Petroglifos Vacas Muertas o del Toro
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Descripción General
Una ruta muy interesante, con numerosos y diversos atractivos que culminan entre cascadas y pinturas rupestres. Se inicia ascendiendo por la Quebrada El Toro, caudaloso y bello afluente del Río Melado, con abundantes pozos y pequeños saltos. Continúa trepando por los abruptos cerros que la rodean, hasta llegar a un tranquilo valle donde espera un refugio rodeado de frutales; tras el cual se toma el hermoso cauce de la Quebrada Vacas Muertas. Finalmente se trepa por un afluente de esta última que desciende en una impresionante sucesión de cascadas, hasta encontrar en su parte alta los Petroglifos que dan el nombre a la ruta.
El sendero hasta el refugio está bien demarcado, aunque carece por completo de señalización y posee varios pasos expuestos que deben cruzarse con cuidado. El enlace con la Quebrada Vacas Muertas es a campo traviesa por la llanura aluvial de la Quebrada El Toro, sin grandes obstáculos aunque según la temporada puede requerir vadear una o varias veces. La continuación por la Vacas Muertas está bien demarcada, a pesar de ser una senda pequeña y sin señalización. Solo el trayecto final, ascendiendo hacia las cascadas y los Petroglifos, carece casi por completo de sendero, y presenta algunas dificultades, con cortos tramos expuestos dónde es necesario trepar.
Época adecuada
De Noviembre a Mayo, en invierno y primavera temprana la nieve impedirá el acceso a los Petroglifos. Una buena época puede ser comienzo de verano, pues las cascadas tendrán abundante agua.
Acceso
En vehículo propio
Desde la ciudad de Talca se debe tomar a ruta CH 115 que lleva al Complejo Fronterizo Pehuenche. En el kilómetro 90 de la ruta, después del Puente Curillinque, se debe tomar el desvío a mano derecha señalizado como Corral de Salas.
Este camino de ripio en regular estado recorre un hermoso paso de montaña hasta llegar al Río Melado en el sector de Corral de Salas. Tras aproximadamente 20 kilómetros por este desvío, se llega al Puente El Látigo que permite cruzar el río y acceder al canal del Melado, tomando un desvío a mano izquierda donde hay un letrero del Sendero de Chile. Vehículos sin doble tracción deben dejarse allí, antes de iniciar el ascenso por el desvío. Un vehículo 4x4 puede avanzar unos cuatrocientos metros más, hasta un portón cerrado con llave. Unos cincuenta metros antes del portón hay a mano izquierda un espacio donde puede estacionarse, junto a un contenedor de basura.
Existe otra opción unos dos kilómetros más corta, pero solo es aconsejable en épocas de bajo caudal, pues exige el vado del Río Melado ya que no hay puente en el lugar indicado. Para seguir está posibilidad no hay que cruzar el Puente El Látigo, sino continuar por la vía pública al costado Este del río aproximadamente dos kilómetros, hasta observar en frente un afluente de considerable tamaño que llega al Melado. Se puede apreciar claramente en este punto, el Canal del Melado que cruza entubado sobre la quebrada. Vadeando el Río a esta altura, se llega a la vía paralela al canal, por dónde se debe buscar el inicio del sendero según los datos señalados en Descripción de la ruta.
En transporte público y autostop
Desde Talca hay solamente un bus diario que pasa por el cruce de Corral de Salas, saliendo a las 3 p.m y pasando por el desvío entre las 16 y 17 horas. Dado lo inconveniente de la hora, si no se tiene vehículo se aconseja tomar el primer bus hacia Armerillo, (saliendo 7.30 a.m de Talca) y desde allí hacer autostop los aproximadamente 25 kilómetros que faltan para el desvío a Corral de Salas.
Desde allí es necesario caminar o hacer autostop los 20 kilómetros restantes hasta el inicio de la ruta. Entre semana es muy poco el tráfico, pero fin de semana hay bastante flujo vehicular.
Descripción de la ruta
Jornada uno: Puente El Látigo a Refugio Casalata
A la derecha del portón hay un pequeño sendero que permite el paso peatonal, para llegar a una vía vehicular que corre paralela al canal del Melado. Debe seguirse esta vía aguas arriba, durante algo más de dos kilómetros, en un recorrido bastante plano. Transcurrida esa distancia se llega al puente sobre la Quebrada El Toro, un afluente de tamaño considerable del Río El Melado.
Cruzando el puente se sigue la vía por unos doscientos metros más, hasta encontrar un letrero con la flecha que dice: “Al Parque”, en este punto se debe desviar a mano derecha tomando una amplia senda que asciende. Alrededor de cien metros más adelante la senda llega al canal El Melado cruzándolo por un puente de madera, poco después comienza un breve descenso hasta la confluencia con otro canal menor proveniente de la quebrada El Toro. Se cruza por otro puente ese pequeño canal y se prosigue por el amplio camino, ahora ascendiendo paralelo a la quebrada.
Aproximadamente medio kilómetro después del letrero inicial, hay un desvío a mano derecha señalizado con una baliza: en menos de 50 metros se puede bajar por él hacia un complejo de saltos y pozos, (conocidos como los pozones del Toro), donde se recomienda refrescarse al retorno. Continuando por la ruta principal, apenas unos metros después del desvío se observa claramente que un derrumbe se llevó el sendero amplio: existe a mano izquierda un precario y pedregoso ascenso que en menos de cien metros supera el tramo derrumbado, regresando a la senda inicial.
Siguen cerca de doscientos metros paralelos a la quebrada, observándose algunos otros pozos y saltos. Transcurrida esa distancia viene un corto pero abrupto ascenso para cruzar un portón, pasado el cual la senda comienza a ganar altura alejándose del estero. Empieza una larga y empinada subida, interrumpida por un breve descenso a una abrupta hondonada, tras la cual el ascenso prosigue. El sendero es bastante definido, con tramos pedregosos y poco bosque.
Acercándose al kilómetro desde el portón se debe estar atento a un giro de casi 180° que realiza la senda para evitar una profunda hondonada. Se sigue ascendiendo cerca de trescientos metros más, tras los cuales se inicia un faldeo más suave que concluye en el descenso a un pequeño curso de agua, (con líquido inicio de otoño, waypoint agua).
Pasado el arroyo continúa la bajada por un corto tramo para reiniciarse luego un nuevo y largo trayecto de ascenso. Cerca de medio kilómetro después de recomenzar la subida existe un paso bastante erosionado y ligeramente expuesto, el cual puede esquivarse por la parte superior: el desvío no figura en el track, pero estando atento es fácil encontrarlo.
La subida prosigue casi medio kilómetro más, tras pasar el tramo erosionado. En algunas partes pedregosas la senda se desdibuja un poco, pero observando con atención es fácil reencontrarla. Aproximadamente un kilómetro después del arroyo con agua, vuelve a iniciarse un descenso: tras cerca de doscientos metros, la bajada se interna en una profunda hondonada en un trayecto muy inclinado y bastante erosionado. En otros doscientos metros de descenso muy vertical, se cruza la hondonada.
Al otro lado se inicia un corto tramo de faldeo, para luego reanudar el ascenso. Antes de medio kilómetro desde la hondonada, vuelve a bajarse a otro afluente de la quebrada. Comienzan a observarse hacia el fondo del valle los álamos cercanos al puesto Casa de Lata y los grandes cerros que gobiernan la planicie.
Tras unos setecientos metros el sendero baja a la quebrada El Ñuco, un hermoso afluente de la Quebrada El Toro, con algunos saltos pequeños; subiendo pocos metros por su curso se pueden observar otros saltos un poco más grandes. El paso de este cauce no requirió mojarse los pies a comienzos de Abril, es posible que en primavera sea necesario ingresar al agua, aunque la presencia de grandes rocas sugiere la posibilidad de saltar evitando el vado.
Cruzando el Ñuco se inicia el último ascenso de la jornada, desde el que se puede observar una bonita cascada en el cauce principal. Son aproximadamente trescientos metros de subida, para luego descender y comenzar un tramo casi plano que va acercándose al refugio. En la planicie el terreno abierto desdibuja en algunos momentos la senda, pero no es difícil volver a encontrarla. Antes de un kilómetro de avance, se llega al rústico refugio de arrieros, rodeado de árboles frutales y muy cerca de la Quebrada El Toro, que en este punto se abre en un amplio valle, gobernado por la imponente presencia del Cerro La Muela del Toro.
Jornada dos: Refugio Casalata - Petroglifos - Refugio Casalata
Desde el refugio Casalata se debe buscar el cauce de la Quebrada El Toro, que en este punto se ha expandido en varios brazos, el primero de ellos bastante cerca. Hay un sendero que pasando bajo un manzano y un peral llega en pocos metros al lecho del cauce.
En la época que se realizó la ruta la presencia de agua era muy escasa, por lo que el siguiente tramo se pudo realizar en una forma casi recta, ya que el cruce de los brazos era tan sencillo que en ningún momento hubo que mojarse los pies; es posible que en primavera o comienzo de verano, sea necesario buscar los mejores lugares para vadear. En esta parte de la ruta no existe un sendero, se debe caminar por el amplio cauce del estero, en una diagonal a la derecha, acercándose al primer afluente que se observa llegar por el costado opuesto: la Quebrada Vacas Muertas.
En menos de un kilómetro se debe sobrepasar la confluencia de ambos cauces, después de lo cual se debe proseguir por toda la orilla derecha, (Norte), de la Quebrada El Toro. Hay que estar atento a ese costado a un ingreso al bosque aproximadamente cien metros después de sobrepasar la Vacas Muertas, (waypoint senda der). Apenas se ingresa al bosque se encuentra la senda, pequeña pero bien definida.
Siguiendo por ella casi de inmediato se sale del bosque ingresando a sectores con vegetación arbustiva. El sendero comienza a ascender siguiendo el curso de la quebrada Vacas Muertas pero un poco retirado de ella. Hay que estar atentos pues el trazado de la senda es muy tenue y es fácil perderlo si se descuida: no hay ningún tipo de señalización y en algunas partes algunas ramas obstruyen el paso, pero la senda es siempre visible a nivel del suelo.
Pronto la subida se torna pendiente y pedregosa, ganando altura rápidamente mientras comienza a observarse una buena panorámica de la Quebrada El Toro en el sector del refugio Casalata. Al cabo de unos cuatrocientos metros de ascenso la senda gira a la izquierda alejándose del cauce y enfilando hacia el cerro; unos trescientos metros después termina la subida.
Al llegar a la parte alta el sendero se desdibuja un poco: se debe continuar por el borde derecho de la planicie y resulta fácil volver a encontrarlo. El siguiente tramo comienza casi plano, pero pronto va comenzando un suave descenso en diagonal, volviendo a acercarse al curso de la Vacas Muertas. Se va dejando la vegetación arbustiva y se vuelve a ingresar al bosque donde hay algunos tramos confusos, pero la dirección es obvia y pronto reaparece la senda.
Unos ochocientos metros después de culminar el ascenso se llega nuevamente el curso de agua y se cruza. El vado a comienzo de otoño fue muy fácil, prácticamente un solo paso; posiblemente en otras épocas sea un poco diferente pero no debería ser muy difícil. Al otro lado debe buscarse el sendero unos metros arriba de la orilla, donde reaparece con un trazado más o menos claro, lo suficiente para seguirlo sin descuidarse.
Unos doscientos metros más adelante del cruce de la quebrada se pasa el cauce de otro afluente, seco en la temporada que fue llevada a cabo esta caminata, pero posiblemente con agua en primavera o comienzo de verano. De cualquier manera es un cruce sencillo, después del cual la senda vuelve a salir del bosque a terreno pedregoso, pudiendo observarse los inmensos cerros que flanquean la Vacas Muertas.
Tras otros doscientos metros, el sendero ingresa a un pequeño parche de bosque que se encontró muy cerrado por vegetación espinosa: se prefirió rodearlo por la parte superior, un tramo con grandes piedras de acarreo, no muy complicado para cruzar. Son un poco más de cien metros después de los cuales, al terminar el bosque, se buscó nuevamente la senda pero no se encontró; se continuó entonces siguiendo por la orilla de la quebrada sin senda definida pero sin ningún obstáculo.
Antes de doscientos metros comienza a observarse al otro costado, un afluente que desciende formando una sucesión de cascadas. Hay que volver a cruzar la Vacas Muertas cerca a la desembocadura de este afluente, o poco después de ella, para comenzar a ascender por el costado norte del arroyo de las cascadas. El cruce nuevamente fue en extremo sencillo, sin mojarse los pies, pero seguramente en épocas de mayor caudal sea necesario ingresar al agua.
A esta altura la senda casi ha desaparecido, pero debe subirse en dirección a los dos únicos árboles que se observan en la ladera. El terreno es pedregoso y con poca vegetación, de modo que el ascenso no es difícil aunque si un poco empinado. Unos metros arriba de los árboles se vuelve a encontrar el sendero, en un punto muy oportuno: un claro surco bien demarcado sirve para cruzar una inclinada ladera de acarreo, bastante resbalosa. Son solo unos cien metros, hasta que se llega a una hondonada por dónde baja un pequeño arroyito: allí desaparece por completo la senda.
Son menos de cincuenta metros, pero este es el tramo más complejo de la ruta: no se encontró ningún rastro de senda, mientras la pendiente es fuerte y el terreno resbaloso. Se bajó unos pocos metros para acercarse al pequeño cauce tratando de afirmarse con la escasa vegetación existente, y la subida al otro lado se realizó casi en cuatro patas, sujetándose de arbustos o hierbas. Un poco después un par de pequeños robles sirvieron para dar más firmeza al ascenso.
Tras sobrepasar el trayecto crítico se reencontró un esbozo de senda que continúa subiendo por terreno pedregoso, todavía un poco inestable pero con menor inclinación. Es un sendero muy tenue y fácil de perder, pero lo importante es tratar de acercarse a la quebrada de las cascadas, buscando el terreno más apropiado para ello.
Aproximadamente en trescientos metros, se llega a una zona relativamente plana, donde ya es posible acceder hasta el curso de agua. Poco antes de llegar al cauce hay a la derecha una gran roca lisa, sobre ella, en el extremo opuesto a la quebrada, se deben buscar los petroglifos distribuidos en varios puntos de su superficie: varias figuras entre las que destacan varias manos, pies y círculos dibujados.
Después de visitar los petroglifos es posible acercarse a las cascadas más cercanas: casi de inmediato se encuentra una de ellas, hasta cuyo pozón es posible descender. Subiendo menos de doscientos metros se sobrepasa un salto más pequeño, arriba del cual se cruzó el cauce: un solo paso largo en otoño, seguramente en otra época sea necesario ingresar al agua. Ascendiendo cerca de cien metros por la orilla opuesta, se llega a la última cascada, (la superior), con un agradable pozo para refrescarse antes de emprender el retorno.
Tiempo Esperado
Aunque es posible hacerlo en dos días, se recomienda llevarlo a cabo en tres jornadas debido a la dificultad de la aproximacion, del terreno, y para poder disfrutar las cascadas y pozones.
- Primera jornada desde El Puente El Látigo al Refugio Casalata, aproximadamente unas cuatro horas.
- Segunda jornada a los petroglifos y regreso al refugio Casalata, unas cuatro horas.
- Tercera jornada regreso del Refugio Casalata al Puente El Látigo, unas tres horas.
Para realizarlo en dos jornadas se recomienda acampar en el vado intermedio de la Quebrada Vacas Muertas
Permisos / Tarifas
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Esta ruta es gratis y no se requiere permiso |
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Recomendaciones
- Checklist: Aunque sepas perfectamente lo que debes llevar, es preferible chequearlo al empacar. Esta ruta ha sido clasificada como Checklist de equipo tipo 9: mediamontaña no técnica, sin caminata sobre hielo, sin o poca nieve, con acampe.
- Aunque la mayor parte del recorrido es un sendero fácil de reconocer, el último tramo es complejo y encontrar entre tantas rocas los petroglifos es complicado, por tanto se recomienda el uso de GPS.
- Tener en cuenta que existen varios tramos ligeramente expuestos, tomar las precauciones