina nos acompañará dias Guaquil. en cambio. desgraciadamente no M}-drá hacerlo. Su campo está en cl Valle Paloma. pero él vive aqui Á.nto al lago. En todo caso. nos promyr• ciona algunos dalos interesantes. por ejemplo. di• cc que a largo dc la orilla del Paloma hay un sendero transitable para caballos que sc remonta un largo trecho valle hacia el interior. Durante varios dias continúa brillando el *'l, pero cl fuerte viento y las olas nos nuntienen en la orilla oriental del lago; parece paradojal no po- dersc podersc alegrar por el buen tiempo. pero en estas circunstancias Obliga a permanecer inacti- vos inactivos aqui. Pot lo menos. aprovechamos de escalar un cerro para poder apreciar el paisaje desde arri- túarritú. La cima dc unos mts. de altura nos pro- porciona proporciona una visión magnifica. Ilacia el norte se extiende el fértil valle Simp- en Simpen el we vemos roces en diferentes 144 partes. En los últimos días, la acción del viento y del sol han a secar «Hnpletamente la superficie ganada por los roces. En este senti. do. los colonos dc esta zona de los parques no tienen que batallar tanto como los que se han ra. dicado en la tona costera. donde la selva siempre verde casi nunca sc seca debido a las lluvias per. manentcs. Valdés nos cuenta de que él también inició un roce pero que cl fuerte viento imperante hizo cundir el fuego más de lo previsto, destruyendo alredcdor de un kilómetro de sus cercos. Dcsdc estas alturas el lago parece estar tran- quilotranquilo. Apenas sc perciben las olas, aunque en realidad está muy agitado de costa a costa- En to- das todas partes las escarpadas y peladas paredes des- ciendcn desciendcn easi verticalmente hasta el lago. lla desa- parecido desaparecido cl magnifico bosque de hayas que solía cubrirlas. pero aún con su superficie destruida, el bosque trata dc vengarse de la acción del horn- brc_ hornbrc_ Suele suceder que los altos troncos carboni- lados carbonilados que aún se manticnen en pie en las lade- rasladeras, se convierten en temibles enemigos de hom- bres hombres y animales cuando caen derribados por uru fuerte tormenta, Al atardecer salgo a dar una vuelta para tomar algunas fotografias. No llevo la escopeta porque todavía tenemos bastante carne de cordero. Tro- piezo Tropiezo con gansos silvestres y sus polluelos que me alegran con su inocente actividad. De pron. lo. una hembra sc percata de mi presencia. Lia. ma perentoriamente a sus crias y los cubre ato- dos atodos con sus alas, Más allá, el pelaje café rojizo de un pato real brilla por entre los matorrales. sin que el ave sospeche que lo estoy observando. En reali- dadrealidad, no tiene nada que temer. pues en la primavera no se debe cazar. ni siquiera en lugares donde nas existen disposiciones quc lo prohíben. El viento cambia un poco hacia el oeste y trae algo de lluvia. El lago se ha tranquilizado y eso decide nuestra partida. Salimos hacia las 9 de la mañana, pero ya después de bogar algunos kiló- metros kilómetros debemos buscar un refugio. El oleaje se ha intensificado de nuevo tanto, que ni siquera Cuatro remadores pueden dominarlo. Espera. mos un rato que el lago se apacigue y volvemos a partir. Vamos zigzagueando para tratar de evadir el golpe de las olas. Asi y todo, pronto nos damos cuenta de que debemos desistir. Acampamos entonces en la orilla norte del lago, junto a la de- sembocadura desembocadura de un pequeño rio que desagua el vecino lago Atravesado. Durante todo el dia siguiente azota un fuerte viento acompañado de chubascos, que nos Obli• gan a permanecer en el campamento. Recién al cabo de otras 24 horas podemos abandonado. Apenas logramos cruzar el lago, pero por fin. ha• cia el mcdiodia del 27 de noviembre, llegamosa la orilla opuesta. Esta vez instalamos el campamento diez me. tros más arriba del lago, en el bosque. Desde aqui proseguiremos a pie hasta el rio paloma, donde trataremos de conseguir algunos caballos de carga. Todavía tenemos provisiones en abundancia. Nos deleitamos con la carne pues contamos con
un cordero muerto y otro vivo; además, uno de los colonos nos regaló un pato gordo que nos acompaña y sc convertirá en una buena sopa a su debido tiempo. Habíamos pensado que un paseo a la desembocadura del lago nos proporcionaría unas cuantas truchas, pero la lluvia nos impide salir; sólo alcanzamos a recoger un par de tallos frescos de nalca, de agradable sabor ácido. Para mañana, haremos a pie el primer transporte de la carga.
Ahora debemos preocuparnos de trasladar el resto de la carga que dejamos en el campamento anterior. Como hay un sendero para caballos, preguntamos a Millado si nos cedería algunos animales por un par de días, El no parece tener mayor apuro; además, es un hombre solo que puede dislx.ner de su tiempo como mejor le parezca. Dice que no tiene inconvenientes en proporcionarnos lo solicitado. Nos apresuramos en comer el asado al palo recién preparado, y partimos con cuatro caballos. Un chispeante viento del oeste en el lugar donde dejamos anclados los botes me induce a ordenar a Díaz y Martinez que vayan a devolver el bote más grande a Bahamondes; tendrán que llevar el más chico también, ya que ellos deben regresar. Después dejaremos esa embarcación aquí, como medida de seguridad en caso de que nuestra misión fracase. El colono Martínez nos ha acompañado hasta ahora y aprovecha esa oportunidad para regresar a su casa. Muy temprano a la mañana siguiente comienza la actividad en el campamento. Casi podría decirse que estamos en una finca. Nos es familiar y evoca recuerdos el bahido de la yegua que está pastando con los demás animales en la cercania; el balar del cordero también se oye en ror• ma casi ininterrumpida; chucaos y gallaretas que buscan asiduamente su alimento escarbando con las patas, me hacen pensar en gallinas. Disponemos de cuatro caballos para el transporte. Nos cuesta un poco cargarlos; hacen falta cuerdas y correas para amarrar los diferentes bultos sobre el lomo de cada animal. Sin embargO, salimos del apuro. Un cuero de caballo que habíamos traído para hacer mocasines para nuestra gente, se transforma ahora en un lazo que nos soluciona el problema. Partimos a las 9 AM. con los caballos. Como dos de nuestros hombres no participan en la ex. cursión, Torrealba y yo nos hacemos cargo de un caballo cada uno. El camino que ayer parecía algo transitable, hoy nos decepciona mucho. El terreno es muy disparejo y hay que subir o bajar cerros constantemente; a menudo, los animales quedan atascados en la ciénaga. Entonces hay que descargarlos y tirar de las bridas para obligarlo a salir adelante. Apenas hemos avanzado un poco en el transcurso de una hora cuando uno de los animales sufre un percance. Al subir una ladera, tropieza contra la raíz de un árbol, se cae y estira las patas, sepultando la carga bajo él. Aparentemente está acostumbrado a estos intermezzos, pues se queda tranquilo hasta que lo liberamos de la carga; entonces se incorpora, quebrando ramas y matorrales; pero ahi esta, otra vez de pie. Le volvemos a acomodar el bulto sobre el lomo y continuamos. Pasa una hora tras otra y apenas hemos avanzado. Ya nos estamos acostumbrando ala eterna caída de los caballos, su descarga y carga. En una subida especialmente dificil de unos 80 metros, con una pendiente de 20 grados, trato de captar algunas escenas de este angustioso proceso de traslado. Torrealba se hace cargo de mi caballo para que yo pueda manejar mejor la cámara filmadora. Aguilar va adelante y Díaz al final de la caravana, conduciendo el animal que transporta las carpas y sacos de dormir. Aproximadamente a la mitad de la subida, ese caballo tropieza, se da vuelta y queda inmóvil, apoyado contra unos matorrales. Aguilar ha observado el accidente desde más arriba y se apresura a venir en ayuda. En esto, el caballo se mueve un poco, los matorrales ceden y va rodando ladera abajo, arrastrandoa Aguilar. Porsuerte el animal queda atrapado entre dos troncos, pero Aguilar aterriza a unos metros entre los matorrales; menos mal. ileso. Tendremos que esperar para ver qué es lo que logré captar en la pelicula de todo este proceso. Sólo sé que dc puro susto, me olvidé momentáneamente de la filmadora. Ahora hay que preocuparse del caballo. Con ayuda de un lazo y un hacha podemos hacer que el animal se incorpore. Por suerte no se quebró ninguna pata, como yo ya lo temía. Después de innumerables repeticiones de este tipo de accidentes llegamos por último a la choza de Guaquil, meta que nos habíamos propuesto para hoy. Estamos cansados y adoloridos, lo mismo que los caballos. En cuanto los descargamos. se revuelcan en el pasto blando y fresco, trotan un trecho como para despavilarse y luego se ponen a pastar. En cl campamento NO I hay 180 kgs. de carga, pero no lo iremos a buscar hasta pasado mañana; tanto los animales como nosotros necesitamos de un día de descanso. Millado nos esperaba en la choza; nos cuenta que encontró un animal muerto en un hoyo juntoal rio. Nos pide que le ayudemosa sacarloporque cree que se podría aprovechar su cuero y, a lo mejor, parte de su carne. No podemos menos que acceder, más cuando fue él quien nos facilitó los caballos. por eso, y a pesar de haber decretado feriado y nos duelen todos los músculos, debemos levan. tamos temprano. Hay un par de vacas curiosas que olfatean nuestras carpas en forma peligrosa; podría ocurrírseles querer averiguar lo que se encuentra en su interior. Para ello bastaría que incrustaran sus cachos en la lona y entonces tendriamos la desgracia de tenerlas carpas dañadas. Eso no debe ocurrir. Asi es que salimos corriendo a espantarlas, al mismo tiempo que ya acude para lo mismo el perro de Millado. Ingerimos un desayuno frugal y vamosa ver al animal muerto, que se encuentra a un kilómetro de distancia de la choza. Se trata de un novillo gordo de dos años. Es una pérdida considerable para el colono, si se toma en cuenta lo que cuesta traer el ganado hasta estos parajes. Primero sacamos a pala la tierra que rodea el cuerpo por ambos lados; luego organizamos una palanca y con el lazo logramos sacar el cadáver. Un desagradable olor indica que el animal debe haber muerto hace unos cuantos días; la cabeza ya ha sido comida por pájaros y otros animalitos. Millano cree que podrá aprovechar algunos trozos de la Carne, transformándola en charqui. Le doy mi bendición. Mientras los hombres descueran al animal, con Torrealba tratamos de formarnos una idea de este valle. Parados en un banco de arena del rio, podemos ver un buen trecho alrededor. El valle sigue el mismo curso central del Rio Blanco, por lo menos desde la desembocadura del Rio paloma hasta unos 10 kms. más arriba. El paso que conduce desde la desembocadura del Pa146 loma hacia el valle del Rio Blanco se ve claramente en dirección norte. La base rio Paloma parece ofrecer las condiciones más adecuadas para la construcción de una carretera futura. Si continuamos así, podremos damos por satisfechos Temprano a la mañam siguiente y bien des. cansados vamos una vez más al campamento NO I a buscar el resto de la carga. Torrealba parte con los hombres a caballo; yo los sigo a pie, pro. visto de hacha y cámara fotográfica. Quiero sacar algunas fotos y arreglar las partes del camino que están en muy mal estado. A las I I A.M. veo que la caravana ya viene de regreso; Diaz y Martínez los acompañan. A pesar del mal tiempo. se arriesgaron anoche a par. tir en el tx»te más chico. Me alegro de que estemos todos reunidos de nuevo y podamos proseguir juntos ahora. En el campamento NO 2, es decir, la choza de Guaquil, encontramos a un hombre llamado Villarroel que llegó durante nuestra ausencia. Dice que se quiere radicar en el Valle Balto. Justo cuando voy a preguntar de dónde viene en forma tan inesperada, nos cuenta que ha venido caminando desde el Lago Elizalde por el valle Boca de León hasta el Paloma, con un matrimonio Medina. Estos viven a unos 10 kms_ más arriba en un terreno del valle; alli se instalaron hace algunos años. Dice que Medina nos espera. pues ya todo el mundo ha oido acerca de esta expedición y que estamos buscando la mejor ubicación para una posible via carretera entre el Lago Ge• neral Carrera y Puerto Aisén. Una ruta de este ti. po es muy importante para los pobladores de Valle Paloma y por eso cada cual desea aportar algo a esta tarea, en la medida de sus posibilidades. Por eso, Villarroel ha venido a ofrecer su ayuda. Mañana podría señalarnos el lugar más adecuado para cruzar el rio Paloma y, al otro lado, una senda para caballos que conduce hacia el sur. El tiempo nos es propicio desde hace varios días y debemos aprovechar esta circunstancia favorable. pero desgraciadamente, perdemos mu. cho tiempo en la mañana buscando los caballos que vadearon el rio durante la noche, sin que nos percatáramos de ello. A las 8 AM. estamos por fin en condiciones de partir. Villarroel nos cede amablemente su alazán para cruzar el rio. Los otros cuatro caballos transportan la carga. Aguilar demuestra su gran habilidad para guiar a los animales; sentado en el alazán va a la cabeza y hace que los caballos cargados lo sigan. Presenta una linda imágen- Su aspecto de indio se diferencia del tipico indio regional y recuerda más bien al indio pielrroja de los Estados Unidos. Sus rasgos faciales con nariz aguileña contribuyen a esta semejanza. Nosotros llegamos a pie y sin tropiezos a la Otra orilla, en donde atravesamos el campo que pertenece al colono Alegría. El no está en su Choza porque ha ido a buscar a su familia radicada hasta ahora en Puerto Ibañez, a orillas del Lago General Carrera. Posee ganado con un buen corral y una huerta con abundantes verduras.
Asi, todo parece estar bien preparado para la llegalla de la familia. Nos sentamos a disfrutar un asado al palo y re. confortados proseguimos luego la marcha a través del valle. Cabalgando su alazán. Villarroel lleva ahora la delantera. Durante horas nos guia en medio de un bosque quemado. A ambos lados del valle y entre los troncos quemados y blanqueados por el efecto de la lluvia y cl sol. divisamos la nevada cordillera. En todas partes el suelo del bosque está tapizado por los altos matorrales de la zarzaparrilla silvestre (ribes magallanicum Poir) que proviene de estas latitudes. Una cantidad increible de sus frutas cuelgan de las ramas, pero están demasiado verdes por deleitarnos ahora; tal vez podamos hacerlo más adelante.
La marcha prosigue sin tropiezos. A mediocamino hacia el asentamiento más cercano. sale a nuestro encuentro el colono Medina con algunos caballos. Asi podemos ira recuperar los bultos que habíamos dejado atrás. A la I P.M. llegamos con loda la carga a la casa de Medina, donde nos espera un reconfortante mate y un delicioso asado dc cordero al palo. Medina vive solo con su mujer; todavía no tienen hijos. Poseen una sencilla casa hecha de troncos y con un techo de tejuelas, que cumple perfectamente su cometido. La asendosa mujer ha logrado crear cierta atmósfera de confort en su interior. También cuentan ya con una peque. ña huerta y un par de vacas, así es que no les faltan las verduras, la leche y la mantequillx Medina está dispuesto a acompañamos maña. na con sus caballos hasta el próximo asenta• miento, que le pertenece a un señor Muñoz; des. de ahi trataremos de ubicar al colono Balboa, del cual hemos oido muchas cosas. El es el único que podria informarnos acerca de la región que nos interesa especialmente. Dicen que tiempo atrás llevó un piño de animales de Valle Ibáñez hasta el lago Paloma; si asi fuera, tendría que conocer bastante bien la región que deseamos explorar. Torrealba aprovecha el crepúsculo para ir a pescar y regresa con media docena de hermoSas truchas, que nos proporcionan una variedad en el menú con tanta came de cordero. El tiempo está tan hermoso y agradable, que prescindimos de las carpas por esta noche. Es delicioso dormir al aire libre. A las 8 AM. los caballos ya están cargados; seis animales nos bastarán por hoy. Dejamos parte de las provisiones en casa de Medina, como pago por toda su cooperación. Avanzamos dos Kms. por terreno plano a. 10 largo del río, pero inicia luego una serie de curvas, casi en ángulo recto y para acortarlas, prose148 guimos en linea pasando por. una primero tenemos que subir en forma muy empinada y luqo bajamos abruptamente. Según criterio patagonico. la senda en si no esta tan mala; nuestra gente la califica como fabulosa. Pero los animales no comparten esta opinión. Justo cl frente de la curva que hace cl rio. de. semboca cl Valle Boca de León en cl rio Paloma. una ruta caminera a través del Valle Boca de León hacia Coyhaique. Desde un punto de vista técnico la construcción dc esta ruta prestaría mayores problemas. I lacia la una dc la tarde estamos cera de nuestra meta. En medio de una fresca pradera y entre enormes troncos carbonizados vemos una solitaria choza, a la cual nos dirigimos. A partir dc aqui deberemos continuar a pie, pues Medina tiene que regresar con sus caballos. En esto aparcccn dos jinetes provenientes del sur; traen consigo un caballo desocupado. Mediru di'X quc cl mayor dc los jinetes es cl hombre al que esperábamos ubicar en alguna parte. iQuc suertc encontrarlo aquí! En estos aislados parajes suele suceder que uno no encuentre con nadie, durante meses y años. Balboa impresiona como un hombre serio de urws SO años. Su cara, es simpática y toda su per. sona revela energia y fuerza de voluntad. Escier. to que las privaciones y esfuerzos tun traz.aú:» profundos surcos en su curtida piel. Lc contamos cuál es nuestra misión y le pre. guntamos si nos M)drá ayudar con algunos datos importantes. Nos cuenta que en sus recorridos anteriores entre los valles Paloma e Ibáñez, siempre evitaba internarse por la selva y que preferia más bien las altas cumbres, más allá del límite de la vegetación, lo que naturalmente sólo podía hacer en épocas sin nieve. El paso más apropiado él lo había localizado desde una cima más alta, aunque nunca habia transitado aún por él. Cree que queda a unos 800 mts. de altura. "Ustedes deberían seguir ese rio", dice, indicando hacia el sur. "para llegar al divorcio de las aguas. Si quieren, mi compañero y yo podemos seguir con Uds. unos cuantos kilómetros y prestarlcs nuestros caballos-. precisamente es ese el valle que más me interesa; aceptamos gustosos el ofrecimiento de Balboa, más cuando Medina debe emprender el regreso con sus animales. Una vez más nos llama aquí la atención la poca confiabilidad de los mapas existentes. El Rio Paloma, por ejemplo; aparece en una dirección que corresponde a la real. Los anuentes no figuran en muchos casos y los cerros marcados no tienen nombre. En el lugar del mapa, donde gún Balboa el rio proveniente del Sur afluye como anuente en el Paloma. sólo se ve una mancha blanca. El cielo está nublado al día Siguiente y parece que quisiera llover. Balboa y su companêrO González partieron anoche y regresan ahora en la mañana con más caballos. Nos llevarán hasta la choza del colono González. Empacamos todo rápidamente y partimos. González permanecerá aqui hasta mañana, para controlar el ganado y las ovejas de Balboa, por estos lados. Se reunirá con nosotros mañana y nos llevará un cordero, ya que a partir dc hoy se nos terminó la carne. Pero hay otras cosas para comer, sin embargo, Balboa insiste en proporcionarnos un asado al palo. Coa mo no deseamos ofenderlo. terminamos por aceptar su ofrecimiento. Entramos ahora a un valle que conduce hacia el oeste, pero le doy a entender a Balboa que queremos ir al sur. El me explica que a pesar del rodeo que haremos por una colina, llegaremos más rápido al valle del sur que en forma directa. Como causa de este hecho ilógico dice que la senda de caballos se encuentra en pésimas con- diciones condiciones en el valle del rio. Pero no habrían pro- blemas problemas de terreno para la construcción de una futura carretera por ahí. Penetramos al valle unos 8 Kms. al que le asignamos el nombre de "Engañoso . Tiene un ancho aproximado de 8(N) mts. y un pequeño anuente glaciar serpentea por la pradera ascen- denteascendente. La selva contiene aqui coigue (Nothora- gus Nothoragus dombeyi, Mirb. Oerst), lenga (Nothofagus pumilio, Poepp. et Endl. Krass) y ñiere (Notho- ragus Nothoragus antartica. Forst. Oest) y de vez en cuando se ve interrumpida por áreas verdes. Nos rodea aqui la típica visión de la zona de los parques, que evoca en mi la imagen de los bosques euro- peos europeos dc haya. Debemos cruzar el rio varias veces y cl con. junto de seis caballos de carga y cinco jinetes, va- deando vadeando por el agua, ofrecen cada vez un lindo es- pectáculoespectáculo. Nos acompaña un potrillito y nos di- vierte divierte observar cómo pretende actuar como los caballos adultos. Torrealba y yo vamos a pie; só- lo sólo para cruzar el rio montamos momentánea- mentemomentáneamente. Todos los demás van montados y cada uno tiene bajo su cuidado un caballo de carga. Después de una marcha de dos horas llegamos al término superior del valle y nos encontramos de pronto al pie dc altos cerros glaciares, de los que parte el riachuelo junto al cual está la humil- de humilde cabaña que buscamos. Nuestra gente se insta- la instala cómodamente cn ella y nosotros armamos la carpa en medio de un pequeño prado cubieto de florecillas silvestres. Una vez más me siento co- mo como en una finca; ya ha oscurecido. Estamos có- modamentc cómodamentc sentados en la cabaña, en tomo al fuego. Desde afuera oímos el ruido de los caba- llos caballos que pastan y junto al alegre tañir de sus cam- panitascampanitas, Balboa nos cuenta de su vida. Dice que hace doce años llegó a este valle por primera vez Antes habia tratado de radicarse en una región bastante poblada, pero los colonos luchaban ahí con cuchillo y revólver por un pe- dazo pedazo de terreno. No soportó esa situación y pre- firió prefirió buscar otra propiedad entre las miles de hectáreas que le pertenecían al Estado, lejos de toda civilización. A partir del Valle Ibáñez, cabalgó trechos in- terminables interminables por la nevada cordillera, hasta llegar a este valle. Le gustó tanto que decidió radicarse aquí. Había venido con un buen amigo, ya falle- cidofallecido, y así se convirtió en solitario colono, vi- viendo viviendo muchos años en completo aislamiento con sus animales. Cuando descubrió estas tie- rrastierras, fuc a buscar un;" vacas y las trajo por las montañas. Así Vivió completamente duran- te durante varios años. Luego aparecieron otros colonos que venían desde el Paloma, que se asom- braron asombraron muchísimo de encontrar aqui un asenta- miento asentamiento organi"ado. Nadie se explicaba de dónde vendría este hombre y hasta el dia de hoy es el único que ha llegado a este valle cruzando la cor• dillera. No se puede decir que Balboa sea un primitivo que 1c haya dado la espalda a la civilización. Al contrario, ayuda y coopera en lo que puede y de- sea desea contribuir a establecer la ruta dc conexión más apropiada hacia la región Ibáñez. Nos ha acompañado hasta aqui Mañana nos llevará al valle principal, es decir, al valle del paso que en su honor hemos bautizado -Valle Balboa-. pero las condiciones del tiempo impiden nuestra partida a la mañana siguiente; llueve en forma intensa. Gonñlcz llega a las 10 AM. con el cordero prometido, Se hizo cargo del cuidado de los animales dc Balboa, mientras éste nos acompaña unos días. Parece contento de hacer- lohacerlo; le encantaría seguir con nosotros hasta la me- tameta. Pueda scr que este intermezzo en sus activi- dadcs actividadcs cotidianas le haga recordar sus años de pe- regrinación peregrinación por la cordillera y disfrute el poder compartir ahora una vez más las aventuras de ta- les tales expediciones. También a González le gusta. ría seguir, pero dehe preocuparse de los anima- les animales de su patrón. Para demostrar sus deseos de ayudarnos, pone sus caballos a nuestra disposi• ción. No se puede negar que tenemos mucha suerte en esta expedición, que se ha convertido en un verdadero paseo gracias a la ayuda propor- cionadaproporcionada.
pasamos casi todo el dia conversando en tor- no torno al fuego y Balboa nos entretiene con sus rela- tosrelatos. Nos cuenta cómo una vez casi enloqueció con una plaga de lauchas. Sucedió hace años cuando norecio cl bambú. lo que ocurre cada a 50 años. Apareciemn tantísimas lauchas que no habia cómo deshacerse de ellas. Nada estaba a salvo ante estos roedores. Tuvo que guardar to- dos todos los comestibles en tarros de latas bien tapa- dostapados. Se comieron todas las cosas hechas de cuero de caballo, dc vaca o de oveja. No se salvó nada. Como explicación de esta plaga, piensa que se debió a que después de la floración del bambú, cayeron al suelo las frutas maduras a que dio ori- gen origen y éstas atrajeron a los roedores, pues consti- tuian constituian un precioso bocado para ellos. Durante ese periodo las lauchas vivieron como en el paraisoy se multiplicaron con rápidez increíble; posible. mente la semilla de los frutos tuvo un efecto fer- tilizador fertilizador en los animales. pero tan súbitamente como se ori$inó la pla• ga, terminó también. La semilla broto pero ya no constituia alimento para los roedores que empe- zaron empezaron a pasar hambre. Y fue entonces cuando atacaron con furia todo lo que encontraban en las casas y establos de los pobladores. Se com- portaban comportaban como verdaderos piratas. En algunos 149 casos hubo que colgar las cunas con las guaguas del techo, sujetándolas con alambres: también los adultos eran atacados en su sueño. Nadie sabe. cómo, de pronto las lauchas desaparecieron. La propia naturaleza se habrá encargado de res• tablecer el equilibrio biológico. Miles de lauchas se echaron al río como en un suicidio masivo. Más tarde se encontraron sus cadáveres junto a la orilla del lago, llevados ahi por las olas y cl viento, expuestos al proceso de putrefacción. Torrealba pregunta a Balboa si ha tenido oportunidad de ver al puma, llamado león plateado. Contesta que en la actualidad este animal ya casi no existe por estos lados. Cuando él re• cién llegó con su amigo, un dia mataron dos hembras y un macho de pelaje claro. como los que se ven en la pampa. También vieron un puma dc color café rojizo que es muy temido por. que ataca a las ovejas y vive en los bosques. Una vez mató a uno de estos pumas. el cual tenia la particularidad de que una de sus patas y orejas eran de color blanco. Asi pasa el dia lleno de relatos y recuerdos junto al fuego, Al atardecer. el tiempo mejora y el cielo estrellado de la noche presagia un dia sin lluvias.
Temprano a la mañana siguiente y con buen tiempo. despachamos nuestros hombres con dos caballos cargados. Torrealba y yo partimos hacia la cumbre del Campana con compás, anteojos de larga vista, altimetro y máquinas filmadoras. Tratamos en lo posible de aprovechar los campos de nieve porque nos permiten caminar me• jor que sobre terreno plano cubierto de piedras 0 despojos. La subida hasta un canto que precede la cumbre es relativamente fácil, pero luego sc pone muy empinada: llegamos después a una roca muy gastada. las piedras que contiene están bastante sueltas y no son muy confiables. por eso la única posibilidad de seguir ascendiendo conduce por una angosta cresta cuyo lado norte se prolonga hacia abajo en un extenso campo nevado, mientras que su lado sur termina en una inmensa ladera de despojos. A medida que subimos los peñascos están cada vez más sueltos y nos damos cuenta de que al continuar por aquí encierra verdadero peligro. Muy cerca de la cumbre tenemos que desistir de nuestro propósito de llegar hasta ella. En realidad. no nos interesa dominar todas las cimas; además. no tenemos el calzado apropiado para tal empresa. Es preferible no ex. ponernos más al peligro de sufrir alguna fractura en estas soledades y hacer fracasar asi el éxito de nuestra expedición. La altura lograda hasta aqui es de unos 1.9(X) mts. y lo que queríamos comprobar ya se extiende ante nuestra vista hacia abajo. Hay un imponentc conjunto montañoso. entre cuyas cumbres se eleva por sobre todos los demás la inmensa masa helada del San Valentín. Ya señala. mos anteriormente que este es el cerro más alto de los Andes Patagónicos. Un poco más al sur, reconocemos al otro gigante de 3.0 mts.. el Arenales; en el este brilla el empinado Cerro Castillo con sus rojizas paredes rocosas pero lo que más nos interesa hoy, es observar el curso de los rios desde esta altura. Podemos seguir el curso casi completo del rio Ibáñez, desde Su nacimiento hasta su trayecto inferior. Casi con seguridad localizamos dos pasos, uno que conduce del valle del rio Ibáñez al del rio Murta. Es obvio que este último tiene una longitud mucho más larga que la señalada en el mapa. Sus brazos se bifurcan por entre los cerros a una distancia considerable. Pero fuera del Paso Balboa, no podemos distinguir otro que permitiera la construcción de una carretera hacia Puerto Aisén_ podemos registrar como descubrimiento nuestro, la ubicaciónde estos dos pasos hacia la zona del Murta y, por lo tanto, cl Lago General Carrera. Ellos parecen estar a menor altura que el paso Balboa, Cuya parte más alta tendrá unos 1.300 mtS. I lemos tomado muchas fotografias y anotado todo lo necesario, hora de emprender el regreso 'lace calor v no sopla cl vienln de las alturas, comienza de nuevo el suplicio de los insect0S. Nos martirizan rpás de lo que razonable. mente se podría esperar. A Torrealba le encanta comer helado y se le Ocurre satisfacer este antojo. Recoge nieve del trecho que vamos atravesando y llena su mochila con ella. Al llegar al campamento, coloca un poco de nieve cn una taza, Ic agrega azúcar y le. che envasada y lo revuelve bien. A otras porciones de nieve, le agrega harina tostada. Nuestros hombres, se entusiasman con este invento y de. voran tales cantidades que les llega a doler el estómago. Por suerte, son resistentes y se sobreponen a estas extravagancias. ‘’’NOS deshacemos de IOS caballos.’’’ Martínez y Delgado llegaron de vuelta Con los caballos al mediodía mientras que Díaz y Aguilar regresan recién al anochecer pues estuvieron toda la tarde abriendo la senda. Ahora ya no podremos continuar con caballos y decidimos enviarlos de vuelta a la choza de Balboa, en vez de dejarlos en libertad aquí. No estamos seguros que podrían encontrar solo el úqmino de regreso. Encargamos a Díaz. Martínez y Aguilar que se preocupen de llevarlos pues son los que mejor manejan estos animales. Deberán partir temprano a la 6 AM. si todo resulta bien, podrían llegar al rancho de Balboa al atardecer. Bajo la guía de Delgado que ya conoce esta región, partimos todos los demás hacia el valle. La ruta que seguimos está a unos 7(Y) mts. a lo largo de una ladera bastante empinada. Vemos que desciende abruptamente hacia el rio, cuyo ruido resuena hasta arriba, indudablemente por aquí habria ciertas dificultades para la contrucción dc un camino, aunque seria exagerado hablar de imposibilidad técnica. Todo dependería de lo que cueste y haya disponible para invertir en la obra. Es fácil apreciar que habría que mover mucha tierra, si la ruta pasara por aqul. Después de varias horas subiendo y bajando cerros llegamos a una meseta pantanosa que queda a unos 7 kms. más. Calculo que podríamos llegar a la primera población del valle; pero por la configuración del terreno seguramente nos demoraremos algunos días más, No alcanzamos a llegar al campamento cuando sc desata una tormenta, Hay que reforzar las carpas para asegurarlas contra el fuerte viento, seguido de lluvia torrencial. Entre tanto, Delgado se ha puesto a preparar una sopa de arvejas; el fogón se encuentra bajo una lona colocada oblicuamente para resguardarlo de la lluvia. pero la tormenta lo arranca y lanza contra unos matorrales; también la olla cae al suelo y las arvejas se escabullen, rodando. Sorprendo a Delgado tratando de recogerlas. A pesar de todos los impedimentos, de alguna manera consigue terminar los preparativos y nos sirve sopa de arvejas esa noche. Guardo silencio. La persistente lluvia nos Obliga a permanecer inactivo otro día más; no hay nada que hacer. Los arrieros tampoco pueden regresar con este tiempo infernal, de modo que no queda Otra cosa que seguir esperando. Y la lluvia continúa toda la noche. Recién al amanecer la naturaleza se aquieta afuera; me llama la atención el absoluto silencio que se producc a continuación. En cuanto aclara un poco, abro la carpa y me encuentro con un verdadero paisaje invernal aunque estamos en plena época de verano, La nieve ha caído hasta la altura del Paso cordillerano. Se ha acumulado sobre los árboles y grandes motas blancas siguen cayendo. Para mi todo tiene un aspecto navideño. pero como estamos en el hemisferio sur y en verano, la nieve no perdurará, pronto comienza a desaparecer en forma tan inesperada como se produjo. Una leve y cálida brisa del oeste acelera su derretimiento. A pesar del mal tiempo nuestros arrieros re. gresana las 2 PM.; vicncn empapados. Perdieron el dia de ayer por la lluvia. Aunque continuaba lloviendo esta mañana abajo en el valle. prcfirie. ron regresar, exponiéndose a la lluvia antes de pasar otro dia inactivos en la choza dc Balboa. Pensaron también que si seguían esperando. podrian tener problemas con el aumento del caudal de los rios. Me siento aliviado de comprobar que a pesar de todo han llegado bienyque los caballos fueron entregados_ Al atardecer se reinicia la lluvia, que luego continúa toda la noche y también durante cl día siguiente. El paisaje invernal se ha transformado de nuevo cn estival. pues todos los árboles han perdido la nieve que aún retenían. Lo que nos molesta. es la lluvia que nos obliga a permanecer en el campamento. para pasar el tiempo nos entretenemos con competencias dc tiro al blanco; algunos salen a cazar y otros duermen. A la lluvia siempre sigue el sol. incluso en la es cuestión de tener paciencia. A las 7 de la mañana del dia siguiente estamos listos para partir. La carga se reparte entre todos ya que su peso es considerable. Martinez se extralimita en Su afán por ser servicial e insiste en que le den más cosas para transportarlas. Tendré que observario. Como ya conocemos el bosque por cl cual sc llega al valle, escogemos ahora otra ruta a lo largo dc una cadena montañosa. que Balboa nos mencionó. Lentamente avanzamos a través de la franja boscosa que queda entre el paso y las montañas rocosas. Una vez que llegamos a la parte superior de éstas, nos encontramos con una superficie bastante plana: con el viento que nos empuja desde atrás, podemos caminar más rápido durante algunas horas. en dirección hacia el valle. A nuestra izquierda se elevan las cimas de la Cordillera Castillo y a la derecha se extiende el angosto valle del Arroyo Portezuelo. Hacia las I I AM. llegamosal lugar dondequedaron nuestros bultos transportados por los caballos hasta ahi; a partir de este momento estaremos incursionando en territorio desconocido. El bosque está bastante ralo y asi no cuesta seguir por el. Martínez sufre un pequeño accidente, se resbala y tuerce un pie. Con ello, el ritmo de nuestra marcha se va constreñido, pero ya no falta mucho para llegar al valle. Ilay indicios que 154 así lo indican. En una pequeña colina, vemos las primeras señales de la mano del hombre, pues hay un corral con algunas vacas y terneros. Y sor. presivamcnte, cl valle Ibáñez se extiende ante nuestra vista y aparece más allá una pequeña fin. ca. Parados cn una roca sobresaliente podernos reconocer muy bien el cerco y las casas. El rio que está ahora directamente frente a nosotros, hace grandes recovecos al avanzar hacia su semty»cadura. Son las 6 PM. cuando llegamos al valle. Ladridos de perro anuncian nuestro arribo. Poco después estamos ante la casa del colono Antureo, que sale con su familia, nos miran llenos de asombro. Les explicamos como hemos venido hasta aquí. Nos invita a pasar con Torrealba a servimos un mate. A nuestros acompañantes les ofrece medio cordero para que se preparen un asado. Pronto ubicamos un buen lugar para acampar en la cercania_ Por estas partes hay leña seca para el fuego y asi no Lardamos de sentirnos como en casa. Se podria decir que hemos llegado a la meta de nuestra peregrinación. Lo que todavía nos queda por delante hasta el Lago General Carrera es territorio conocido y que se presta para la futura construcción de un ruta caminera. No tendremos que preocuparnos nuevamente de obtener caballos Algunos de nuestro grurn tendrán que regresara buscar parte de los bultos que dejamos cn un lugar de la senda en el que. Antureo nos facilitará los caballos para esta tarca y con eso todo será más fácil, pues un trecho de la senda es perfectamente para animales de carga. En realidad merecemos un descanso y por no nos provx»nemos nada especial para este día. Es decir, parte del tiempo libre habrá que dedicarlo al lavado y arreglo de la ropa. Comenzamos deleitándonos con varios litros de leche fresca para el desayuno. A la hora de almuerzo nos sirven una apetitosa cazuela a la chilena y el postre lo vamos a buscar afuera. Comemos frutillas silvestres hasta saciamos; crecen en abundancia cn esta región. Después seguimos el restin con calafates maduros, fruta de la cual se dice que quien la haya comido una Vez, tendrá que regresar siempre de nuevo a la Patagonia. iEn buena hora! Creo que los pobladores de esta región no saben apreciar lo que la naturaleza les brinda. por ejemplo, las frutillas que crecen solitas, o también los calafates. De ambas frutas se podría obtener una excelente mermelada siempre que la fruta se ponga a cocer con suficiente azúcar. parece que las mujeres de los colonos no conocen esta posibilidad, o bien. no se quieren dar el trabajo. La gente se alimenta aquí casi exclusivamente de carne y mate. Sólo los colonos que están radicados desde hace tiempo, cuentan con leche fresca y quesos que fabrican durante cl pe• riodo de abundante producción lechera y que les alcanza para todo el año. Se come relativamente poco pan. Los que tienen huerta, también dispnen de verduras y papas. Un hijito del colono, de unos diez años, no se separa de nosotros en el campamento. Nuestra llegada debe haberlo impresionado mucho. Su apariencia es la de un pequeño gaucho argenti- noargentino. El pelo muy negro que adorna su cabeza apa- rentententc aparentententc io heredó de su madre, cuya ascen- dencia ascendencia araucana es obvia. El dueño de casa es un chilote de tomo y lomo, que se ha esforzado mu- cho mucho por proporcionarle a su familia todo 10 nece- sarionecesario. Parece ser bastante entendido porque su propiedad revela un tesonero trabajo y está en buenas condiciones. "
|}
{{Trekkings Chile}}