Paso Balboa
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Descripción General
En los años 40' Augusto Grosse, explorador de la Patagonia, buscando un cruce de la Cordillera Castillo para un futuro camino vehicular descubrió y abrió esta ruta, nombrándola con el nombre del último vecino del valle quien dió las pistas para su cruce.
A pesar de no haberse realizado el camino por este lado, con el tiempo se formó una huella para llevar animales al mallín que se encuentra en su cima, utilizándose hasta el día de hoy para ello. En los años 80' un avión pequeño de pasajeros se estrelló en una de las paredes de los cerros. Hoy en día el avión sigue ahí, oculto en la maleza. Evidencia de esta historia es que en el puesto del mallín es posible encontrar restos del avión (piezas de fuselaje y una silla de pasajeros) siendo utilizadas por los puesteros.
Esta ruta de trekking emula esta aventura, ascendiendo por el Valle Balboa en la Cordillera Castillo, remontando por las altas cumbres del Parque Nacional Cerro Castillo y descendiendo hacia la Carretera Austral en el valle del río Ibañez.
Advertencia de dificultad de ruta
La ruta se compone de 3 tramos radicalmente distintos en dificultad: el ascenso por el Valle Balboa, el paso por el mallín y altas cumbres y el descenso hacia el Valle Ibañez. Mientras que el mallín y las altas cumbres no poseen dificultad técnica, el ascenso del Valle Balboa cruza al menos 5 veces el río del mismo nombre, requiriendo conocimiento en cruce de ríos. Por otra parte, el tramo para descender al Valle Ibañez tiene largos tramos de campo traviesa por laderas pronunciadas, descenso por maleza paredes de roca, realizándose tramos de descenso con cuerdas a rapel.
Por lo anterior el descenso final se recomienda solo para senderistas mas experimentados y con el conocimiento experto necesario en rutas fuera de sendero, y además de NDR. No obstante a lo anterior la ruta hasta este punto es suficientemente interesante y bonita para que se pueda llegar hasta aquí y luego devolverse por el camino realizado de subida.
Época adecuada
Dado que la ruta incluye numerosos cruces de río y atravesar un mallín en que cae nieve durante el invierno, se recomienda hacer este cruce durante el verano o a mas tardar otoño antes de las primeras nevadas (octubre a abril).
Acceso
En vehículo propio
Desde Coihayque tomar la Carretera Austral 7 en dirección sur por 24km hasta la entrada de Valle Simpson y doblar a la derecha hacia Villa Freire (último punto para abastecerse). Pasado el pueblo seguir la señalética hacia Lago Elizalde y llegado al lago continuar por este camino en ruta al Lago Caro por ruta de ripio en buen estado (ruta X-686).
20km pasado el Lago Elizalde se llega a un letrero que indica "Río Paloma y Lago Caro adelante, Rio Mogote a la izquierda". Tomar la salida a la izquierda y continuar por 2km de ripio en mal estado hasta llegar al final del camino, marcado por un puente y una reja cerrada.
Unos 150 metros antes del puente está la casa de los últimos vecinos del valle, donde se recomienda pasar a saludar, pedir información del cruce e incluso pedir dejar el vehículo.
En transporte público y autostop
Existe transporte publico subvencionado desde Coihayque hasta el cruce 2km antes del inicio del sendero. Llamar al fono de contacto para coordinar viaje. Coihayque- Lago Caro. Martes, Jueves y Sábado: Ida 8:30 hrs, vuelta 13:00. Domingo: 14:30 ida, vuelta 18:30. Fono contacto: +569 81779006. Nota: Horarios obtenidos de afiche en terminal de buses de Coihayque en feb-18. También es posible llegar mediante auto-stop pero dada la poca afluencia vehicular pasado lago Elizalde y los numerosos caminos interiores en la ruta puede ser difícil de lograr.
Descripción de la ruta
Para claridad de la ruta se separa en sus 3 tramos mas claros y ya mencionados: El ascenso por el valle Balboa hasta el mallín, terminando en una hermosa laguna de deshielo (bautizada como Laguna Campana en honor al cerro que alimenta sus aguas), la ruta por las altas cumbres del Parque Nacional Cerro Castillo, con la (casi certera) posibilidad de encontrarse con huemules, y finalmente el descenso hacia el Valle Ibañez. Dependiendo del nivel de los senderistas y del tiempo disponible se debe programar debidamente hasta que punto se va a llegar en el viaje.
Ascenso a Laguna Campana
- Duración: 2 días
- Distancia: 22.9 km
- Ascenso: 1402 mts ↑
- Descenso: 635 mts ↓
- Desde - Hasta : Última casa del valle - Desvío a Laguna Campana.
Partiendo desde la reja, caminar 2.3km por camino vehicular hasta que se abre una valle a la derecha cruzando un portón y una casa, en dirección sur. Seguir por aquí por sendero bien marcado, siempre en ascenso, subiendo por el valle y manteniendo el río Balboa a vista y a la izquierda. Si se ve gente en la casa o en la ruta, ser respetuoso y pedir permiso para el acceso.
En el km 11 el sendero baja a la rivera del río y en el km 12 ya es necesario cruzar el río a su orilla este, el primero de muchos cruces. Además este punto es un buen lugar de campamento para descansar la primera noche.
2.9km mas adelante se debe cruzar el río por 2º vez, de vuelta a su lado oeste, y 200m mas adelante, en un mallín se debe cruzar nuevamente de vuelta a lado este. En este cruce hay una pequeña isla por el centro del río, la cual se debe seguir hasta el final 50m para finalmente cruzar al otro lado.
El sendero continua subiendo por el valle, pasando por un espectacular salto del río, y 2 cruces de río mas (cruces nº 4 y nº 5). Aquí el sendero se interna en el bosque, y se continua en ascenso, por 3km mas hasta llegar al mallín principal.
El mallín es plano, ancho, y largo, permitiendo avanzar fácilmente por la arena y rocas del río. Unos 1,3 km recorridos se llega a un refugio de arrieros, el cual como se mencionó antes es posible encontrar la silla del accidente aéreo ocurrido en los años 80'.
Finalmente, Unos 1,8 km mas adelante se llega a un notorio arroyo de color gris, bajando desde el cerro. Aguas arriba está la laguna de deshielos del cerro Campana. Se recomienda hacer campamento abajo, mas protegido del viento, y recorrer los 1.44km y 140m de desnivel para a llegar a ella (20 min de ascenso).
Altas cumbres del Parque Nacional Cerro Castillo
- Duración: 1/2 a 1 día
- Distancia: 8.4 km
- Ascenso: 381 mts ↑
- Descenso: 284 mts ↓
- Desde/hasta: Desvío a Laguna Campana - Campamento final por cumbres.
Continuando por el mallín por 2,7km se llega finalmente a su extremo sur, donde la existencia de humedales marcan el nacimiento del río Balboa. Mirando hacia la izquierda se ve un portezuelo por el cual se puede continuar, hacia el Valle Ibañez. Ascendiendo por el cerro a campo traviesa por el bosque, se llega a otra pequeña huella la cual se sigue por las alturas de los cerros.
En toda esta ruta es posible encontrarse huemules, viendo el autor de esta ruta 3 de ellos observándonos curiosamente desde la distancia.
Unos 4km por estas huellas, siempre en altura sin entrar al bosque a la derecha se llega a un mirador. Desde aquí se puede tener una panorámica de las alturas y los cerros cercanos.
Este es el punto mas lejano hasta donde se puede llegar solo con conocimientos de trekking y cruzado de ríos. Pasado este punto el nivel técnico de la ruta aumenta drásticamente, recomendándose continuar solo a gente experimentada.
A la izquierda del mirador hay un nuevo río, y unos metros pasados una parte protegida del viento para dejar la carpa y descansar para el duro descenso del día siguiente.
Descenso al Valle Ibañez
- Duración: 1 día (7-9 horas aprox.)
- Distancia: 8 km
- Ascenso: 175 mts ↑
- Descenso: 1023 mts ↓
- Desde/hasta: Campamento - Final de la ruta en Carretera Austral.
Partiendo temprano el descenso, nos devolvemos hacia el río y empezamos un descenso a campo traviesa por el bosque, buscando la mejor ladear hasta llegar al valle abajo, 300m de desnivel. En este valle hay un extenso mallín, el cual seguimos hacia la cara oeste.
En este punto ya es posible encontrar huellas de arrieros, e incluso marcas de motosierra en los troncos botados. La ruta que se tomó va siguiendo este sendero en dirección oeste para nuevamente entrar a campo traviesa. Se sospecha que si se seguía este sendero en dirección este era posible seguirlo hasta el valle y el final del sendero, pero lamentablemente no se realizó por perder la huella en la maleza. Se deja constancia de este hecho por si futuras expediciones quieren intentarlo y lograr una ruta mas fácil y segura. Además, en el libro de Grossen está es la última referencia encontrada de la ruta, mencionando una "meseta pantanosa" luego de 7km recorridos por las alturas. Se supone que él tomó la ruta hacia el este.
Al llegar al extremo oeste del mallín se acaba el sendero, debiéndose volver a tomar alturas, ahora a campo traviesa por la dura vegetación patagónica subiendo por un cerro con poca vegetación en dirección sur. Existen numerosas huellas de huemules arriba, por lo que se puede tomar la mejor de ellas para poder recorrer mas rápido.
2km recorridos por el cerro, ya se puede ver abajo el Valle Ibañez y la Carretera Austral, por lo que solo falta bajar. Es critico en este punto moverse por la maleza hacia el este, ya que de descender por este punto la ruta cae a precipicios de roca, imposibilitando el descenso. Seguir la ruta con GPS para encontrar la pendiente tomada por los autores, necesitando solo 2 largos de rapel de 10m c/u. Notar en la imagen adjunta que de haber continuado hacia el este la ruta podría ser un poco mas fácil que la realizada.
Una vez en el valle profundo ya aparecen nuevamente evidencia de vacas y senderos humanos, caminar en dirección sur tomando cada vez mejores senderos hasta encontrar el camino principal que te lleva a un valle mas profundo y con bosque abierto, y finalmente hasta el carrito para cruzar el caudaloso río Ibañez. A pesar de que puede parecer peligroso, este carrito es utilizado regularmente por los vecinos del sector. Para cruzar, el pasajero debe impulsarse con la palanca metálica que está dentro del carro. Una segunda persona puede apoyar desde la torre jalando con el cable. Para mayor seguridad cruzar 1 persona a la vez. Una vez del otro lado hacer autostop para llegar a Cerro Castillo, a 20km de distancia (Pasan suficientes vehículos para poder realizar esto con poca dificultad).
Tiempo Esperado
- El ascenso hasta la laguna Campana toma alrededor de 2 días, con 1 día extra para bajar de vuelta (3 días total). Si se quiere llegar hasta el final del valle, agregar 1 día extra para ir y volver.
- En caso de realizar la travesía completa, estimar 1 día extra para llegar hasta el portezuelo mas el descenso por el lado sur (3 a 4 días total). Dado lo complejo de la ruta, la falta de buenos lugares para acampar y la poca agua disponible, se recomienda partir el descenso bien temprano para realizarlo en 1 día largo.
Permisos / Tarifas
Esta ruta es gratis y no se requiere permiso |
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Contratar Guías
Alejandro Galilea (+569 98844950) Ofrece esta ruta a caballo hasta la zona de altas cumbres, en 3 días.
Recomendaciones
- Checklist: Aunque sepas perfectamente lo que debes llevar, es preferible chequearlo al empacar. Esta ruta ha sido clasificada como Checklist de equipo tipo 4: ruta de baja altitud, sin nieve ni frío, con acampe.
- Bajar toda la basura ya que nadie lo hará por ti. Recomendamos leer los Principios NDR para más información.
- Todo el ascenso de la ruta hasta el paso va siguiendo el río Balboa, por lo que no se necesita llevar agua. Pasado este punto el agua escacea por lo que es necesario ser cauteloso. Se marcan en el mapa los arroyos disponibles.
- Para minimizar el riesgo de incendios forestales evita hacer fogatas.
- Esta ruta exige el cruce de caudales delicados. Lea las técnicas de cruce de ríos.
- Esta ruta pasa por habitat de Pumas, por ende es importante seguir las recomendaciones de Conaf.
- Esta ruta pasa por zona de huemules, ser respetuoso con ellos.
Anexo: Extracto crónica de Grossen
Extracto del libro Visión Histórica y colonización de la patagonia occidental, de Augusto Grosse, páginas 143-155, del cual se obtuvo la idea de esta aventura. Escaneado con reconocimiento óptico de caracteres, por lo que hay errores en la adaptación y se presenta de la mejor forma posible.
Ruta estimada que tomo Grosse desde Valle Simpson hacia Cerro Castillo. KMZ descargable aquí: File:Grosse - Paso Balboa.kmz
COYHAIQUE CAPÍTULO XI EXPEDICIÓN AL RÍO PALOMA, RÍO INGENIERO IBÁÑEZ Y LAGO GENERAL CARRERA |
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Por fin han terminado los meses de invierno con sus dias cortos y noches interminables. Los pasé en parte en el Istmo de Ofqui, en Puyuhuapi con mis amigos y en Santiago, donde debia ocuparme de nuestra próxima expedición y la compra de todo 10 necesario para ella. Ahora estamos en condiciones de poder iniciar esta nueva empresa. La primavera ha llegado y ya nada me retiene en las ciudades. Hay tantísimo que hacer en la Provincia de Aisén y quiero aprovechar al máximo el período de tiempo favorable. El 20 de noviembre 1942 tenemos todo preparado y estoy en condiciones de partir con mis hombres. El ingeniero provincial, un joven de ascendencia suizo-alcmana, llamado Oscar Spichiger, me ofrece un camión para trasladarnos a Coihaique. Torrealba, yo y otros acompañantes nos subimos al vehículo. Uno de los hombres es Vicente Delgado y lo traje del norte; uno de sus ex•patro• nes me lo recomendó mucho. Mi buen compañero Pedro Díaz es el segundo; lo conozco bien, es capaz y confiable. El tercero es Aguilar, que me acompañó hace años en otra expedición y a quien recuerdo como persona muy decente. El último es Martínez, un pequeño chilote regordete, de quien Torrealba se ha hecho cargo. El camino que conduce a Coihaique está ahora en estado impecable. Puede ser que ésto se debaala influencia del nuevo ingeniero rovincial. A la I P.M. ya estamos en la ciudad. n la tarde compramos las provisiones que faltaban, conseguimos los caballos y una carreta de bueyes para transportar nuestros bultos hasta el Lago Elizalde. A caballo a través del Valle Siripson. Partimos con un sol esplendoroso a las 9 A.M.; es decir, los hombres se van con la carreta. Una hora más tarde iniciamos nosotros la cabalgata. Me acompañan Torrealba y un funcionario de la Oficina de Colonización que regresará a Coihaique con los caballos y la carreta facilitada. Es una delicia cabalgar por el hermoso paisaje patagónico con tiempo tan bueno. Poco después de iniciado el recorrido, alcanzamos a nuestra gente con la carreta. Los bueyes están pastando mientras los hombres duermen la acostumbrada siesta junto al fuego. Como nos hemos propuesto llegar hoy día hasta el cruce del Río Simpson, podemos concedernos una pausa más larga. Hasta disponemos de tiempo suficiente para asar al palo un corderito comprado a un pastor en el camino. Mientras se prepara esta deliciosa merienda, voy a sacar algunas fotografias. Me interesan especialmente las flores del ciruelillo (Embothrium coccineum Forst) que se encuentran en plena floración. Despliegan toda su belleza con una abundancia increíble. Parecen llamas rojas flameantes y trato humildemente de retener algo de su hermosura en las fotografias a color que tomo. Hacia las tres de la tarde la caravana se pone de nuevo en movimiento. El sol sigue quemando y avanzamos lentamente, Desde el occidente aparecen algunas nubecillas que van cubriendo el cielo y anuncian viento. A las 6 P.M. llegamos a la orilla del Rio Simpson. El derretimiento de la nieve ha hecho aumentar mucho su caudal, por 10 que decidimos esperar hasta mañana temprano, con la esperanza de que entonces traiga menos agua. Nuestro primer campamento se organiza así a este lado del río y dormimos muy bien de nuevo en plena naturaleza, aún cuando el viento anunciado no se hace esperar mucho, proviene del norte y sopla con fuerza toda la noche. Tal vez nuestra esperanza de que el río esté menos caudaloso en la mañana no se cumplirá porque el viento noctumo es cálido y no ha interrumpido Seguramente el proceso de derretimiento de la nieve. Nuevamente con Valdés. El fuerte viento norte y el cielo nublado prevalecen al amanecer, Y en vez de bajar su nivel, el río lo ha aumentado aún más, quizás cuánto tendríamos que continuar esperando. En este período de deshielo no se puede saber exactamente cómo se comportan los ríos; será preferible intentar el cruce ahora. Toda la carga se coloca adecuadamente en la carreta, sobre cuyo piso hemos extendido dos lonas; después doblamos los bultos, doblando las lonas hacia arriba y amarrándolas bien. Así quedan las cosas como en una bolsa cerrada. Estamos a punto de terminar esta maniobra cuando aparece un jinete que se presenta como Martínez, un colono del valle Paloma. Supo de nuestra expedición y como pasamos cerca:dé su terreno. nos siguió para ofrecer su ayuda. El coguia. No. dice la por se eruta el novmalmente y que nosotros iba• a tomar, es demasiado profunda una carn•ta_ Nos otro lugar un roco más lejos. cl divide en hacia allá indica pasar. Sin logramos la Otra orilla. mediodia estamos en la propiedad del viejo Valdes junto al [ ago Elizalde. la estado arreando ganado y viene nueS• tro encuentro Representa al patagom• un verdadero en su reino. Nos sa• luda cordialmente sc alegra pot las fotografias que Ic entieso. tomadas en mi visita anterior Al ha superado cieno prejuicio que tenia a mi cn un comicnto, Crcia que todos rubios ingleses y éstos. a su VCt, agentes dc argentinas. Como éstos 10 hablan hostili.'ado tiempo atrás. seguramente que yo tanto. Ahora nos cuenta al instalarse en lados. no sc tomaba muy en serio el de los limites fronteri'Os Vn mas de una ocasión ocurrió que IOS duc• de grandes estancias argentinas. muchos de los cuales eran ingleses. llegaban a territorio chiIcno sin cuenta dc ello molestaban a IOS colonos que se habian radicado en IOS bosques. Valdcs dicc que durante los primeros años tu• vo que defender permanentemente. rinc cn mano. su propiedad, Muchos de esos estancieros alegaban que sus terrenos cn la zona limitrofc cantaban ntucho al oeste de lo que en realidad 10 hacian. Ahora Iodo eso ha cambiado, Salso unas pocas la linea limitrofe esti claramente y a los colonos se les recola propiedad de sus tierras. una Vez que se hicieron las tncdiciones correspondientes. Instalamos las carpas junto al lago y esperamos cl momento para iniciar su travesia. El tiempo está esplendoroso de nuevo. El sol pero un fuerte viento suroeste levanta olas tan altas quc seria arnesgado partir en bote. En todo caso. las embarcaciones necesarias. una más grande para la carga y Otra más pequeña pa• ra los pasajeros. se encuentran listas en la orilla. El colono Martina nos acompañará dias Guaquil. en cambio. desgraciadamente no M}-drá hacerlo. Su campo está en cl Valle Paloma. pero él vive aqui Á.nto al lago. En todo caso. nos promyr• ciona algunos dalos interesantes. por ejemplo. di• cc que a largo dc la orilla del Paloma hay un sendero transitable para caballos que sc remonta un largo trecho valle hacia el interior. Durante varios dias continúa brillando el *'l, pero cl fuerte viento y las olas nos nuntienen en la orilla oriental del lago; parece paradojal no podersc alegrar por el buen tiempo. pero en estas circunstancias Obliga a permanecer inactivos aqui. Pot lo menos. aprovechamos de escalar un cerro para poder apreciar el paisaje desde arritú. La cima dc unos mts. de altura nos proporciona una visión magnifica. Ilacia el norte se extiende el fértil valle Simpen el we vemos roces en diferentes partes. En los últimos días, la acción del viento y del sol han a secar «Hnpletamente la superficie ganada por los roces. En este senti. do. los colonos dc esta zona de los parques no tienen que batallar tanto como los que se han ra. dicado en la tona costera. donde la selva siempre verde casi nunca sc seca debido a las lluvias per. manentcs. Valdés nos cuenta de que él también inició un roce pero que cl fuerte viento imperante hizo cundir el fuego más de lo previsto, destruyendo alredcdor de un kilómetro de sus cercos. Dcsdc estas alturas el lago parece estar tranquilo. Apenas sc perciben las olas, aunque en realidad está muy agitado de costa a costaEn todas partes las escarpadas y peladas paredes desciendcn easi verticalmente hasta el lago. lla desaparecido cl magnifico bosque de hayas que solía cubrirlas. pero aún con su superficie destruida, el bosque trata dc vengarse de la acción del hornbrc_ Suele suceder que los altos troncos carbonilados que aún se manticnen en pie en las laderas, se convierten en temibles enemigos de hombres y animales cuando caen derribados por uru fuerte tormenta, Al atardecer salgo a dar una vuelta para tomar algunas fotografias. No llevo la escopeta porque todavía tenemos bastante carne de cordero. Tropiezo con gansos silvestres y sus polluelos que me alegran con su inocente actividad. De pron. lo. una hembra sc percata de mi presencia. Lia. ma perentoriamente a sus crias y los cubre atodos con sus alas, Más allá, el pelaje café rojizo de un pato real brilla por entre los matorrales. sin que el ave sospeche que lo estoy observando. En realidad, no tiene nada que temer. pues en la primavera no se debe cazar. ni siquiera en lugares donde nas existen disposiciones quc lo prohíben. El viento cambia un poco hacia el oeste y trae algo de lluvia. El lago se ha tranquilizado y eso decide nuestra partida. Salimos hacia las 9 de la mañana, pero ya después de bogar algunos kilómetros debemos buscar un refugio. El oleaje se ha intensificado de nuevo tanto, que ni siquera Cuatro remadores pueden dominarlo. Espera. mos un rato que el lago se apacigue y volvemos a partir. Vamos zigzagueando para tratar de evadir el golpe de las olas. Asi y todo, pronto nos damos cuenta de que debemos desistir. Acampamos entonces en la orilla norte del lago, junto a la desembocadura de un pequeño rio que desagua el vecino lago Atravesado. Durante todo el dia siguiente azota un fuerte viento acompañado de chubascos, que nos Obli• gan a permanecer en el campamento. Recién al cabo de otras 24 horas podemos abandonado. Apenas logramos cruzar el lago, pero por fin. ha• cia el mcdiodia del 27 de noviembre, llegamosa la orilla opuesta. Esta vez instalamos el campamento diez me. tros más arriba del lago, en el bosque. Desde aqui proseguiremos a pie hasta el rio paloma, donde trataremos de conseguir algunos caballos de carga. Todavía tenemos provisiones en abundancia. Nos deleitamos con la carne pues contamos con un cordero muerto y otro vivo; además, uno de los colonos nos regaló un pato gordo que nos acompaña y sc convertirá en una buena sopa a su debido tiempo. Habíamos pensado que un paseo a la desembocadura del lago nos proporcionaría unas cuantas truchas, pero la lluvia nos impide salir; sólo alcanzamos a recoger un par de tallos frescos de nalca, de agradable sabor ácido. Para mañana, haremos a pie el primer transporte de la carga. por fin en el 'alle Paloma. La leve lluvia del dia siguiente no nos impide cumplir con nuestro plan. A las 8 de la mañana iniciamos la marcha; cada uno lleva un pesado bulto. Debemos atravesar un terreno bastante irregular. Vamos en dirección suroeste hasta llegar al rio Paloma tras una esforzada marcha. Ahi nos encontramos en el preciso lugar en que el Valle Ballo se extiende a partir del rio en dirección suroeste. El rio que fluye de ese valle lleva agua glaciar turbia y proviene de gran altura. En parte, recibe el deshielo del Cerro Mogotes. Después de otra caminata de cuatro horas, llegamos a la choza de Guaquil, ubicada en la superficie plana, cubierta de pasto. Calculo que nos encontramos aproximadamente a 6 kms. del interior del Valle Paloma. Guaquil no está, pero aparece un colono llamado Millado. Nos dice que estaba a punto de cruzar el rio paloma cuando nos vió venir, No comprendo muy bien lo que está haciendo en terreno ajeno. Luego nos cuenta que está buscan. do tierras colonizables y que tiene la intención dc inspeccionar un valle que parte del Lago Caro hacia el sur. para poder llegar hasta allá, pretende abrir una senda a través del Valle Ballo, cuyo largo es de 15 kmsy suancho de l. iOjalá que le resulte! yo mismo vi ese valle desde la cima del Cumbre Blanca y sé que no será fácil abordarlo por ese lado. En todo caso tendrá que subir primero a bastante altura. Seguramente seria menos problemático aproximadamente desde el lado del lago Caro, a pesar de que también está a una altura considerable y las tierras ahi solamente servirían para pastoreo de verano. El rio que surge de ese valle desemboca en el Lago Caro en forma de una catarata alta. Millado tendrá que arreglárselas con sus problemas, como nosotros lo tendremos que hacer con los nuestros. Es cierto que a personas como Millado se deba que territorios fertiles pero aislados se hayan ido incorporando al proceso productivo nacional. Aunque tengan algo de aventurero en sus venas, no se puede negar que hombres como él contribuyen con sus desvelos al bienestar de la comunidad. Dificil traslado de las provisiones. Ahora debemos preocuparnos de trasladar el resto de la carga que dejamos en el campamento anterior. Como hay un sendero para caballos, preguntamos a Millado si nos cedería algunos animales por un par de días, El no parece tener mayor apuro; además, es un hombre solo que puede dislx.ner de su tiempo como mejor le parezca. Dice que no tiene inconvenientes en proporcionarnos lo solicitado. Nos apresuramos en comer el asado al palo recién preparado, y partimos con cuatro caballos. Un chispeante viento del oeste en el lugar donde dejamos anclados los botes me induce a ordenar a Díaz y Martinez que vayan a devolver el bote más grande a Bahamondes; tendrán que llevar el más chico también, ya que ellos deben regresar. Después dejaremos esa embarcación aquí, como medida de seguridad en caso de que nuestra misión fracase. El colono Martínez nos ha acompañado hasta ahora y aprovecha esa oportunidad para regresar a su casa. Muy temprano a la mañana siguiente comienza la actividad en el campamento. Casi podría decirse que estamos en una finca. Nos es familiar y evoca recuerdos el bahido de la yegua que está pastando con los demás animales en la cercania; el balar del cordero también se oye en ror• ma casi ininterrumpida; chucaos y gallaretas que buscan asiduamente su alimento escarbando con las patas, me hacen pensar en gallinas. Disponemos de cuatro caballos para el transporte. Nos cuesta un poco cargarlos; hacen falta cuerdas y correas para amarrar los diferentes bultos sobre el lomo de cada animal. Sin embargO, salimos del apuro. Un cuero de caballo que habíamos traído para hacer mocasines para nuestra gente, se transforma ahora en un lazo que nos soluciona el problema. Partimos a las 9 AM. con los caballos. Como dos de nuestros hombres no participan en la ex. cursión, Torrealba y yo nos hacemos cargo de un caballo cada uno. El camino que ayer parecía algo transitable, hoy nos decepciona mucho. El terreno es muy disparejo y hay que subir o bajar cerros constantemente; a menudo, los animales quedan atascados en la ciénaga. Entonces hay que descargarlos y tirar de las bridas para obligarlo a salir adelante. Apenas hemos avanzado un poco en el transcurso de una hora cuando uno de los animales sufre un percance. Al subir una ladera, tropieza contra la raíz de un árbol, se cae y estira las patas, sepultando la carga bajo él. Aparentemente está acostumbrado a estos intermezzos, pues se queda tranquilo hasta que lo liberamos de la carga; entonces se incorpora, quebrando ramas y matorrales; pero ahi esta, otra vez de pie. Le volvemos a acomodar el bulto sobre el lomo y continuamos. Pasa una hora tras otra y apenas hemos avanzado. Ya nos estamos acostumbrando ala eterna caída de los caballos, su descarga y carga. En una subida especialmente dificil de unos 80 metros, con una pendiente de 20 grados, trato de captar algunas escenas de este angustioso proceso de traslado. Torrealba se hace cargo de mi caballo para que yo pueda manejar mejor la cámara filmadora. Aguilar va adelante y Díaz al final de la caravana, conduciendo el animal que transporta las carpas y sacos de dormir. Aproximadamente a la mitad de la subida, ese caballo tropieza, se da vuelta y queda inmóvil, apoyado contra unos matorrales. Aguilar ha observado el accidente desde más arriba y se apresura a venir en ayuda. En esto, el caballo se mueve un poco, los matorrales ceden y va rodando ladera abajo, arrastrandoa Aguilar. Porsuerte el animal queda atrapado entre dos troncos, pero Aguilar aterriza a unos metros entre los matorrales; menos mal. ileso. Tendremos que esperar para ver qué es lo que logré captar en la pelicula de todo este proceso. Sólo sé que dc puro susto, me olvidé momentáneamente de la filmadora. Ahora hay que preocuparse del caballo. Con ayuda de un lazo y un hacha podemos hacer que el animal se incorpore. Por suerte no se quebró ninguna pata, como yo ya lo temía. Después de innumerables repeticiones de este tipo de accidentes llegamos por último a la choza de Guaquil, meta que nos habíamos propuesto para hoy. Estamos cansados y adoloridos, lo mismo que los caballos. En cuanto los descargamos. se revuelcan en el pasto blando y fresco, trotan un trecho como para despavilarse y luego se ponen a pastar. En cl campamento NO I hay 180 kgs. de carga, pero no lo iremos a buscar hasta pasado mañana; tanto los animales como nosotros necesitamos de un día de descanso. Millado nos esperaba en la choza; nos cuenta que encontró un animal muerto en un hoyo juntoal rio. Nos pide que le ayudemosa sacarloporque cree que se podría aprovechar su cuero y, a lo mejor, parte de su carne. No podemos menos que acceder, más cuando fue él quien nos facilitó los caballos. por eso, y a pesar de haber decretado feriado y nos duelen todos los músculos, debemos levan. tamos temprano. Hay un par de vacas curiosas que olfatean nuestras carpas en forma peligrosa; podría ocurrírseles querer averiguar lo que se encuentra en su interior. Para ello bastaría que incrustaran sus cachos en la lona y entonces tendriamos la desgracia de tenerlas carpas dañadas. Eso no debe ocurrir. Asi es que salimos corriendo a espantarlas, al mismo tiempo que ya acude para lo mismo el perro de Millado. Ingerimos un desayuno frugal y vamosa ver al animal muerto, que se encuentra a un kilómetro de distancia de la choza. Se trata de un novillo gordo de dos años. Es una pérdida considerable para el colono, si se toma en cuenta lo que cuesta traer el ganado hasta estos parajes. Primero sacamos a pala la tierra que rodea el cuerpo por ambos lados; luego organizamos una palanca y con el lazo logramos sacar el cadáver. Un desagradable olor indica que el animal debe haber muerto hace unos cuantos días; la cabeza ya ha sido comida por pájaros y otros animalitos. Millano cree que podrá aprovechar algunos trozos de la Carne, transformándola en charqui. Le doy mi bendición. Mientras los hombres descueran al animal, con Torrealba tratamos de formarnos una idea de este valle. Parados en un banco de arena del rio, podemos ver un buen trecho alrededor. El valle sigue el mismo curso central del Rio Blanco, por lo menos desde la desembocadura del Rio paloma hasta unos 10 kms. más arriba. El paso que conduce desde la desembocadura del Paloma hacia el valle del Rio Blanco se ve claramente en dirección norte. La base rio Paloma parece ofrecer las condiciones más adecuadas para la construcción de una carretera futura. Si continuamos así, podremos damos por satisfechos Temprano a la mañam siguiente y bien des. cansados vamos una vez más al campamento NO I a buscar el resto de la carga. Torrealba parte con los hombres a caballo; yo los sigo a pie, pro. visto de hacha y cámara fotográfica. Quiero sacar algunas fotos y arreglar las partes del camino que están en muy mal estado. A las I I A.M. veo que la caravana ya viene de regreso; Diaz y Martínez los acompañan. A pesar del mal tiempo. se arriesgaron anoche a par. tir en el tx»te más chico. Me alegro de que estemos todos reunidos de nuevo y podamos proseguir juntos ahora. En el campamento NO 2, es decir, la choza de Guaquil, encontramos a un hombre llamado Villarroel que llegó durante nuestra ausencia. Dice que se quiere radicar en el Valle Balto. Justo cuando voy a preguntar de dónde viene en forma tan inesperada, nos cuenta que ha venido caminando desde el Lago Elizalde por el valle Boca de León hasta el Paloma, con un matrimonio Medina. Estos viven a unos 10 kms_ más arriba en un terreno del valle; alli se instalaron hace algunos años. Dice que Medina nos espera. pues ya todo el mundo ha oido acerca de esta expedición y que estamos buscando la mejor ubicación para una posible via carretera entre el Lago Ge• neral Carrera y Puerto Aisén. Una ruta de este ti. po es muy importante para los pobladores de Valle Paloma y por eso cada cual desea aportar algo a esta tarea, en la medida de sus posibilidades. Por eso, Villarroel ha venido a ofrecer su ayuda. Mañana podría señalarnos el lugar más adecuado para cruzar el rio Paloma y, al otro lado, una senda para caballos que conduce hacia el sur. El tiempo nos es propicio desde hace varios días y debemos aprovechar esta circunstancia favorable. pero desgraciadamente, perdemos mu. cho tiempo en la mañana buscando los caballos que vadearon el rio durante la noche, sin que nos percatáramos de ello. A las 8 AM. estamos por fin en condiciones de partir. Villarroel nos cede amablemente su alazán para cruzar el rio. Los otros cuatro caballos transportan la carga. Aguilar demuestra su gran habilidad para guiar a los animales; sentado en el alazán va a la cabeza y hace que los caballos cargados lo sigan. Presenta una linda imágenSu aspecto de indio se diferencia del tipico indio regional y recuerda más bien al indio pielrroja de los Estados Unidos. Sus rasgos faciales con nariz aguileña contribuyen a esta semejanza. Nosotros llegamos a pie y sin tropiezos a la Otra orilla, en donde atravesamos el campo que pertenece al colono Alegría. El no está en su Choza porque ha ido a buscar a su familia radicada hasta ahora en Puerto Ibañez, a orillas del Lago General Carrera. Posee ganado con un buen corral y una huerta con abundantes verduras. Asi, todo parece estar bien preparado para la llegalla de la familia. Nos sentamos a disfrutar un asado al palo y re. confortados proseguimos luego la marcha a través del valle. Cabalgando su alazán. Villarroel lleva ahora la delantera. Durante horas nos guia en medio de un bosque quemado. A ambos lados del valle y entre los troncos quemados y blanqueados por el efecto de la lluvia y cl sol. divisamos la nevada cordillera. En todas partes el suelo del bosque está tapizado por los altos matorrales de la zarzaparrilla silvestre (ribes magallanicum Poir) que proviene de estas latitudes. Una cantidad increible de sus frutas cuelgan de las ramas, pero están demasiado verdes por deleitarnos ahora; tal vez podamos hacerlo más adelante. Ascenso con dificultades del cerro Cóndores. Instalamos el nuevo campamento al pic de un cerro bastante alto. Si el buen tiempo perdura, trataremos de escalarlo mañana porque así obtendriamos una buena visión de la región circundante. Pronto nos retiramos a dormir para estar listos temprano a la mañana siguente. Al despertar comprobamos con satisfacción que brilla el sol. Encargamos a Díaz y Villarroel que vayan a inspeccionar la senda que conduce a la choza del colono Medina. Los otros tres deberán regresar para traer los bultos que dejarnos atrás. Torrealba me acompañará cerro arriba. partimos después del desayuno; llevamos instrumentos, cámara fotográfica y una barrita de chocolaDespués de caminar unos 100 mts. por terreno plano pero cubierto de zarzaparrilla, comienza el ascenso. Subimos los primeros 200 mts. por un deslizamiento del cerro, aparentemente reciente. a juzgar por la falta de vegetación en su superficie. Luego comienza una expansión boscosa. pero que sólo conserva troncos quemados, desoladores; la subida aún no es muy dificil por aquí. El fuego debe haberse propalado con gran fuerza; hasta donde la vista alcanza, no se ven más que palos quemados. Sólo junto al limite de la nieve, más arriba, hay una angosta franja de verdes árboles. Se puede reconocer que el fuego debe haber llegado hasta el limite de los bam• bués secos. Las llamas no alcanzaron a dañar el verde bosque, sin ramas bajas. Bajo los troncos muertos de la ladera, tal como a lo largo del valle, se ha originado un mundo vegetal nuevo. Además de la zarzaparrilla que prospera en todas partes, hay cardos, ortigas, apio silvestre, michai, calafates e incontables florecillas. Hasta descubro una orquídea entre ellas. El sol nos acon con sus fuertes rayos que penetran hasta el suelo por entre los troncos sin hojasa Constantemente nos atacan zancudos y tábanos; ansiamos llegar pronto a la franja verde del bosque. Dos horas más de marcha y por fin nos acoge la tupida selva cn cuya sombra nos cobijamos; descansamos un momento junto a un arroyo. Sólo que los tábanos nos siguen persiguiendo, parece no importarles la altura. Continuamos el ascenso bastante empinado; termina la tupida selva y en su lugar tenemos ahora palos y arbustos que nos llegan hasta la rodilla. Ya vislumbramos la cima y vamos pisando las primeras manchas de nieve que se derretirán muy pronto con la llegada de la primavera. Las superficies verdes en torno a estas manchas de nieve van en aumento y no tardarán en desaparecer por a»mpleto_ De pronto pasan dos enormes sombras por sobre la superficie del terreno; y al alzar la vista hacia el cielo azul, vemos que se trata de dos cóndores que giran sobre nuestras cabezas. De modo que ya nos encontramos en medio del reino de estas gigantescas aves, monarcas de la cordillera. Nos siguen hasta la cima y no nos cansa. mos de admirar su majestuoso vuelo. La camina. ta a través del interminable terreno pedregoso es agotadora y nuestras fuerzas decaen. Pero la vo• luntad de llegar a la cima nos hace redoblar los esfuerzos, todavía nos separan de ella unos cuantos tramos nevados y una empinada pared rocosa. Otras dos horas más y logramos llegar arriba a las 2 PM. El viento que sopla ahí casi nos desgarra la ropa; ha auyentado a tábanos y zancudos, pero también al calor. Ahora nos sentimos mucho mejor. Estamos a casi mts. sobre el nivel del mar y la visión que se nos ofrece por todas partes de la provincia de Aisén. seguramente no la ha tenido nadie hasta ahora. Una nevada cumbre sigue a la otra; hacia el noreste alcanzamos a ver hasta Coyhaique y Mano Negra. En dirección norte y noroeste se ven el lago Caro y el Valle del Rio Blanco, como también el pan de Azúcar y los conocidos glaciares colgantes. Claramente se pueden distinguir el paso que a partir del desagúe del Lago Elizalde conduce hacia el valle del Rio Blanco. Desde el sur hacia el occidente se extiende una cadena de puntiagudas cumbres; son los cerros que circundan el Lago Paloma, del que surgen el río homónimo. El descubrimiento más interesante que hacemos es un valle que sc extiende hacia el Sur, al parecer hasta el Valle Ibáñez. tal vez podamos llegar ahi para seguirlo a lo largo hasta la meta que nos hemos propuesto. Muy lejos en dirección sureste, alcanzamos a ver una columna de humo; aparentemente se trata de un incendio forestal cerca del curso inferior del Rio Ibáñez. La cima donde nos encontramos se prolonga hacia el oeste en forma de una cresta que termina en otra cima aún más alta que ésta. El hielo acumulado de un hermosísimo glaciar colgante, que queda al noroeste y es alimentado por un extenso ventisquero detrás de él. envia su hermoso fulgor hasta donde nos encontramos. Una vez que hemos terminado con las tomas fotográficas y anotaciones geográficas de rigor. empezamos el descenso hacia nuestro campamento. Dejamos atrás la sinfonia blanca y azul, y las grises laderas pedregosas nos acogen de nue• vo. Ahora podemos dominar el Valle Paloma en toda su extensión; se proyecta a unos 15 Kms. de distancia hacia abajo. El rio Paloma serpentea por él como una culebra gigante. Recién ahora nos damos cuenta de que estamos hambrientos y sedientos. En estas alturas toda. vía no hay agua y con la garganta tan seca no podemos tragar cl Chocolate Cuando encontramos el primer arroyo nos precipitamos a beber dc su buen rato y luego continuamos la caminata; dos Nuestros hombres han cumplido sus tareas tal como se habia planeado. Todas las cosas están listas y Díaz terminó la senda hacia el asentamiento de Medina. Lo único que falló fue el caballo que iba a comprarle a Villarroel. l)ice que el animal se cayó tres veces, entonces optó por abandonarlo. Medina le facilitó unode sus caballos y nos cuenta que éste ha ofrecido apoyo con toda su tropilla, es decir, el conjunto de animales que posee. Asi habriamos solucionado en forma definitiva el problema de los caballos de carga. Antes dc partir dc madrugada. aprovecho cl buen tiempo para sacar algunas fotos dc nuestro campamento y el cerro que escalamos y que bau• tizamos *Cerro de los Cóndorescn homenaje a los pájaros que pudimos admirar desde su cima. Colonos y Pioneros Solitarios. La marcha prosigue sin tropiezos. A mediocamino hacia el asentamiento más cercano. sale a nuestro encuentro el colono Medina con algunos caballos. Asi podemos ira recuperar los bultos que habíamos dejado atrás. A la I P.M. llegamos con loda la carga a la casa de Medina, donde nos espera un reconfortante mate y un delicioso asado dc cordero al palo. Medina vive solo con su mujer; todavía no tienen hijos. Poseen una sencilla casa hecha de troncos y con un techo de tejuelas, que cumple perfectamente su cometido. La asendosa mujer ha logrado crear cierta atmósfera de confort en su interior. También cuentan ya con una peque. ña huerta y un par de vacas, así es que no les faltan las verduras, la leche y la mantequillx Medina está dispuesto a acompañamos maña. na con sus caballos hasta el próximo asenta• miento, que le pertenece a un señor Muñoz; des. de ahi trataremos de ubicar al colono Balboa, del cual hemos oido muchas cosas. El es el único que podria informarnos acerca de la región que nos interesa especialmente. Dicen que tiempo atrás llevó un piño de animales de Valle Ibáñez hasta el lago Paloma; si asi fuera, tendría que conocer bastante bien la región que deseamos explorar. Torrealba aprovecha el crepúsculo para ir a pescar y regresa con media docena de hermoSas truchas, que nos proporcionan una variedad en el menú con tanta came de cordero. El tiempo está tan hermoso y agradable, que prescindimos de las carpas por esta noche. Es delicioso dormir al aire libre. A las 8 AM. los caballos ya están cargados; seis animales nos bastarán por hoy. Dejamos parte de las provisiones en casa de Medina, como pago por toda su cooperación. Avanzamos dos Kms. por terreno plano a. 10 largo del río, pero inicia luego una serie de curvas, casi en ángulo recto y para acortarlas, proseguimos en linea pasando por. una primero tenemos que subir en forma muy empinada y luqo bajamos abruptamente. Según criterio patagonico. la senda en si no esta tan mala; nuestra gente la califica como fabulosa. Pero los animales no comparten esta opinión. Justo cl frente de la curva que hace cl rio. de. semboca cl Valle Boca de León en cl rio Paloma. una ruta caminera a través del Valle Boca de León hacia Coyhaique. Desde un punto de vista técnico la construcción dc esta ruta prestaría mayores problemas. I lacia la una dc la tarde estamos cera de nuestra meta. En medio de una fresca pradera y entre enormes troncos carbonizados vemos una solitaria choza, a la cual nos dirigimos. A partir dc aqui deberemos continuar a pie, pues Medina tiene que regresar con sus caballos. En esto aparcccn dos jinetes provenientes del sur; traen consigo un caballo desocupado. Mediru di'X quc cl mayor dc los jinetes es cl hombre al que esperábamos ubicar en alguna parte. iQuc suertc encontrarlo aquí! En estos aislados parajes suele suceder que uno no encuentre con nadie, durante meses y años. Balboa impresiona como un hombre serio de urws SO años. Su cara, es simpática y toda su per. sona revela energia y fuerza de voluntad. Escier. to que las privaciones y esfuerzos tun traz.aú:» profundos surcos en su curtida piel. Lc contamos cuál es nuestra misión y le pre. guntamos si nos M)drá ayudar con algunos datos importantes. Nos cuenta que en sus recorridos anteriores entre los valles Paloma e Ibáñez, siempre evitaba internarse por la selva y que preferia más bien las altas cumbres, más allá del límite de la vegetación, lo que naturalmente sólo podía hacer en épocas sin nieve. El paso más apropiado él lo había localizado desde una cima más alta, aunque nunca habia transitado aún por él. Cree que queda a unos 800 mts. de altura. "Ustedes deberían seguir ese rio", dice, indicando hacia el sur. "para llegar al divorcio de las aguas. Si quieren, mi compañero y yo podemos seguir con Uds. unos cuantos kilómetros y prestarlcs nuestros caballos-. precisamente es ese el valle que más me interesa; aceptamos gustosos el ofrecimiento de Balboa, más cuando Medina debe emprender el regreso con sus animales. Una vez más nos llama aquí la atención la poca confiabilidad de los mapas existentes. El Rio Paloma, por ejemplo; aparece en una dirección que corresponde a la real. Los anuentes no figuran en muchos casos y los cerros marcados no tienen nombre. En el lugar del mapa, donde gún Balboa el rio proveniente del Sur afluye como anuente en el Paloma. sólo se ve una mancha blanca. El cielo está nublado al día Siguiente y parece que quisiera llover. Balboa y su companêrO González partieron anoche y regresan ahora en la mañana con más caballos. Nos llevarán hasta la choza del colono González. Empacamos todo rápidamente y partimos. González permanecerá aqui hasta mañana, para controlar el ganado y las ovejas de Balboa, por estos lados. Se reunirá con nosotros mañana y nos llevará un cordero, ya que a partir dc hoy se nos terminó la carne. Pero hay otras cosas para comer, sin embargo, Balboa insiste en proporcionarnos un asado al palo. Coa mo no deseamos ofenderlo. terminamos por aceptar su ofrecimiento. Entramos ahora a un valle que conduce hacia el oeste, pero le doy a entender a Balboa que queremos ir al sur. El me explica que a pesar del rodeo que haremos por una colina, llegaremos más rápido al valle del sur que en forma directa. Como causa de este hecho ilógico dice que la senda de caballos se encuentra en pésimas condiciones en el valle del rio. Pero no habrían problemas de terreno para la construcción de una futura carretera por ahí. Penetramos al valle unos 8 Kms. al que le asignamos el nombre de "Engañoso . Tiene un ancho aproximado de 8(N) mts. y un pequeño anuente glaciar serpentea por la pradera ascendente. La selva contiene aqui coigue (Nothoragus dombeyi, Mirb. Oerst), lenga (Nothofagus pumilio, Poepp. et Endl. Krass) y ñiere (Nothoragus antartica. Forst. Oest) y de vez en cuando se ve interrumpida por áreas verdes. Nos rodea aqui la típica visión de la zona de los parques, que evoca en mi la imagen de los bosques europeos dc haya. Debemos cruzar el rio varias veces y cl con. junto de seis caballos de carga y cinco jinetes, vadeando por el agua, ofrecen cada vez un lindo espectáculo. Nos acompaña un potrillito y nos divierte observar cómo pretende actuar como los caballos adultos. Torrealba y yo vamos a pie; sólo para cruzar el rio montamos momentáneamente. Todos los demás van montados y cada uno tiene bajo su cuidado un caballo de carga. Después de una marcha de dos horas llegamos al término superior del valle y nos encontramos de pronto al pie dc altos cerros glaciares, de los que parte el riachuelo junto al cual está la humilde cabaña que buscamos. Nuestra gente se instala cómodamente cn ella y nosotros armamos la carpa en medio de un pequeño prado cubieto de florecillas silvestres. Una vez más me siento como en una finca; ya ha oscurecido. Estamos cómodamentc sentados en la cabaña, en tomo al fuego. Desde afuera oímos el ruido de los caballos que pastan y junto al alegre tañir de sus campanitas, Balboa nos cuenta de su vida. Dice que hace doce años llegó a este valle por primera vez Antes habia tratado de radicarse en una región bastante poblada, pero los colonos luchaban ahí con cuchillo y revólver por un pedazo de terreno. No soportó esa situación y prefirió buscar otra propiedad entre las miles de hectáreas que le pertenecían al Estado, lejos de toda civilización. A partir del Valle Ibáñez, cabalgó trechos interminables por la nevada cordillera, hasta llegar a este valle. Le gustó tanto que decidió radicarse aquí. Había venido con un buen amigo, ya fallecido, y así se convirtió en solitario colono, viviendo muchos años en completo aislamiento con sus animales. Cuando descubrió estas tierras, fuc a buscar un;" vacas y las trajo por las montañas. Así Vivió completamente durante varios años. Luego aparecieron otros colonos que venían desde el Paloma, que se asombraron muchísimo de encontrar aqui un asentamiento organi"ado. Nadie se explicaba de dónde vendría este hombre y hasta el dia de hoy es el único que ha llegado a este valle cruzando la cor• dillera. No se puede decir que Balboa sea un primitivo que 1c haya dado la espalda a la civilización. Al contrario, ayuda y coopera en lo que puede y desea contribuir a establecer la ruta dc conexión más apropiada hacia la región Ibáñez. Nos ha acompañado hasta aqui Mañana nos llevará al valle principal, es decir, al valle del paso que en su honor hemos bautizado -Valle Balboa-. pero las condiciones del tiempo impiden nuestra partida a la mañana siguiente; llueve en forma intensa. Gonñlcz llega a las 10 AM. con el cordero prometido, Se hizo cargo del cuidado de los animales dc Balboa, mientras éste nos acompaña unos días. Parece contento de hacerlo; le encantaría seguir con nosotros hasta la meta. Pueda scr que este intermezzo en sus actividadcs cotidianas le haga recordar sus años de peregrinación por la cordillera y disfrute el poder compartir ahora una vez más las aventuras de tales expediciones. También a González le gusta. ría seguir, pero dehe preocuparse de los animales de su patrón. Para demostrar sus deseos de ayudarnos, pone sus caballos a nuestra disposi• ción. No se puede negar que tenemos mucha suerte en esta expedición, que se ha convertido en un verdadero paseo gracias a la ayuda proporcionada. Balboa cuenta de pumas y lauchas. pasamos casi todo el dia conversando en torno al fuego y Balboa nos entretiene con sus relatos. Nos cuenta cómo una vez casi enloqueció con una plaga de lauchas. Sucedió hace años cuando norecio cl bambú. lo que ocurre cada a 50 años. Apareciemn tantísimas lauchas que no habia cómo deshacerse de ellas. Nada estaba a salvo ante estos roedores. Tuvo que guardar todos los comestibles en tarros de latas bien tapados. Se comieron todas las cosas hechas de cuero de caballo, dc vaca o de oveja. No se salvó nada. Como explicación de esta plaga, piensa que se debió a que después de la floración del bambú, cayeron al suelo las frutas maduras a que dio origen y éstas atrajeron a los roedores, pues constituian un precioso bocado para ellos. Durante ese periodo las lauchas vivieron como en el paraisoy se multiplicaron con rápidez increíble; posible. mente la semilla de los frutos tuvo un efecto fertilizador en los animales. pero tan súbitamente como se ori$inó la pla• ga, terminó también. La semilla broto pero ya no constituia alimento para los roedores que empezaron a pasar hambre. Y fue entonces cuando atacaron con furia todo lo que encontraban en las casas y establos de los pobladores. Se comportaban como verdaderos piratas. En algunos casos hubo que colgar las cunas con las guaguas del techo, sujetándolas con alambres: también los adultos eran atacados en su sueño. Nadie sabe. cómo, de pronto las lauchas desaparecieron. La propia naturaleza se habrá encargado de res• tablecer el equilibrio biológico. Miles de lauchas se echaron al río como en un suicidio masivo. Más tarde se encontraron sus cadáveres junto a la orilla del lago, llevados ahi por las olas y cl viento, expuestos al proceso de putrefacción. Torrealba pregunta a Balboa si ha tenido oportunidad de ver al puma, llamado león plateado. Contesta que en la actualidad este animal ya casi no existe por estos lados. Cuando él re• cién llegó con su amigo, un dia mataron dos hembras y un macho de pelaje claro. como los que se ven en la pampa. También vieron un puma dc color café rojizo que es muy temido por. que ataca a las ovejas y vive en los bosques. Una vez mató a uno de estos pumas. el cual tenia la particularidad de que una de sus patas y orejas eran de color blanco. Asi pasa el dia lleno de relatos y recuerdos junto al fuego, Al atardecer. el tiempo mejora y el cielo estrellado de la noche presagia un dia sin lluvias. Llegada al Valle Balboa. Con un sol esplendoroso iniciamos muy temprano nuestras actividades. Como tendremos que pasar por un desfiladero muy empinado, los caballos transportarán solamente la mitad de la carga usual, lo que significa que habrá que hacer dos vcccs el mismo recorrido. Nuestros hornbres y Balboa conducen los animales hacia arriba; Torrealba y yo cargamos las pesadas mochilas. La sombra cubre todavia la empinada ladera, asi es que no nos podemos quejar de calor. Pero el ascenso que emprendemos se hace sentir en las piernas. Después de algunas horas logramos llegar a una pequeña pampa, a unos mts. de altura. Está rodeada dc árboles de un verde claro (Nothofagus). Mientras los hombres regresan con los animales para buscar el resto de la carga, Torrealba y yo escalamos otra ladera hasta llegara un punto desde el cual obtenemos una buena viSión a la redonda. La atmósfera despejada nos permite ver todo claramente. Podemos reconocer muy bien los valles que van en dirección sur y sureste hacia el Valle Ibáñez. Todos, menos el Balboa, terminan en los nevados pasos. En dirección noreste podemos mirar directamente al interior del cañadón Boca de león; justo delante de nosotros se ve una punta del Lago Paloma. Senderos silvestres revelan que por aquí deben haber pasado huemules, aunque no podemos ver ninguno en la cercanía. Nos apresuramos en regresar y en cuanto llegamos al campamento, aparece también la caravana con nuestros hombres que vienen agotaEl buen tiempo se mantiene. Pasamos una noche tranquila y a la mañana siguiente proseguimos la marcha. Volvemos a descender en forma bastante abrupta, siguiendo un vallecito que terISO mina en el Valle Balboa. Hacia el medio dia llegamos a una choza que Balboa construyó aqui hace seis años. Se encuentra a unos 590 mts. so. bre el nivel del mar y a unos 100 mts. del fondo del valle fluye el rio Balboa, cuyo ruido podemos percibir. Aqui pasa por un valle bastante amplio donde abunda el pasto. Este es un estupendo alimento para nuestros cansados animales y como no sabemos cómo será el terreno más hacia el interior del valle, preferimos acampar aquí. En la tarde, Balboa sale con los hombres a ve. rificarel estado del terreno. Regresan a las 8 PM. y nos cuentan que hasta unos 8 Kms_ más arriba, donde hay que cruzar el rio, todo está bastante bien; pero el alto nivel de sus aguas podrían planteamos algunos problemas. Balboa se despide a la mañana siguiente y no. sotros proseguimos la marcha por el valle que ahora lleva su nombre. Todavía disponemos de seis caballos. Cinco de ellos van cargados y el sexto no transporta nada. Quedamos de acuerdo con su dueño que si ya no los necesitaríamos más, los arrearíamos de vuelta, el cree que serán capaces de encontrar solos su acostumbrado lu. gar de pastoreo. Para la construcción de una futura ruta caminera sólo sería utilizable cl lado izquierdo de este valle. Fuera de algunas rocas sobresalientes que se podrían dinamitar fiEilmente, no hay mayores impedimentos. En cambio, el lado de. recho del valle desciende hasta el rio en forma casi vertical. A este lado también existe el peligro de permanentes rodados. Empinadas que. bradas a las que se precipitan las masas de nieve surgen desde la base del valle hasta las heladas cumbres dc la -Cadena de Montes Castillo". En uno de los puntos de la ruta que seguimos hoy. nos vemos obligados a cruzar por sobre una enorme avalancha de nieve que se extiende has. ta más allá de la orilla izquierda del rio. Gruesos árboles quebrados demuestran la fuerza de este rodado. De pronto una roca nos impide seguir el camino al lado izquierdo del rio. Este es el punto has. ta donde llegaron nuestros hombres ayer. Por el lado derecho no es posible vencer este obstáculo y asi decidimos cruzar el rio. Como la corriente es demasiado fuerte, los animales sólo podrán lograrlo sin la carga. Tratamos de organizar un puente de troncos y después de varios esfuerzos, lo El traslado de la carga por aquí ya no constituye un problema, ahora sólo nos preocupan los caballos. Aunque el rio no es muy ancho, su agua se precipita con tal velocidad entre grandes rocas diseminadas en su lecho, que la maniobra en si encierra cierto peligro. Cuidadosamente hacemos que un caballo se meta al agua primero. La cuerda atada a su cue110 la sujeta uno de los hombres que ya se en• cuentm al otro lado. Con gritos alentamos al ani• mal para que avance, mientras se tira la cuerda desde allá. Aún cuando los animales no puedan pisar el fondo, están tan acostumbrados a estas penurias que todos llegan ilesos a la orilla opuesta. Sólo uno de ellos se suelta. es arrastrado por la corriente y ya pienso que lo hemos perdido, cuando veo que un trecho más abajo logra topar fondo, se incorpora y sale muy campante a la orilla. Asi habríamos terminado este episodio sin ma}ores pérdidas y procedemos a instalar el campamento en el lado derecho del valle. Todavia es temprano y alcanzamos a salir a reconocer el terreno y a iniciar la apertura de una senda, trabajo que deberá continuarse a la mañana siguiente. Como el tiempo no amanece muy favorable, preferimos no trasladarnos a otro campamento por hoy. pero me preocupan los caballos; por estos lados no encuentran suficiente pasto y de vez en cuando tratan de regresar a la otra orilla. Ya en la noche anterior nos dieron que hacer en ese sentido; por suerte, nos dimos cuenta a tiempo dc sus intenciones y alcanzamos a arrearlos hacia los cerros. Subida al paso. por fin llega el momento en que podemos partir. Se buscan IOS caballos, cargamos y emprendemos el ascenso hacia el paso cordillerano. El rio a nuestra derecha se precipita como un loco por su lecho. Se abre camino por entre escarpadas rocas; seguramente éstas dificultarían mucho la construcción de un camino. Sería necesario dinamitar en parte algunos trechos. En otras partes seria posible evadir las rocas por medio de puentes que conduzcan al camino por el lado opuesto del rio; así podría proseguir la ruta sin los impedimentos rocosos. La primera dificultad verdadera está a un kilómetro de distancia del último campamento; se trata de una avalancha de nieve cuya blanca carga ha llegado hasta el rio mismo. Tratar de cruzarla seria demasiado arriesgado ya que podría encontrarse horadada por el rio. Evadimos este obstáculo remontándonos algo por una ladera. Uno de los caballos pierde el equilibrio y se da vuelta hacia atrás, cayendo casi al rio. Por suerte, unos troncos derribados que se acumularon en la orilla impiden su caída total. No sólo habriamos perdido el animal sino que con él nuestras carpas y sacos de dormir. Este incidente nos demuestra el peligro que corremos. Preferimos descargar todos los animales y transportar la carga nosotros mismo por la ladera hacia arriba, lo que significa un gran esfuerzo. En general, éste ha sido un mal dia para mí. Ya en la mañana temprano me corté un dedo con el machete. Después resbalé y cai en forma tan desafortunada que el dolor en la pierna me acompaña todo el día. Y para colmo de los males, olvidé mi cámara fotográfica en un lugar que ha quedado muy atrás cuando me percato de ello. pedro Dias y los demás se ofrecen para ir a buscarla, pero nadie mis que yo sabe el lugar exacto donde está; asi no me queda otra que des. hacer todo 10 andado. Bueno, eso me pasa por olvidadizo. La quebrada por donde continuamos la marcha es tan empinada en algunas partes que bastaría que uno de los animales resbalara para precipitarse de inmediato hasta el río abajo. Sin embar", estos caballitos chilotes son verdaderos acrobatas y están tan acostumbrados a estas foradas jornadas, que casi no deberiamos preocupamos. Más abajo de nosotros hay cantidades inmensas de piedras y rodados, como si una mano gigantesca los hubiesc juntado ahí. Tal vez provengan de época prehistórica y hayan sido transportados por enormes desplazamientos glaciares. Balboa ya nos había hablado de este laberinto de rocas, refiriéndose a él como "Casa de Piedras", nombre que conservaremos. Hacia el mediodía tenemos que volver a cruzar el río. El valle se ensancha y la senda mejora. El rio se ha achicado bastante y el vadearlo dos veces más ya no constituye ningún problema. Ahora nos quedamos definitivamente en su orilla izquierda. El valle continúa en la misma di. rección, entre los 2CK) y 210 grados de latitud sur; recién al aproximarnos al paso, su dirección cambia a 220 grados. Súbitamente divisamos el paso entre los troncos que a estas alturas ya están bastante deteriorados. El altimetro indica 900 mts. sobre el nivel del mar y seguimos subiendo. Por fin se termina el bosque y ante nosotros se extiende una verde pradera, por cuyo centro fluye un arroyo bastante correntoso en la dirección de la cual venimos. La planicie que enfrentamos tendrá unos 8CK) mts. de ancho y está rodeada de altos cerros que sólo podemos ver cuando las nubes se disipan un poco. En esto se levanta un fuerte viento y comicnza a llover. Como hay bastante pasto para nuestros animales, decidimos acampar aquí. Llegamos al divorcio de las aguas. Una vez más el tiempo mejora y aprovechamos el nuevo día para salir a inspeccionar los alrededores. Disponemos de suficientes caballos y podemos cabalgar. Improvisamos sillas de montar con frazadas, lazos y cuerdas, y el resultado es bien pintoresco. El cielo está relativamente despejado y a través del paso cordillerano gozamos de una hermosa visión. Por las laderas orientales del lado oeste, el enano bosque montañoso se arrastra Otros cincuenta metros arriba, hacia los nevados eternos desde los cuales se deslizan glaciares azules. Una cumbre sigue a otra, todas tan empinadas que a veces la nieve no puede sujetarse en las partes altas de las laderas. Estas superficies oscuras contrastan con el cielo azul que las rodea En cambio, las laderas menos escarpadas tienen nieve etema y ventisqueros, desde los cuales se desprenden amplios glaciares. Este lado occidental que impresiona como un paisaje invernal, contrasta con el aspecto estival de las laderas del oeste del lado oriental. Aqui el bosque continúa hasta unos 2(K) mts. más arriba. NO se ve nieve y donde termina el bosque, siguen verdes superficies que terminan en el terreno pedregoso de las cumbres. Designamos toda esta cadena como 'Cerro Quilla" pues se asemeja al contorno de un bote dado vuelta. Su punto más alto queda a unos 1.800 rnts. La cadena montañosa occidental recibe el nombre de "Cordón de la Campana", porque Balboa ya había bautizado su cumbre más austral como "Campa. Ya hemos cabalgado 5 kms. cuando llegamos al divorcio de las aguas. queda a unos mts. dc altura. En pequeñas superficies cenagosas sc forman unos arroyuelos que siguen su curso, algunos hacia el norte y otros hacia el sur. Nos cncontramos en uno de los puntos donde se produce cl divorcio de las aguas que van a alimentar IOS dos sistemas lluviales más grandes de la provincia, los rios Baker y Aisén. I lasta aqui habíamos atravesado praderas montañosas que se elevan en forma gradual, pero ahora el terreno desciende directamente ha. cia el bosque, en dirección sur. Más tarde, una vez que hayamos reconocido mejor el terreno, intentaremos bajar por ese lado. I loy dia nos damos por satisfechos con lo logrado e iniciamos el camino de regreso. durante el cual matamos dos gansos silvestres que nos servirán para una sopa esta noche. El día siguientre es un día totalmente perdido en que no podemos hacer otra cosa que esperar. El viento tironea las carpas como si quisiera arrancarlas. I lace un frio intenso y llueve sin cesar. Tampoco podemos calentarnos junto al fuego por que el viento nos echa el humo a los ojos. Y el barómetro no presagia nada bueno. NO hay, pues, ninguna perspectiva alentadora. Tal vezya nos habíamos habituado al buen tiempo y al avance sin tropiezos mayores en esta expedición. Si la comparamos con la del verano pasado, tenemos que conceder que hemos tenido una suerte increible hasta ahora. Por fin pasan las horas. Antes de dormir, converso con Torrealba sobre cl Valle Exploradores. El menciona un rio llamado Tranquilo que proviene del oeste y que desemboca en el Lago General Carrera. Los colonos radicados ahí le dijeron que es un rio proveniente de escasa altura: además, al interior del valle hay un pantano cuyas a$uas aparentemente nuycn hacia el no. roeste. ',Podria ser ése el lugar dc transición que buscamos hacia el mar? Al Oir esto, se refuerza mi propósito anterior de tratar de seguir en lo posible este verano el Curso superior del Rio Exploradores. Espero que entonces pueda concluir satisfactoriamente mi labor exploradora en ese valle, iniciada tiempo atrás. Aunque persisten algunas llovisnas al día siguiente, el tiempo mejora, lo que nos sorprende, dado el mal estado anterior. Pero tal como 10 comprobamos otras tantas veces, la buena suerNos apresuramos a juntar nuestros caballos, fieles e indispensables acompañantes. Ya cada uno ha recibido su nombre: la "Yegua Madrina" es la que guia a los demás; la —Tuerta" y la "Vieja" Y también la "Media Cara" obedecen Sus nombres a características especiales. La última tiene la mitad de la cara blanca y la otra, negra. Uno de los animales se llama "Mulapor sus orejas grandes y otro, manso como un cordero, es el "Potro". De vez en cuando produce cierto disturbio cuando todos pastan en alguna pradera, pero en general esle potro es muy abúlico. De otra manera no habna llegado a convertirse cn animal de carga. Muy pronto nuestra cavarana se ponc en moVimiento por este valle rodeado dc nevadas cum• y ventisqueros. Si alguna vez. sc logra construir una carretera por aqui, será una ruta privilegiada en cuanto a la increihle belleza natural que brindará al viajero. Nuestro próximo campamento se instala al pie del cerro Campana en un verde bosquecillo, interrumpido por algunas superficies cubiertas de pasto. Una vez que han quedado puestas las carpas. VOY de paseo por la ladera del cerro y disfruto de la vista hacia la zaina de Ibáñez. donde reconozco claramente unos roces y una azulada columna de humo que se elevaba detrás de una colina. La mañana siguiente nos regala un sol esplendoroso. Dian, Aguilar y Delgado se ponen a trabajar desde temprano en una senda para caballos que conduzca al interior del valle. Tal vez podremos usar asi nuestros animales una vez más y liberarnos de tener que transportar nosotros la peSada carga. Sabremos si será posible esta noche, cuando los hombres regresen de su trabajo. Torrealba y Martincz me acompañan a caba(loa sacar unas fotografias y a filmar. El paso cordillerano y los cerros circundantes ofrecen múltiples motivos y espero poder captar algo de su belleza. En la tarde obtenemos una buena visión de los alrededores del cerro Quilla. Vemos la región a nuestros pies como en un mapa. I lacia las alturas vemos el origen del rio Ibáñez. Parece que allá hay otro paso cordillerano que conduce al valle del Murta, el que desemboca en el Lago General Carrera. No lo podemos reconocer claramente desde donde estamos, pero si mañana escalamos el cerro Campana, podremos solucionar esa y otras dudas. por sobre el horizonte al sur se eleva el gigantesco San Valentín. primero casi no podemos creer que sea él, pero luego de verificar nuestros cálculos nos convencemos que no puede ser otro que este gigante de 4.(m mts. En parte también podemos seguir el curso del río Ibáñez. Serpentea como una enorme culebra formando bancos de arena y pantanos. Y ahi donde ayer vimos elevarse la columna azulado de humo, podemos reconocer ahora una población al otro lado del inmenso río. El riachuelo cuyo curso seguimos hacia abajo por cl valle parece pasar por profundas quebradas y es posible que eso nos acarree problemas. Los abridores de sendas confirman esta impreSión cuando regresan al campamento en la noche; según ellos, se podría continuar todavía un buen trecho por el valle. Mañana trataremos de seguir ese camino, creemos poder llegar más rápido atravesando el paso cordillerano. Sin embargo, ese no es el sentido de nuestra expedición. Lo que realmente nos interesa es averiguar las posibilidades de construir un camino o una via férrea por la parte más baja que conduce a través de la selva. Escalamos el Cerro Campana. Temprano a la mañana siguiente y con buen tiempo. despachamos nuestros hombres con dos caballos cargados. Torrealba y yo partimos hacia la cumbre del Campana con compás, anteojos de larga vista, altimetro y máquinas filmadoras. Tratamos en lo posible de aprovechar los campos de nieve porque nos permiten caminar me• jor que sobre terreno plano cubierto de piedras 0 despojos. La subida hasta un canto que precede la cumbre es relativamente fácil, pero luego sc pone muy empinada: llegamos después a una roca muy gastada. las piedras que contiene están bastante sueltas y no son muy confiables. por eso la única posibilidad de seguir ascendiendo conduce por una angosta cresta cuyo lado norte se prolonga hacia abajo en un extenso campo nevado, mientras que su lado sur termina en una inmensa ladera de despojos. A medida que subimos los peñascos están cada vez más sueltos y nos damos cuenta de que al continuar por aquí encierra verdadero peligro. Muy cerca de la cumbre tenemos que desistir de nuestro propósito de llegar hasta ella. En realidad. no nos interesa dominar todas las cimas; además. no tenemos el calzado apropiado para tal empresa. Es preferible no ex. ponernos más al peligro de sufrir alguna fractura en estas soledades y hacer fracasar asi el éxito de nuestra expedición. La altura lograda hasta aqui es de unos 1.9(X) mts. y lo que queríamos comprobar ya se extiende ante nuestra vista hacia abajo. Hay un imponentc conjunto montañoso. entre cuyas cumbres se eleva por sobre todos los demás la inmensa masa helada del San Valentín. Ya señala. mos anteriormente que este es el cerro más alto de los Andes Patagónicos. Un poco más al sur, reconocemos al otro gigante de 3.0 mts.. el Arenales; en el este brilla el empinado Cerro Castillo con sus rojizas paredes rocosas pero lo que más nos interesa hoy, es observar el curso de los rios desde esta altura. Podemos seguir el curso casi completo del rio Ibáñez, desde Su nacimiento hasta su trayecto inferior. Casi con seguridad localizamos dos pasos, uno que conduce del valle del rio Ibáñez al del rio Murta. Es obvio que este último tiene una longitud mucho más larga que la señalada en el mapa. Sus brazos se bifurcan por entre los cerros a una distancia considerable. Pero fuera del Paso Balboa, no podemos distinguir otro que permitiera la construcción de una carretera hacia Puerto Aisén_ podemos registrar como descubrimiento nuestro, la ubicaciónde estos dos pasos hacia la zona del Murta y, por lo tanto, cl Lago General Carrera. Ellos parecen estar a menor altura que el paso Balboa, Cuya parte más alta tendrá unos 1.300 mtS. I lemos tomado muchas fotografias y anotado todo lo necesario, hora de emprender el regreso 'lace calor v no sopla cl vienln de las alturas, comienza de nuevo el suplicio de los insect0S. Nos martirizan rpás de lo que razonable. mente se podría esperar. A Torrealba le encanta comer helado y se le Ocurre satisfacer este antojo. Recoge nieve del trecho que vamos atravesando y llena su mochila con ella. Al llegar al campamento, coloca un poco de nieve cn una taza, Ic agrega azúcar y le. che envasada y lo revuelve bien. A otras porciones de nieve, le agrega harina tostada. Nuestros hombres, se entusiasman con este invento y de. voran tales cantidades que les llega a doler el estómago. Por suerte, son resistentes y se sobreponen a estas extravagancias. NOS deshacemos de IOS caballos. Martínez y Delgado llegaron de vuelta Con los caballos al mediodía mientras que Díaz y Aguilar regresan recién al anochecer pues estuvieron toda la tarde abriendo la senda. Ahora ya no podremos continuar con caballos y decidimos enviarlos de vuelta a la choza de Balboa, en vez de dejarlos en libertad aquí. No estamos seguros que podrían encontrar solo el úqmino de regreso. Encargamos a Díaz. Martínez y Aguilar que se preocupen de llevarlos pues son los que mejor manejan estos animales. Deberán partir temprano a la 6 AM. si todo resulta bien, podrían llegar al rancho de Balboa al atardecer. Bajo la guía de Delgado que ya conoce esta región, partimos todos los demás hacia el valle. La ruta que seguimos está a unos 7(Y) mts. a lo largo de una ladera bastante empinada. Vemos que desciende abruptamente hacia el rio, cuyo ruido resuena hasta arriba, indudablemente por aquí habria ciertas dificultades para la contrucción dc un camino, aunque seria exagerado hablar de imposibilidad técnica. Todo dependería de lo que cueste y haya disponible para invertir en la obra. Es fácil apreciar que habría que mover mucha tierra, si la ruta pasara por aqul. Después de varias horas subiendo y bajando cerros llegamos a una meseta pantanosa que queda a unos 7 kms. más. Calculo que podríamos llegar a la primera población del valle; pero por la configuración del terreno seguramente nos demoraremos algunos días más, No alcanzamos a llegar al campamento cuando sc desata una tormenta, Hay que reforzar las carpas para asegurarlas contra el fuerte viento, seguido de lluvia torrencial. Entre tanto, Delgado se ha puesto a preparar una sopa de arvejas; el fogón se encuentra bajo una lona colocada oblicuamente para resguardarlo de la lluvia. pero la tormenta lo arranca y lanza contra unos matorrales; también la olla cae al suelo y las arvejas se escabullen, rodando. Sorprendo a Delgado tratando de recogerlas. A pesar de todos los impedimentos, de alguna manera consigue terminar los preparativos y nos sirve sopa de arvejas esa noche. Guardo silencio. La persistente lluvia nos Obliga a permanecer inactivo otro día más; no hay nada que hacer. Los arrieros tampoco pueden regresar con este tiempo infernal, de modo que no queda Otra cosa que seguir esperando. Y la lluvia continúa toda la noche. Recién al amanecer la naturaleza se aquieta afuera; me llama la atención el absoluto silencio que se producc a continuación. En cuanto aclara un poco, abro la carpa y me encuentro con un verdadero paisaje invernal aunque estamos en plena época de verano, La nieve ha caído hasta la altura del Paso cordillerano. Se ha acumulado sobre los árboles y grandes motas blancas siguen cayendo. Para mi todo tiene un aspecto navideño. pero como estamos en el hemisferio sur y en verano, la nieve no perdurará, pronto comienza a desaparecer en forma tan inesperada como se produjo. Una leve y cálida brisa del oeste acelera su derretimiento. A pesar del mal tiempo nuestros arrieros re. gresana las 2 PM.; vicncn empapados. Perdieron el dia de ayer por la lluvia. Aunque continuaba lloviendo esta mañana abajo en el valle. prcfirie. ron regresar, exponiéndose a la lluvia antes de pasar otro dia inactivos en la choza dc Balboa. Pensaron también que si seguían esperando. podrian tener problemas con el aumento del caudal de los rios. Me siento aliviado de comprobar que a pesar de todo han llegado bienyque los caballos fueron entregados_ Al atardecer se reinicia la lluvia, que luego continúa toda la noche y también durante cl día siguiente. El paisaje invernal se ha transformado de nuevo cn estival. pues todos los árboles han perdido la nieve que aún retenían. Lo que nos molesta. es la lluvia que nos obliga a permanecer en el campamento. para pasar el tiempo nos entretenemos con competencias dc tiro al blanco; algunos salen a cazar y otros duermen. A la lluvia siempre sigue el sol. incluso en la es cuestión de tener paciencia. A las 7 de la mañana del dia siguiente estamos listos para partir. La carga se reparte entre todos ya que su peso es considerable. Martinez se extralimita en Su afán por ser servicial e insiste en que le den más cosas para transportarlas. Tendré que observario. Como ya conocemos el bosque por cl cual sc llega al valle, escogemos ahora otra ruta a lo largo dc una cadena montañosa. que Balboa nos mencionó. Lentamente avanzamos a través de la franja boscosa que queda entre el paso y las montañas rocosas. Una vez que llegamos a la parte superior de éstas, nos encontramos con una superficie bastante plana: con el viento que nos empuja desde atrás, podemos caminar más rápido durante algunas horas. en dirección hacia el valle. A nuestra izquierda se elevan las cimas de la Cordillera Castillo y a la derecha se extiende el angosto valle del Arroyo Portezuelo. Hacia las I I AM. llegamosal lugar dondequedaron nuestros bultos transportados por los caballos hasta ahi; a partir de este momento estaremos incursionando en territorio desconocido. El bosque está bastante ralo y asi no cuesta seguir por el. Martínez sufre un pequeño accidente, se resbala y tuerce un pie. Con ello, el ritmo de nuestra marcha se va constreñido, pero ya no falta mucho para llegar al valle. Ilay indicios que así lo indican. En una pequeña colina, vemos las primeras señales de la mano del hombre, pues hay un corral con algunas vacas y terneros. Y sor. presivamcnte, cl valle Ibáñez se extiende ante nuestra vista y aparece más allá una pequeña fin. ca. Parados cn una roca sobresaliente podernos reconocer muy bien el cerco y las casas. El rio que está ahora directamente frente a nosotros, hace grandes recovecos al avanzar hacia su semty»cadura. Son las 6 PM. cuando llegamos al valle. Ladridos de perro anuncian nuestro arribo. Poco después estamos ante la casa del colono Antureo, que sale con su familia, nos miran llenos de asombro. Les explicamos como hemos venido hasta aquí. Nos invita a pasar con Torrealba a servimos un mate. A nuestros acompañantes les ofrece medio cordero para que se preparen un asado. Pronto ubicamos un buen lugar para acampar en la cercania_ Por estas partes hay leña seca para el fuego y asi no Lardamos de sentirnos como en casa. Se podria decir que hemos llegado a la meta de nuestra peregrinación. Lo que todavía nos queda por delante hasta el Lago General Carrera es territorio conocido y que se presta para la futura construcción de un ruta caminera. No tendremos que preocuparnos nuevamente de obtener caballos Algunos de nuestro grurn tendrán que regresara buscar parte de los bultos que dejamos cn un lugar de la senda en el que. Antureo nos facilitará los caballos para esta tarca y con eso todo será más fácil, pues un trecho de la senda es perfectamente para animales de carga. En realidad merecemos un descanso y por no nos provx»nemos nada especial para este día. Es decir, parte del tiempo libre habrá que dedicarlo al lavado y arreglo de la ropa. Comenzamos deleitándonos con varios litros de leche fresca para el desayuno. A la hora de almuerzo nos sirven una apetitosa cazuela a la chilena y el postre lo vamos a buscar afuera. Comemos frutillas silvestres hasta saciamos; crecen en abundancia cn esta región. Después seguimos el restin con calafates maduros, fruta de la cual se dice que quien la haya comido una Vez, tendrá que regresar siempre de nuevo a la Patagonia. iEn buena hora! Creo que los pobladores de esta región no saben apreciar lo que la naturaleza les brinda. por ejemplo, las frutillas que crecen solitas, o también los calafates. De ambas frutas se podría obtener una excelente mermelada siempre que la fruta se ponga a cocer con suficiente azúcar. parece que las mujeres de los colonos no conocen esta posibilidad, o bien. no se quieren dar el trabajo. La gente se alimenta aquí casi exclusivamente de carne y mate. Sólo los colonos que están radicados desde hace tiempo, cuentan con leche fresca y quesos que fabrican durante cl pe• riodo de abundante producción lechera y que les alcanza para todo el año. Se come relativamente poco pan. Los que tienen huerta, también dispnen de verduras y papas. Un hijito del colono, de unos diez años, no se separa de nosotros en el campamento. Nuestra llegada debe haberlo impresionado mucho. Su apariencia es la de un pequeño gaucho argentino. El pelo muy negro que adorna su cabeza aparentententc io heredó de su madre, cuya ascendencia araucana es obvia. El dueño de casa es un chilote de tomo y lomo, que se ha esforzado mucho por proporcionarle a su familia todo 10 necesario. Parece ser bastante entendido porque su propiedad revela un tesonero trabajo y está en buenas condiciones. " |
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