Diferencia entre revisiones de «Reserva Nacional Altos de Pemehue»
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Revisión del 13:36 11 may 2012
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Descripción General
La Ruta Patrimonial Alto Biobío:
Circuito Las Araucarias de la
Cordillera de Pemehue, representa
una oportunidad y un gran desafío
para los amantes de la cabalgata y
observadores de la naturaleza. A través
de su recorrido podrá observar
extensos bosques de araucaria, raulí,
roble, ñirre y lenga, como también
las huellas recientes de la intervención
humana de ecosistemas andinos.
El complemento ideal para el
visitante serán las hermosas vistas
y panorámicas que podrá observar
desde los filos de las cordilleras de
Pemehue y de Las Placetas, junto
a rápidos e impetuosos esteros y
ríos, que dan vida, forma y color a
una exuberante vegetación nativa.
Antiguas huellas de penetración
forestal, labradas a pulso sobre roca
volcánica, hermosas lagunas situadas
sobre los mil metros de altura,
veranadas y cajones cordilleranos,
magníficos promontorios de roca
granítica y columnas de basalto, dan
vida a una espectacular geografía a
través de la ruta, uno de los últimos
refugios de los bosques de araucaria
del Alto Biobío.
La Ruta Patrimonial, se encuentra
ubicada en una zona de transición
florística y faunística que concentra
la mayor diversidad de especies
vegetales y animales del país, constituyendo
la Cordillera de Pemehue
una unidad biogeográfica mixta, en
donde se mezclan elementos asociados
a formaciones vegetales esclerófilas
y xerófitas, como son los
bosques de Nothofagus y Araucaria.
Desde un punto de vista ecológico,
incluye a las ecorregiones denominadas
Matorral Chileno y Bosque
Templado Valdiviano y biogeográficamente
a las regiones bióticas denominadas
Chile Central y Región
Subantártica. La zona presenta una
biota extraordinariamente rica en
endemismos, particularmente en
géneros y familias monoespecíficas
de plantas y animales y, a la vez,
muestra un alto grado de deterioro
de las comunidades vegetales y
animales debido a la intervención
antrópica a la cual fue sometida.
Botánicamente, se caracteriza por
la presencia de los soberbios bosques
de araucaria (Araucaria araucana),
una conífera chilena que crece
sobre los 900 metros sobre el nivel
del mar y que recibe el nombre vernáculo
de Pewen. Sus semillas, que
contienen abundante almidón, fueron
y son la base de la alimentación
de los indígenas pehuenche o gente
de los pinares.
Esta Ruta representa una breve
síntesis de la capacidad transformadora
del hombre en ambientes cordilleranos
de Chile Centro-Sur y una
oportunidad para el avistamiento
de fauna emblemática, como el
Cóndor, Puma y Zorro. También,
procesos geomorfológicos en amparticularly
bientes de montaña podrán ser detenidamente
observados.
El recorrido completo de la Ruta
debe considerar, como mínimo,
cuatro jornadas de cabalgata pausada,
a través de anchas huellas de
piedra y de tierra bien demarcadas.
En el trayecto será posible un reparador
descanso y pernoctación en
puestos cordilleranos situados en
la laguna Santa Rosa y el río Butaco,
como en otros lugares situados a
orillas de ríos y esteros.
Época adecuada
Acceso
Para acceder a la Ruta Patrimonial
desde la ciudad de Los Ángeles,
ubicada en el valle central a 132 kilómetros
de la ciudad de Concepción
y 116 kilómetros de la ciudad de
Chillán, usted deberá desviarse de
la antigua Ruta 5 Sur a la izquierda
o sur-este en el cruce con el camino
Q-61-R, que une Los Ángeles con
Santa Bárbara. Luego de avanzar
40 kilómetros, por un camino pavimentado,
llegará a Santa Bárbara,
pequeño pueblo situado en la ribera
norte del río Biobío y que dispone
de servicios y equipamiento
para el viajero. En esta localidad,
de marcada impronta rural, podrá
abastecerse de los insumos básicos
requeridos para su aventura, como
también conocer un antiguo fuerte
español, de frontera, ubicado en
las cercanías de la plaza principal
y a unos 200 metros del río Biobío.
Nuevamente en marcha y siempre
por la Ruta Q-61-R, avanzará 19 kilómetros,
en dirección sureste, hasta
el puente El Piulo que atraviesa el
río Biobío, en su parte más angosta
y profunda, y une las comunas de
Santa Bárbara y Quilaco.
Antes de cruzar el puente y a la
derecha del camino, podrá observar
un letrero vial que le indicará,
la distancia al inicio de la Ruta
Patrimonial (33,2 kilómetros). En el
lugar, el río Biobío se presenta en
una profunda y angosta garganta,
de no más de 25 metros de ancho
y 30 metros de altura, labrada sobre
rocas por la acción de las correntosas
aguas de este emblemático río.
Luego de cruzar el puente deberá
avanzar 1,7 kilómetros hasta la intersección
de esta vía con el camino
de ripio Q-75, que une las localidades
de Quilaco y Loncopangue
y girar hacia la izquierda en dirección
a Loncopangue, pequeña entidad
rural distante 6,5 kilómetros
desde este último punto. En dicho
trayecto podrá observar hermosas
vistas panorámicas hacia el valle
del río Biobío y los contrafuertes
cordilleranos que lo rodean. Desde
Loncopangue y siempre por el camino
Q-75, deberá proseguir 12, 7
kilómetros hasta el Balseadero de
Callaqui, ubicado frente a la primera
comunidad indígena pehuenche
del Alto Biobío; Callaqui. A partir de
este lugar, y siempre por la ribera
sur del Biobío, continuará su marcha
por la Ruta Q-151, camino de tierra
en mal estado que une el balseadero
de Callaqui con el Fundo Porvenir
y continúa hasta el muro de la central
hidroeléctrica Pangue, hasta el
acceso al Fundo, distante 5,9 kilómetros
del balseadero antes mencionado.
En la puerta de entrada al predio
fiscal, un letrero metálico le dará la
bienvenida a esta importante zona
de protección y conservación de
recursos naturales, entregándole,
además, información acerca de la
Ruta Patrimonial. Una vez que cruce
el acceso podrá observar las viviendas
de las familias pehuenche que
habitan en la parte baja del predio
y los restos, aún en pie, de las antiguas
casas del Fundo Porvenir.
Continuando con la marcha y a 2,7
kilómetros de la entrada al Fundo,
se encontrará con la vivienda del Sr.
Lizardo Urrea, baqueano y residente
del sector por más de 40 años.
En este lugar podrá descansar,
estacionar su vehículo y efectuar los
arreglos necesarios para la cabalgata
de la Ruta, siendo posible, además,
pernoctar. Desde la vivienda del Sr.
Urrea, localizada frente al poblado
de Ralco o Alto Biobío en la ribera
sur del río Biobío, iniciará la cabalgata
hasta el inicio de la Ruta, ubicada
en el Hito N°1 o estero Cuyaqui,
más o menos a 2 kilómetros de la vivienda
antes mencionada. En dicho
trayecto y bajo las grandes torres
metálicas de las líneas de transmisión
de las centrales hidroeléctricas
Pangue y Ralco, podrá apreciar,
en toda su magnitud, los efectos
de la modificación del paisaje del
valle del río Biobío provocadas por
estos megaproyectos: gigantes de
acero en ordenadas filas atravesando
bosques, ríos y esteros; laderas
montañosas sangrantes y profundamente
heridas por los designios
de la modernidad y, hacia el sur, la
interrupción de la vida, la magia y de
los ciclos básicos del formidable río
Biobío; central y embalse Pangue.
Luego de avanzar unos 600 metros
desde la vivienda del Sr. Urrea y en
un desvío del camino debidamente
señalizado, deberá tomar la huella
de la derecha, bordeando el estero
Cuyaqui en dirección al Hito N°1. En
este lugar y a un costado del Hito,
encontrará una mesa interpretativa
que le aportará valiosa información
de la ruta: mapa de ubicación; tramos
y distancias; atractivos y sitios
de interés.
En auto
En transporte público
Señalización
Esta guía es un complemento
indispensable para todos aquellos
que deseen recorrer la Ruta
Patrimonial Alto Biobío: Circuito
Las Araucarias de la Cordillera de
Pemehue, permitiendo
al viajero relacionar las
indicaciones y señalética
de la ruta con el material
escrito, cartografía
e imágenes asociadas
para cada tramo del
recorrido. La ruta esta
compuesta por 20 Hitos
de interés patrimonial,
debidamente señalizados
y ubicados generalmente,
a la izquierda
de la huella. Para una
mejor orientación, estimación
de los tiempos
de desplazamiento y
comprensión de la ruta
y de su entorno, ésta ha
sido dividida en 5 tramos,
cada uno de los
cuales posee características
específicas asociadas
a cada uno de los
Hitos, sitios de interés
y tramos definidos. De
este modo, la señalética
implementada en esta
ruta se divide en cuatro
tipos según su función:
1. Baliza indicativa de Hito de interés
patrimonial; poste de madera
de 1,5 metros de altura sobre el
cual descansa una placa metálica
que indica el número del Hito,
nombre y altitud. Con flechas
blancas y negras, se registran las
distancias hasta dicho punto y la
distancia al Hito siguiente.
2. Baliza de continuidad de ruta;
estaca de madera de, aproximadamente,
2 metros de altura que
permite, en algunos sectores, una
mejor orientación y señalización
de la huella que debe seguir el
viajero. Sobre la parte más alta se
encuentra pintada de color rojo
bermellón.
3. Letrero de bienvenida; ubicado
en el acceso al Fundo Porvenir,
entrega información general de
la ruta; mapa de ubicación, tramos,
distancias e Hitos de interés
patrimonial.
4. Mesa interpretativa; se localiza
a un costado del Hito N°1 o Vado
del Estero Cuyaqui, presentando
información detallada de la ruta y
de sus principales atractivos.
Descripción de la ruta
Tramo 1
Vado Estero Cuyaqui - Segundo Banco Aserradero
- Distancia: 6,2 km.
- Tiempo: 2 horas 30 min.
- Temporada: Noviembre a marzo
Cabalgata sobre huella de piedra ancha y bien demarcada, en ascenso y bordeando el estero Cuyaqui, observación de bosque nativo, paisaje y antiguos aserraderos.
Al inicio de la ruta, en el vado
del estero Cuyaqui, la huella sigue
el antiguo camino de penetración
forestal abandonado el año 1981,
bordeando el cajón del estero
Cuyaqui y los faldeos del cerro San
Pablo. El estero Cuyaqui, en el punto
de su cruce, posee un ancho de
unos veinte metros con un lecho
pedregoso y correntosas aguas
que, bondadosamente, entrega al
río Biobío unos quinientos metros
aguas abajo, justo antes del muro
de la central hidroeléctrica Pangue.
Sus nacientes se encuentran en los
filos de la cordillera de Pemehue,
a más de 1000 metros de altitud
y, a lo largo de un zigzagueante y
encajonado trayecto de más de 7
kilómetros, sostiene y permite la
vida de numerosas especies y ecosistemas
de gran valor ecológico.
En la primera parte del recorrido,
de unos 1700 metros desde el vado
del estero Cuyaqui, la topografía es
abrupta, con fuertes pendientes,
profundos barrancos y algunos derrumbes.
La vegetación dominante
es el bosque de roble (Nothofagus
obliqua), raulí (Nothofagus alpina)
y coihue (Nothofagus dombeyi) con importante presencia de quila
(Chusquea quila). La huella, en esta
parte, se encuentra en buen estado,
debiendo el viajero cabalgar
con precaución en los sectores que
presentan deslizamiento de terrenos
y en los cuales la senda es más
angosta. A partir de los 650 m.s.n.m
el paisaje cambia, apareciendo ante
los ojos del observador, en ambos
costados de la huella, una vegetación
más densa, conformada principalmente,
por renovales de coihue
y raulí.
Luego y siempre en ascenso, el
viajero podrá apreciar un gran deslizamiento
de terreno que atraviesa
la ruta en el Hito N°2. En este lugar
será posible observar los efectos de
las perturbaciones naturales sobre
el paisaje y la capacidad de recuperación
del ecosistema, representada
básicamente, por la colonización y
re-vegetación, de una extensa área afectada por un derrumbe. En el lugar
del deslizamiento, de unos 50
metros de ancho y 500 metros de
longitud, desde la cabecera del cerro
San Pablo hasta el río Cuyaqui,
observará, sobre suelos pedregosos
y desprovistos de vegetación, especies
colonizadoras como quila y especies
del género Nothofagus tales
como coihue y roble. De acuerdo a
información proporcionada por antiguos
residentes del Fundo Porvenir,
el derrumbe ocurrió a inicios de la
década de los 80 y posiblemente, la
construcción de la senda de penetración
forestal, el tránsito de maquinaria
pesada y fuertes precipitaciones
habrían sido los detonantes de
este proceso geomorfológico.
Los antiguos ingenios madereros y
sus impactos ecológicos
A partir del Hito N°2, la ruta prosigue
por el bosque de coihue, roble
y raulí en dirección al Hito Nº3
ó Primer Banco Aserradero, ubicado
a unos 300 metros de distancia. Ya
en el lugar, sector descampado de,
aproximadamente, una hectárea y
que es atravesado por un pequeño
estero rodeado de vegetación nativa,
aparecerán ante sus ojos los vestigios de uno de los aserraderos
que operó en la zona a partir del año
1972, mudo testigo de la intensa explotación
maderera de las décadas
del 70 y del 80. Entre los restos que
el viajero podrá observar se encuentran
dos máquinas locomóvil, de 8
y 12 caballos de fuerza, semi-enterradas
y oxidadas por el paso del
tiempo. Una de estas máquinas, con
piezas metálicas y de madera incrustadas
entre sus fierros, se ubica a un
costado de la huella, completamente
abandonada y cubierta de vegetación,
expresión de la voluntad humana
colonizadora y de las fuerzas
naturales que limitaron sus deseos
y anhelos. Epopeyas de antaño,
hombres y máquinas en un desafío
común: la conquista de Pemehue.
También, será posible apreciar antiguas
construcciones y los restos de
una cabaña utilizada como puesto
por los trabajadores de la época. El
Primer Banco Aserradero fue uno de
los primeros ingenios madereros de
la Cordillera de Pemehue, iniciando
sus operaciones, principalmente el
aserrío de coihue, el año 1972 y cerrando
faenas el año 1981. En aquellos
tiempos, el aserradero tenía una
producción de, aproximadamente,
4000 mil pulgadas diarias de madera
aserrada y los locomóviles abandonados
proporcionaban la fuerza
motriz para una máquina aserradora
y una canteadora. Luego del
proceso de aserrío, la madera se encastillaba
para, posteriormente, ser
transportada en camiones, cuando
las condiciones del clima y del camino
lo permitían, hacia las casas patronales
del Fundo Porvenir.
El destino final de la madera eran
canchas de acopio localizadas en la
ciudad de Santa Bárbara, de propiedad
de la empresa del mismo nombre
y del antiguo dueño del Fundo
Porvenir, Sr. José Ángel Ciappa. En
períodos de plena explotación, es
decir, entre diciembre y marzo, salían
desde este sector, diariamente,
entre 7 y 10 camiones, con 400 pulgadas
de madera cada uno, principalmente
coihue y raulí. A inicios
de la década del 80 y debido a problemas
económicos del propietario
del Fundo Porvenir, el Primer Banco Aserradero paraliza definitivamente
sus faenas, quedando en el sector
y en el paisaje del área la impronta
irrefutable de la acción depredadora
del hombre: máquinas, sendas de
penetración y los restos encastillados
de más de 2000 mil pulgadas de
coihue aserrado, en la actualidad en
casi completa descomposición.
Desde el Hito N°3 ó Primer Banco
Aserradero continua el ascenso por
la antigua senda forestal, con un
paisaje caracterizado por bosques
de coihue, avellano (Gevuina avellana)
y matorral de quila (Chusquea
quila). En este trayecto, la topografía
es escarpada y el cauce del estero
Cuyaqui lentamente, comienza a
ser visible desde la huella. La pendiente
del río ha aumentado bruscamente
y el valle del Cuyaqui se
hace mucho más angosto y encajonado,
con enormes ejemplares de
coihue adulto en sus riberas. En este
sector, la ruta va próxima al estero y
otras especies vegetales, asociadas
a ambientes de mayor humedad o
uliginosos, podrán ser observadas,
como laurel (Laurelia sempervirens),
chilco (Fuchsia magellanica) nalcas (Gunnera tinctoria) y copihues
(Lapageria rosea). Un entorno
ecológico de inigualable belleza y
dura cabalgata a orillas del estero
Cuyaqui.
Luego de haber avanzado cerca
de un kilómetro desde el Hito N°3,
se aproxima al Hito Nº4 o Inicio del
Camino Algodones, sector en el
cual un antiguo cerco de madera le
dará la bienvenida a una zona con
características ecológicas y morfológicas
claramente diferentes a
los tramos anteriores. La denominación
Camino Algodones es un
irónico apelativo, otorgado por los
antiguos trabajadores del Fundo
Porvenir, a una parte de la antigua
huella, de unos 700 metros de longitud,
de naturaleza extremadamente
dura y agreste. En este sitio y sobre
el cauce del estero Cuyaqui, podrá
observar enormes troncos arrastrados
por las correntosas aguas del
estero y, aguas arriba, magnificas
vistas panorámicas hacia los bosques
de araucaria de la cordillera
Las Placetas. A partir del Hito N°4 la
ruta va junto al estero Cuyaqui, mayoritariamente
por su ribera izquierda.
Se trata de una huella ancha con
abundantes rocas y piedras de gran
tamaño, situación que dificulta la
cabalgata, siendo necesario en algunos
sectores, avanzar caminando.
Las características de esta parte
del trazado, evoca la magnifica empresa,
ingenio y esfuerzo humano
desplegados en la construcción y
habilitación de la senda, iniciada el
año 1970 y finalizada el año 1974.
En el inicio del Camino Algodones,
la densa vegetación se abre en un
claro que permite al observador
una hermosa panorámica desde el
cauce del estero Cuyaqui hacia los
cordones montañosos circundantes.
Continuando su cabalgata el viajero
podrá observar, junto a las riberas del
estero Cuyaqui, bosques de coihue,
avellano, quila y matorral de maqui
(Aristotelia chilensis), con presencia
ocasional de tineo o palo santo
(Weinmannia trichosperma), chilco,
laurel, nalcas y especies, la mayoría
de ellas, asociadas a ambientes
uliginosos. También, podrá escuchar
las líricas manifestaciones del
choroy (Enicognathus ferrugineus),
del chucao (Scelorchilus rubecula
rubecula) y del pitio (Colaptes pitius
pitius); inspiración de la naturaleza
en las alturas de Pemehue. Luego
de avanzar unos 400 metros desde
el Hito N°4 y siempre en ascenso,
la huella cruza hacia la ribera
derecha o norte del estero Cuyaqui,
manteniendo características
similares a las del tramo anterior,
es decir, una densa y húmeda
vegetación, rocas y piedras de gran
tamaño y una rica biodiversidad
asociada al lecho del estero. En la
última parte del Camino Algodones,
en un sector donde la huella
atraviesa nuevamente el estero
Cuyaqui (Hito N°5), enormes troncos
caídos y arrastrados por la fuerza
del torrentoso lecho, lo invitarán
a una merecida pausa y descanso.
Lugar ideal para una detenida
observación de la flora y fauna,
con una importante diversidad
arbórea y arbustiva, helechos,
nalcas y plantas medicinales, como
poleo (Mentha pulegium) y menta
(Mentha rotundifolia). No obstante
ser estas especies introducidas, a
lo largo del viaje y en diferentes
ambientes ecológicos, podrá
observar una gran variedad de
plantas nativas de uso medicinal,
usadas, históricamente, por
pehuenche y colonos y asociadas,
principalmente, al sotobosque.
Especies de helechos, como el
Llushu lawen (Hymenophyllum
dentatum), para curar el ombligo
de los recién nacidos; Llanca lawen
(Lycopodium paniculatum), para
sanar úlceras y tumores y Lafquen
lawen (Euphorbia portulacoides) o
remedio del agua. Una de las más
afamadas es el Cachan lawen o
cachanlagua (Erythraea chilensis),
cuya infusión sirve para múltiples
usos terapéuticos, entre ellos: fiebre,
hipertensión arterial, depurador de
la sangre en afecciones reumáticas,
desórdenes circulatorios y hepáticos,
como también estimula el apetito y
favorece la digestión.
Para los indígenas pehuenche 5
el uso mágico de las plantas era
frecuente: así, el Huentru lawen
(Ophioglossum vulgatum) era usado
por las mujeres para engendrar hijos
varones; el Huilel lawen (Hypolepis
rugosula) ayudaba a los machi o
chamanes a pronosticar males causados
por Huekufu o demonios (1).
También, se preparaban filtros de
amor para provocar la separación
de los amantes con plantas como el
Huedahue (Gleichenia litorales) y el
Latue (Latuapubzjlora), que era una
de las más temidas y podía llegar
a causar la muerte por envenenamiento
pero que, usado en pequeñas
dosis, tiene propiedades alucinógenas.
Muy apreciados, aún en la
actualidad, por sus propiedades medicinales
y alimenticias, eran el apio
del campo o Panul (Apium panul), el
Panke o Nalka (Gunnera tinctoria) y
el Chupón (Greigea sphacelata).
Indudablemente, el uso del recurso
forestal o Lelfunmapu era
fundamental en la forma de vida de
pehuenche y colonos, definiendo
algunos de los rasgos principales
de su identidad y particular cosmovisión.
No sólo las plantas eran utilizadas,
sino que, además, una enorme
cantidad de hongos eran o son
recolectados, dentro de los cuales
cabe destacar más de diez especies
del genero Cyttaria, asociadas
al bosque de Nothofagus) especialmente
a1 roble o pellín (N. obliqua)
y a1 coigue (N. dombeyi), llamados
changles y digüeñes. Luego de este
breve repaso de nuestra flora nativa
y de su enorme valor ecológico
y cultural, se encuentra en el Hito
N°5, a mil metros sobre el nivel del
mar, dejando atrás 5,1 kilómetros de
magnifica cabalgata.
Un primer encuentro con las
araucarias y su trágica historia en
Pemehue
Luego de un reparador descanso
en el Hito N°5 y de una revisión
cuidadosa de los aperos de montar,
el visitante deberá proseguir la
cabalgata a lo largo de una huella
que se aleja del estero Cuyaqui en
dirección al Hito N°6 o Segundo
Banco Aserradero. En este
tramo, la ruta es de mediana
dificultad, con
un substrato de
tierra o trumao
muy suave
en algunos
sectores y
con piedras
y rocas de
mayor tamaño
en otros, especialmente
antes de llegar al Hito
N°6 o Segundo Banco Aserradero.
La pendiente de la huella también
aumenta, siendo posible observar
los efectos erosivos de la acción del
agua. La vegetación predominante
es el coihue y la quila, presentándose
ésta de menor altura y más achaparrada,
en un ambiente más árido
y de menor humedad. La huella se
encuentra a más de 1000 metros de
altitud, en un paisaje caracterizado,
entre otros aspectos,
por el
predominio
de bosques
de araucaria
(Araucaria
araucana) y de
magníficos promontorios
rocosos
que delimitan
los filos más
altos de las cordilleras de Pemehue
y de Las Placetas. Nuevamente, podrá
escuchar el melódico canto del
choroy, ave nativa que se alimenta
del piñón, fruto de la araucaria y
quién dispersa las semillas de este
árbol centenario. Antiguamente, se
esperaba que wawilma, un pequeño
loro de los Andes meridionales
(Enicognathus leptorhynchus), derribara
los frutos, los que eran recogidos
desde el suelo.
La importancia de la araucaria,
conocida en lengua mapuche
como Pewen, no sólo radica en su
valor ecológico, sino que además,
en la capacidad sustentadora que
esta conífera tuvo para el desarrollo
sociocultural del pueblo pehuenche,
desde épocas prehispánicas.
Lo anterior, inclusive, los llevó a autodenominarse
pehuenche o gente
de las araucarias, denominando a
los territorios donde crece este árbol
Pewenmapu o Pewenento: tierra
o zona del Pewen (2). Crónicas muy
tempranas dan testimonio de la importancia
de este recurso en la subsistencia
de los antiguos cazadores
que habitaban esta región cordillerana,
la que se ha mantenido hasta
el día de hoy, a pesar de los profundos
cambios culturales sufridos por
los pehuenche. Al respecto, Mariño
de Lobera, en 1760, señalaba:
“El mantenimiento de esta gente
casi de ordinario es piñones
sacados de unas piñas de diferente
hechura y calidad así
ellas como sus árboles ... y
es tan grande el número
que hai de estos árboles
en todos aquellos
sotos y bosques que bastan a dar
suficiente provisión a toda aquella
gente, que es innumerable, tanto
que de ellos hacen el pan, el vino
y los guisados. Y por ser la principal
cosecha a cierto tiempo del año,
tienen grandes silos hechos debajo
de tierra, donde guardan los piñones
haciendo encima de la tierra en
que están escondidos mui muchas
acequias de agua ... porque a no haber
agua encima luego brotaran haciendo
nueva sementera y quedando
ellos corrompios... También se
destila dellos abundancia de resina
blanca mui medicinal para diversas
enfermedades ...” (3).
Ya en el sector del Segundo
Banco Aserradero, a unos 200 metros
hacia el noroeste del antiguo
emplazamiento maderero, se localiza
la vertiente cuyas aguas dan
vida y vigor al estero Cuyaqui, sitio
al cual podrá acceder caminando,
por entre los matorrales de quila y
un sendero apenas visible. En el lugar,
el visitante podrá apreciar una
poza donde se acumulan las aguas
en la boca de la vertiente, de unos
cinco metros de diámetro y una caída
de agua de tres metros de altura.
Luego, un pequeño curso de agua,
con un caudal estimado de uno a
dos litros por segundo, da origen a
las nacientes del estero Cuyaqui. El
viajero podrá observar en este sitio,
vegetación nativa como: helechos,
nalcas y otras especies de flora, en
un ambiente natural poco intervenido
y rico en biodiversidad.
En el área de emplazamiento del
antiguo Segundo Banco Aserradero
o Hito N°6 y diseminados sobre un
área con escasa cobertura vegetal,
podrán ser observados los restos
abandonados y en descomposición
de innumerables troncos de coihues
y araucarias, algunos de más de un
metro de diámetro. En el lugar, habrían
sido depositadas unas 10000
pulgadas de madera sin aserrar, mayoritariamente
coihue. Las instalaciones
y equipos de aserrío, operativas
en aquella época, eran capaces
de generar unas 1500 pulgadas diarias
de madera, principalmente de
araucaria. El coihue era procesado
en el Primer Banco Aserradero, de
acuerdo a la organización del trabajo
de aquel entonces, debiendo
ser trasladada la madera, desde los
sectores más altos, en camiones o
con la ayuda de bueyes. El esfuerzo
de los trabajadores de la época era
notable, no sólo en función de la
rigurosidad de las faenas forestales
en ambientes tan aislados y agrestes,
sino también, por los largos
desplazamientos que debían realizar
diariamente desde sus hogares,
localizados en las antiguas casas del
Fundo Porvenir y en el poblado de
Ralco, hacia los frentes de explotación
localizados en la montaña. Un
trabajador, en aquella época, realizaba
el trayecto al Segundo Banco
Aserradero en algo más de tres horas
de difícil y extenuante caminata.
Tramo 2
Segundo Banco Aserradero - Mirador El Cóndor
- Distancia: 6 km.
- Tiempo: 2 horas 30 min.
- Temporada: Noviembre a marzo
Cabalgata sobre huella de piedra bien demarcada, en ascenso y descenso, vistas panorámicas al cajón del estero Cuyaqui, filos de Pemehue y cajón las Venenosas, observación de bosques de araucaria, antigua explotación forestal y avistamiento de fauna.
Luego de observar detenidamente
los vestigios del antiguo Segundo
Banco Aserradero, el visitante proseguirá
la cabalgata a lo largo de
la antigua senda que lo conducirá,
lenta y pausadamente, hacia las
altas cumbres de la Cordillera Las
Placetas y las primeras estribaciones
de la Cordillera de Pemehue. A unos
quinientos metros del Hito N°6, podrá
descansar y reponer fuerzas en
un área desprovista de vegetación
y que ofrece al observador interesantes
y bellas panorámicas hacia el
cajón del estero Cuyaqui y los filos
y promontorios de roca volcánica y
granítica de las formaciones cordilleranas
circundantes. Se encuentra
en el Hito N°7 de la ruta donde los
bosques de araucaria, con estratos
arbustivos de quila, predominan en
el paisaje. Luego, iniciará el ascenso
final a los filos cordilleranos de Las
Placetas y Pemehue.
Los majestuosos filos cordilleranos de Pemehue y Las Placetas
Sobre las nacientes del estero
Cuyaqui la cabalgata continúa
en dirección al Hito N°8 o Mirador
Cordillera Las Placetas y Pemehue.
Luego de avanzar unos ochocientos
metros, a través de una huella zigzagueante
y algo pedregosa, la senda
de penetración forestal es más rectilínea
y bordea, a la derecha, los filos
de la Cordillera Las Placetas y a
la izquierda, el magnifico cajón del
estero Cuyaqui. Desde este sector,
de unos quinientos metros de longitud,
el campo visual es amplio y
de gran belleza, con una posición
inmejorable para la observación de
la quebrada del estero Cuyaqui y los
enormes promontorios rocosos, coronados
por bosques de araucaria,
de la Cordillera Las Placetas. Durante
este trayecto, también podrá apreciar
los efectos de los elementos naturales
sobre la conformación y fisonomía
del paisaje. Un talud labrado
sobre material granítico y cornisas
con abundante material pétreo en
sus laderas, evocan no sólo la fuerza
transformadora del ser humano,
sino también de los elementos en
ambientes ecológicos de montaña.
Procesos asociados a cambios bruscos
de temperatura y a la importante
presencia de nieve sobre los mil
metros de altitud, podrán ser observados
en esta zona.
Ante los ojos del viajero, aparecerán
grandes y elevados peñones
de roca granítica, expuestos a la
acción del viento, del agua y de las
temperaturas. Ya en lo más alto de
la Cordillera Las Placetas y, coronando
su anhelo de alcanzar el firmamento,
bellos ejemplares de
araucaria resisten, en las
alturas, la fuerza de los elementos,
recordando al viajero tiempos, ambientes
y paisajes del pasado. A unos
cien metros del Hito N°8 y a la derecha
de la ruta, deberá estar atento
a una baliza de continuidad que le
indicará la ubicación de un excelente
punto de observación o mirador
hacia el Cajón de Las Venenosas y al
estero Cuyano. Desde este punto la
cabalgata continúa, por unos cien
metros y sobre los filos de la cordillera
de Pemehue, en dirección al Hito
N°8. En este lugar podrá contemplar
un magnífico y amplio escenario
con hermosas vistas panorámicas
hacia las Cordilleras Las Placetas y de
Pemehue, el volcán Callaqui, las altas
e irregulares cumbres de la Sierra
Velluda y los valles cordilleranos de
los esteros Cuyaqui y Cuyano. Se
encuentra a 1439 m.s.n.m y ha recorrido
8,5 kilómetros de la Ruta
Patrimonial.
Araucaria, cultura y ambientes ecológicos de montaña
Ha dejado atrás el Hito N°8 y comenzará
un lento descenso hacia el
suroeste, en dirección al Hito N°9. La
huella continúa por la ladera norte
del cajón del estero Cuyano y a unos
doscientos metros de la divisoria de
altas cumbres de la cordillera de
Pemehue, predominando, en esta
parte del trazado, los bosques de
araucaria y lenga (Nothofagus pumilio),
siempre asociados con quila
en el estrato arbustivo. Interesantes
afloramientos rocosos podrán ser
observados, tanto hacia el norte
como hacia el sur de la ruta. A la
derecha, el cajón del estero Cuyano
y las veranadas de Las Venenosas,
rodeadas de extensos bosques
de araucaria sometidos, antaño, a
una intensa y desmedida explotación
forestal. La denominación Las
Venenosas se debe a la presencia
en estas zonas de pastoreo de malezas
o especies arbustivas venenosas
para el ganado, principalmente
vacuno.
Unos cuatrocientos metros antes
de llegar al Hito N°9 o Tercer Banco
Aserradero, la ruta se desvía hacia
la izquierda, continuando el recorrido
a través de una angosta huella
que atraviesa bosque nativo hasta
empalmar, nuevamente, con la antigua
senda de penetración forestal,
ya en el sector del Tercer Banco
Aserradero. Para acceder a la zona
de emplazamiento del aserradero,
deberá, a partir de la baliza del Hito
Patrimonial N°9, desviarse a la derecha
de la huella y bajar unos ochenta
metros hasta el lugar en que se ubica,
a la izquierda, una baliza de continuidad
que le indicará la dirección
hacia el área del antiguo aserradero.
En el Tercer Banco Aserradero se
encontrará con numerosos castillos
de madera aserrada de Araucaria,
en forma de tablas de 7x1 y basas
de 10x10 pulgadas. En el lugar,
desde el año 1978, cerca de 40000
pulgadas de araucaria, en progresivo
deterioro, yacen abandonadas.
Diseminados entre la vegetación,
también podrá observar montículos
de aserrín ennegrecidos, perfectamente
humificados por el paso
del tiempo. Árboles y arbustos,
creciendo en medio de lo que alguna
vez fue una intensiva área de
trabajo, hacen patente la antigüedad
del abandono. Luego de dejar
atrás el sector del Tercer Banco
Aserradero, retornando hacia el sur
a la antigua senda de penetración
forestal, se inicia un tramo de la huella
más sombreado, rodeado siempre,
de bosques con araucaria, lenga,
coihue, ñirre y quila. Restos de
grandes árboles sobre la ruta serán
un elemento característico de esta
parte del trazado, como también los
extensos bosques de araucaria del
valle del estero Cuyano.
Luego de avanzar algo más de
un kilómetro desde el Hito N°9, a
través de una huella ancha y de
fácil tránsito, se encontrará en el
Hito N°10 de la ruta o Mirador Las
Venenosas, lugar ubicado a 1424
m.s.n.m y con una inmejorable
posición para la observación del
cajón del estero Cuyano y las veranadas
de Las Venenosas. En este
Hito, el cambio de la vegetación y
del paisaje se hace más notorio, con
suelos desprovistos de cobertura
vegetal y el predominio de quila y
coirón, característicos de la estepa
andina y de los ambientes de veranadas
cordilleranas situadas sobre
los 1200 m.s.n.m. El coirón, especie
vegetal dominante en esta zona y
voz probablemente mapuche, alude
al sentido enrollado de la hoja
y designa gramíneas de varias secciones
(Andropogon argenteum,
Festúceas) más que a la especie. Se
refiere, básicamente, a las hojas con
volutas o envueltas, duras y punzantes
de las plantas. Si en el día de su
viaje la suerte esta de su lado, también
podrá avistar, desde este lugar,
cóndores (Vultur gryphus), majestuosas
y simbólicas aves carroñeras
de la cordillera andina.
Unos doscientos metros al sur de
este Hito y, siempre por los faldeos
de la Cordillera de Pemehue, la ancha
senda de penetración forestal
llega a su fin, luego de once kilómetros
de interesante y espectacular
recorrido, iniciándose, a la izquierda
de una bifurcación de la huella,
el ascenso al Cordón El Peñón y a la
derecha, un desvío que conduce a
la laguna La Frutilla, localizada unos
dos kilómetros al suroeste. La bifurcación
se encuentra señalizada por
una baliza de continuidad.
Cordón El Peñón y mirador El Cóndor
A partir de la bifurcación antes
mencionada se inicia el ascenso a
los filos del Cordón El Peñón, por
una ladera de exposición norte,
carente de vegetación arbórea, cubierta
de matorral ralo de quila y
coirón. En este sector, las balizas de
continuidad deberán ser cuidadosamente
observadas para no extraviar
la ruta. Luego de avanzar un kilómetro
se encontrará con el Hito N°11 o
Mirador El Cóndor, punto final de
este tramo, ubicado a 1467 metros
de altitud. Desde este lugar dispondrá
de una excelente panorámica
al cajón del estero Cuyano y podrá
captar el sorprendente e inigualable
vuelo de cóndores que, habitualmente,
sobrevuelan la zona. Balizas
de continuidad le indicarán la huella
a seguir, en un lento y pausado ascenso
al filo del Cordón El Peñón.
Tramo 3
Mirador El Cóndor - Laguna Santa Rosa
- Distancia: 1,8 km.
- Tiempo: 1 hora 30 min.
- Temporada: Noviembre a marzo
Cabalgata sobre huella de tierra o trumao, en descenso a Laguna Santa Rosa y Ascenso a Mirador Portezuelo Trinidad, observación paisajes de veranadas, cajón del estero Santa Rosa, volcán Callaqui, Sierra Velluda y cuerpos lacustres, avistamiento de fauna.
El descenso hacia la laguna y cajón del estero Santa Rosa
Ya en la cima del Cordón El Peñón,
a 1507 metros de altitud, se encontrará
con el Hito N°12 o Descenso
a Laguna Santa Rosa, desde el cual
podrá observar, hacia el este, los
hermosos paisajes cordilleranos
del cajón del estero Santa Rosa y
el volcán Callaqui y, hacia el sur el
Portezuelo Trinidad. Se recomienda,
en este hito, revisar los aperos de
montar, ya que se inicia un lento y
pronunciado descenso. Ya en su
cabalgadura y a medida que avanza
hacia las lagunas Las Parrillas, Las
Totoras y La Tasa, aparecerán ante su
atenta mirada innumerables troncos
blanquecinos distribuidos sobre los
faldeos de los cerros que delimitan
el cajón del estero Santa Rosa. Una
evidencia más de la acción humana
y del fuego utilizado para la habilitación
de terrenos de uso ganadero,
práctica habitual de los antiguos
colonos, utilizada para asegurar
la regeneración de pastos para la
temporada siguiente. Lo anterior ha
impedido una recuperación normal
del bosque nativo intervenido y ha
intensificado la erosión y pérdida
de suelo en los sectores, principalmente,
de veranadas. La corteza ennegrecida
de algunas araucarias indican
que el fuego estuvo presente
en aquellos parajes. Su gruesa piel,
sería el reflejo de un proceso adaptativo,
milenario, de esta formidable
conífera, frente a las vicisitudes propias
de la naturaleza, como el volcanismo
y la acción más irracional y
depredadora del hombre.
La actividad forestal, junto con la
ganadería, han sido las actividades
más importantes en esta zona cordillerana.
La explotación, muchas
veces indiscriminada de los recursos
forestales, ha causado graves daños
a los bosques y recursos naturales
asociados a estos ecosistemas.
La necesidad de las comunidades
locales de habilitar áreas de cultivo
y zonas de pastoreo, ha significado
una progresiva disminución de la
cobertura vegetal, como también las
quemas no controladas y la tala de
bosque, prácticas habituales de colonos
e indígenas. Adicionalmente,
la explotación maderera a gran escala,
realizada por la empresa Ralco
S.A. entre los años 1940 y 1970 y por
los antiguos propietarios del Fundo
Porvenir, junto con la fuerte demanda
de astillas para la industria de la
celulosa, contribuyó fuertemente a
la disminución de la cobertura vegetal,
con una pérdida de la capacidad
productiva y de regeneración
del bosque nativo, especialmente
de especies como la araucaria, lenga,
coihue, roble y raulí.
A lo anterior, se debe agregar la
extracción de madera para leña, carbón
y material de construcción, especialmente
cercos, en sectores adyacente
a las invernadas. Podemos
afirmar, razonablemente, que la intervención
del bosque no ha estado
regulada, la mayoría de las veces, por
planes de manejo y por lo tanto, con
métodos silvícolas que garanticen
un uso adecuado del recurso. Por
el contrario, el floreo del bosque, o
selección de los mejores individuos
sin este tipo de consideraciones, es
la técnica que comúnmente ha sido
empleada para explotar la madera
de la zona, afectando seriamente su
capacidad de regeneración y por lo
tanto, bosques de incalculable valor
ecológico y patrimonial.
Las evidencias ancestrales de la cultura pehuenche en la cordillera de Pemehue
A unos trescientos metros del
Hito N°12, a la derecha de la ruta,
podrá observar un magnifico promontorio
o peñón de granito blanco,
que derrama fragmentos pétreos
sobre sus laderas, formando
un cono de derrubios de pequeñas
dimensiones. Sobre sus partes
más altas, ejemplares de araucaria
testimonian su inquebrantable voluntad
colonizadora, en ambientes
ecológicos extremadamente rigurosos.
En este mismo sector deberá
estar muy atento a la huella, para
observar restos de utensilios de origen
pehuenche utilizados por los
indígenas en sus históricos desplazamientos
a las pinalerías o bosques
de araucaria. Fragmentos de un
mortero de piedra, usado para moler
piñones, le harán evocar viajes
del pasado y ampliar el conocimiento
acerca de la distribución geográfica
y territorial de esta cultura en el
macizo andino del Alto Biobío.
Restos de mortero pehuenche en cercanías de la laguna Las Parrillas
Los pehuenche o gente de las
araucarias, ancestralmente, ocuparon
los valles de la vertiente occidental
de la Cordillera de Los Andes,
desde el volcán Antuco por el norte,
hasta el volcán Villarrica por el sur,
según la distribución geográfica de
los bosques de araucaria o pinalerías.
En la actualidad, la presencia de
población y comunidades pehuenche
esta limitada, geográficamente
en Chile, al sector de la Cordillera de
Los Andes denominado Alto Biobío,
el cual, administrativamente, comprende
las comunas de Alto Biobío
y Quilaco en la región del Biobío y
de Lonquimay en la región de La
Araucanía. Los pehuenche de Alto
Biobío se agrupan en once comunidades,
localizadas en las riberas de
los ríos Queuco y Biobío, con una
población estimada de siete mil personas.
En esta área, que forma parte
del Área de Desarrollo Indígena
del Alto Biobío (ADI), las tierras que
ocupan los pehuenche, y que han
sido reconocidas por el Estado de
Chile como parte de sus antiguos
territorios de ocupación, alcanzan,
aproximadamente, a noventa
mil hectáreas (4).
En Alto Biobío, los factores
geográficos, ecológicos
y ambientales
han sido determinantes
en la forma de vida y
organización sociocultural
de las comunidades
pehuenche, como
también en las relaciones
de uso y simbólicas
que han establecido con
estos territorios y sus recursos
naturales. Lo anterior,
permite distinguir diferentes espacios
de ocupación, los cuales forman
parte de un ciclo productivo
que sostiene un sistema de vida
tradicional, compartido tanto por
comunidades pehuenche como
por los colonos que habitan el área,
incluida la Cordillera de Pemehue
y el Fundo Porvenir. Estos espacios
incluyen veranadas, invernadas, pinalerías,
bosque nativo, ríos y lagunas.
Para los pehuenche gran parte
del territorio tiene un uso común
y se utiliza en función de un ciclo
anual de actividades y de la disponibilidad
de recursos naturales. En
este sentido, cada familia es dueña
de los bienes que logra reunir, pero,
aún en algunas comunidades, no
se reconoce la propiedad exclusiva
individual sobre tierras o territorios
que, ancestralmente, fueron comunitarios,
como es el caso de las pinalerías
o bosques de araucaria y las
veranadas. Antiguamente, cualquier
indígena podía cultivar tanta tierra
como le parecía y los productos
eran de su pecunio, pero no podía
disponer de la tierra misma como
propiedad, ni venderla ni arrendarla.
Pertenecía, en último término, a
la comunidad pero el usufructo era
individual.
Las invernadas y las veranadas están
asociadas al régimen climático
anual y dependen de la existencia o
ausencia de nieve, siendo la primera
el hábitat donde se encuentra la vivienda,
corrales, cultivos y parte del
bosque nativo. Una vez que, en primavera,
comienza el derretimiento
de la nieve los pehuenche y colonos
inician el ascenso a las veranadas,
llevando consigo sus animales a los
pastos nuevos e iniciando la cosecha
del piñón. Existe una continuidad
territorial entre éstos ambientes
ecológicos, es decir un libre desplazamiento
de personas y de recursos,
aspecto fundamental para el desarrollo
económico y cultural de este
pueblo, como también para el manejo
de recursos naturales. Esta forma
de relación con la tierra, basada
fundamentalmente en la ganadería
trashumante y la recolección de frutos
silvestres, como piñones, avellanas
y digüeñes, es común en toda
el área cordillerana del Alto Biobío,
como también en la cordillera de
Pemehue. Nombres de montañas,
ríos y esteros recordarán al viajero
que la ruta por la cual se desplaza
formo parte, alguna vez, del área
de distribución geográfica e histórica
del pueblo pehuenche y que,
en último término, fue una zona de
refugio frente a la brutal embestida
y persecución a la cual fueron sometidos
los indígenas por parte de
las repúblicas de Chile y Argentina a
mediados del Siglo XIX.
En el ámbito cognitivo, los pehuenche
comprenden las formaciones
boscosas de araucaria del mismo
modo como su propia sociedad.
Se distinguen claramente las especies
femeninas que dan frutos, de
las masculinas, y se les asignan las
correspondientes denominaciones
de domopewen o araucaria mujer
y wentrupewen o araucaria macho.
Aquellos ejemplares con conos masculinos
y femeninos son tenidos por
bisexuados. La fecundación anemófila
o a través del viento, es también
entendida como un proceso sexual,
en que pinos de ambos sexos se
ponen en contacto subterráneo a
través de sus raíces o aéreo por medio
de los loros cordilleranos.
De esta forma, cada bosque de
araucaria es una agrupación familiar
extensa llamada lobpewen, equivalente
al lobche o familia pehuenche.
Respecto de las creencias indígenas,
estos bosques están protegidos por
seres sobrenaturales masculinos y
femeninos: el anciano del pewen,
que cuida de los árboles masculinos
y la anciana del pewen, que protege
a los femeninos. A ellos se hacen
rogativas familiares antes de la cosecha
o comunitarias terminada ésta,
en los mismos bosques, con el fin de
asegurar la conservación de los árboles,
su protección y fertilidad (5).
Ya sobrepasado el peñón de granito
blanco el paisaje es más bien
seco y árido, con escasa vegetación
arbórea y matorral bajo de quila y
coirón. La laguna Santa Rosa aparecerá
ante su vista, rodeada de
bosques de araucaria y matorral de
quila y, en planos más lejanos, un
enorme peñón de basalto, de unos
cien metros de altura y el portezuelo
Trinidad le darán la bienvenida.
Buenas noticias, está arribando al
Hito N°13, lugar de descanso y alojamiento
luego del primer día de
cabalgata.
La laguna Santa Rosa es un cuerpo
lacustre de, aproximadamente
5,2 hectáreas de superficie, doscientos
ochenta metros de ancho,
trescientos ochenta metros de largo
y 9,5 metros de profundidad, en
su parte más central. Rodeada de
bosques de araucaria y matorral de
quila, presenta en sus riberas, desprovistas
de terrenos de playa, vegetación
de junquillos y, sus aguas,
más bien calidas, lo invitarán a un
merecido descanso, esparcimiento
y recreación. En este lugar podrá
acampar, preparar sus alimentos y
obtener agua de una vertiente ubicada
a unos veinte
metros de la baliza
que señala
el Hito N°13. Una recomendación
necesaria, recuerde que, con ayuda
de su guía, debe retirar los aperos de
su cabalgadura y liberar los caballos
para que aprovechen el talaje.
También es un buen momento
para buscar leña seca y encender
el fuego, junto al puesto de madera
utilizado por los colonos en sus habituales
viajes a la zona. Estas construcciones
son características de
las veranadas cordilleranas y sirven,
comúnmente, como lugar de refugio
en los períodos del año en que
los arrieros llevan sus animales a los
pastos de altura. El puesto de Santa
Rosa fue construido por Lizardo
Urrea, antiguo trabajador del Fundo
Porvenir, el año 1993.
Tramo 4
Laguna Santa Rosa - Veranada Mallín Largo
- Distancia: 7 km.
- Tiempo: 3 horas.
- Temporada: Noviembre a marzo
Cabalgata sobre huella de tierra o trumao medianamente demarcada sobre filo de Cordillera de Pemehue, en descenso a veranada Mallín Largo, observación de bosques de araucaria, lenga y ñirre no intervenidos, vistas panorámicas a cajón del estero Prados de Maitenes y Cordón de Huida.
En camino al Portezuelo Trinidad y al cajón del estero Prados de Maitenes
Al día siguiente, con nuevos bríos
y mucho ánimo comenzará la segunda
jornada de cabalgata, en dirección
al sur, al Hito N°14 o Mirador
Portezuelo Trinidad, ya en el cuarto
tramo de la ruta. Luego de abandonar
la Laguna Santa Rosa, continuará
el viaje por una huella que,
lentamente, comienza a descender
hasta el estero El Peñón en un paisaje
caracterizado por la presencia
de quila, coirón y hacia el sur, el
Portezuelo Trinidad, cordón montañoso
rodeado de vegetación arbustiva
baja y rala. A la derecha del estero
El Peñón, cuyo cauce pedregoso
no supera los tres metros de ancho,
podrá apreciar una formación rocosa
de cerca de cien metros de altura,
con algunos ejemplares de araucaria
colonizando su pedregosa base.
Después de avanzar unos trescientos
metros y hacia la derecha de la
ruta, observará dos grandes rocas
pulidas por la acción de la nieve
y denominadas por los lugareños
como Las Lápidas. Dicho nombre
recordaría un antiguo entierro pehuenche.
Observe detenidamente
el lugar, como también las hermosas
vistas a la laguna Santa Rosa y
cajón homónimo. Nuevamente en
ruta, se acerca a uno de los lugares
de mayor altitud de todo el trayecto,
el Mirador Portezuelo Trinidad con
1528 metros sobre el nivel del mar.
Desde este punto dispondrá de
espectaculares vistas panorámicas,
prácticamente, en todas direcciones.
El lente de su cámara fotográfica
podrá captar imágenes y paisajes
cordilleranos de inigualable belleza:
hacia el noreste y, en un plano lejano,
los blanquecinos e irregulares
picos de la sierra velluda; hacia el
este, el magnífico volcán Callaqui
o Callaquen y sus fumarolas y los
faldeos de la veranada de Colluco
cubiertos de bosques de araucaria;
hacia el sur, el cerro Quilapehuén y
las divisorias de altas cumbres de
la Cordillera de Pemehue y, hacia el
oeste, los filos del Cordón El Peñón y
el cajón del estero homónimo.
Luego de dejar atrás el Mirador
Portezuelo Trinidad, la huella continúa
por los filos del Cordón El Peñón
en dirección hacia el sur, al Hito N°15
o Mirador Cerro Quilapehuén ubicado
a 1716 metros de altitud, punto
de inicio de un bosque de araucaria
no intervenido y del cajón del estero
Prados de Maitenes. Entre los
Hitos 14 y 15 la ruta
se caracteriza por la escasa presencia
de especies arbóreas, con algunos
ejemplares de araucaria en las
partes bajas del estero El Peñón y
en las partes más altas de los filos
cordilleranos.
A la derecha de la ruta, podrá ser
observado, un promontorio rocoso,
de unos cuarenta a cincuenta metros
de altura, con paredes casi verticales
y en su parte más alta o cornisa,
un pequeño bosquete de araucaria.
En este sector la huella es bastante
dura, con abundante material pétreo
desprendido o desgajado de
la roca, por efecto de la gravedad,
de la lluvia y de los cambios bruscos
de temperatura, desde las partes
más elevadas de la cornisa volcánica.
También, la laguna Trinidad será
parte de un paisaje caracterizado
por las variadas formas y procesos
geomorfológicos de ambientes
ecológicos de montaña situados
a más de 1500 metros de altitud.
Una inmejorable vista hacia el cerro
Quilapehuén y las evidencias de antiguas
quemas o incendios también
podrán ser apreciadas. Ha llegado al
Hito N°15 y dos ejemplares de araucaria,
ubicados al lado derecho de la
huella y una excelente panorámica
hacia el cerro Quilapehuén y el cajón
del estero El Peñón, afluente del
estero Santa Rosa, le darán la más
cordial bienvenida.
Las araucarias del cajón del estero Prados de Maitenes y el cordón El Peñón
A su izquierda y luego de cruzar
los restos de un antiguo cerco, se internará,
lentamente, por un sombrío
bosque de araucaria, hasta arribar,
unos mil metros hacia el sur, al Hito
N°16 o filo del Cordón El Peñón. En
este trayecto, que bordea por los filos
de Pemehue el cajón del estero
El Diablo y la parte norte del cajón
del estero Prados de Maitenes, podrá
apreciar en toda su magnitud
un hermoso anfiteatro de araucaria.
La presencia de la llamada barba o
musgo del pino, le indicará que estos
bosques, asociados con lenga y
quila, no han sufrido los efectos del
fuego o de explotaciones madereras
del pasado, manteniendo el área,
todavía, una integridad ecológica
adecuada para un manejo conservacionista
de sus recursos.
Desde esta perspectiva, la
Cordillera de Pemehue aún posee
importantes características ecológicas
que ameritan un especial cuidado
para la conservación, protección
y fomento de la biodiversidad. Entre
estos aspectos podemos mencionar
la presencia de parte del bosque
Caducifolio Andino del Biobío,
la existencia de seis especies en la
categoría de inadecuadamente conocidas
y treinta y cuatro en precario
estado de conservación, tales
como guiña (Felix guigna), cóndor,
lagarto llorón (Liolaemus chiliensis),
sapo venusto (Telmatobufo venustus)
y percatrucha (Percichthys trucha)
y de especies endémicas como
el anfibio Alsodes vittatus. A su vez,
los cursos de agua, ubicados en las
quebradas, ofrecen un ambiente
propicio para el desarrollo de los
ciclos vitales de numerosos invertebrados,
anfibios y peces.
Sin embargo, una de las principales
amenazas para la conservación
de estos ecosistemas y biodiversidad
asociada es la vulnerabilidad de
los suelos ante procesos de erosión
hídrica, aspecto derivado, principalmente,
del uso tradicional e histórico
a que han sido sometidos los
recursos naturales del área. Pese a
lo anterior, la vegetación nativa que
puede ser observada a lo largo de
la ruta, ha ido, lentamente, recuperándose
a través de un proceso de
sucesión ecológica de los renovales
boscosos.
Ya en el Hito N°16 y bajo el alero
de hermosos ejemplares de araucaria,
podrá recuperar fuerzas y observar
las veranadas del cajón del estero
Prado de Maitenes hacia el este y
al sur el enorme promontorio rocoso
del cerro Los Caciques, adornado
de araucaria en sus faldeos y partes
más altas. Desde este mismo lugar,
excelente será la panorámica hacia
el cajón del río El Diablo, ubicado
a su derecha, es decir, al poniente.
Es recomendable realizar un breve
descanso en este sector, revisar los
aperos de su cabalgadura y prepararse
para el descenso hacia el Hito
N°17 o veranada Mallín Largo. De
especial cuidado será, en la bajada,
la observación de las balizas de continuidad
de la ruta que le indicarán,
en dirección hacia el este, el camino
a seguir. Ya en ruta hacia el Hito
N°17 la vegetación predominante
es el matorral bajo de quila, junto al
coirón y un bosque achaparrado de
ñirre (Nothofagus antartica), siendo
posible observar, en un plano
más lejano, el Cordón de Huida y, a
menor distancia, la veranada Mallín
Largo.
La veranada de Mallín Largo
Felicitaciones, está llegando al
Hito N°17 o veranada Mallín Largo,
en el cajón del estero Prados de
Maitenes, luego de 20 kilómetros
de recorrido y casi diez horas de
cabalgata acumulada. Su cuerpo y
el de su cabalgadura, nuevamente
le pedirán un descanso. Ya en el
lugar podrá observar, en un sector
más o menos plano cubierto de
pastos de uso ganadero y en un
ambiente bastante húmedo, un interesante
bosquete de ñirre de unas
tres hectáreas de superficie, junto
a las nacientes del estero Prados
de Maitenes. En el lugar, los restos
de un antiguo corral y la presencia
de animales vacunos le indicarán
que el sector es una de las veranadas
más importantes del Fundo
Porvenir. Ocupada, antiguamente,
por Genaro Sotomayor y su familia,
antiguos inquilinos del Fundo,
como también por otros colonos de
más al sur. En este sitio, al igual que
en el puesto Prados de Butaco, se
producía queso para la subsistencia
de las familias y para su venta, principalmente,
en la ciudad de Mulchén.
Es interesante destacar que la ocupación
más intensiva de estas cordilleras
data, aproximadamente, de
la década del 50, época en la cual
los colonos del Fundo Porvenir
realizan las primeras quemas para
habilitar terrenos de uso ganadero.
Dicha práctica, reñida tal vez con el
proceso de conservación pero muy
útil para la subsistencia familiar, era
habitual en primavera o entrando el
invierno y permitía la regeneración
de nuevos pastos como el coirón,
arvejilla, liuto (Alstroemeria aurea),
hierba del chancho (Hypochoeris
radicata) y de la quila, fundamentales
para la alimentación y manutención
de la masa ganadera; preciado
capital de los sistemas productivos
campesinos de la cordillera andina.
Se encuentra en el punto final del
cuarto tramo de la ruta y pronto iniciará
el descenso hacia el este, hacia
la confluencia del estero Prado de
Maitenes y el río Butaco. A partir de
este punto la huella comienza, lentamente,
a acercarse al estero Prado
de Maitenes, siendo posible la observación
del cerro Los Caciques,
hacia el norte, y en un plano más
lejano el Cordón de Huida hacia el
este.
Tramo 5
Veranada Mallín Largo - Prados del Butaco
- Distancia: 7 km.
- Tiempo: 3 horas.
- Temporada: Noviembre a marzo
Cabalgata sobre huella de tierra que bordea el estero Prados de Maitenes y cascadas del sector observación de cajón estero Prados de Maitenes, río Butaco y araucarias en filo de Cordón de Huida, vegetación de quila y bosques de raulí en cajón del río Butaco. Finalización de la ruta en puesto Prados del Butaco.
El descenso por el estero Prados de Maitenes
Luego de avanzar unos 25 minutos
desde el Hito N°17, la cabalgata
prosigue por un sector más o menos
seco y con abundante presencia
de quila y coirón, bordeando ya el
estero Prados de Maitenes en dirección
al Hito N°18 o Cascada del estero
Prados de Maitenes. Habiendo
recorrido unos quinientos metros
el viajero deberá cruzar el estero,
desde la ribera sur a la ribera norte,
en un sector en el cual el cauce
es bastante pedregoso y de un ancho,
aproximado, de cinco metros. A
unos 15 o 20 minutos de este lugar,
en un sector de la huella bastante
alto, podrá observar en casi toda su
extensión, hacia el sureste, el cajón
del estero Prados de Maitenes, el
volcán Callaqui y, a la izquierda de la
ruta, un promontorio rocoso de paredes
muy escarpadas, adornado en
sus partes más altas con araucaria.
En la base de esta formación rocosa,
un hermoso bosque de lenga, de
color rojizo pálido.
A 20 minutos de este lugar, cruzará
nuevamente el estero Prados de
Maitenes, en un sitio en que podrá
apreciar la confluencia del estero
con otro curso de agua, de mayor
caudal, proveniente de más al norte.
En esta parte de la ruta la huella
sigue bordeando el estero, el cual se
sitúa a unos ochenta o cien metros
más abajo. Las vistas panorámicas
son muy hermosas, especialmente
en la ladera de exposición sur, es
decir a la izquierda de la ruta, predominando
los bosques de roble
y de raulí. Unos doscientos metros
más adelante varios saltos de agua,
que escurren sobre roca volcánica,
dan origen a una espectacular cascada
de unos cuarenta a cincuenta
metros de altura. Continuando con
la marcha, lentamente se acercará
al cauce del estero Prados de
Maitenes, atravesando interesantes
bosques de lenga, ñirre y raulí, en
un sector en que el estero tiene un
ancho de, aproximadamente, treinta
metros y un lecho pedregoso con
grandes bloques de roca y de troncos
arrastrados por sus correntosas
aguas.
Ha llegado al Hito N°18 o Cascada
Prados de Maitenes, situada al costado
izquierdo de la huella y a 1063
metros de altitud. A su derecha, un
bosque de raulí muestra los efectos
de antiguos incendios. La cascada,
ubicada en un lugar del estero con
grandes piedras y rocas, posee una
altura aproximada, de siete metros y
da origen, en su base, a una poza de
unos veinte metros de largo y siete
metros de ancho. Lugar ideal para
realizar un alto en el camino, tomar
un merecido baño y dar de beber
a su cabalgadura. Desde este sitio
podrá observar, aguas abajo, la húmeda
vegetación que se desarrolla
en ambas riberas del estero, como
nalcas y otras especies, e innumerables
troncos sobre su lecho, arrastrados
por las aguas.
Ya en dirección al Hito N°19 o
Mirador de la confluencia del río
Butaco con el estero Prados de
Maitenes, continuará descendiendo
y alejándose, lentamente, del estero.
En dicho trayecto, con algunos
descampados de uso ganadero,
predomina un tipo de vegetación
arbustiva rala y baja, con importante
presencia de quila y coirón.
En el sector podrá observar, eventualmente,
vacunos entusiasmados
con el talaje. El viajero se aproxima
al Hito N°19 y, progresivamente, la
vegetación se hace más densa y renovales
de roble y raulí comienzan
a predominar en el paisaje. Al llegar
al Hito N°19, podrá apreciar el cajón
del río Butaco y la confluencia con
el estero Prados de Maitenes, como
también el imponente cordón de
Huida, coronado en sus filos más
altos por araucaria. A partir de este
punto, la huella se interna a través
de un bosque denso de raulí, coihue
y roble, a media falda de la ladera
que cae hacia la ribera oeste del
río Butaco. Luego, iniciará la bajada
final al río Butaco y la última parte
de su cabalgata hasta el Hito N°20 o
Puesto Prados de Maitenes.
En contacto con el cajón del río Butaco y el cordón de Huida
A partir del Hito N°19 predominan
en el paisaje renovales puros de
raulí, asociados en el estrato arbustivo
con quila y la huella, angosta y rodeada
de vegetación, se encuentra
claramente demarcada. Luego de
unos 25 minutos de cabalgata a
través de este tipo de bosque y ambiente
ecológico, llegará a un sector
descampado con evidencias de haber
sido intervenido en el pasado;
escasa vegetación y restos de troncos
ennegrecidos dan cuenta de
antiguas quemas. Seguirá avanzando
por formaciones de raulí hasta
un pequeño curso de agua o estero,
para luego entrar a un segundo
descampado de menor dimensión,
prácticamente, en la parte final del
descenso al río Butaco.
Disfrutando del río Butaco
Unos 400 metros más adelante
el río Butaco, importante afluente
del río Biobío en la parte alta de su
cuenca, se presentará ante sus ojos
con tranquilas y plácidas aguas, rodeado
en su cauce, de unos diez
metros de ancho y no más de dos
metros de profundidad, de abundante
y húmeda vegetación, como
también de una pequeña playa de
arena y de grava que lo invitará a
un merecido y reparador baño. Sin
embargo, antes de lanzarse a las
gélidas aguas del río, consulte su
registro histórico de vida o carnet
de identidad, aún cuando sus maltrechos
huesos tengan una opinión
algo diferente.
El punto final de la Ruta
Luego de su aventura acuática,
la cabalgata continúa por unos cuatrocientos
metros hasta el puesto
Prados del Butaco, construido a orillas
del mismo río por el Sr. Lizardo
Urrea el año 1995. La huella atraviesa
un hermoso paraje de terrazas
más o menos planas, con el río a la
izquierda y densos bosques de roble,
coihue y ñirre a la derecha del
viajero. Ya en el Hito N°20, podrá observar
las antiguas construcciones y
cercos de madera del puesto cordillerano.
Pastos de verano y vacunos
en el sector, le indicarán que la zona
es una veranada de uso ganadero.
Desde este lugar, podrá observar
hermosas vistas al cerro La Moñuda
(1783 m.s.n.m), ubicado a unos 3
kilómetros hacia el sur y al cordón
de Huida hacia el este. Ha llegado a
su fin el segundo día de cabalgata
y deberá prepararse para acampar,
recoger leña seca y brindar descanso
a su caballo y a su maltrecho
cuerpo. Se encuentra en el kilómetro
27 de la ruta Alto Biobío: Circuito
Las Araucarias de la Cordillera de
Pemehue, a 1063 m.s.n.m y con
dos días de interesante y magnífica
aventura. Felicitaciones.
Tiempo esperado
Recomendaciones
- Este trekking está descrito con lujo de detalles en la topoguía de las Rutas Patrimoniales del Ministerio de Bienes Nacionales. Se puede pedir una versión impresa en el Ministerio: +56223512100, anexo 2325. Es muy recomendable llevarla al trekking, pues enriquece la experiencia con descripciones de flora, fauna, geografía y geología.
Ruta en Google Earth
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