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Diferencia entre revisiones de «Test2»

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Como el hard rock, el metal se origina en los ‘60. Como el hard rock, esencialmente en el Reino Unido y Estados Unidos. Y como el hard rock, echa raíces en el rock psicodélico y el blues. Emplea también distorsiones a través de los métodos de amplificación. Pero sus sonidos son más densos –en especial las notas de bajos y baterías–, sus ritmos son más enfáticos y con frecuencia recurre a voces agudas, o derechamente chillonas. Mike Patton, por ejemplo, vocalista de la banda de metal alternativo Faith No More, se las ingenia para ofrecer un rango vocal de seis octavas y una nota, desde 38,9 Hz hasta 2637 Hz, más agudo que una soprano. El metal persigue una atmósfera global de alto volumen y no son raros los largos solos de guitarra. El hard rock en cambio está más cerca de sus raíces bluseras, y concede mayor importancia a la melodía. Son como primos hermanos, claro, y es difícil confundirse. La venerable enciclopedia de la revista Rolling Stone describía en su edición de 1983 a AC/DC como heavy metal.  
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Pocos estilos musicales exhiben un origen tan claro temporal y, sobre todo, espacial como el reggae: la Jamaica de 1967 – 1968.  
En cuanto a las letras, las composiciones metaleras suelen asociarse a agresividad, poder y masculinidad. Esta oda a la testosterona vuelve particularmente irónico que el baterista de Kiss, Peter Criss, padeciera cáncer de mamas ; o que el vocalista de Life of Agony se transformase en mujer tras más de 20 años de viril despliegue escénico.
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Sus bisabuelos son variados: jazz; R&B; mento (un tipo de folklore jamaiquino); y calipso, un ritmo afrocaribeño nacido a principios del siglo XX en Trinidad y Tobago (el calipso proviene a su vez del kaiso, el tatarabuelo, que provino de la actual Nigeria, origen de buena parte de los esclavos americanos, pero esto ya son excesos genealógicos).
En cuanto a la agresividad y violencia, encierra además cierta ironía el pasado de Gene Simmons, también de Kiss. Arriba de la tarima es conocido como El Demonio, una impetuosa fiera del metal. En el comic que Marvel hizo de la banda en 1977, la tinta roja fue mezclada con su sangre y la de sus compañeros . Pero antes de engrosar las filas de Kiss, Simmons oficiaba como maestro de sexto grado en una escuela pública de Manhattan.  
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Esta promiscua ensalada sonora tomaba lugar en esa ínfima peca oceánica que es Jamaica. Con 11 mil km2, la isla es tan diminuta que no podría soportar una población de más de 57 pumas macho en estado salvaje. Imagine que en los Juegos Olímpicos de 2016, Jamaica obtuvo 113 veces más medallas de oro por unidad de superficie que el ganador, Estados Unidos (y 491 veces más que Rusia, pero eso ya es pura crueldad). El resultado de tan denso estilístico popurrí fue el ska.  
La huella fue abierta por conjuntos como Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, “la impía trinidad” de acuerdo a Joel McIver, historiador del género. Deep Purple fue calificada por el Guinness Records de 1975 como “la banda de más volumen del globo”, luego de que un concierto en el Rainbow Theatre de Londres alcanzara los 117 decibeles (o la décima parte de un belio, así llamados por Alexander Graham Bell, un hombre que, con tanto madre como esposa sordas, naturalmente canalizó su talento a la acústica ). Esto equivale a una sierra eléctrica a menos de un metro de distancia Tres miembros de la audiencia tuvieron que ser evacuadas por pérdida de conciencia.  
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Originado a fines de los ‘50 y principios de los ‘60, el ska presenta dos rasgos distintivos principales. El primero, la línea de bajo llamada walking bass, un acompañamiento empleado usualmente por bajistas y contrabajistas de jazz. El segundo, el upbeat, o anacrusa, un pulso –o beat– no acentuado que ocurre antes del primer pulso de la siguiente barra de compás.  
Claro que el tiempo pasa y las nuevas tecnologías han permitido batir una y otra vez esta plusmarca. Un recital de Foo Fighters en Irlanda del Norte en 2012 causó reclamos a 19 kilómetros de distancia , y su presentación en Nueva Zelanda en 2011 fue registrada por la red sismográfica . El récord vigente pertenece a Manowar, con 139 decibeles (los mismos incombustibles que consumaron un concierto de cinco horas y un minuto). Guinness Records dejó de certificar estas hazañas por los daños que genera en el sistema auditivo.
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Abuelito ska engendró a papi rocksteady, que vio la luz allá por 1966. Manteniendo muchas de las características del ska, el rocksteady bajó un poco las revoluciones. El tempo se volvió algo más parsimonioso y el baile menos energético. Esto dio rienda suelta para experimentar con acentos fuera de pulso (offbeat). Con ello, el rocksteady había dado a luz a su sucesor, que a partir de la idea de andrajos (en inglés rags) fue llamada reggae. En 1968, Toots & the Maytals publicaron Do the Reggay, asentando el nombre en la industria.  
El éxito de los primeros años de Black Sabbath se debe en gran medida al carisma de Ozzy Osbourne y al talento de Tony Iommi, guitarrista y principal compositor. Iommi tuvo la mala fortuna de perder la punta de dos dedos de su mano derecha a los 17 años de edad, en su último día de trabajo en una instalación de planchas metálicas. Planeaba abandonar la guitarra, hasta que el capataz de la fábrica lo hizo escuchar unas notas de jazz. Lo que Tony menos quería en ese instante era envidiar a un virtuoso de las cuerdas, pero el hombre insistió.  
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El nuevo estilo cruzó rápido el Mar Caribe. Hold Me Tight, del estadounidense Johnny Nash, subió a la quinta posición de ventas ese mismo 1968. El Atlántico tampoco ofreció resistencia. Ese mismo año los Beatles compusieron Ob-La-Di, Ob-La-Da que parte con “Desmond has a barrow in the market-place”. Esa frase recuerda a Desmond Dekker, la primera estrella de reggae de corte mundial, antes que Bob Marley eclipsara todo. La versión rápida Ob-La-Di, Ob-La-Da fue un subproducto de la marihuana que fluía por la sangre de Lennon, recordará usted, el estado de ánimo adecuado para homenajear al reggae.
Le dije que era realmente bueno, y luego él respondió, “Sabes, ese tipo está tocando solo con dos dedos en la mano de su diapasón por una lesión que sufrió en un terrible incendio”.
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Y ya que estamos en éstas, no hay mejor manera de hablar de reggae que a través de la vida de su más monumental cultor. Con ustedes, damas y caballeros: Bob Marley.  
Era el gran gitano belga Django Reinhardt. Tony quedó sorprendido:
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El 6 de febrero de 1945, en una granja del centro-norte de la isla, Robert Nesta Marley hizo su aparición en el mundo. Su padre era supervisor de plantaciones, 41 años mayor que su madre. Murió a los 70, cuando Robert tenía diez.
Estaba totalmente shockeado por esta revelación y tan impresionado por lo que había escuchado recién que repentinamente me sentí inspirado a empezar a tratar de tocar otra vez.  
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El pequeño Bob hizo buenas migas con un chico llamado Neville Livingston, y juntos echaron a rodar la bola musical. A los doce, su madre viuda decidió mudarse a Kingston. Los chicos se hubiesen separado, de no ser por la conveniente circunstancia de que la madre de Bob tuvo una hija con el padre de Neville. No solo permanecieron juntos, sino que en adelante compartieron techo, comida y, no menos importante, radio. Para su fortuna, algunas transmisiones de Estados Unidos alcanzaban Jamaica, y se empaparon de lo mejor del R&B y otras novedades.  
El testimonio animó a Iommi a fabricar sus propias prótesis plásticas para completar sus dedos. Grabando Master of Reality con Black Sabbath, Iommi bajó hasta tres semitonos el tono de su guitarra, para disminuir la tensión de las cuerdas y disminuir el dolor en sus dedos. El bajista Geezer Butler hizo lo mismo, a objeto de alinear los sonidos. A causa de las penurias de un accidente industrial, nacía así la afinación en do sostenido, más oscura y profunda, la tonalidad característica del metal . , Beethoven compuso la Novena sordo y Rick Allen es un batero manco, pero Tony Iommi fue escogido como el 25º mejor guitarrista por Rolling Stone con dos dedos incompletos. Para que lo piense dos veces antes de maldecir su suerte.
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Aun cuando al arribar a la capital aún no tocaban instrumentos, pronto se sumaron a una banda vocal. Uno de sus miembros, Joe Higgs, era un devoto rastafari, y fue a través suyo que Marley tuvo sus primeros roces con el credo. Higgs le enseñó también a tocar la guitarra..
Geezer Butler puso a tono su bajo y también las letras. Aun cuando los muchachos de Sabbath eran mayoritariamente cristianos, comenzaron a cantar acerca de Lucifer y sus andanzas. El propio Butler pensaba ser sacerdote de más joven; Ozzy Osbourne es un anglicano que reza y se persigna tras bambalinas antes de saltar al escenario.  
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A sus imberbes catorce años de edad, Bob ya había dejado el nido materno para hacerse un nombre en la escena musical jamaiquina. A principios de 1962, con 17 años recién cumplidos, grabó sus primeros cuatro sencillos. El año siguiente participó junto a su hermanastro en la formación de The Teenagers; luego llamada The Wailing Rudeboys; luego llamada The Wailing Wailers; luego llamada The Wailers; luego llamada Bob Marley and the Wailers.
Conocidos por su parafernalia escénica, el despliegue de Black Sabbath alcanzó una envergadura que nadie planeó en el Born Again Tour de 1983. Para ambientar su canción Stonehenge, mandaron a construir un modelo del milenario sitio arqueológico. El problema fue que los fabricantes interpretaron la instrucción de “quince pies de alto” como “quince metros”, produciendo la única maqueta mayor que el edificio real. No cabía en tarima alguna .
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Neville incluso adoptó el apelativo como su propio apellido, y es conocido hoy como Bunny Wailer. Como si Roger Waters se hiciera llamar Bunny Floyd. Casi en paralelo a este desfile de nombres, al otro lado del océano los Beatles experimentaban con siete alternativas, y Pink Floyd con nueve. Parecía campear una epidemia de indecisión denominativa a principios de los ‘60.  
Black Sabbath es además responsable de popularizar en el mundo del metal el símbolo de los cuernos formados con las manos. Ronnie James Dio, el vocalista que reemplazó a Ozzy, es de ascendencia italiana, y en el sur de la península era común la superstición del malocchio, o "mal de ojo". En una visita a Nápoles en 1845, Giuseppe Verdi obtuvo un improvisado cuerpo de guardaespaldas dedicado de lleno a evitar que entrara en contacto con Vincenzo Capecelatro, un músico local a quien se le atribuía malocchio y a quien se culpaba de la modesta recepción de Alzira, la última ópera de Verdi. Dio adaptó el gesto de su abuela, quien lo usaba para espantar a los malos espíritus .
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El sencillo de los Wailers Simmer Down fue un súper hit, y vendió unas 70 mil copias. Tras nuestro paso por los emperadores del pop esto suena al cambio del supermercado, pero tenga en cuenta que en 1963 Jamaica no contaba más de 1,7 millones de habitantes.  
A mediados de los ‘70, la también británica Judas Priest liberó al género de buena parte de la influencia blusera. De paso, introdujo el look metalero del cuero negro y apretado, cargado del componente sexual. The Guardian tildó a su álbum British Steel como aquel que, “más que cualquier otro, codificó a lo que nos referimos cuando hablamos de ‘heavy metal’”.  
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Marley se casó en 1966 con la cantante Rita Anderson –piadosa rastafari también– y su primera hija nació el año siguiente. Por desventura, para financiar pañales lo que cuenta son las ventas de discos totales, no las per cápita. Marley viajó solo a Delaware, donde permaneció por diez meses subsistiendo como pudiera. Trabajó de camarero, ayudante de laboratorio en DuPont, condujo una carretilla elevadora y fue obrero en una cadena de montaje de Chrysler. Sin permiso de trabajo, se hacía llamar Donald Marley.
Siguió la Nueva Ola del Heavy Metal Británico, cuyo representante más renombrado es Iron Maiden. Aunque entre sus miembros hay un derroche de talento, dos se roban la película. Por un lado, Eddie the Head, la mascota, una suerte de zombi multifacético, que ha adoptado la forma de momia egipcia, cyborg y paciente lobotomizado, entre otros. Por otro, el versátil vocalista Bruce Dickinson, quien además de escritor, empresario cervecero, locutor de la BBC, rostro de televisión y líder del segundo conjunto de metal más exitoso de todos los tiempos, se da el tiempo para pilotear el Boeing 757 de la banda en algunas de las giras de Iron Maiden . “Ed Force One”, se llama, en honor al entrañable zombi.
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Abundan las historias de artistas de juventud menesterosa. Ya vimos como Haydn se las batió con serenatas callejeras para tener que comer, y como Mozart pasaba penurias para pagar su departamento en plena madurez musical. Picasso dormía de día y creaba de noche para no pagar alquiler, y en 1904 quemó varios de sus cuadros para combatir el frío del invierno parisino . Pero lo insólito es que Marley arrastraba carretillas después de darle el palo al gato. “¿Y tú qué haces allá en Jamaica?”, le habrá preguntado, algún compañero de fábrica. “¿Yo? Bueno, astro de la canción”.  
En los años ‘80, los herederos del cuero de Judas Priest daban forma al glam metal, con agrupaciones como Mötley Crüe y Poison. Otros estilos más agresivos, divididos en un sinnúmero de subgéneros, también tomaron cuerpo en este periodo. El más notorio es el thrash metal (donde thrash en inglés indica algo así como “agitaciones violentas del cuerpo”). Aquí el cuarteto de honor es el formado por las estadounidenses Metallica, Megadeth, Slayer y Anthrax, el Big Four del thrash.  
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Lo más parecido es el superventas que no sabía que era superventas. A principio de los ‘70, un rockero de Detroit llamado Sixto Rodriguez publicó dos álbumes. Los resultados fueron modestos. El sello musical puso término al contrato y Rodriguez reemplazó sus sueños musicales por demoliciones y líneas de producción, siempre con bajos salarios. Mientras Rodriguez sudaba por el pago del alquiler, ignoraba que en Sudáfrica sus canciones se convertían en himnos anti-apartheid, en medio del rumor de que Sixto había cometido suicidio. Con quizás medio millón de copias vendidas, era más grande que Elvis. Steven Biko, el célebre héroe de Peter Gabriel, adoraba su música. Recién en 1997, con el advenimiento de Internet, su hija mayor descubrió el fenómeno. Rodriguez reunió el dinero, voló al encuentro de su recién descubierta tropa de incondicionales y presentó seis conciertos ante miles de enardecidos fans que hasta hace poco lo daban por muerto .
Si juzgamos por el número de interesados en sus discos, Metallica es la banda más grande del thrash. De hecho, la más grande del metal, si nos atenemos a la clasificación de Led Zeppelin en la categoría hard rock. De acuerdo a MTV, la tercera más memorable, tras Black Sabbath y Judas Priest. Su disco Master of Puppets (1986) es una de las piezas angulares del thrash metal de los ‘80. En lugar de video promocional, se embarcaron en una gira teloneando a quien fuera líder de Black Sabbath (hasta 1979), Ozzy Osbourne. Ganaron reputación de borrachos –los apodaron “Alcoholica”, a lo que respondieron vistiendo camisetas que rezaban “Alcoholica/Drank 'Em All”– cautivaron a la audiencia de Ozzy y entraron al Olimpo del metal. Note usted que: a) aprueban el Test Simpsológico de la Fama, pues figuran en un capítulo de Los Simpsons; b) aprueban el Test Guitarherológico de la Fama, pues varias de sus canciones son utilizadas en el videojuego Guitar Hero; c) obtienen distinción máxima en el Test Guitarherológico de la Fama, pues se creó una variante del videojuego en su honor, llamada Guitar Hero: Metallica; d) existe una banda llamada Beatallica, que entona canciones de los Beatles con sonido de Metallica, como And Justice for All My Loving, lo que Ricardo Arjona llamaría una amalgama perfecta entre And Justice for All y All My Loving; e) en 1999, el alcalde de San Francisco proclamó oficialmente el 7 de marzo como el “Día de Metallica” .  
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Una vez de vuelta en su Caribe natal, Marley abrazó en forma definitiva el movimiento rastafari. Su fe incidió de tal manera en la música reggae que bien merece una explicación.
Megadeth fue fundada por Dave Mustaine, quien fuera el primer guitarrista de Metallica hasta su expulsión en 1983, a causa de su relación disfuncional con las drogas y el alcohol, y sus conflictos con los miembros. Con el ánimo de crear música más rápida y más pesada que su alma mater, reclutó al bajista David Ellefson y no encontró mejor que denominar a su criatura “un millón de muertes” (eliminando una “a” con fines expresivos) en referencia al arsenal nuclear estadounidense. Fiel a su mensaje, escogieron de mascota a un esqueleto de aires apocalípticos –Vic Cabeza de Sonajera, de cariño– y han titulado sus obras con nombres tan primorosos como Countdown to Extinction (Cuenta Regresiva a la Extinción) o United Abominations (Abominaciones Unidas). Acostumbrados a reventar paciencias con declaraciones incendiarias, en su gira por Irlanda del Norte tuvieron que viajar en un bus antibalas. El single In My Darkest Hour fue vetada por animar al suicidio. MTV objetó proyectar Symphony of Destruction, argumentando que era "un poquito demasiado áspero". Quizás se refería a los asesinatos a balazos de políticos en pantalla. No sé, solo lluvia de ideas.
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En la década de 1930, un periodista y líder político jamaiquino llamado Marcus Garvey capturó la atención mundial con un enardecido discurso panafricano y nacionalista negro. Fundó la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro, y una naviera destinada a facilitar el retorno de la diáspora africana a sus tierras ancestrales. Si la naviera detrás del Titanic era conocida como la White Star Line, la suya sería la Black Star Line. Estas ideas encontraron amplio eco en sectores de la población afroamericana, configurando el llamado garveyismo.
En 2002, Mustaine se durmió con el respaldo de una silla presionando su brazo izquierdo, lo que le cortó la circulación. Pensó que lo perdía. Con su líder fuera de las pistas, Megadeth se desmembró temporalmente. Nunca antes, y apostaría buena plata que nunca después, superestrellas del metal congelaban sus actividades por la postura de una siesta . En forma paulatina recuperó la movilidad (más afortunado que Nick Menza, baterista de la banda hasta 1998, quien murió arriba del escenario). Mustaine se convirtió así al cristianismo –había sido criado como testigo de Jehová–. Benjamin Netanyahu afiliándose a Hamas es igual de inesperado. Como consecuencia de su nuevo credo, Megadeth llegó a cancelar giras con bandas de extreme metal como Dissection y Rotting Christ (Cristo Pudriéndose, por si no había captado el mensaje). Censuras y todo, Megadeth es uno de los protagonistas no solo del thrash, sino del metal en general. Con seis discos certificados de platino entre 1986 y 1997, ose usted afirmar lo contrario.  
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El 2 de noviembre de 1930, Tafari Makonnen fue coronado Emperador de Etiopía con el nombre de Haile Selassie I, o “Poder de la Trinidad” en lengua amhárica. Bueno, y también “Rey de Reyes, Señor de Señores, León Conquistador de la Tribu de Judá, Elegido de Dios, Protector de la Fe”. La propia institucionalidad refrendaba sus pergaminos genealógicos. Mientras las constituciones modernas definen asuntos tan aburridos como el tipo de gobierno o el sistema electoral, la vivaz Constitución Política del Imperio etíope aseguraba que Selassie era descendiente directo de Salomón y de la Reina de Saba, unos distinguidos señores que vivieron hace tres mil años .  
Anthrax nació en 1981. Tomó su nombre de una pestífera enfermedad que el baterista Scott Ian notó en un libro de biología, y que le pareció “lo suficientemente perverso”. De todos modos, los criterios onomásticos de Anthrax son algo más suaves que los de los párrafos precedentes. El más incisivo de sus álbumes se llama, apropiadamente, Spreading the Disease (Esparciendo la Enfermedad). ¿Recuerda el supuesto “Efecto Mozart” del capítulo 1? La recomendación ahora es no intentar el “Efecto Anthrax”. Cuando se intentó medir el impacto de la música docta y del metal en el tiempo que grupos de ratones tomaban en resolver un laberinto, el investigador escogió el disco Stomp 442 de esta banda. Las mediciones en el grupo de control y en el docto avanzaban sin problemas, pero los desdichados de Stomp 442 obligaron a interrumpir el experimento antes de lo presupuestado: se mataron entre ellos. Tras tres semanas, solo quedaba uno vivo . Hubo que repetir el ejercicio con volumen más moderado. Relata el investigador que al término de la cuarta semana le tomaba entre dos horas y una hora y media controlar al grupo docto, pero con los que oían a Anthrax “me estaba tomando cinco y media, seis horas al día, solo correr esos ratones. Y ¡Se estaba volviendo más bien extremo!”. Así y todo, el quinteto ha vendido unas quince millones de copias. De todo hay en la viña del Señor.  
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Etiopía y Liberia eran los únicos dos países del continente que no habían cedido al colonialismo europeo. O, en palabras del expansionista Leopoldo II de Bélgica, los únicos invictos de “este magnífico pastel africano”. Selassie era el único líder reconocido por los gobernantes de las potencias extranjeras, un delicioso manjar político para el garveyismo. Tres jamaiquinos que por esas cosas del destino presenciaron la coronación se lanzaron a las calles a proclamar la naturaleza divina del Emperador, la personificación de la segunda venida de Cristo. El Apocalipsis parecía avalar sus afirmaciones: “No llores más; acaba de triunfar el león de la tribu de Judá, el brote de David; él abrirá el libro y sus siete sellos” (Ap. 5:5). Desde antes de su coronación que el emperador era merecedor del título honorífico de Ras (cabeza) y andaba por la vida como Ras Tafari. Suficiente para proveer de nombre al movimiento religioso levantado en torno a su figura.
Los efectos de la música intensa sobre las alimañas no era un campo de estudio por completo nuevo. En 1968, The Associated Press comenzaba un artículo del siguiente modo: “¿Interfiere la música rock and roll en una termita? La respuesta preliminar parece ser sí”, de acuerdo a un grupo de entomólogos de la Universidad de California, Davis. El artículo describe cómo las termitas sometidas a audios de esta naturaleza “parecían en peligro de comerse a sí mismas”. La indagación termina con una nota más bien espeluznante: “un especialista en la guerra contra las termitas, [Dr. Bowelson] está buscando cualquier método para socavar su organización social” .
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El modo de vida rastafari exhortaba a rechazar el materialismo, la opresión y los placeres sensuales, un mundo de perdición al que llamaban Babilonia. Recordemos que una las figuras del Apocalipsis es “Babilonia la Grande, la madre de las prostitutas” (Ap. 17:5). De acuerdo a la Epopeya de Erra, una ciudad plagada de transexuales ya hace 2.700 años. O, de acuerdo a Heródoto:
Si le parecía que Megadeth es un poquitín subido de tono, debe ser porque no conoce a Slayer (o “el degollador”, para que vayamos entrando en onda). Con motivos tan delicados como necrofilia, matanzas en serie, satanismo y antirreligión, la cantidad de polvo que han levantado a su paso da para organizar una que otra tormenta en el Sahara. Por ejemplo, uno de sus títulos es God Hates Us All (Dios nos odia a todos) y la carátula de Christ Illusion muestra a un Cristo mutilado, con los brazos amputados y con la cuenca de uno de sus ojos vacía, en medio de un océano de sangre con cabezas decapitadas. Una dulzura. EMI India tuvo que destruir las copias allá despachadas a causa de las protestas. El bajista y vocalista de Slayer, Tom Araya, es además uno de los muy escasos exponentes que exhibe Latinoamérica en la primera división del metal mundial. Nacido en Viña del Mar con el criollísimo nombre de Tomás Enrique Araya Díaz, en ocasiones toca con la camiseta chilena y grita “Viva Chile Mierda”, como si sus cinco décadas en Estados Unidos no le hicieran mella a su acento (se agradece el espíritu, por cierto).
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La costumbre más infame que hay entre los babilonios, es la de que toda mujer natural del país se prostituya una vez en la vida con algún forastero, estando sentada en el templo de Venus .  
Slayer fue una pieza clave en la miríada de géneros originados en los ‘90. La revista especializada Terrorizer (innecesario aclarar especializada en qué) ha escrito que sin “la influencia de Slayer, el metal extremo no existiría tal como lo conocemos”.
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Etiopía, la cuna de la humanidad , encarna entonces a Sion, la Tierra Prometida. Todo esto configura un llamado a buscar tanto la repatriación física al país como un desplazamiento espiritual antes de que el retorno material pudiera tomar lugar.  
¿Influencia de Slayer en el metal extremo? Un minuto ¿No eran ya extremos los cuatro grandes del thrash metal?
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En lo que a rechazo de los placeres sensuales respecta, no obstante, es de suponer que Marley excluía el sexo. Quizás lo consideraba ante todo un modo de preservar la especie. Imposible explicar de otro modo sus al menos once hijos oficiales con al menos siete mujeres (de los extraoficiales, la acreditación se vuelve borrosa). El verano de 1971 fue para Bob particularmente fogoso: la primavera siguiente, tuvo tres hijos de tres mujeres distintas en un lapso de menos de un mes .  
Prepárese.  
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En una ágil adaptación idiosincrásica a la cultura caribeña, los rastafaris veneran también el uso espiritual de la marihuana. Para ellos, constituye un sacramento que limpia el cuerpo y la mente, sana el alma, exalta la conciencia, suministra paz y placer, y los acerca a “Jah”, el apodo cariñoso que los rastafaris emplean para Jehová y que se encuentra en el Salmo 68. Las escrituras, por supuesto, nunca mencionan a la marihuana, y lo que se esgrime como asidero bíblico demanda una cuantiosa flexibilidad hermenéutica. Básicamente, cualquier referencia a comer vegetales sirve. Como cuando Dios le dice a Moisés que “devoren toda la vegetación que dejó el granizo” (Éxodo 10:12) o el mandato divino de “comerás la hierba del campo” (Gen 3:18). Incluso "Más vale un plato de legumbres con amor que un buey cebado, pero con odio", según comanda Proverbios 15:17. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito tiende a discrepar de esta línea argumental.
Desde mediados de los ‘90, autores iracundos como Pantera han expandido la frontera de lo que se entiende por música, aunque no es claro si J. S. Bach la reconocería como tal. Si algo de esto llegase a sus oídos, lo identificaría como una trituradora industrial o una convención de herreros con déficit atencional.  
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En un discurso de 1927, Garvey había proclamado: “Miren a África, porque un rey negro será coronado”. El activista fue elevado al rango de profeta, una versión contemporánea de Juan Bautista. Con el ascenso de Selassie tres años más tarde, todo parecía encajar y el nuevo credo ganó adeptos.
En las últimas décadas, corrientes aún más extremas han hecho batir amplificadores a diestra y siniestra. Así como los guías de rafting bautizan a los rápidos con nombres destinados a sembrar respeto en la clientela, la mayoría de los subgéneros adoptan apelativos apocalípiticos, tales como “metal extremo”, “basura”, “de la muerte”, “de la perdición” o “negro”. Dentro de este último, encontramos la rama del “black metal nacional socialista”, que ensalza a través de su barullo los ideales neonazis. Entre las bandas, es posible hallar solaz en exponentes como Napalm Death, Extreme Noise Terror, Abysmal Torment, Autopsy Torment, Austrian Death Machine, Beheaded, Brutality, Heaven Shall Burn, Hatesphere, Haemorrhage, Killing Addiction y Dance Club Massacre. Es solo una sugerencia, pero yo siempre aconsejo prescindir de estos cantautores durante el té con la abuela.
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El propio Garvey, sin embargo, nunca adscribió al movimiento. No solo eso: era un cáustico crítico del sujeto por cuya mentada divinidad se hizo merecedor de superpoderes proféticos: “es el gobernante de un país donde los hombres negros son encadenados y azotados (…) Pasará a la historia como el gran cobarde que huyó de su propio país”.
En el metal extremo, es habitual el uso de percusión frenética, y guitarras distorsionadas hasta volverlas casi irreconocibles. Respecto a las voces, mantenga una sana distancia si sufre tendencias depresivas. En muchos de estos conjuntos se emplean motivos satánicos o blasfemos, aullidos de muerte, alaridos, y toda suerte de ruidos guturales. En el caso del metal negro, una corriente que se hizo fuerte en Noruega, los dejo con la desesperanzadora noción del vocalista de Gorgoroth: “nunca se pensó para alcanzar una audiencia (…) Teníamos un enemigo común que era, por supuesto, el Cristianismo, el socialismo, y todo lo que la democracia representa”. Entrañable. Se la tomaron en serio, y hacia 1996 había al menos 50 iglesias quemadas, algunas de cientos de años. Burzum fue tan lejos como para mostrar la estructura incinerada de una de ellas en la portada de un disco.
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Tales acusaciones merecen una explicación.
Una infame compilación no autorizada de los también noruegos Mayhem muestra en la carátula una foto real a todo color del cadáver de su ex vocalista inmediatamente después de su suicidio, con su cerebro desparramado a su lado. Euronymous, el guitarrista de la banda, fue quien descubrió la tragedia. En lugar de llamar a la policía, partió a comprar una cámara desechable, reordenó algunos objetos para mejorar la composición, e inmortalizó el momento. Luego utilizó los trozos de cráneo esparcidos por la habitación para manufacturar collares . Cruel ironía, el seudónimo del finado era “Dead”. Por lo demás, un apodo idóneo para quien viajaba con el cadáver de un cuervo en una bolsa plástica. “Dead” inhalaba sus emanaciones y se compenetraba con el hedor del animal .  
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En 1935, la Italia de Mussolini, rezagada en la captura del pastel africano, se lanzó a la conquista de lo que quedaba: Etiopía. En pleno siglo XX, a objeto de enfrentar la artillería pesada de una potencia europea, el emperador emitió una orden que, con ánimo benevolente, podríamos calificar de vintage:  
Y, sacando la cara por Latinoamérica en lo que a abominaciones metaleras se refiere (aunque con el bajista de Faith No More en el bajo), los mexicanos de Brujería emplearon una cabeza decapitada en estado de putrefacción como carátula de su disco debut. Se trata de una foto real, extraída de un periódico, y que con el tiempo ha sido adoptado como la mascota de la banda. ¿El título del álbum? Matando Güeros (i.e.: caucásicos).
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Los jóvenes con edad suficiente para cargar una lanza serán enviados a Addis Abeba. Los hombres casados llevarán a sus esposas para que carguen comida y para cocinar. Los hombres sin esposa se llevarán consigo a una mujer sin marido. (…) Los ciegos, aquellos que no puedan caminar, o por cualquier razón no puedan cargar con una lanza, están exentos. Cualquiera que sea encontrado en su casa después de recibir esta orden será ahorcado .
Podríamos abarrotar volúmenes de subgéneros, subsubgéneros, subsubsubgéneros y subsubsubsubgéneros, pero digamos que desde mediados de los ‘80 una corriente que ganó fuerza es el Power Metal. Más edificante que las animaladas de los párrafos anteriores, sus canciones parecen himnos, con componentes sinfónicas, coros poderosos y letras acerca de fantasías de tipo tolkienianas. Los alemanes de Helloween son uno de los grandes nombres en la materia.  
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Era quizás un modo de honrar la memoria de abuelito Salomón y abuelita de Saba, quien sabe.  
Desde inicios de los ‘90 vino el metal sinfónico, muy centrado en el norte de Europa, en el que es pan de todos los días subir a una soprano entrenada arriba del escenario, y usar pianos o violines junto con los habituales artilugios eléctricos. Bach ya podría sentarse de nuevo a conversar. Los finlandeses de Nightwish, los suecos de Therion y los neerlandeses de Epica son algunos de sus hijos más ilustres.
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Selassie dejó que el resto se encargara de tan fatigosos menesteres. En lugar de invocar a sus contactos en el más allá, partió al exilio para presentar el caso en Ginebra ante la Liga de las Naciones, el anémico antecesor de la ONU. De ahí la rabia de Garvey.
El metal ha operado un ascendente crucial en varios géneros posteriores, notablemente el grunge. El escritor Clinton Heylin considera a Black Sabbath como "quizás la más ubicua influencia pre-punk de la escena del noroeste [de Estados Unidos]”. Bob Gulla, historiador de la música, afirma que el sonido de esa banda permea a prácticamente todos los exponentes del grunge, entre ellos Nirvana, Soundgarden y Alice in Chains.
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Su retirada no era el único rasgo del personaje con potencial para sembrar dudas sobre sus atributos mesiánicos. El Emperador, de 1,57m de estatura, viajaba con un "almohadero imperial", responsable de evitar que sus piernecitas colgaran en el aire. Para tal misión contaba con 52 almohadas de distintos tamaños, grosores, materiales y colores . Acostumbraba atender reportes mientras alimentaba personalmente a los leones y leopardos de los jardines de su palacio .
Es fácil de entender como el hipercarismático líder de Black Sabbath pudo imbuir a los principiantes con sus influjos escénicos. Ozzy Osbourne, el hombre a quien se honra con el título de El Padrino del Metal, sabía conectar con su audiencia y desplegar vehemencia.
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En 1966, Selassie viajó a Jamaica a observar de primera fuente el culto suscitado en torno a su persona. Unos 100 mil rastafaris de todos los rincones de la isla se congregaron en la losa del aeropuerto a recibirlo. Y es que no todos los días el Mesías se apersona en tu terruño. Las humaradas de marihuana de tamaño comité de bienvenida casi amenazaban la visibilidad del aterrizaje. La muchedumbre sobrepasó las barreras, y el emperador tardó 45 minutos en asomar su sobrecogida humanidad por la puerta del avión. Al salir, el gentío respondió con un rugido “más fuerte que el sonido de los truenos desplegándose, más fuerte incluso que una explosión” de acuerdo a la esposa de un ministro de gobierno. Rita, la futura mujer de Marley, se convirtió al rastafarismo en esta visita, tras observar estigmas en la mano de su alteza. Los fieles aseguraban que cuando el Primer Ministro jamaiquino pisó la cola del chihuahua del emperador, Lulu, este respondió con el rugido de un león.  
A veces, demasiada vehemencia.
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El monarca, pese a todo, negaba su condición divina. En vista de que ello resultaba más bien inoportuno para la estructura religiosa organizada en torno a su persona, corrió el rumor de que se trataba de un impostor .  
Cenando con el jefe de CBS para Europa, alguna inexplicable sinapsis en su cabeza lo llevó a razonar que un striptease sería útil para alivianar la velada:
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Garvey no vivió para ser testigo de este delirio. En 1940 leyó un obituario de sí mismo publicado por error en el Chicago Defender, que describía como la muerte lo encontraba "quebrado, solo e impopular". Un trago tan ingrato que su cuerpo respondió con dos ataques cardíacos que acabaron, ahora sí, con su vida . El redactor de obituarios del Chicago Defender, al menos, ya tenía avanzado el trabajo del día siguiente.
Todos pensaban que era gracioso por un momento. Pero terminé por completo en pelotas, meé en la jarra de vino del tipo de CBS, me arrodillé frente a él y lo besé en los labios.  
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Así las cosas, a Bob Marley le correspondía dejar crecer el pelo tras su regreso desde la experiencia industrial de Delaware. El Levítico es claro en esto: “No raparán su cabeza ni rasurarán los lados de su barba, ni se harán cortes en su cuerpo” (Lv. 21:5). Y como Sansón habla de entretejer “las siete trenzas de mi cabellera en la urdimbre de un telar” (Jue.16:13), la interpretación contemporánea de los rastafari fue cultivar rastas. Sobre la virtud estética de un moño apelmazado de cabello sin lavar, mejor no preguntar demasiado.
No pensaron que eso fuera muy gracioso.
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Entre 1968 y 1972, Bob junto a Rita, Bunny Wailer y otro miembro de los Wailers llamado Peter Tosh, regrabaron antiguas canciones en estudios de Kingston y Londres. El plan era imbuirlas de sonidos más comerciales. Los Marley viajaron también a Nueva York, donde Bob creó una cinta de 24 minutos de tonadas sorprendentemente pop, a objeto de penetrar la audiencia estadounidense. Ya con un stock más comercial, en 1972 el matrimonio se afincó en forma temporal en Londres.  
No conseguimos una grabación en Alemania por muchos años después de eso. Recuerdo estar en el avión, dejando Berlín, con Sharon (Arden, su mánager) rompiendo los contratos y diciendo “Bueno, ese es otro país descartado”.  
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Catch a Fire, fue publicado por los Wailers en 1973. No fue un gran hit, pero recibió buena crítica. Solo seis meses más tarde lanzaron Burnin’, que contenía la célebre I Shot the Sheriff. Eric Clapton grabó un cover que alcanzó el primer puesto de la tabla estadounidense, logro que no conseguía desde que declamara sus penas de amor a Pattie Boyd con Layla dos años antes. Ese mismo mes, los Wailers se unieron en calidad de teloneros a una gira por 17 ciudades organizada por el conjunto funk Sly and the Family Stone. Fueron despedidos tras tan solo cuatro presentaciones: sus frustrados empleadores no estaban dispuestos a tolerar que los teloneros fueran más populares que ellos mismos  (a They Might Be Giants, quienes se teloneaban a sí mismos a través del alter ego Sapphire Bullets, nunca les hubiera ocurrido algo así).  
“Pero valió la pena por el striptease, ¿No?”, pregunté
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Pese a ello, los Wailers se desintegraron en 1974. Nadie sabe realmente qué ocurrió. Tres de sus miembros partieron a los pastos más verdes del mundo solista. Bob reclutó a nuevos músicos y continuó presentándose como Bob Marley and the Wailers.  
Sharon respondió:
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El primer gran éxito fuera de su isla natal vino en 1975 con el sencillo No Woman, No Cry. La autoría, no obstante, fue a parar a un amigo, de manera de financiar su comedor comunitario. El LP del año siguiente, Rastaman Vibration (1976), llegó al octavo puesto del ranking. Como suele ocurrir, la fama trajo problemas. Hombres armados atacaron su casa. Herido de bala, se presentó a tocar dos días después: “La gente que está tratando de hacer este mundo peor no se está tomando un día libre. ¿Cómo puedo yo?”. Partió a dos años de autoexilio en el Reino Unido pocos días después. Jamaica evoca despreocupados chascones fumando en pacífica sintonía con el Cosmos, pero detenta la sexta tasa de homicidios más alta del mundo.
“No fue un striptease lo que estabas haciendo Ozzy. Era una puta marcha militar nazi. Arriba y debajo de la mesa. Ese pobre alemán lucía mortificado. Luego pusiste tus bolas en su puto vino”.
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Instalado en el Reino Unido, durante los siguientes años Bob produjo Exodus y Kaya. Entre arpegio y arpegio, pasó también un mes en prisión por posesión de marihuana. A los oficiales de Scotland Yard no los iba a convencer con proverbios testamentarios redactados 25 siglos atrás. Pero el punto más bajo de esos años no fue la cárcel, sino el diagnóstico de un melanoma maligno debajo de una uña en el pie, en 1977. Este cáncer muy rara vez ataca a la población negra, pero los genes del padre británico de Bob lo traicionaban. Citando sus creencias religiosas, rechazó la sugerencia de los médicos de amputar el dedo. Era solo una uña ¿Qué tan grave podía ser?
¿Pensaba que había meado su vino?
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Sí era una molestia creciente para otra de sus grandes pasiones: el fútbol. Marley jugaba donde y cuando podía. En canchas si las había, pero en estacionamientos y hasta en estudios de grabación en caso contrario. “Si quieres llegar a conocerme, tienes que jugar fútbol contra mí y los Wailers” le comentó a un periodista. Una versión apócrifa sostiene que los aprietos en su dedo comenzaron como un accidente futbolero.
Eso fue antes que mearas su vino .
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Survival (1979) fue un reivindicador de las desventuras africanas, un producto de alta carga política. Entre ellas, el apartheid sudafricano, escenario de la gloria anónima de Sixto Rodriguez. En 1980, invitado a la independencia de Zimbabue, dio uno de sus recitales más celebrados. Bob no podía anticipar la lesión que se incubaba para la causa africana. Su anfitrión, Robert Mugabe, se apernó de tal modo en la presidencia que a 2017 sigue siendo el único gobernante de toda la historia del país , la encarnación misma de la corrupción y la cleptomanía.
Tras firmar con CBS Records en 1981 en Los Ángeles, el plan acordado con Sharon, era liberar palomas como señal de paz. Eran las once de la mañana, pero ya estaba completamente borracho de Cointreau. O en “Planeta Licor”, como lo describe, sin demasiada precisión, en su autobiografía: “No había parado desde la noche anterior. O desde la noche anterior a esa”.
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Uprising (1980) es el último LP de Marley, y el más religioso, con canciones como Redemption Song y Forever Loving Jah. El clásico Buffalo Soldier fue publicado en su álbum póstumo Confrontation (1983).
Entraron a la conferencia. La sala estaba llena de periodistas. Ozzy llevaba dos palomas en su bolsillo:
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Durante los últimos meses de 1980, el cáncer de su dedo se había esparcido por el cuerpo. En lugar de seguir un tratamiento tradicional, recurrió a un charlatán que prometía curación mediante cambio de dieta, terapias enzimáticas, suplementación nutracéutica y otras patrañas. Murió en 1981, a los 36 años. Sus últimas palabras fueron “el dinero no puede comprar la vida”.
Abrí mi boca a todo lo ancho.
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Bob nunca redactó un testamento, omisión que repercutió en todo su séquito. Aston Barrett, por ejemplo, bajista de los Wailers, recurrió a la justicia británica en 2006 demandando £60 millones como compensación por sus aportes. Con 52 hijos –lo llaman “Hombre de Familia”– sus requerimientos de efectivo eran comprensibles. Resultó insuficiente para sensibilizar a los magistrados.
A través de la sala, vi a Sharon estremecerse.
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Era tal la gloria de Marley, que tras su muerte se esparció el mito de que ocho nuevas especies de piojos habían sido descubiertas en sus rastas. Solo Bob Marley era capaz de semejante mérito. A modo de consuelo, el crustáceo Gnathia marleyi, un parásito que succiona la sangre de sus víctimas, fue nombrado en su honor. Mejor que nada, ¿no?
Luego procedí chomp, spit.
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Detonación energética: Punk
La cabeza de la paloma cayó en el regazo de la chica de relaciones públicas en una salpicadura de sangre. Para ser honesto con ustedes, estaba tan enojado, solo sabía a Cointreau. Bueno, Cointreau y plumas. Y un poquito de pico. Luego tiré el cadáver en la mesa y lo vi crisparse. El pájaro se había cagado cuando mordí su cuello, y la cosa esa se había esparcido por todos lados. El vestido de la chica de relaciones públicas estaba manchado con esta repugnante masa pegajosa café-y-blanca, y mi chaqueta, una horrible cosa amarilla de los ‘80 con un diseño estilo Rupert El Oso en ella, estaba prácticamente arruinada. Hasta hoy, no tengo puta idea de qué estaba pasando por mi cabeza. O sea, la pobre paloma. Pero les diré una cosa: hizo una impresión, por cierto.
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Por una fracción de segundo, todo lo que podías oír era a cada uno tomando aliento, al mismo tiempo que el fotógrafo en la esquina iba clic-clic-clic.  
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Luego, el pandemonio.  
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La chica de relaciones públicas empezó a gritar, “¡Ew, ew, ew!”, mientras un tipo de traje corría a un basurero en la esquina a vomitar. Entonces las alarmas empezaron a sonar, al tiempo que alguien gritaba al intercomunicador llamando a seguridad.  
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“SAQUEN A ESTE ANIMAL DE AQUÍ ¡AHORA!”
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En ese momento saqué la otra paloma de mi bolsillo.
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“Hola pajarito”, le dije, dándole un beso en la cabeza. “Mi nombre es Ozzy Osbourne. Y estoy acá para promocionar mi nuevo Álbum, Blizzard of Ozz”.
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Entonces abrí mi boca y todos en el cuarto gritaron “¡NOOOOOO!”. La gente se estaba cubriendo sus ojos con sus brazos y gritándome que me detuviera y que me fuera de una puta vez.  
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En ese momento, Osbourne decidió volver al plan original:
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Pero en lugar de decapitarla a mordidas, la dejé ir, y aleteó alegremente por la sala.
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“Paz” dije, mientras dos enormes guardias de seguridad irrumpieron en la sala, me agarraron de los brazos, y me arrastraron afuera de espaldas. .
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Cuesta creerlo, pero no fue la única decapitación pública a manos (o a boca) de Ozzy Osbourne. Aunque la otra fue involuntaria. En enero de 1982, un fan arrojó un murciélago al escenario. Ozzy, pensando que era un juguete de hule, le arrancó la cabeza de un mordido. Los vuelvo a dejar con el protagonista:
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CHOMP
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Inmediatamente, algo se sintió mal. Muy mal.  
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Para comenzar, mi boca estaba instantáneamente llena de este líquido tibio, viscoso, con el peor regusto que puedas jamás imaginar. Podía sentirlo manchando mis dientes y fluyendo por mi mentón.
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Entonces la cabeza dentro de mi boca se crispó.  
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Oh, puta pensé. Acabo simplemente de comer un puto, murciélago ¿no?
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Así que escupí la cabeza, miré por encima de las alas, y vi a Sharon con sus ojos hinchados, agitando sus manos, gritando,  
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“¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!! ¡ES REAL OZZY, ES REAL!”
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La siguiente cosa que supe es que estaba en una silla de ruedas, abalanzándome en una sala de emergencia. Mientras tanto, un doctor le estaba diciendo a Sharon, “Sí, señorita Arden, el murciélago estaba vivo” .
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Luego cuenta como la vacuna contra la rabia llegó bajo la forma de “una jeringa del tamaño de un lanzagranadas”.
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El músico relata cómo en otra ocasión perdió la paciencia con un grupo de satánicos que, admirados por lo que él representaba, se habían instalado a la salida en su hotel:
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Estaban justo afuera de mi puerta, sentados en un círculo en la alfombra, todos vestidos con capas y capuchas negras, rodeados por velas. Llegó un punto en que no pude tolerarlo más. Así que, una mañana, en vez de pasar a su lado como solía hacer, los enfrenté, me senté, inhalé profundo, soplé sus velas y canté Happy Birthday.
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No estaban demasiado jodidamente felices con ello, créeme .
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No satisfecho con palomas y murciélagos, la última vez que Ozzy intimó más de la cuenta con el reino animal fue en gira con la banda metalera Mötley Crüe en 1984:
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El problema, básicamente, era Mötley Crüe (). Estaban locos de puta madre. Lo cual obviamente tomé como un reto. Tal como había hecho con John Bonham (el baterista de Led Zeppelin), sentí que tenía que superar su locura, de otro modo no estaba haciendo mi trabajo como corresponde. Pero ellos tomaron eso como un reto.
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Ozzy Osbourne y Mötley Crüe luchando por quien era el más demente. Prepare el estómago.
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Le presento primero los pergaminos del retador. Nikki Sixx, bajista de Mötley Crüe, había apostado con el baterista Tommy Lee quién podía aguantar más tiempo sin ducharse y aun así acostarse con groupies. Ganó Nikki con más de dos meses . Abusaba tanto de las drogas que en una ocasión acabó en un tarro de basura de Londres. De gira con Guns N' Roses, fue oficialmente declarado muerto durante dos minutos por sobredosis. Los paramédicos lograron revivirlo con inyecciones de adrenalina en el corazón. Al despertar en el hospital, se sacó los tubos y corrió a la calle, consiguió un aventón a su casa y lo primero que hizo allí fue… entrar al baño a inyectarse más heroína . Honraba así la génesis de la diacetilmorfina, que Bayer comercializaba como “heroína” por sus supuestos “efectos heroicos” . En lugar de una recuperación heroica, cayó desmayado. Es el origen de la canción Kickstart My Heart.  
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Ozzy decía que “los recitales eran la parte fácil. El problema era sobrevivir los pedacitos entremedio”. Cualquier epidemiólogo hubiese concordado. Una vez lamió su orina del pavimento, miró a Nikki a los ojos y le dijo “¡Sixx, haz esa!”. El bajista formó su propia poza, pero mientras se agachaba rumbo al empate, Ozzy arremetió por la victoria. “Ahí estaba”, relata Sixx, “en cuatro a mis pies, lamiendo mi propio pis” .
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Ozzy había ganado una batalla, pero no la guerra. Sus colegas eran conocidos por sus cantidades industriales de marihuana. Ozzy los iba a superar en un territorio paralelo: el nasal. Tomó un palito de helado, enrolló un billete e inhaló una línea de hormigas . Triunfo total y categórico, señoras y señores. Se salvaron de no invitar a la competencia a Rod Stewart, quien se aprovisionaba de cocaína a través del ano para evitar daños en las fosas nasales .  
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La supervivencia de Ozzy no es cosa baladí. La memoria de Steve Tyler, vocalista de Aerosmith, resultó tan mermada por años de abusos que en 1984 oyó You See Me Crying en la radio y le propuso a sus compañeros hacer un cover. "Somos nosotros, imbécil”, le respondió el guitarrista, Joe Perry . Científicos de la empresa Knome secuenciaron la totalidad del genoma de Ozzy. No hallaron un “super gen” de la resiliencia, pero sí vestigios de ADN de neandertal en su cromosoma 10 .  
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Suficiente. Hora de relajar la vena con los más moderados astros del pop.
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Capítulo 12: El Pop
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Si definir jazz era difícil, ahora sí que estamos en problemas. Siéntese, tome un vaso de agua y relaje sus filtros de rigor musicológico.
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Pistol, el personaje de William Shakespeare en The Merry Wives of Windsor (1602), le comentaba a Falstaff sobre cierta mujer: “this punk is one of cupid's carriers”. Con “punk” se refería al oficio de la dama, ese que Rudyard Kipling llamó “el más antiguo del mundo” y en el que Babilonia poseía tanto know how. Con el tiempo, la expresión evolucionó desde mujer de la noche a “estafador, rufián”. Con esta acepción en mente, en marzo de 1970 el cofundador de la banda The Fugs, Ed Sanders, describió su propio álbum como “punk rock”. A fines del mismo año, la revista Creem se refería irónicamente a Iggy Pop como “that Stooge punk".
El género surgió durante la década de los ‘50, pero esta vez no de comunidades afronorteamericanas del sur de Estados Unidos. Aunque considerando que es uno de los tantos hijos del rock –y el más aventajado en materia financiera– es de algún modo nieto de las mentadas comunidades que se niegan a dejar a este libro en paz.
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Hacia mediados de la década de los ’70, el concepto agrupaba a los herederos del garaje rock de los ’60, y los conjuntos que hoy se conocen como protopunks: un rock crudo, de tempos rápidos –a veces frenéticos–, melodías sencillas e instrumentación más bien recatada. La huella la abrieron conjuntos como The Stooges, The Kinks, The Who y Lou Reed. Este último, tanto en calidad de solista como de líder de The Velvet Underground.
En el intento por encasillarlo musicalmente, conviene recordar que el concepto de “pop” es más o menos lo que hicieron los chefs al inventar el término comida fusión para etiquetar lo inetiquetable. Se llama así a un ecléctico conjunto de elementos con canciones de duración breve o media (es decir, de fácil digestión por las masas), normalmente estructuradas en base a versos-coros y formas bien melódicas. Suelen además contener hooks o “ganchos”, pasajes diseñados para capturar la atención, por lo general en el estribillo. Estos hooks pueden ser en extremo efectivos. En un experimento conducido por un museo británico, 12 mil personas intentaron adivinar una canción en el menor tiempo posible: Wannabe de las Spice Girls, la ganadora, arrojó 2,48 segundos. En la práctica, si algo tiene guitarra eléctrica, bajo y batería, y no cabe en alguna de las otras categorías mejor definidas, alguien saldrá del paso tachándolo de pop.
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Como su nombre indica, si hay algo que lo caracteriza es su sex appeal ante las audiencias, en especial con los jóvenes. En el top ten de los músicos comercialmente más exitosos de la historia, seis pertenecen a sus filas. Y observando los grandes fenómenos contemporáneos–las Katys Perrys y Rihannas de este mundo– hay muy buenas razones para suponer que su participación en la cima será aún más hegemónica en años venideros. En 2014, Taylor Swift liberó por error ocho segundos de estática en iTunes Canadá y en breve alcanzó el tope de la tabla .
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Hasta la arena política ha sucumbido a sus encantos. El Presidente indonesio Susilo Bambang Yudhoyono lanzó tres discos de pop romántico durante su mandato . En campaña, Saddam Hussein apeló a las emociones de los electores iraquíes reproduciendo hasta el cansancio la versión de Whitney Houston de I Will Always Love You .
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Revisión del 10:51 5 jun 2017

Pocos estilos musicales exhiben un origen tan claro temporal y, sobre todo, espacial como el reggae: la Jamaica de 1967 – 1968. Sus bisabuelos son variados: jazz; R&B; mento (un tipo de folklore jamaiquino); y calipso, un ritmo afrocaribeño nacido a principios del siglo XX en Trinidad y Tobago (el calipso proviene a su vez del kaiso, el tatarabuelo, que provino de la actual Nigeria, origen de buena parte de los esclavos americanos, pero esto ya son excesos genealógicos). Esta promiscua ensalada sonora tomaba lugar en esa ínfima peca oceánica que es Jamaica. Con 11 mil km2, la isla es tan diminuta que no podría soportar una población de más de 57 pumas macho en estado salvaje. Imagine que en los Juegos Olímpicos de 2016, Jamaica obtuvo 113 veces más medallas de oro por unidad de superficie que el ganador, Estados Unidos (y 491 veces más que Rusia, pero eso ya es pura crueldad). El resultado de tan denso estilístico popurrí fue el ska. Originado a fines de los ‘50 y principios de los ‘60, el ska presenta dos rasgos distintivos principales. El primero, la línea de bajo llamada walking bass, un acompañamiento empleado usualmente por bajistas y contrabajistas de jazz. El segundo, el upbeat, o anacrusa, un pulso –o beat– no acentuado que ocurre antes del primer pulso de la siguiente barra de compás. Abuelito ska engendró a papi rocksteady, que vio la luz allá por 1966. Manteniendo muchas de las características del ska, el rocksteady bajó un poco las revoluciones. El tempo se volvió algo más parsimonioso y el baile menos energético. Esto dio rienda suelta para experimentar con acentos fuera de pulso (offbeat). Con ello, el rocksteady había dado a luz a su sucesor, que a partir de la idea de andrajos (en inglés rags) fue llamada reggae. En 1968, Toots & the Maytals publicaron Do the Reggay, asentando el nombre en la industria. El nuevo estilo cruzó rápido el Mar Caribe. Hold Me Tight, del estadounidense Johnny Nash, subió a la quinta posición de ventas ese mismo 1968. El Atlántico tampoco ofreció resistencia. Ese mismo año los Beatles compusieron Ob-La-Di, Ob-La-Da que parte con “Desmond has a barrow in the market-place”. Esa frase recuerda a Desmond Dekker, la primera estrella de reggae de corte mundial, antes que Bob Marley eclipsara todo. La versión rápida Ob-La-Di, Ob-La-Da fue un subproducto de la marihuana que fluía por la sangre de Lennon, recordará usted, el estado de ánimo adecuado para homenajear al reggae. Y ya que estamos en éstas, no hay mejor manera de hablar de reggae que a través de la vida de su más monumental cultor. Con ustedes, damas y caballeros: Bob Marley. El 6 de febrero de 1945, en una granja del centro-norte de la isla, Robert Nesta Marley hizo su aparición en el mundo. Su padre era supervisor de plantaciones, 41 años mayor que su madre. Murió a los 70, cuando Robert tenía diez. El pequeño Bob hizo buenas migas con un chico llamado Neville Livingston, y juntos echaron a rodar la bola musical. A los doce, su madre viuda decidió mudarse a Kingston. Los chicos se hubiesen separado, de no ser por la conveniente circunstancia de que la madre de Bob tuvo una hija con el padre de Neville. No solo permanecieron juntos, sino que en adelante compartieron techo, comida y, no menos importante, radio. Para su fortuna, algunas transmisiones de Estados Unidos alcanzaban Jamaica, y se empaparon de lo mejor del R&B y otras novedades. Aun cuando al arribar a la capital aún no tocaban instrumentos, pronto se sumaron a una banda vocal. Uno de sus miembros, Joe Higgs, era un devoto rastafari, y fue a través suyo que Marley tuvo sus primeros roces con el credo. Higgs le enseñó también a tocar la guitarra.. A sus imberbes catorce años de edad, Bob ya había dejado el nido materno para hacerse un nombre en la escena musical jamaiquina. A principios de 1962, con 17 años recién cumplidos, grabó sus primeros cuatro sencillos. El año siguiente participó junto a su hermanastro en la formación de The Teenagers; luego llamada The Wailing Rudeboys; luego llamada The Wailing Wailers; luego llamada The Wailers; luego llamada Bob Marley and the Wailers. Neville incluso adoptó el apelativo como su propio apellido, y es conocido hoy como Bunny Wailer. Como si Roger Waters se hiciera llamar Bunny Floyd. Casi en paralelo a este desfile de nombres, al otro lado del océano los Beatles experimentaban con siete alternativas, y Pink Floyd con nueve. Parecía campear una epidemia de indecisión denominativa a principios de los ‘60. El sencillo de los Wailers Simmer Down fue un súper hit, y vendió unas 70 mil copias. Tras nuestro paso por los emperadores del pop esto suena al cambio del supermercado, pero tenga en cuenta que en 1963 Jamaica no contaba más de 1,7 millones de habitantes. Marley se casó en 1966 con la cantante Rita Anderson –piadosa rastafari también– y su primera hija nació el año siguiente. Por desventura, para financiar pañales lo que cuenta son las ventas de discos totales, no las per cápita. Marley viajó solo a Delaware, donde permaneció por diez meses subsistiendo como pudiera. Trabajó de camarero, ayudante de laboratorio en DuPont, condujo una carretilla elevadora y fue obrero en una cadena de montaje de Chrysler. Sin permiso de trabajo, se hacía llamar Donald Marley. Abundan las historias de artistas de juventud menesterosa. Ya vimos como Haydn se las batió con serenatas callejeras para tener que comer, y como Mozart pasaba penurias para pagar su departamento en plena madurez musical. Picasso dormía de día y creaba de noche para no pagar alquiler, y en 1904 quemó varios de sus cuadros para combatir el frío del invierno parisino . Pero lo insólito es que Marley arrastraba carretillas después de darle el palo al gato. “¿Y tú qué haces allá en Jamaica?”, le habrá preguntado, algún compañero de fábrica. “¿Yo? Bueno, astro de la canción”. Lo más parecido es el superventas que no sabía que era superventas. A principio de los ‘70, un rockero de Detroit llamado Sixto Rodriguez publicó dos álbumes. Los resultados fueron modestos. El sello musical puso término al contrato y Rodriguez reemplazó sus sueños musicales por demoliciones y líneas de producción, siempre con bajos salarios. Mientras Rodriguez sudaba por el pago del alquiler, ignoraba que en Sudáfrica sus canciones se convertían en himnos anti-apartheid, en medio del rumor de que Sixto había cometido suicidio. Con quizás medio millón de copias vendidas, era más grande que Elvis. Steven Biko, el célebre héroe de Peter Gabriel, adoraba su música. Recién en 1997, con el advenimiento de Internet, su hija mayor descubrió el fenómeno. Rodriguez reunió el dinero, voló al encuentro de su recién descubierta tropa de incondicionales y presentó seis conciertos ante miles de enardecidos fans que hasta hace poco lo daban por muerto . Una vez de vuelta en su Caribe natal, Marley abrazó en forma definitiva el movimiento rastafari. Su fe incidió de tal manera en la música reggae que bien merece una explicación. En la década de 1930, un periodista y líder político jamaiquino llamado Marcus Garvey capturó la atención mundial con un enardecido discurso panafricano y nacionalista negro. Fundó la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro, y una naviera destinada a facilitar el retorno de la diáspora africana a sus tierras ancestrales. Si la naviera detrás del Titanic era conocida como la White Star Line, la suya sería la Black Star Line. Estas ideas encontraron amplio eco en sectores de la población afroamericana, configurando el llamado garveyismo. El 2 de noviembre de 1930, Tafari Makonnen fue coronado Emperador de Etiopía con el nombre de Haile Selassie I, o “Poder de la Trinidad” en lengua amhárica. Bueno, y también “Rey de Reyes, Señor de Señores, León Conquistador de la Tribu de Judá, Elegido de Dios, Protector de la Fe”. La propia institucionalidad refrendaba sus pergaminos genealógicos. Mientras las constituciones modernas definen asuntos tan aburridos como el tipo de gobierno o el sistema electoral, la vivaz Constitución Política del Imperio etíope aseguraba que Selassie era descendiente directo de Salomón y de la Reina de Saba, unos distinguidos señores que vivieron hace tres mil años . Etiopía y Liberia eran los únicos dos países del continente que no habían cedido al colonialismo europeo. O, en palabras del expansionista Leopoldo II de Bélgica, los únicos invictos de “este magnífico pastel africano”. Selassie era el único líder reconocido por los gobernantes de las potencias extranjeras, un delicioso manjar político para el garveyismo. Tres jamaiquinos que por esas cosas del destino presenciaron la coronación se lanzaron a las calles a proclamar la naturaleza divina del Emperador, la personificación de la segunda venida de Cristo. El Apocalipsis parecía avalar sus afirmaciones: “No llores más; acaba de triunfar el león de la tribu de Judá, el brote de David; él abrirá el libro y sus siete sellos” (Ap. 5:5). Desde antes de su coronación que el emperador era merecedor del título honorífico de Ras (cabeza) y andaba por la vida como Ras Tafari. Suficiente para proveer de nombre al movimiento religioso levantado en torno a su figura. El modo de vida rastafari exhortaba a rechazar el materialismo, la opresión y los placeres sensuales, un mundo de perdición al que llamaban Babilonia. Recordemos que una las figuras del Apocalipsis es “Babilonia la Grande, la madre de las prostitutas” (Ap. 17:5). De acuerdo a la Epopeya de Erra, una ciudad plagada de transexuales ya hace 2.700 años. O, de acuerdo a Heródoto: La costumbre más infame que hay entre los babilonios, es la de que toda mujer natural del país se prostituya una vez en la vida con algún forastero, estando sentada en el templo de Venus . Etiopía, la cuna de la humanidad , encarna entonces a Sion, la Tierra Prometida. Todo esto configura un llamado a buscar tanto la repatriación física al país como un desplazamiento espiritual antes de que el retorno material pudiera tomar lugar. En lo que a rechazo de los placeres sensuales respecta, no obstante, es de suponer que Marley excluía el sexo. Quizás lo consideraba ante todo un modo de preservar la especie. Imposible explicar de otro modo sus al menos once hijos oficiales con al menos siete mujeres (de los extraoficiales, la acreditación se vuelve borrosa). El verano de 1971 fue para Bob particularmente fogoso: la primavera siguiente, tuvo tres hijos de tres mujeres distintas en un lapso de menos de un mes . En una ágil adaptación idiosincrásica a la cultura caribeña, los rastafaris veneran también el uso espiritual de la marihuana. Para ellos, constituye un sacramento que limpia el cuerpo y la mente, sana el alma, exalta la conciencia, suministra paz y placer, y los acerca a “Jah”, el apodo cariñoso que los rastafaris emplean para Jehová y que se encuentra en el Salmo 68. Las escrituras, por supuesto, nunca mencionan a la marihuana, y lo que se esgrime como asidero bíblico demanda una cuantiosa flexibilidad hermenéutica. Básicamente, cualquier referencia a comer vegetales sirve. Como cuando Dios le dice a Moisés que “devoren toda la vegetación que dejó el granizo” (Éxodo 10:12) o el mandato divino de “comerás la hierba del campo” (Gen 3:18). Incluso "Más vale un plato de legumbres con amor que un buey cebado, pero con odio", según comanda Proverbios 15:17. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito tiende a discrepar de esta línea argumental. En un discurso de 1927, Garvey había proclamado: “Miren a África, porque un rey negro será coronado”. El activista fue elevado al rango de profeta, una versión contemporánea de Juan Bautista. Con el ascenso de Selassie tres años más tarde, todo parecía encajar y el nuevo credo ganó adeptos. El propio Garvey, sin embargo, nunca adscribió al movimiento. No solo eso: era un cáustico crítico del sujeto por cuya mentada divinidad se hizo merecedor de superpoderes proféticos: “es el gobernante de un país donde los hombres negros son encadenados y azotados (…) Pasará a la historia como el gran cobarde que huyó de su propio país”. Tales acusaciones merecen una explicación. En 1935, la Italia de Mussolini, rezagada en la captura del pastel africano, se lanzó a la conquista de lo que quedaba: Etiopía. En pleno siglo XX, a objeto de enfrentar la artillería pesada de una potencia europea, el emperador emitió una orden que, con ánimo benevolente, podríamos calificar de vintage: Los jóvenes con edad suficiente para cargar una lanza serán enviados a Addis Abeba. Los hombres casados llevarán a sus esposas para que carguen comida y para cocinar. Los hombres sin esposa se llevarán consigo a una mujer sin marido. (…) Los ciegos, aquellos que no puedan caminar, o por cualquier razón no puedan cargar con una lanza, están exentos. Cualquiera que sea encontrado en su casa después de recibir esta orden será ahorcado . Era quizás un modo de honrar la memoria de abuelito Salomón y abuelita de Saba, quien sabe. Selassie dejó que el resto se encargara de tan fatigosos menesteres. En lugar de invocar a sus contactos en el más allá, partió al exilio para presentar el caso en Ginebra ante la Liga de las Naciones, el anémico antecesor de la ONU. De ahí la rabia de Garvey. Su retirada no era el único rasgo del personaje con potencial para sembrar dudas sobre sus atributos mesiánicos. El Emperador, de 1,57m de estatura, viajaba con un "almohadero imperial", responsable de evitar que sus piernecitas colgaran en el aire. Para tal misión contaba con 52 almohadas de distintos tamaños, grosores, materiales y colores . Acostumbraba atender reportes mientras alimentaba personalmente a los leones y leopardos de los jardines de su palacio . En 1966, Selassie viajó a Jamaica a observar de primera fuente el culto suscitado en torno a su persona. Unos 100 mil rastafaris de todos los rincones de la isla se congregaron en la losa del aeropuerto a recibirlo. Y es que no todos los días el Mesías se apersona en tu terruño. Las humaradas de marihuana de tamaño comité de bienvenida casi amenazaban la visibilidad del aterrizaje. La muchedumbre sobrepasó las barreras, y el emperador tardó 45 minutos en asomar su sobrecogida humanidad por la puerta del avión. Al salir, el gentío respondió con un rugido “más fuerte que el sonido de los truenos desplegándose, más fuerte incluso que una explosión” de acuerdo a la esposa de un ministro de gobierno. Rita, la futura mujer de Marley, se convirtió al rastafarismo en esta visita, tras observar estigmas en la mano de su alteza. Los fieles aseguraban que cuando el Primer Ministro jamaiquino pisó la cola del chihuahua del emperador, Lulu, este respondió con el rugido de un león. El monarca, pese a todo, negaba su condición divina. En vista de que ello resultaba más bien inoportuno para la estructura religiosa organizada en torno a su persona, corrió el rumor de que se trataba de un impostor . Garvey no vivió para ser testigo de este delirio. En 1940 leyó un obituario de sí mismo publicado por error en el Chicago Defender, que describía como la muerte lo encontraba "quebrado, solo e impopular". Un trago tan ingrato que su cuerpo respondió con dos ataques cardíacos que acabaron, ahora sí, con su vida . El redactor de obituarios del Chicago Defender, al menos, ya tenía avanzado el trabajo del día siguiente. Así las cosas, a Bob Marley le correspondía dejar crecer el pelo tras su regreso desde la experiencia industrial de Delaware. El Levítico es claro en esto: “No raparán su cabeza ni rasurarán los lados de su barba, ni se harán cortes en su cuerpo” (Lv. 21:5). Y como Sansón habla de entretejer “las siete trenzas de mi cabellera en la urdimbre de un telar” (Jue.16:13), la interpretación contemporánea de los rastafari fue cultivar rastas. Sobre la virtud estética de un moño apelmazado de cabello sin lavar, mejor no preguntar demasiado. Entre 1968 y 1972, Bob junto a Rita, Bunny Wailer y otro miembro de los Wailers llamado Peter Tosh, regrabaron antiguas canciones en estudios de Kingston y Londres. El plan era imbuirlas de sonidos más comerciales. Los Marley viajaron también a Nueva York, donde Bob creó una cinta de 24 minutos de tonadas sorprendentemente pop, a objeto de penetrar la audiencia estadounidense. Ya con un stock más comercial, en 1972 el matrimonio se afincó en forma temporal en Londres. Catch a Fire, fue publicado por los Wailers en 1973. No fue un gran hit, pero recibió buena crítica. Solo seis meses más tarde lanzaron Burnin’, que contenía la célebre I Shot the Sheriff. Eric Clapton grabó un cover que alcanzó el primer puesto de la tabla estadounidense, logro que no conseguía desde que declamara sus penas de amor a Pattie Boyd con Layla dos años antes. Ese mismo mes, los Wailers se unieron en calidad de teloneros a una gira por 17 ciudades organizada por el conjunto funk Sly and the Family Stone. Fueron despedidos tras tan solo cuatro presentaciones: sus frustrados empleadores no estaban dispuestos a tolerar que los teloneros fueran más populares que ellos mismos (a They Might Be Giants, quienes se teloneaban a sí mismos a través del alter ego Sapphire Bullets, nunca les hubiera ocurrido algo así). Pese a ello, los Wailers se desintegraron en 1974. Nadie sabe realmente qué ocurrió. Tres de sus miembros partieron a los pastos más verdes del mundo solista. Bob reclutó a nuevos músicos y continuó presentándose como Bob Marley and the Wailers. El primer gran éxito fuera de su isla natal vino en 1975 con el sencillo No Woman, No Cry. La autoría, no obstante, fue a parar a un amigo, de manera de financiar su comedor comunitario. El LP del año siguiente, Rastaman Vibration (1976), llegó al octavo puesto del ranking. Como suele ocurrir, la fama trajo problemas. Hombres armados atacaron su casa. Herido de bala, se presentó a tocar dos días después: “La gente que está tratando de hacer este mundo peor no se está tomando un día libre. ¿Cómo puedo yo?”. Partió a dos años de autoexilio en el Reino Unido pocos días después. Jamaica evoca despreocupados chascones fumando en pacífica sintonía con el Cosmos, pero detenta la sexta tasa de homicidios más alta del mundo. Instalado en el Reino Unido, durante los siguientes años Bob produjo Exodus y Kaya. Entre arpegio y arpegio, pasó también un mes en prisión por posesión de marihuana. A los oficiales de Scotland Yard no los iba a convencer con proverbios testamentarios redactados 25 siglos atrás. Pero el punto más bajo de esos años no fue la cárcel, sino el diagnóstico de un melanoma maligno debajo de una uña en el pie, en 1977. Este cáncer muy rara vez ataca a la población negra, pero los genes del padre británico de Bob lo traicionaban. Citando sus creencias religiosas, rechazó la sugerencia de los médicos de amputar el dedo. Era solo una uña ¿Qué tan grave podía ser? Sí era una molestia creciente para otra de sus grandes pasiones: el fútbol. Marley jugaba donde y cuando podía. En canchas si las había, pero en estacionamientos y hasta en estudios de grabación en caso contrario. “Si quieres llegar a conocerme, tienes que jugar fútbol contra mí y los Wailers” le comentó a un periodista. Una versión apócrifa sostiene que los aprietos en su dedo comenzaron como un accidente futbolero. Survival (1979) fue un reivindicador de las desventuras africanas, un producto de alta carga política. Entre ellas, el apartheid sudafricano, escenario de la gloria anónima de Sixto Rodriguez. En 1980, invitado a la independencia de Zimbabue, dio uno de sus recitales más celebrados. Bob no podía anticipar la lesión que se incubaba para la causa africana. Su anfitrión, Robert Mugabe, se apernó de tal modo en la presidencia que a 2017 sigue siendo el único gobernante de toda la historia del país , la encarnación misma de la corrupción y la cleptomanía. Uprising (1980) es el último LP de Marley, y el más religioso, con canciones como Redemption Song y Forever Loving Jah. El clásico Buffalo Soldier fue publicado en su álbum póstumo Confrontation (1983). Durante los últimos meses de 1980, el cáncer de su dedo se había esparcido por el cuerpo. En lugar de seguir un tratamiento tradicional, recurrió a un charlatán que prometía curación mediante cambio de dieta, terapias enzimáticas, suplementación nutracéutica y otras patrañas. Murió en 1981, a los 36 años. Sus últimas palabras fueron “el dinero no puede comprar la vida”. Bob nunca redactó un testamento, omisión que repercutió en todo su séquito. Aston Barrett, por ejemplo, bajista de los Wailers, recurrió a la justicia británica en 2006 demandando £60 millones como compensación por sus aportes. Con 52 hijos –lo llaman “Hombre de Familia”– sus requerimientos de efectivo eran comprensibles. Resultó insuficiente para sensibilizar a los magistrados. Era tal la gloria de Marley, que tras su muerte se esparció el mito de que ocho nuevas especies de piojos habían sido descubiertas en sus rastas. Solo Bob Marley era capaz de semejante mérito. A modo de consuelo, el crustáceo Gnathia marleyi, un parásito que succiona la sangre de sus víctimas, fue nombrado en su honor. Mejor que nada, ¿no? Detonación energética: Punk

Pistol, el personaje de William Shakespeare en The Merry Wives of Windsor (1602), le comentaba a Falstaff sobre cierta mujer: “this punk is one of cupid's carriers”. Con “punk” se refería al oficio de la dama, ese que Rudyard Kipling llamó “el más antiguo del mundo” y en el que Babilonia poseía tanto know how. Con el tiempo, la expresión evolucionó desde mujer de la noche a “estafador, rufián”. Con esta acepción en mente, en marzo de 1970 el cofundador de la banda The Fugs, Ed Sanders, describió su propio álbum como “punk rock”. A fines del mismo año, la revista Creem se refería irónicamente a Iggy Pop como “that Stooge punk". Hacia mediados de la década de los ’70, el concepto agrupaba a los herederos del garaje rock de los ’60, y los conjuntos que hoy se conocen como protopunks: un rock crudo, de tempos rápidos –a veces frenéticos–, melodías sencillas e instrumentación más bien recatada. La huella la abrieron conjuntos como The Stooges, The Kinks, The Who y Lou Reed. Este último, tanto en calidad de solista como de líder de The Velvet Underground.