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→Anexo: Extracto cronica de Grossen
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| ExamplePor fin han terminado los meses de invierno con sus días cortos y noches interminables. Los pasé en parte en el Istmo de Ofqui, en Puyuhuapi con mis amigos y en Santiago, donde debía ocupar¬me de nuestra próxima expedición y la compra de todo lo necesario para ella.Ahora estamos en condiciones de poder ini¬ciar esta nueva empresa. La primavera ha llega¬do y ya nada me retiene en las ciudades. Hay tantísimo que hacer en la Provincia de Aisén y quiero aprovechar al máximo el período de tiempo favorable.El 20 de noviembre 1942 tenemos todo prepa-rado y estoy en condiciones de partir con mis hombres. El ingeniero provincial, un joven de ascendencia suizo-alemana, llamado Oscar Spi-chiger, me ofrece un camión para trasladarnos a Coihaique.Torrealba, yo y otros acompañantes nos subi-mos al vehículo. Uno de los hombres es Vicente Delgado y lo traje del norte; uno de sus ex-patro-nes me lo recomendó mucho. Mi buen compa-ñero Pedro Óíaz es el segundo; lo conozco bien, es capaz y confiable. El tercero es Aguilar, que me acompañó hace años en otra expedición y a quien recuerdo como persona muy decente. El último es Martínez, un pequeño chilote regorde¬te, de quien Torrealba se ha hecho cargo.El camino que conduce a Coihaique está aho¬ra en estado impecable. Puede ser que ésto se de¬ba a la influencia del nuevo ingeniero provincial. A la 1 P.M. ya estamos en la ciudad. En la tarde compramos las provisiones que faltaban, conse-guimos los caballos y una carreta de bueyes para transportar nuestros bultos hasta el Lago Elizal¬de.A caballo a través del Valle SiMpson.Partimos con un sol esplendoroso a las 9 A.M.; es decir, los hombres se van con la carreta. Una hora más tarde iniciamos nosotros la cabal-gata. Me acompañan Torrealba y un funcionario de la Oficina de Colonización que regresará a Coihaique con los caballos y la carreta facilitada.Es una delicia cabalgar por el hermoso paisaje Patagónico con tiempo tan bueno. Poco después de iniciado el recorrido, alcanzamos a nuestra gente con la carreta. Los bueyes están pastando mientras los hombres duermen la acostumbrada siesta junto al fuego. Como nos hemos propues¬to llegar hoy día hasta el cruce del Río Simpson, podemos concedernos una pausa más larga. Hasta disponemos de tiempo suficiente para asar al palo un corderito comprado a un pastor en el camino.Mientras se prepara esta deliciosa merienda, voy a sacar algunas fotografías. Me interesan es-pecialmente las flores del ciruelillo (Emboth¬rium coccineum Forst) que se encuentran en plena floración. Despliegan toda su belleza con una abundancia increíble. Parecen llamas rojas flameantes y trato humildemente de retener al¬go de su hermosura en las fotografías a color que tomo.Hacia las tres de la tarde la caravana se pone de nuevo en movimiento. El sol sigue queman-do y avanzamos lentamente. Desde el occidente aparecen algunas nubecillas que van cubriendo el cielo y anuncian viento. A las 6 P.M. llegamos a la orilla del Río Simpson. El derretimiento de la nieve ha hecho aumentar mucho su caudal, por lo que decidimos esperar hasta mañana tem-prano, con la esperanza de que entonces traiga menos agua.Nuestro primer campamento se organiza así a este lado del río y dormimos muy bien de nuevo en plena naturaleza, aún cuando el viento anun¬ciado no se hace esperar mucho, proviene del norte y sopla con fuerza toda la noche. Tal vez nuestra esperanza de que el río esté menos cau-daloso en la mañana, no se cumplirá porque el viento nocturno es cálido y no ha interrumpido seguramente el proceso de derretimiento de la nieve.Nuevamente con Valdés.El fuerte viento norte y el cielo nublado preva-lecen al amanecer, Y en vez de bajar su nivel, el río lo ha aumentado aún más, quizás cuánto ten¬dríamos que continuar esperando. En este perío¬do de deshielo no se puede saber exactamente cómo se comportan los ríos; será preferible in¬tentar el cruce ahora.Toda la carga se coloca adecuadamente en la carreta, sobre cuyo piso hemos extendido dos lo¬nas; después doblamos los bultos, doblando las lonas hacia arriba y amarrándolas bien. Así que¬dan las cosas como en una bolsa cerrada.Estamos a punto de terminar esta maniobra cuando aparece un jinete que se presenta como Martínez, un colono del valle Paloma. Supo de nuestra expedición y como pasamos cerca* su '''incompleto'''
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